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Los altos ingresos en Francia en el siglo XX: Desigualdades y redistribuciones, 1901-1998
Los altos ingresos en Francia en el siglo XX: Desigualdades y redistribuciones, 1901-1998
Los altos ingresos en Francia en el siglo XX: Desigualdades y redistribuciones, 1901-1998
Libro electrónico1206 páginas18 horas

Los altos ingresos en Francia en el siglo XX: Desigualdades y redistribuciones, 1901-1998

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Se presenta un análisis tan sistemático de "Los ingresos altos y la redistribución en Francia en el siglo XX", con base "en una fuente casi única, a saber, el análisis de las declaraciones de ingresos producto de la creación en Francia de un impuesto general sobre los ingresos según la ley del 15 de julio de 1914", que el resultado de esta obra es la demostración de que la diferencia abismal entre un ingreso y otro y que, además, se consideren dentro de la misma categoría ("altos"), sumado a la guerra, a la definición inexacta y cambiante de "familia" y a la salarización de la mano de obra, es uno de los principales elementos que posibilitan la desigualdad económica a nivel nacional.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento6 jul 2018
ISBN9786071654717
Los altos ingresos en Francia en el siglo XX: Desigualdades y redistribuciones, 1901-1998

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    Los altos ingresos en Francia en el siglo XX - Thomas Piketty

    Foto: © Emmanuelle Marchadour

    THOMAS PIKETTY (Francia, 1971) es un reconocido economista especializado en desigualdad económica y distribución de la renta, considerado uno de los pioneros en la reciente literatura sobre la evolución histórica de los grupos de mayores ingresos. Es autor de numerosos artículos publicados en revistas especializadas como The Quarterly Journal of Economics, Journal of Political Economy y Review of Economic Studies. Destaca entre sus obras la publicación de El capital en el siglo XXI (FCE, 2014). En 2012 fue nombrado uno de los 100 pensadores globales por la revista Foreign Policy, y en 2013 recibió el Premio Yrjö Jahnsson, otorgado por la European Economic Association a economistas europeos menores de 45 años.

    SECCIÓN DE OBRAS DE ECONOMÍA

    LOS ALTOS INGRESOS EN FRANCIA EN EL SIGLO XX

    Traducción
    GUILLERMINA DEL CARMEN CUEVAS MESA

    THOMAS PIKETTY

    Los altos ingresos en Francia en el siglo XX

    Desigualdades y redistribuciones,

    1901-1998

    Primera edición en francés, 2001

    Primera edición en español, 2017

    Primera edición electrónica, 2018

    Título original: Les hauts revenus en France au XXe siècle.

    Inégalités et redistributions, 1901-1998 de Thomas Piketty

    D. R. © 2001, Editions Grasset & Fasquelle

    D. R. © 2017, Fondo de Cultura Económica

    Carretera Picacho-Ajusco, 227; 14738 Ciudad de México

    Comentarios:

    editorial@fondodeculturaeconomica.com

    Tel. (55) 5227-4672

    Diseño de portada: Laura Esponda Aguilar

    Fotografía: iStock.com/ukaszparz

    Anexos en línea:

    https://www.fondodeculturaeconomica.com/pdf/Piketty-Los-altos-ingresos-Anexos.pdf

    Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra, sea cual fuere el medio. Todos los contenidos que se incluyen tales como características tipográficas y de diagramación, textos, gráficos, logotipos, iconos, imágenes, etc., son propiedad exclusiva del Fondo de Cultura Económica y están protegidos por las leyes mexicanas e internacionales del copyright o derecho de autor.

    ISBN 978-607-16-5471-7 (ePub)

    Hecho en México - Made in Mexico

    SUMARIO

    Sobre los anexos en línea

    Agradecimientos

    Prefacio a la nueva edición

    Introducción general. ¿Por qué interesarse en los altos ingresos?

