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Cuentos al Alba: Tercer Mundial de Escritura
Cuentos al Alba: Tercer Mundial de Escritura
Cuentos al Alba: Tercer Mundial de Escritura
Libro electrónico52 páginas32 minutos

Cuentos al Alba: Tercer Mundial de Escritura

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Recopilación de cuentos presentados en concurso Tercer Mundial de Escritura, competencia por equipos cuyo objetivo es incentivar el hábito de escritura y en una segunda etapa la lectura y edición entre pares.

Los participantes escriben 3000 caracteres todos los días durante dos semanas, siguiendo en este caso cada día un ejercicio propuesto por un escritor o artista, y luego cada equipo (de diez integrantes) selecciona un texto de uno solo de sus miembros. Esos textos son leídos por varias instancias de jurados de preselección hasta que quedan diez textos finalistas, que son clasificados por un jurado final.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento23 nov 2020
ISBN9781005217723
Cuentos al Alba: Tercer Mundial de Escritura
Autor

Karina Elisabet Rosa

Certified Project Manager Professional® and Scrum Master with 20+ years managing projects and business development.I have more than 20 years leading communities of software development teams that build innovative new digital products that enable companies to unlock new yield potential on their business. These product offerings are diverse and span from mobile & web apps, to data & analytics services, to smart devices using Internet of Things technologies along the digital transformation journey.

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    Cuentos al Alba - Karina Elisabet Rosa

    La fiesta estaba destinada a ser un bodrio. No entendía por qué Alberto había delegado en Anita, su secretaria, la organización de una fiesta tan importante como ésa que, si le hubiese sido confiada a ella, podría transformarse en un evento de razonable notoriedad como para figurar en los sociales de algún periódico.

    La empresa de su marido era una pequeña naviera que daba servicio de mantenimiento a los yates de los personajes más notorios de la sociedad argentina, pero sin Alberto, sus yates se herrumbrarían como los cascajos del puerto, siempre a la espera de poder clavar alguna zarpa oxidada en los cascos lustrosos de sus virilidades flotantes.

    Aún no les franqueaban abiertamente las puertas de los Club House de sus countries, pero no estaban lejos. Y esta era otra oportunidad de socializar e integrarse, desperdiciada entre los entremeses del catering de mala muerte que encargó Anita y la pésima organización de las mesas.

    La lista de invitados no era exclusiva. Podrían haber organizado un segundo festejo de cincuenta años con la familia y dejar éste como un evento social para sus clientes y relaciones sociales más importantes para seguir su plan ordenado de ascenso social. Tampoco hubiese ella organizado las mesas de esa forma, tan provinciana que la mareaba. La familia de ella, ocupaba tres mesas, todas del mismo lado y todos cortados con el mismo patrón reservado y poco participativo, ajenos a las mesas de la familia de él, bastante jocosos y gritones todos. Los clientes estaban dispersados sin ton ni son entre los grupos familiares, como una especie de muro de contención.

    Encima mi mesa es de lo más incómoda. No tenemos mucho tema de que hablar con el socio de Alberto y su esposa Nilda. Con ella hablo por teléfono todos los días de naderías y con él la conversación se reduce a jadeos y gritos exaltados en nuestros encuentros furtivos, en un hotel de la Panamericana. No había más conversación que aquella que acompañaba el pucho después del sexo y antes de la ducha. Poner a ambas parejas, con sus hijos en una misma mesa cortaba la posibilidad de la charla casual.

    Los jóvenes se dedicaban a subir selfies a sus redes sociales y sus respuestas eran monotemáticas. Sólo somos mamá y los tíos Nilda y Horacio. Ni para mantener una conversación educada alcanzaban los colegios caros y las universidades privadas.

    Y Alberto que se demoraba. Era capaz, el muy tozudo, de demorarse luchando con el motor engranado y grasiento de un yate viejo que había comprado y estaba tratando de arreglar para la familia, para llegar tarde a su propia fiesta. La cosa se estaba poniendo aburrida a mas no poder y si no aparecía

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