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Tula
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Tula

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El presente título significa una profunda, completa y exhaustiva investigación de Tollan-Xicocotitlan, mejor conocida como Tula. Presenta recientes descubrimientos de un modo accesible y sencillo, sin hacer a un lado la profundidad académica. Con documentos y otras fuentes fidedignas, vamos viendo los reconocimientos y excavaciones de Tula durante más de un siglo.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento27 jul 2012
ISBN9786071640475
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    Tula - Robert H. Cobean

    ROBERT HOWARD COBEAN. Estudió la licenciatura en arqueología en la Universidad de Yale y es doctor en arqueología por la Universidad de Harvard. Actualmente es investigador en la Dirección de Estudios Arqueológicos del INAH. Ha colaborado en proyectos arqueológicos en el área de Tula, Hidalgo, durante más de 20 años, además de trabajar en un proyecto multidisciplinario de estudio de la minería en la antigua Mesoamérica y el comercio de obsidiana.

    ALBA GUADALUPE MASTACHE FLORES. Maestra en arqueología por la ENAH, hizo el doctorado en antropología en la UNAM. Estudió conservación de monumentos históricos en el Centro Internacional para el Estudio de la Preservación y Restauración del Patrimonio Cultural (UNESCO) en la ciudad de Roma, y en la Universidad de Roma cursó estudios de arqueología clásica. En 1993 fundó, junto con Joaquín García-Bárcena, la revista Arqueología Mexicana. La mayor parte de sus investigaciones se centran en la arqueología mesoamericana. Durante casi tres décadas se dedicó a investigar acerca del Estado tolteca y la antigua ciudad de Tula.

    ELIZABETH JIMÉNEZ GARCÍA. Es arqueóloga por la ENAH. Cursó la maestría en estudios mesoamericanos en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Es autora de Iconografía de Tula: el caso de la escultura (INAH, 1998), y ha colaborado en obras como Historia general de Guerrero, vol. 1 (INAH, 1998) y El pasado arqueológico de Guerrero (Conaculta, 2002). Actualmente es investigadora del Centro INAH Guerrero.

    SECCIÓN DE OBRAS DE HISTORIA

    Fideicomiso Historia de las Américas

    Serie Ciudades

    Coordinada por

    ALICIA HERNÁNDEZ CHÁVEZ

    y

    EDUARDO MATOS MOCTEZUMA

    Tula

    ROBERT H. COBEAN

    ELIZABETH JIMÉNEZ GARCÍA

    ALBA GUADALUPE MASTACHE

    TULA

    Traducción de

    Aarón Arboleyda Castro

    FONDO DE CULTURA ECONÓMICA

    EL COLEGIO DE MÉXICO

    FIDEICOMISO HISTORIA DE LAS AMÉRICAS

    Primera edición, 2012

    Primera edición electrónica, 2016

    Diseño de portada: Laura Esponda Aguilar

    Imagen: Atlantes de Tula que integraban el Templo de la Pirámide B

    Fotografía de Luis Gamboa Cabezas

    D. R. © 2012, Fideicomiso Historia de las Américas

    D. R. © 2012, El Colegio de México

    Camino al Ajusco, 20; 10740, México, D. F.

    D. R. © 2012, Fondo de Cultura Económica

    Carretera Picacho-Ajusco, 227; 14738 Ciudad de México

    Comentarios:

    editorial@fondodeculturaeconomica.com

    Tel. (55) 5227-4672

    Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra, sea cual fuere el medio. Todos los contenidos que se incluyen tales como características tipográficas y de diagramación, textos, gráficos, logotipos, iconos, imágenes, etc., son propiedad exclusiva del Fondo de Cultura Económica y están protegidos por las leyes mexicanas e internacionales del copyright o derecho de autor.