    1. La razón de fondo: los altos ingresos y la dinámica de las desigualdades

    2. Una razón pragmática: las fuentes disponibles

    3. Plan de la obra

    Primera parte

    LA EVOLUCIÓN DE LA DESIGUALDAD DE LOS INGRESOS

    EN FRANCIA EN EL SIGLO XX

    I. Un poder adquisitivo promedio multiplicado por cinco en el siglo XX

    II. Evolución de la composición y el nivel de los altos ingresos en Francia en el siglo XX

    III. La desigualdad de los salarios en Francia en el siglo XX

    Segunda parte

    LOS ALTOS INGRESOS Y LA REDISTRIBUCIÓN

    EN FRANCIA EN EL SIGLO XX

    IV. La legislación del impuesto sobre el ingreso de 1914 a 1998

    V. ¿Quién pagó qué?

    Tercera parte

    FRANCIA Y LA CURVA DE KUZNETS

    VI. ¿El fin de los rentistas es una ilusión fiscal?

    VII. ¿Cuál es la situación de Francia respecto de las experiencias extranjeras?

    Conclusión general. Los altos ingresos en Francia en los albores del siglo XXI

    Bibliografía

    Índice onomástico

    Lista de cuadros, gráficas y figuras

    Índice general

    SOBRE LOS ANEXOS EN LÍNEA

    Con el ánimo de aligerar la edición en español de Los altos ingresos en Francia en el siglo XX, de Thomas Piketty, decidimos dividirla en dos partes: el texto que el lector tiene en sus manos y los anexos que se encuentran alojados en formato PDF en la siguiente URL: https://www.fondodeculturaeconomica.com/pdf/Piketty-Los-altos-ingresos-Anexos.pdf.

    LOS EDITORES

    AGRADECIMIENTOS

    Durante esta investigación, numerosas personas me hicieron partícipe de sus consejos, su aliento y su experiencia sobre algún tema en particular. Agradezco sobre todo a Luc Arrondel, Tony Atkinson, Christian Baudelot, Alain Bayet, François Bourguignon, Jacques Bournay, Adrien Friez, Jean-Michel Hourriez, Anne Lafferère, Sylvie Lagarde, Stefan Lollivier, Fabrice Loones, André Masson, Bernard Salanié y Pierre Villa. Quisiera también mostrar mi muy especial agradecimiento a todos los funcionarios del Ministerio de Finanzas que durante todo el siglo XX han analizado y clasificado las declaraciones de ingresos, salarios y sucesiones. Sin ellos, ninguna de estas investigaciones hubiera sido posible. También debo mucho al Centro Nacional de la Investigación Científica (CNRS, por sus siglas en francés) al Centro para la Investigación Económica y sus Aplicaciones (Cepremap, por sus siglas en francés) y a la Fundación McArthur por su apoyo financiero.

    Por último, gracias a Nathalie, sin quien nunca me hubiera dedicado a la historia.

    Julio de 2001

    PREFACIO A LA NUEVA EDICIÓN

    ESTE LIBRO, Los altos ingresos en Francia en el siglo XX, es reimpresión de una obra idéntica originalmente publicada en septiembre de 2001 por Grasset. Este libro tiene sus límites. También su propia coherencia, y fue el principio de un programa de investigación internacional que me llevó 12 años más tarde a El capital en el siglo XXI, publicado en septiembre de 2013 en las Éditions du Seuil. Más que ponerlo al día, obligadamente de manera parcial y arbitraria, preferí dejarlo en su forma original. Con los párrafos siguientes intento sencillamente poner en perspectiva este trabajo de 2001, y en particular describiré en forma resumida las principales etapas que me permitieron pasar de Los altos ingresos… a El capital…

    Mi libro de 2001 es un poco monomaniaco. En Los altos ingresos… me apoyé en una fuente casi única, a saber, el análisis de las declaraciones de ingresos producto de la creación en Francia de un impuesto general sobre los ingresos según la ley del 15 de julio de 1914, a unas semanas de iniciada la guerra. También me basé en las declaraciones sucesorias derivadas de la transformación de los derechos sucesorios en un impuesto progresivo merced a la ley del 25 febrero de 1901, así como en algunas otras fuentes salariales y financieras, pero de forma mucho más limitada. La ventaja de este enfoque monomaniaco es que esta fuente central es objeto de un procesamiento bastante sistemático, comprendido en el análisis de su construcción social e institucional. En particular, el lector encontrará en los capítulos IV y V una historia legislativa y política más o menos detallada del impuesto sobre el ingreso en Francia en el siglo XX. Espero que esto interese a un público amante de la historia política y cultural, no nada más de la historia económica y social. En cuanto a la materia fiscal, por poco que se rebase su aparente tecnicidad, obliga, en efecto, a las fuerzas políticas presentes a abandonar los discursos generales sobre lo que es justo y lo que no lo es, y a definir con gran precisión el perfil de los grupos sociales que, a su parecer, merecen los favores y los desfavores del poder público. Por consiguiente, el impuesto destaca a la vez como revelador y catalizador de las diferentes concepciones de la justicia social que caracterizan a una época.

