El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde
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Robert Louis Stevenson
Robert Louis Stevenson (1850-1894) was a Scottish poet, novelist, and travel writer. Born the son of a lighthouse engineer, Stevenson suffered from a lifelong lung ailment that forced him to travel constantly in search of warmer climates. Rather than follow his father’s footsteps, Stevenson pursued a love of literature and adventure that would inspire such works as Treasure Island (1883), Kidnapped (1886), Strange Case of Dr Jekyll and Mr Hyde (1886), and Travels with a Donkey in the Cévennes (1879).
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- Calificación: 1 de 5 estrellas1/5porque no lo puedo descargar el libro para lectura para mi hijo, como han sido los anteriores
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El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde - Robert Louis Stevenson
EL EXTRAÑO
CASO DEL
DR. JEKYLL
Y MR. HYDE
Descripción: 1.jpgDescripción: Castalia-Prima-2.jpgROBERT LOUIS
STEVENSON
EL EXTRAÑO
CASO DEL
DR. JEKYLL
Y MR. HYDE
Descripción: 2.jpgEdición y traducción
a cargo de
JUAN ANTONIO BUSTOS
Y
ÁLVARO BUSTOS FRANCO
Descripción: Castalia-Prima-3.jpgEn nuestra página web www.castalia.es encontrará nuestro catálogo completo comentado.
Diseño gráfico: RQ
Primera edición impresa: 2009
Primera edición en e-book: septiembre de 2010
© de la edición y traducción:
Juan Antonio Bustos y Álvaro Bustos, 2009
© de la presente edición: Castalia, 2010
C/ Zurbano, 39
28010 Madrid
«Actividad subvencionada por ENCLAVE»
Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del Copyright, bajo la sanción establecida en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo público.
ISBN: 978-84-9740-360-3
Copia digital realizada en España
Descripción: F:\EPUB\PDF\new\Series 4\file dang lam hoan chinh\9788497403603_Huong dang lam\1\9788497403603_Page_006_Image_0001.jpgPhilip Hardwick: Perspectiva del Salón de Reservas de la Estación Euston de ferrocarriles, en Londres. Edificada entre 1846-1849 (y demolida en 1962), es un ejemplo significativo del clasicismo monumental de la Era Industrial. En el centro, destaca la estatua (obra de E.H. Bailey) del ingeniero George Stephenson, diseñador de la locomotora «rocket», para el transporte de carga y pasajeros, a una velocidad de 40 km/h.
Presentación
Descripción: F:\EPUB\PDF\new\Series 4\file dang lam hoan chinh\9788497403603_Huong dang lam\3.jpg1. LA ÉPOCA VICTORIANA
En el siglo XIX y, especialmente, en la etapa victoriana, la sociedad inglesa sufre grandes transformaciones sociales y políticas: el sistema de Monarquía Parlamentaria se consolida y la sociedad, hasta entonces mayoritariamente rural, se traslada paulatinamente a los núcleos urbanos e industriales. En este ambiente de cambio germinan unas nuevas ideas que pronto adquieren cuerpo.
La primera que encontramos es la idea de progreso: científico (Darwin), económico (Stuart Mill), social (a pesar de las lacras de miseria de la nueva sociedad industrial) o tecnológico (ferrocarril, industria textil del norte de Inglaterra). Nada era tan palpable en la era victoriana como el progreso y todo lo que acarreaba consigo: puestos de trabajo, aparición de barriadas marginales, extensión de la enseñanza, creación de sindicatos, etc. Fue la idea de progreso la que llevó a la expansión colonial para encontrar materias primas; y con los comerciantes también se apuntaron los descubridores y aventureros como Livingstone y Stanley que tanto apasionaron al público inglés. Junto a ese ideal de progreso aparece otra característica esencial de aquella sociedad: la búsqueda de lo práctico, el uso del sentido común, el objetivo de la realización personal y colectiva.
Dos son las manifestaciones que más recordamos y que mejor reflejan aquella sociedad: el maquinismo y la «moral victoriana».
El maquinismo surge como una consecuencia del avance científico y tecnológico: el teléfono, el micrófono, el alumbrado eléctrico, el gramófono, el motor de gasolina, la máquina de escribir, la máquina de segar, el cine, etc. Las máquinas parecen ocupar un lugar privilegiado y, junto a las máquinas, aumenta el prestigio de los científicos, algunos de los cuales sentarán en este tiempo los pilares del mundo contemporáneo: Darwin, con su teoría sobre la evolución del hombre y las especies; Pasteur, o Mendeleyev, que al publicar su Tabla Periódica de los Elementos creó las bases de la química moderna.