    ISBN 978-607-16-4047-5 (ePub)

    Hecho en México - Made in Mexico

    Índice

    Presentación

    Agradecimientos

    Introducción

    Conclusiones

    Bibliografía

    Presentación

    POR MÁS DE TRES LUSTROS, el Fideicomiso Historia de las Américas de El Colegio de México ha presentado proyectos de investigación y divulgación de alto nivel, accesibles al estudiante y al gran público. A la fecha hemos publicado en coedición con el Fondo de Cultura Económica cerca de 80 estudios originales, merecedores de varias reimpresiones, traducciones y algunos premios.

    Iniciamos la Serie Ciudades —con la generosa colaboración del doctor Eduardo Matos Moctezuma— porque pensamos que la historia de México no se comprende sin el conocimiento del mundo prehispánico. Elegimos la ciudad como unidad de estudio porque arroja luz en torno al desenvolvimiento y función de las urbes prehispánicas con respecto a su territorio y a otras urbes mesoamericanas.

    La ciudad es la expresión evidente de sociedades complejas que llegaron a reunir a miles y miles de personas en un determinado espacio. En ella se asentaban los poderes y se manifestaban la división social y las relaciones que establecían sus habitantes, además de que en su distribución interna se incluían espacios específicos de gobierno, de administración, habitacionales, de intercambio, religiosos, de vialidad, defensivos.

    Desentrañar en lo posible la compleja función de las ciudades como centros religiosos, cabezas de reinos, centros de acopio y tránsito y goznes de grandes redes comunicantes y complementarias con jurisdicción sobre pobladores y amplios territorios es uno de los objetivos de esta serie.

    Las urbes seleccionadas poseen diferentes características, determinadas por su lugar de asentamiento: Tenochtitlan es una ciudad lacustre; Teotihuacan se encuentra en medio de un pequeño valle; Monte Albán está en lo alto de cerros cuyas laderas fueron aprovechadas intensivamente; Palenque nace en la selva; Paquimé, en el árido norte; El Tajín, en los trópicos, vecina al mar; Chichén Itzá, en planicies calcáreas, y Tula, en las goteras del valle de México.

    Confiamos en que el lector recibirá este nuevo libro, Tula, con el mismo entusiasmo que los anteriores.

    ALICIA HERNÁNDEZ CHÁVEZ

    Fundadora y presidenta del Fideicomiso

    Historia de las Américas

    EDUARDO MATOS MOCTEZUMA

    Instituto Nacional de Antropología e Historia

    Agradecimientos

    SON MUCHAS LAS PERSONAS que han ayudado a lo largo de las diversas etapas de nuestras investigaciones en Tula y sería necesario un largo ensayo para expresarles en forma adecuada nuestra gratitud por su apoyo y generosidad. En primer lugar, nuestro reconocimiento a la doctora Alicia Hernández Chávez por su apoyo e inspiración para preparar el actual volumen dentro de la excelente serie que coordina acerca de las ciudades prehispánicas.

    Hace muchos años el profesor Jorge R. Acosta, pionero de la investigación científica en Tula, aceptó desinteresadamente entrevistarse con Cobean y otros alumnos de los nuevos proyectos en Tula para aconsejarlos y compartir con ellos interpretaciones de las funciones de edificios y sectores de la ciudad antigua que él excavó. Algunos de sus comentarios están citados en el presente texto. Damos gracias al profesor Eduardo Matos Moctezuma, director del Proyecto Tula del INAH, y al profesor Richard A. Diehl, director del Proyecto Tula de la Universidad de Missouri, por su apoyo y consejos clave a lo largo de los años. El profesor Matos también nos invitó a escribir este libro para la serie que coordina con la doctora Hernández.