    A diferencia de mi libro de 2001, El capital… trata de un área temática, geográfica e histórica mucho más amplia. En mi libro de 2013 hablo de la historia de los patrimonios y no sólo de la historia de los ingresos; estudio el caso de más de 20 países, no de uno solo, y la obra cubre tres siglos, en ocasiones un poco más, y no uno solo. Intento analizar y proponer una interpretación de conjunto para la evolución general de la distribución de la riqueza en el mundo desde el siglo XVIII sobre la base de los materiales históricos reunidos por varias decenas de investigadores en el curso de los últimos 15 años. La redacción es más ágil y personal, y manifiesta más distancia respecto de las fuentes de la que observé en mi libro de 2001.

    No se puede negar que ese más vasto trabajo no hubiera sido posible sin Los altos ingresos… y sin los numerosos colegas que me ayudaron a ampliar esa primera investigación. En particular, poco después de haber publicado Los altos ingresos… me vi favorecido con el entusiasta apoyo de Anthony Atkinson y Emmanuel Saez. Después de haber sido un modelo para mí en mis años de formación, Tony fue el primer lector de mi investigación histórica sobre las desigualdades en Francia, e inmediatamente hizo suyo el caso del Reino Unido y, después, de muchos otros países. Juntos dirigimos dos gruesos volúmenes publicados por Oxford University Press en 2007 y 2010 que cubren en total más de 20 países y constituyen la más vasta base de datos disponible a la fecha sobre la evolución histórica de las desigualdades y los ingresos. Con Emmanuel analizamos el caso de los Estados Unidos. Actualizamos el vertiginoso crecimiento de los ingresos del 1% de los más ricos desde la década de 1970-1980, lo cual en cierta forma influyó en los debates del otro lado del Atlántico. Mis siguientes trabajos también reflejan la profunda influencia de mi encuentro con Gilles Postel-Vinay y Jean-Laurent Rosenthal y de las investigaciones históricas que seguimos haciendo juntos en los archivos sucesorios parisinos, de la época de la Revolución francesa a nuestros días. El conjunto de ese programa de investigación también tiene una enorme deuda con todos los doctorandos y jóvenes investigadores con quienes he tenido la suerte de trabajar desde hace 15 años: me refiero sobre todo a Facundo Alvaredo, Camille Landais y Gabriel Zucman.

    Last but not least, este programa de investigación no hubiera sido posible sin la confianza de Éditions Grasset, que aceptaron en 2001 publicar íntegramente Los altos ingresos…, sin limitaciones de espacio. Mi agradecimiento para ellos, y espero que el lector no les guarde rencor por ello.

    París, 3 de septiembre de 2014

    Introducción general

    ¿POR QUÉ INTERESARSE EN LOS ALTOS INGRESOS?

    1. LA RAZÓN DE FONDO: LOS ALTOS INGRESOS Y LA DINÁMICA DE LAS DESIGUALDADES

    Si bien ocupan un lugar central en los discursos políticos y en la percepción de lo que es justo y lo que no lo es, los altos ingresos son en realidad muy poco conocidos. ¿A partir de qué nivel de ingresos se debe considerar que se tienen altos ingresos y de qué fuentes de ingresos disponen los grupos sociales en cuestión? ¿Cómo evolucionaron esas realidades —y esa percepción— en Francia en el siglo XX? ¿La desigualdad entre los altos ingresos, por una parte, y los ingresos bajos y medios, por la otra, ha tendido a disminuir o aumentar en el curso del siglo XX? ¿Cuál es la evolución natural de las desigualdades en los ingresos en una economía de mercado? Éstas son las preguntas de fondo a las cuales este libro intenta dar respuesta.

    1.1. Los altos ingresos, de las clases medias a las 200 familias

    Los altos ingresos plantean de entrada un problema de representación: cómo definir qué es un ingreso alto y cómo nombrar a los grupos sociales a los que concierne. Evidentemente, estas cuestiones de definición y terminología nada tienen de anodino. Clases medias, clases medias altas, 200 familias: éstas son nociones utilizadas en los discursos públicos para evocar a grupos sociales que disponen de ingresos sensiblemente superiores a los ingresos verdaderamente medios. Sin embargo, esas nociones conllevan numerosas consecuencias para el tema de la redistribución, y es extremadamente raro que los discursos que las retoman se arriesguen a precisar en qué nivel de ingreso tiene lugar la transición definitiva del universo de las clases medias y las clases medias altas hacia el de las clases altas y las 200 familias.

