Los gatos no viven en el tejado y otros poemas de amor
Por Javier Campos
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Me mira cómo te voy desnudando.
Luego se acurruca en una silla y comienza a cerrar los ojos.
De repente los abre y para las orejas cuando escucha que dices algo.
Pero son quejidos que salen desde el fondo de tu corazón.
Quizás los orígenes de toda poesía fueron únicamente gemidos
de amor.
Y el gato se queda dormido.
Dicen que los gatos también sueñan.
Seguro sus sueños son esos milenarios susurros de placer.
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Los gatos no viven en el tejado y otros poemas de amor - Javier Campos
Ivanova
Tu gato entra silencioso al cuarto
Tu gato entra silencioso, imperceptible, al cuarto.
Me mira cómo te voy desnudando.
Luego se acurruca en una silla y comienza a cerrar los ojos.
De repente los abre y para las orejas cuando escucha que dices algo.
Pero son quejidos que salen desde el fondo de tu corazón.
Quizás los orígenes de toda poesía fueron únicamente gemidos de amor.
Y el gato se queda dormido.
Dicen que los gatos también sueñan.
Seguro sus sueños son esos milenarios susurros de placer.
Apareció un ratón que bajó desde el ático
Apareció un ratón
que bajó desde el ático
de entre las cajas vacías de los recuerdos.
Y los gatos lo vieron correr esquizofrénico
hacia un sofá, luego hacia la cocina llena de ollas oxidadas.
Y seguía corriendo por el living donde ya no quedaba ningún mueble.
Sólo se daba vueltas en una sala vacía.
Cubierta por una alfombra húmeda
que parecía un desierto gigante.
Los gatos no hicieron ningún movimiento.
Podrían haberlo cazado en tres segundos y haberlo devorado.
Estaban como estatuas de piedra.
Desde hace años.
Mirando un teléfono desconectado.
La puerta de una casa de esta ciudad
La puerta de una casa de esta ciudad se abrió y se cerró.
Se abrió y se cerró con violencia.
Salió una mujer con unas maletas.
Desde fuera sólo se veía la deforme ventana para mirar desde dentro.
Un gato aullaba con lágrimas en los ojos.
La espalda de la