    El profesor Dan Healan, investigador de la Universidad de Tulane, nos orientó con los resultados de sus investigaciones fundamentales en Tula y el Bajío que enriquecieron las conclusiones de este texto. Los maestros Luis Gamboa Cabezas y Nadia Vélez Saldaña proporcionaron información medular acerca del desarrollo urbano de Tula obtenida en excavaciones recientes en varios sectores de la ciudad y su área de sostenimiento. La maestra Ana María Crespo también ha compartido durante años datos muy importantes de sus análisis de los asentamientos antiguos en la ciudad y su región. Los doctores Alejandro Pastrana y Juan Yadéun nos aconsejaron acerca de la estructura de barrios en la ciudad, especialmente para las zonas de talleres de obsidiana. También nos fue muy útil la información proporcionada por el arqueólogo Carlos Hernández Reyes, quien exploró los contextos específicos de talleres de esculturas monumentales y de esculturas que él ha rescatado durante sus numerosas investigaciones en Tula. El arquitecto Jesús Acevedo produjo una serie de planos en tres dimensiones para edificios monumentales en el sector de Tula Grande basándose en los datos obtenidos en campo por Jorge Acosta y Alba Guadalupe Mastache.

    Muchos investigadores que fueron alumnos de Mastache y Cobean redactaron tesis e informes que son fuentes clave de información para Tula: Fernando Getino Granados, Javier Figueroa Silva, Fernando Báez Urincho, María Elena Suárez Cortés, Héctor Patiño Rodríguez, María Guadalupe Sánchez, George Bey, José Clemente Salazar, Blanca Estela Martínez Landa, Rosa Elena Moncayo y Donald Jackson.

    La influencia de William T. Sanders sobre las investigaciones en la ciudad y en los sitios de la región de Tula ha sido fundamental desde la década de 1970, cuando ayudó a formular los objetivos y la metodología de investigación para el trabajo de campo de Mastache, Crespo y Cobean. Por largo tiempo el profesor Jeffrey Parsons también ha enriquecido nuestras investigaciones en Tula con sus profundos conocimientos acerca de procesos económicos y de urbanismo en el centro de México. Como se puede ver en la discusión acerca de los barrios en Tula, nos apoyamos en los profundos estudios sobre Tenochtitlan y la información comparativa del profesor Edward Calnek. El profesor Karl Taube ha sido muy generoso al compartir con nosotros sus magníficas investigaciones de la iconografía mesoamericana, que en varios casos fueron cruciales para identificar temas y deidades centrales en el arte tolteca.

    Amigos y colegas nos han beneficiado en mucho con sus comentarios y visitas a los trabajos de campo: Beatriz Braniff, Evelyn Rattray, Marie-Areti Hers, Ángel García Cook, Kenneth Hirth, William Fowler, Rubén Cabrera, Mari Carmen Serra, Nigel Davies, Gianfranco Cassiano, Ana María Álvarez Palma, Barbara Stark, Michael Spence, Thomas Charlton, María Elena Morales, Susan Evans, Robert D. Drennan, Christine Hernández, Heath Anderson y Christopher Pool. A lo largo de los años fue muy importante la intervención del doctor Alejandro Martínez Muriel para conseguir permisos y recursos para el trabajo de campo y nos proporcionó consejos importantes sobre la interpretación de los datos obtenidos. En muchas ocasiones el profesor José Vergara, del Centro INAH Hidalgo, y la etnóloga Blanca Jiménez Padilla, desde el Centro INAH Guerrero, otorgaron apoyos fundamentales para alcanzar nuestros objetivos.

    Sin duda, los logros del proyecto se han conseguido merced a la participación, esfuerzo y compromiso de un excelente equipo de trabajadores de la región de Tula, quienes han participado en proyectos arqueológicos durante muchos años: los jefes principales son Florentino Jiménez, Bernabé Jiménez, Zenón Jiménez, Pablo Jiménez y Guadalupe Alcántara. Constantina Martínez López trabajó por años organizando las colecciones de laboratorio para los análisis.

    Versiones iniciales de varios capítulos de este libro fueron traducidas del inglés al español por el arqueólogo Aarón Arboleyda, cuyo gran profesionalismo mejoró nuestro discurso. También participó en la captura de información y digitalización de muchas de las ilustraciones aquí publicadas, así como en diversos aspectos logísticos durante el desarrollo del trabajo.