    Con el fin de ilustrar la manera en que abordaremos la estructura de los altos ingresos, y también para que cada uno pueda de inmediato situarse en la jerarquía de los ingresos de su época, nos ha parecido útil determinar desde ahora los órdenes de magnitud alcanzados por los altos ingresos y muy altos en Francia a principios del siglo XXI. A priori, la forma más neutra de representar la jerarquía de los ingresos, y a la cual recurriremos a lo largo de este libro, consiste en clasificar los ingresos en deciles, percentiles, milimes, etc. Los ingresos se ordenan en forma creciente; después se consideran los 10 grupos de igual tamaño (deciles) constituidos por el 10% de los ingresos más bajos, el 10% siguiente, etc., y el 10% de los ingresos más altos. Para afinar el análisis, también se pueden considerar los 100 grupos de igual tamaño (percentiles) constituidos por el 1% de los ingresos más bajos, el 1% siguiente, etc., y el 1% de los ingresos más altos. Se puede seguir con el ejercicio considerando los 1 000 grupos de igual tamaño (milimes) constituidos por el 0.1% de los ingresos más bajos, el 0.1 siguiente, etc., el 0.1% de los ingresos más altos, y así sucesivamente. En el cuadro 1 se presentan los resultados de esas operaciones de clasificación de los ingresos de 1998, tal como se declararon a la administración fiscal (antes de cualquier descuento o deducción).

    CUADRO 1. Los altos ingresos en Francia en 1998

    FUENTES: anexo B, cuadros B-11, B-12 y B-13 (todos los ingresos redondeados al millar de francos más cercano).

    INTERPRETACIÓN: Para formar parte del 10% de los hogares con los ingresos más altos de 1998 se tenía que declarar un ingreso anual superior a 262 000 francos (umbral P90); para formar parte del 5% más elevado, un ingreso anual superior a 336 000 francos (umbral P95), etc.; para formar parte del 0.01% más alto, el ingreso anual declarado tenía que ser superior a 3.998 millones de francos (umbral P99.99). El ingreso promedio de 10% de los hogares que declararon los ingresos más altos era de 420 000 francos (fractil P90-100); el ingreso promedio del 5% más elevado era de 542 000 francos (fractil P95-100), etc.; el ingreso promedio del 0.01% más elevado era de 7.058 millones de francos (fractil P99.99-100). Las notaciones P90-95, P95-99, etc., designan los fractiles intermedios: el ingreso promedio de los hogares comprendidos entre los umbrales P90 y P95 era de 297 000 francos (fractil P90-95), el de los hogares comprendidos entre P95 y P99, de 428 000 francos (fractil P95-99), etcétera.

    NOTA: Como se verá a lo largo de este libro, es evidente que los diferentes fractiles indicados se definen respecto del conjunto de hogares (gravables y no gravables): el 10% de los hogares más favorecidos corresponde a 10% de los más favorecidos del conjunto de hogares, es decir, cerca de 3.2 millones de un total de 32 millones de hogares (en 1998).

    En 1998 Francia tenía más de 32 millones de hogares fiscales, de los cuales aproximadamente la mitad no eran gravables, es decir, eran hogares cuyo ingreso resultaba demasiado bajo para resultar con un saldo positivo en cuanto al impuesto sobre los ingresos. El ingreso promedio declarado por esos 32 millones de hogares era del orden de 130 000 francos anuales, o sea, menos de 11 000 al mes. El ingreso mediano, es decir, el ingreso por debajo del cual se sitúa la mitad de los hogares, era de apenas 100 000 francos anuales, es decir, apenas por arriba de los 8 000 francos mensuales. Que el ingreso mediano sea de 20 a 30% inferior al ingreso promedio es un fenómeno clásico: la mitad superior de la jerarquía de los ingresos es siempre mucho más espaciada que la mitad inferior, y eso lleva el promedio (y no la mediana) hacia arriba. De hecho, las cifras mencionadas en el cuadro 1 permiten constatar hasta qué punto se acelera la progresión de los ingresos cuando se entra al decil superior de la jerarquía. Para formar parte del 10% de los hogares más favorecidos de Francia a fines del siglo XX (es decir, más o menos 3.2 millones respecto de 32 millones de hogares), bastaba con declarar más de 262 000 francos de ingreso anual, o sea, menos de 22 000 francos mensuales. Para formar parte del 5% de los hogares más favorecidos se tenía que rebasar los 336 000 francos de ingreso anual, es decir, aproximadamente 28 000 francos al mes. Y para tener acceso al círculo del 1% de los hogares más favorecidos (es decir, 320 000 respecto de 32 millones de hogares), se tenía que rebasar la cifra de 589 000 francos de ingreso anual, o sea, más o menos 49 000 francos mensuales. La progresión se acelera otra vez en el percentil superior de la jerarquía de los ingresos: era necesario un ingreso anual de 765 000 francos (aproximadamente 64 000 francos mensuales) para formar parte del 0.5% de los hogares más acomodados; 1.4 millones de francos de ingreso anual (más o menos 120 000 francos al mes) para formar parte del 0.1% de los hogares más acomodados, y cuatro millones de francos de ingreso anual para tener acceso al muy restringido círculo del 0.01% de los hogares más acomodados (más o menos 3 200 de 32 millones de hogares).

