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Bosque
Bosque
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Libro electrónico86 páginas58 minutos

Bosque

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Información de este libro electrónico

De una vitalidad tal que casi puede sentirse el efecto del paisaje, Bosque es una serie de poemas en los que Francisco Segovia cultiva un terreno habitado por árboles que se transmutan en dos amantes y se funden en un lúdico mundo de versos libres e imágenes de una poderosa fuerza creativa.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento18 sept 2015
ISBN9786071632388
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    Bosque - Francisco Segovia

    CRUZ

    UNO

    LUCERO DE LA TARDE

    1

    PONE VENUS ESTA TARDE nuevamente

    en la vasta neutralidad del cielo

    su gota de brillo no fingido...

    —¿Quién —si ni siquiera el aire—

    podría regatearle su intensa verdad

    de cosa no creada, despojada de la atmósfera

    del tiempo?

    Muestra otra vez su rotunda claridad,

    su puro arder gloriosamente arriba,

    sin aire ni humareda.

    2

    Mira acaso ese lucero las criaturas

    que somos acá abajo, meneando el aire

    y enturbiando su espesura, levantando

    —por encima aun del amor y la agonía—

    esa ola inmensa que no vemos

    amontonarse poco a poco en las alturas

    ni veremos romper

    rotundamente en sus orillas.

    3

    Es nuestro vaivén, nuestra marea

    lo que vemos parpadear en los luceros.

    Porque vemos desde el aire

    —tibio y turbio y a veces quieto—

    cómo se vierte hasta nosotros dulcemente

    el terrible arder de las cosas y los seres

    que no viven en el aire.

    Arriba, o más allá, allá arriba, sin embargo

    arde sin consumirse su impasible braza

    de agua azul sin derramar...

    4

    La tarde toda, entera atiende

    al resplandor puntual de su lucero.

    Y aprende de él cómo brillar

    sin incendiar las cosas que tuvo el día

    ni ponerle fin a su delirio. Se da al ocaso

    sin entibiar siquiera el aire que respira,

    y arde al fin sin llamarada.

    5

    No tuvo nunca el día —en el esplendor de su delirio

    encandilado— la esperanza de lavar su luz gastada

    en el aljibe de un alba primigenia, o de volver

    por siquiera el amor de su mañana.

    Pero brilla de nuevo —como brilló al principio,

    con la franca nitidez de una gota de agua—

    el doble lucero del amor.

    La noche será limpia, igual que la alborada.

    PREMONICIÓN

    ¿POR QUÉ VACILAMOS ESE DÍA frente al bosque

    como si su muda enormidad nos entregara

    a un mundo sin mundo todavía, amenazante y anónimo,

    sin palabras y sin hijos, inhumano?

    ¿Por qué vacilamos y —entrando juntos— temimos

    que aun nuestra unión

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