    Diversas fotografías y muchos de los dibujos del material escultórico se obtuvieron gracias al financiamiento de la Fundación para el Avance de Estudios Mesoamericanos, Inc. (FAMSI, por sus siglas en inglés), que otorgó a Elizabeth Jiménez García durante 2007.

    Los dibujos de la escultura se deben al talento y dedicación que Daniel Correa Baltazar tuvo para cada una de las piezas, a pesar de las inclemencias del sol, la lluvia y el aire en la zona arqueológica. Los dibujos de los pilares quedaron integrados y digitalizados gracias a Daniela Marín Atilano.

    José Ramírez, jefe del Archivo Técnico de la Coordinación Nacional de Arqueología, colaboró como siempre con nuestros estudios de los informes de Jorge Acosta y Hugo Moedano que se conservan en ese magnífico archivo.

    La señora Minerva Olmos, de la Dirección de Estudios Arqueológicos, ayudó de distintas maneras en la preparación y edición de este texto.

    Finalmente, apreciamos en mucho el trabajo de Laura Villanueva Fonseca y el personal del FCE por su excelente labor en la corrección y edición final de esta obra.

    Introducción

    EN EL EXTREMO NORTE de la actual ciudad de Tula, municipio de Tula de Allende, estado de Hidalgo, se encuentra la zona arqueológica de Tula (lámina 1, figura 1). Durante su etapa de apogeo en los siglos X al XII d.C. este antiguo asentamiento, que llegó a cubrir más de 15 kilómetros cuadrados, se distribuía principalmente sobre la margen derecha del río Tula, frente a los cerros que se conocen localmente como La Malinche y Magoni.

    El mayor atractivo turístico y que también continúa siendo un enigma para los estudiosos de la cultura tolteca son sus grandes esculturas masculinas conocidas por todos como atlantes (lámina 2, figuras 2 y 3). Con una altura de 4.60 metros en promedio hacen cuestionarse a propios y extraños sobre la antigua población que las creó, sobre su significado, su función e importancia. Otras preguntas se enfocan en la forma en que fueron trasladados los grandes bloques de basalto con que se realizaron, la elección y uso de determinadas herramientas para su tallado y, sobre todo, la combinación de arte, diseño y simbolismo religioso, todo ello enfocado en una sociedad guerrera.

    Esas mismas preguntas debieron surgir entre los estudiosos de la época de Jorge R. Acosta a mediados del siglo XX, quien, encabezando una de las más importantes investigaciones del centro de México, se dedicó por dos décadas al estudio, registro, descripción, excavación, consolidación, restauración y reconstrucción del núcleo de ese asentamiento prehispánico al que llamaría Tula, por encontrarse junto a la ciudad moderna del mismo nombre. Jorge Acosta (figura 4), junto con Hugo Moedano Koer, su brazo derecho en las investigaciones, sigue siendo referente por sus múltiples aportaciones en la arqueología.

    Los únicos estudiosos de los que se conoce su participación en Tula, antes de Jorge Acosta, fueron Antonio García Cubas en 1873, Désiré Charnay en la década de 1880 y Francisco Mújica Diez de Bonilla por el año 1933 (Schávelzon y Tomasi, 2005), el primero cuando describe las ruinas de la ciudad, el segundo como explorador y el tercero como dibujante de los vestigios que anteriormente había descubierto Charnay y de las piezas que encontró diseminadas tanto en las calles y casas de la ciudad moderna de Tula como en los alrededores. A fines de la década de 1930 el arqueólogo George Vaillant (1938) hizo pozos estratigráficos en Tula para estudios comparativos de cerámica con las culturas del Posclásico en la cuenca de México.

    FIGURA 1. El recinto conocido como Tula Grande. (Plano: Alba Guadalupe Mastache y Jesús Acevedo García.)

    FIGURA 2. Pirámide B. Este edificio probablemente fue un monumento consagrado a la dinastía real de Tula. (Foto: Robert Cobean.)