    Así, se observa que el decil superior de la jerarquía de los ingresos, en el cual nos concentraremos en el marco de esta obra, es verdaderamente un mundo en sí: comprende tanto hogares cuyo ingreso está apenas por arriba de dos veces el ingreso promedio del conjunto de la población y hogares que disponen de recursos varias decenas de veces superiores. Sin duda, esto explica la razón por la que todos esos altos ingresos a menudo no son considerados como tales. Al empezar el siglo XXI, la primera mitad del decil superior, es decir, los hogares del fractil P90-95, la constituían hogares escalonados entre 22 000 y 28 000 francos al mes, con un ingreso promedio de 300 000 francos anuales, es decir, 25 000 francos mensuales. El 4% siguiente, es decir, los hogares del fractil P95-99, tenían ingresos escalonados entre 28 000 y 49 000 francos al mes, y su ingreso promedio era de 428 000 francos al año, o sea, apenas por arriba de los 35 000 francos mensuales. Tales niveles de ingreso corresponden precisamente a lo que las personas a quienes concierne, y a la sociedad en su conjunto (o cuando menos a una parte importante de ella), perciben como ingresos de clase media (o quizá de clase media alta para los ingresos del fractil P95-99).

    Un ejemplo particularmente representativo de este uso de la noción de clase media proviene del reciente debate sobre el subsidio familiar. En junio de 1997, apenas nombrado primer ministro, Lionel Jospin anunció que tenía la intención de privar del beneficio del subsidio familiar a los hogares que dispusieran de ingresos superiores a 25 000 francos mensuales, lo cual, según las cifras difundidas inmediatamente por el gobierno, afectaba a menos de 10% de las familias.¹ Este anuncio enseguida suscitó muy intensas reacciones. El presidente del grupo Unión para la Democracia Francesa (UDF), François Bayrou, y Robert Hue, secretario general del Partido Comunista Francés (PCF), igual que muchos responsables de todas las tendencias políticas, unieron sus voces para denunciar una reforma que pagarán las familias de clase media.² Ante esta presión, tanto de la derecha y como de la izquierda, el gobierno de Jospin decidió dar marcha atrás: el subsidio familiar siguió entregándose a todos los hogares, independientemente de su nivel de ingresos; sin embargo, a partir de los impuestos sobre los ingresos de 1998, los beneficios fiscales relacionados con el cociente familiar se reducirían para los ingresos más altos, si bien para las familias cuyos ingresos mensuales rebasaban el umbral de 35 000-40 000 francos (según el número de hijos), es decir, menos de 3% de las familias, el impuesto sobre el ingreso aumentaría ligeramente, un monto en general inferior a lo que el tope del subsidio familiar podría hacerles perder. Pero, aquí no acaba todo: en otoño de 1999, es decir, en el momento en que los contribuyentes recibieron los primeros avisos fiscales que tomaban en cuenta el aumento en los impuestos, la prensa siguió estigmatizando de forma casi unánime la manera en que el gobierno de Jospin maltrataba a las clases medias un poco más altas,³ y varios miembros eminentes de la mayoría prometían ya, para los años siguientes, un gesto en favor de las clases medias expresado en una reducción del impuesto sobre el ingreso.

