Las autoridades ucranianas llevan meses preparando a la población para un invierno verdaderamente extremo, en el que las infraestructuras energéticas que garantizan la calefacción o el agua caliente podrían dejar de funcionar en las grandes ciudades. Moscú las empezó a bombardear en octubre para que el frío fuese insoportable.
En los peores meses, la nieve cubre Kiev, y las temperaturas pueden superar los veinte grados bajo cero en todo el país y los treinta bajo cero en las regiones interiores. En ocasiones, las aguas que bañan Azov o la bahía de Odesa se congelan. Por eso, se ha dicho que Putin quiere utilizar el “general Invierno” a su favor…, pero el “general Invierno” no existe, o no más que el “general desierto”, el “general tifón” o el “general altitud”. El “general Invierno” es la metáfora propagandística con que los entornos de Napoleón, primero, y Hitler, después, intentaron convencer a los suyos de que no los habían vencido los rusos, sino una especie de plaga bíblica, y, por supuesto, solo después de resistir como héroes innumerables horrores. Obviamente, no querían admitir su derrota ni la mala previsión de equipamiento y suministros, ni tampoco el inútil matadero al que habían encaminado a sus compatriotas.
Como recuerda Allen F. Chew en , el invierno fue importante,