    Después de Jorge Acosta, en 1968 Tula recibe atención especial por parte del Instituto Nacional de Antropología e Historia, por conducto de Eduardo Matos Moctezuma, quien llevó a cabo la exploración y restauración de varias estructuras de la plaza principal y excavaciones estratigráficas en otros sectores de la ciudad antigua. Posteriormente Juan Yadéun se dedicaría a un reconocimiento de superficie de la antigua zona urbana y, con el apoyo de la fotografía aérea, elaboró un mapa preliminar que ha servido de guía académica desde entonces. En la década de 1970 varios arqueólogos efectuaron excavaciones extensivas y estratigráficas en diversos puntos y Alejandro Pastrana empezó un estudio de superficie en talleres de obsidiana. En 1973 Alba Guadalupe Mastache Flores y Ana María Crespo inician una investigación de área que abarcó una extensión aproximada de 1 000 kilómetros cuadrados alrededor de lo que se conoce actualmente como la zona arqueológica de Tula.

    FIGURA 3. Fragmento de un atlante encontrado por Jorge R. Acosta en una cala prehispánica en la Pirámide B. Esta pirámide sufrió daños masivos con el abandono de la ciudad (ca. 1200 d.C.). (Foto: INAH.)

    FIGURA 4. El arqueólogo Jorge R. Acosta dirigió más de 20 temporadas de excavaciones en Tula a partir de 1940. (Foto: INAH.)

    También en 1970 la Universidad de Missouri emprendió investigaciones enfocadas a recorridos de superficie en la zona urbana, excavaciones extensivas en varias unidades residenciales y pozos estratigráficos dentro y fuera de la ciudad prehispánica. Por su parte, la Universidad de Tulane excavó en 1980 un conjunto residencial asociado a la producción de instrumentos de obsidiana.

    Entre 1979 y 1980 el Centro INAH Hidalgo asumió la dirección de excavaciones de salvamento en diversos sectores dentro de la zona urbana que después serían afectados o destruidos por diversas obras de infraestructura a cargo de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) y de la conocida anteriormente como Secretaría de Asentamientos Humanos y Obras Públicas (SAHOP). Desde entonces y hasta la fecha investigadores tanto del Centro INAH Hidalgo como de la Dirección de Estudios Arqueológicos del INAH y otras instituciones extranjeras han participado de manera constante en rescates arqueológicos, proyectos de área y proyectos específicos tanto de la zona arqueológica cuyos vestigios se encuentran a la vista como en espacios alejados del núcleo de la antigua ciudad.

    Investigaciones recientes en Tula

    Tula ha sido objeto de reconocimientos y excavaciones durante más de un siglo, aunque de forma intermitente. Los edificios del recinto monumental de esta ciudad fueron excavados en su mayoría durante las décadas de 1940 y 1950 por Jorge R. Acosta, Hugo Moedano y otros miembros de su equipo. A menudo se ha criticado injustamente el trabajo de Acosta por haber reconstruido excesivamente los edificios de forma confusa (Molina Montes, 1987); sin embargo, en una lectura minuciosa de sus informes publicados se encuentran numerosas descripciones detalladas y análisis de las estructuras que excavó, con una cuidadosa distinción entre los restos fragmentarios originales y lo que finalmente fue restaurado (Healan, 2001; Cobean y Mastache, 1988; Diehl, 1989).

    Sobre trabajos de recorrido de superficie se han realizado por lo menos tres proyectos en la zona urbana de Tula, dirigidos por Stoutamire (1975), Healan y Stoutamire (1989), Yadéun (1975) y Mastache y Crespo (1982). Estas y otras investigaciones han documentado muchos de los aspectos económicos y políticos de la complejidad social de esta ciudad.

    Durante la lectura de este trabajo el lector podrá percibir que han sido numerosos los investigadores que han enfocado su interés en la antigua ciudad de Tula, ya sea a través de

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