Lo que denominamos «moral victoriana» es un fenómeno sociológico que se relaciona con las clases medias en ascenso y con la burguesía, cuya escala de valores se convirtió en una norma aceptada por todos: el padre era en la familia un patriarca que regulaba la vida de todos los que vivían bajo su techo, fueran éstos familiares o sirvientes; la condena hipócrita de cualquier hecho relacionada con el sexo; las costumbres habituales se regían por conceptos anticuados e inexplicables; la prohibición de mencionar o hacer referencia a los aspectos desagradables de la vida; y la defensa del orden establecido como garante del bienestar social. Estos preceptos para desenvolverse en la vida social fueron impuestos como norma de conducta y quien no los respetara era mal considerado; eran valores permanentes que mantenían y cohesionaban la sociedad misma y el sistema político que la sustentaba. Estas clases medias impusieron una ética en la que los valores fundamentales eran el trabajo duro, la competitividad, la seriedad y la observancia religiosa. De ahí derivó un concepto básico, el de respetabilidad, con el que querían aludir a la consecución de la independencia económica por el propio esfuerzo, la autodisciplina, la vida austera y el respeto a los valores de la familia.
En este contexto, brevemente esbozado, la literatura adquiere, en unas ocasiones, cierto espíritu didáctico (la filosofía de Carlyle) y moralista (la novelística de Dickens); en otras ocasiones, mantiene las formas de expresión típicamente románticas casi hasta final del siglo. Pero muchos autores se centraron en cuestiones del mundo que los rodeaba tales como la educación de las masas, el progreso industrial, la filosofía materialista que éste trajo consigo, la situación de la clase trabajadora o el cuestionamiento de determinadas creencias religiosas que llevaban aparejados los nuevos avances científicos.
La novela se convirtió en la forma literaria dominante durante la época victoriana. El realismo, es decir, la observación aguda de los problemas individuales y las relaciones sociales, fue la tendencia que se impuso, como se puede comprobar en las novelas de Charles Dickens (Oliver Twist, David Copperfield, Cuento de Navidad o Grandes esperanzas), que demuestran una asombrosa habilidad para recrear personajes vivos. Sus retratos de los males sociales y su capacidad para la caricatura y el humor le proporcionaron innumerables lectores y el reconocimiento de la crítica como uno de los grandes novelistas de todos los tiempos.
Una segunda generación de novelistas más jóvenes, muchos de los cuales continuaron su obra en el siglo XX, desarrolló nuevas tendencias; entre ellos destacan Robert Louis Stevenson, Rudyard Kipling y Joseph Conrad, que intentaron devolver a la novela el espíritu de aventura, y alcanzaron algunas de las grandes cimas de la narrativa inglesa.
Descripción: 4.jpgEn este contexto es en el que aparece una de las más espectaculares y extrañas novelas que se crearon durante las últimas décadas del siglo XIX: El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde. El doctor Henry Jekyll representa lo que es considerado como bueno según las reglas de la sociedad victoriana; por el contrario, todo lo que esta sociedad considera impropio e inmoral —y por tanto rechazable— toma cuerpo en la figura de Edward Hyde. En realidad, el honorable Dr. Jekyll, bajo su imagen respetable, esconde a Hyde, un ser maligno que odia las reglas y las normas que la sociedad victoriana impone. El brebaje que inventa es la única manera de ser, a la vez, Jekyll y Hyde.
2. EL AUTOR
El autor que imaginó tal fábula fue Robert Louis Stevenson, quien nació el 13 de noviembre de 1850 (Edimburgo, Escocia) en el seno de una familia de clase media acomodada. Toda su corta vida estuvo enmarcada por tres grandes acontecimientos: la enfermedad, la pasión por la literatura y el amor por Fanny Osbourne.
Stevenson anduvo enfermo ya desde niño debido a graves problemas respiratorios, lo que lo obligaba a pasar mucho tiempo en cama; incluso en ocasiones estuvo a punto de morir como, cuando moribundo, atravesó los Estados Unidos para casarse en Monterrey. Lo cierto es que la enfermedad fue su compañera inseparable durante su corta vida (apenas 44 años): «¡Dios mío, lo que habré podido toser en mi vida!», llegó a escribir en su diario. Pues bien, a pesar de los graves males físicos que siempre le acompañaron, nunca se quejó o, al menos, no figura en ningún sitio que fuera un enfermo quejica. Un derrame cerebral acabó con su vida a los 44 años.