    Es interesante observar que, en el momento de los debates y las polémicas suscitados por el asunto del subsidio familiar, lo importante no era saber si efectivamente era cierto que menos de 10% de los hogares disponían de ingresos superiores a 25 000 francos al mes (cifra que nadie ha intentado cuestionar nunca),⁴ sino más bien averiguar si describir así el mundo no nos llevaba a ser víctimas de una ilusión estadística, sin relación con la realidad sociológica. Dicho de otra manera, incluso si estadísticamente los hogares que disponen de 25 000 francos de ingresos mensuales forman parte del 10% de los ingresos más altos, esto no les impediría estar sociológicamente muy cerca del promedio, y por lo tanto sería injusto considerarlos ricos y exigirles esfuerzos suplementarios. Es obvio que no nos corresponde pronunciarnos aquí sobre el fondo de esta polémica, sino tratar de comprender esas representaciones y su evolución. En cierta forma, las clases medias de 25 000-30 000 francos al mes son efectivamente las que han logrado un poco más de éxito que el promedio (lo cual de todas formas les permite disponer de un poder adquisitivo cinco veces superior al del salario mínimo legal por hora [SMIC], de 5 000-6 000 francos al mes, y 10 veces superior al salario mínimo de inserción laboral [RMI]): la distancia entre los ingresos de las clases medias y los ingresos verdaderamente medios suele ser común en una misma familia, entre hermanos y hermanas, primos, incluso en la vida de una misma persona, según circunstancias percibidas como más o menos contingentes; por ejemplo, disponer de uno o dos ingresos por actividad en un mismo hogar. Como subrayaron los opositores cuando se condicionaron los recursos del subsidio familiar, 25 000 francos equivalen a dos salarios promedio, por ejemplo, dos salarios de profesor.

    Este sentimiento de cercanía de las clases medias al promedio se refuerza objetivamente con el examen de la composición de los ingresos de unos y otros (véase la gráfica 1).

    GRÁFICA 1. Composición de los altos ingresos en 1998: de las clases medias (fractil P90-95) a las 200 familias (fractil P99.99-100)

    FUENTES Y SERIES: cuadro B-16 (anexo B).

    Se comprueba, en efecto, que las clases medias de la primera mitad del decil superior (fractil P90-95) perciben cerca de 90% de sus ingresos en forma de ingresos del trabajo (salarios, pensiones, otras prestaciones sociales), un porcentaje que prácticamente equivale al que caracteriza a 90% de los hogares con el ingreso más bajo. En este sentido, las clases medias están en el promedio, y esto las distingue radicalmente de los estratos superiores del decil superior, para los cuales la parte de salarios y jubilaciones decrece de forma regular, a medida que los ingresos llamados mixtos, y sobre todo los ingresos del capital, se tornan predominantes. Los ingresos mixtos se denominan así porque remuneran a la vez el trabajo desempeñado y el capital invertido por el trabajador no asalariado: según se acostumbra, hemos agrupado en esta categoría los beneficios agrícolas (BA) percibidos por los agricultores, y los beneficios industriales y comerciales (BIC) de comerciantes, artesanos y otros directores de empresas industriales o comerciales que no tienen estatuto de asalariados, así como los beneficios no comerciales (BNC) percibidos por médicos, abogados, notarios, artistas, etc. Nótese que esos ingresos tienen en la jerarquía de los ingresos un lugar intermedio entre los del trabajo y los del capital, en tanto que la importancia de los ingresos del trabajo se reduce sistemáticamente y la de los ingresos del capital aumenta de forma regular a medida que asciende en la jerarquía de los ingresos; los ingresos mixtos adquieren su importancia máxima a la mitad del percentil superior (en el nivel del fractil P99.5-99.9), antes de declinar (véase la gráfica 1). Dicho de otra manera, si hay muchos médicos y abogados acomodados entre los ingresos del orden de un millón de francos anuales (incluso si siguen siendo ligeramente menos numerosos que los directivos de nivel superior, como se observa en la gráfica 1), es, por el contrario, mucho más raro llegar a ingresos de varios millones de francos anuales sin contar con ingresos del capital importantes. Para el 0.01% de los hogares que declaran los ingresos más elevados (P99.99-100), es decir, cerca de 3 200 hogares de 32 millones, cuyos ingresos anuales promedio ascienden a más de siete millones de francos (véase el cuadro 1), la parte de los salarios y jubilaciones baja aproximadamente a 20%, igual que la parte de los ingresos mixtos, en tanto que la parte de los ingresos del capital rebasa el 60% (véase la gráfica 1). La parte de los ingresos inmobiliarios (alquiler que reciben los propietarios de casas, inmuebles, terrenos y otros bienes inmuebles) apenas avanza con el nivel de ingreso,⁵ y esta explosión de la parte de los ingresos del capital en los ingresos muy altos se debe, en esencia, a los ingresos de capitales mobiliarios (dividendos percibidos por los accionistas, intereses percibidos por los tenedores de obligaciones y otros ingresos pagados a los propietarios de bienes muebles), de tal forma que ¡los hogares del fractil P99.99-100 perciben, por hogar, más de cuatro millones de francos anuales de ingresos de capitales mobiliarios (en promedio)! También es necesario precisar que se trata únicamente de ingresos declarados para el impuesto sobre el ingreso, lo cual excluye una cantidad importante de ingresos financieros legalmente exentos, pero sobre todo las plusvalías, que, como veremos, refuerzan significativamente el peso real de los ingresos del capital y el nivel de los ingresos muy altos. La gráfica 1 confirma, pues, que realmente existen las 200 familias, definidas como una muy pequeña fracción de la población que vive de los ingresos de un patrimonio considerable.⁶ Por lo tanto, las clases medias se definen primero por el hecho de que viven principalmente de su trabajo, igual que la inmensa mayoría de la población, a diferencia de las 200 familias y los poseedores de grandes riquezas.

    Sin embargo, este desglose de la sociedad en una inmensa mayoría de capas populares y clases medias que viven de su trabajo, por una parte, y una ínfima fracción de la población que vive de sus rentas, por la otra, no es nada satisfactorio. Esta proximidad de las clases medias al promedio no regula siempre el tema central: ¿hasta dónde llegan las clases medias? Algunos no dudan en calificar de clases medias, o quizá clases medias altas, a hogares de dirigentes muy superiores que disponen de 50 000 o 60 000 francos de ingreso mensual, o incluso más, lo cual, sin embargo, los coloca cómodamente en el 1% de los ingresos más elevados… En la práctica no hay ninguna discontinuidad, ninguna ruptura clara y obvia entre las clases medias, las clases altas y las 200 familias. En cada nivel de ingreso comprendido entre 25 000 francos mensuales y varios millones de francos por año, hay cierto número de hogares cuya importancia numérica y características sociales evolucionan de forma continua y progresiva (véanse el cuadro 1 y la gráfica 1). En particular, sería totalmente ilusorio tratar de establecer una frontera hermética entre los asalariados, por un lado (sea cual sea el nivel de su salario), y los poseedores de riquezas, por el otro. Por un lado, los directivos de alto nivel perciben una porción cada vez mayor de su ingreso total en forma de ingresos del capital (ya sea por su propio ahorro, o por participación en los beneficios depositados por su empleador) a medida que ocupan puestos más elevados. Por otro lado, los poseedores de grandes riquezas perciben a menudo salarios a título de una actividad de dirigente de nivel superior en una empresa grande: el 0.01% de los hogares más acomodados de 1998 percibía de todos modos más de 20% de sus siete millones de ingresos anuales promedio en forma de salarios, es decir, ¡más de 1.4 millones de francos de salario anual promedio! Por tanto, todas esas fronteras son muy porosas, y la oposición dicótoma entre clases populares y clases medias y 200 familias no permite pensar en una transición progresiva entre los diferentes estratos del decil superior de la jerarquía de los ingresos.

    Uno de los principales objetivos de este libro es precisamente estudiar la estructura de esa transición y de esas fronteras entre los altos ingresos y los muy altos, pero sobre todo la forma en que esas fronteras se transformaron en Francia en el siglo XX. Basándonos en el análisis minucioso de fuentes fiscales hasta ahora muy poco utilizadas en Francia (declaraciones de ingresos, declaraciones de salarios y declaraciones sucesorias), investigaremos la evolución de la estructura del decil superior de la jerarquía de los ingresos desde los primeros años del siglo XX hasta finales de la década de 1990. ¿La distancia entre los ingresos de las clases medias, las clases altas y las 200 familias era mayor a principios de siglo, en el periodo de entreguerras, entre 1950 y 1960, o bien a finales de siglo? ¿La composición de los ingresos percibidos por los diferentes estratos de altos ingresos ha experimentado transformaciones profundas desde comienzos del siglo XX mientras que la oposición entre las clases medias que viven de su salario y las 200 familias que viven de los ingresos de sus capitales mobiliarios ha prevalecido? ¿Cómo evolucionó en el siglo XX la brecha económica y la sociológica que separa a las clases medias, las clases medias altas, las clases altas y las 200 familias?

    1.2. Los altos ingresos y la curva de Kuznets

    El estudio de largo plazo de los ingresos de 10% de los hogares con los ingresos más elevados, el 1% con los ingresos más altos, el 0.1% con los ingresos más elevados, etc., no sólo permite profundizar en la estructura interna de los altos ingresos; ese puesto de observación ofrece también un punto de vista único para el análisis de la evolución general de la desigualdad de los ingresos en el siglo XX, tema muy poco estudiado en Francia. Compararemos la evolución de los ingresos de los diferentes fractiles que componen el decil superior de la jerarquía de los ingresos con la evolución del ingreso promedio del conjunto de la población, e intentaremos entender qué factores económicos y políticos permiten explicar por qué la parte de los altos ingresos del ingreso total ha evolucionado de esa forma. Veremos que separar con relativo esmero los diferentes mundos que cohabitan en el decil superior de la jerarquía de los ingresos facilita enormemente ese análisis. En efecto, los procesos capaces de explicar por qué la parte de los altos ingresos del ingreso total ha evolucionado de tal o cual manera varían mucho según el nivel jerárquico preciso de los altos ingresos considerados. No obstante, la posición de las clases medias (fractil P90-95) frente al ingreso promedio depende principalmente de los movimientos de integración o ampliación de las jerarquías salariales; la posición de las 200 familias (fractil P99.99-100) depende sobre todo de las perturbaciones experimentadas por los ingresos del capital y los beneficios de las empresas de que provienen. Al examinar separadamente la evolución de la parte de los diferentes fractiles de altos ingresos en el ingreso total, así como la evolución concomitante observada en el nivel de la composición de los ingresos percibidos por esos diferentes fractiles, podremos identificar precisamente los factores económicos y políticos en juego. La pregunta central que intentaremos responder se refiere evidentemente a la naturaleza espontánea de la evolución de las desigualdades: ¿hasta qué punto la evolución observada es consecuencia natural del proceso de desarrollo económico, y hasta qué punto se vio afectada por choques externos y por intervenciones políticas?

    En particular veremos en qué medida la curva de Kuznets —así llamada por el economista estadunidense Simon Kuznets, que en 1955 propuso esta teoría— permite dar cuenta de la experiencia francesa. A partir de la explotación de las estadísticas derivadas de las declaraciones de ingresos estadunidenses de 1913 a 1948, Kuznets pudo a constatar que la parte de los altos ingresos del ingreso total se había reducido de forma importante entre los primeros años de la década de 1910 y el final de los años cuarenta, y sobre la base de esta observación formuló la idea de la curva de Kuznets. Según esta teoría, las desigualdades de los ingresos deberían seguir siempre una curva en U invertida en el curso del proceso de industrialización y de desarrollo económico: a una fase de crecimiento de las desigualdades característica de las primeras etapas de la industrialización, que en los Estados Unidos correspondería al siglo XIX, seguiría una fase de intensa disminución de las desigualdades, que en dicho país habría empezado en los primeros años del siglo XX. Los trabajos de Kuznets tuvieron repercusiones considerables: constituían el primer estudio histórico de gran envergadura que intentaba medir rigurosamente la evolución de las desigualdades en los ingresos, y el desafío político de sus descubrimientos en el contexto de la Guerra Fría era evidente. La teoría de Kuznets fue muy cuestionada nuevamente a partir de los años cincuenta, sobre todo por la tendencia al alza de las desigualdades en los ingresos observada en los Estados Unidos a partir de la década de 1970. Sin embargo, el viraje de la década de 1980-1990 no encara el tema de la disminución de las desigualdades observada durante la primera mitad del siglo XX, y la curva de Kuznets sigue siendo un punto de referencia ineludible en los estudios históricos sobre las desigualdades.

    Desafortunadamente, si la desigualdad de los ingresos ha dado lugar a importantes investigaciones históricas en los Estados Unidos (en la línea de los trabajos de Kuznets) y el Reino Unido, y en menor grado en la mayor parte de los países de Europa continental (con la notable excepción de los países del sur de Europa), los estudios de esta naturaleza son extremadamente raros en Francia.⁷ De manera general, hay muy pocas estimaciones de la distribución de los ingresos en Francia. Desde 1956, el Instituto Nacional de Estadística y Estudios Económicos (INSEE, por sus siglas en francés) ha organizado, cada cinco o seis años, encuestas llamadas de ingresos fiscales, las cuales se basan en muestras de declaraciones de ingresos entregadas al INSEE por la administración fiscal y que éste completa agregando a los ingresos de los diferentes hogares cierto número de ingresos no gravables que no figuran en las declaraciones (subsidios familiares, prestaciones sociales, etc.). Lamentablemente, las encuestas de 1956, 1962, 1965, 1970, 1975, 1979, 1984, 1990 y 1996 no permiten profundizar específicamente en los altos ingresos: además de referirse a años aislados, lo cual representa un problema por las muy intensas fluctuaciones de corto plazo que afectan siempre los altos ingresos, estas encuestas se basan en muestras de tamaño insuficiente, de modo que las estimaciones del nivel de los diferentes fractiles de altos ingresos derivados de ellas adolecen de importantes errores de muestreo.⁸

    Las estimaciones disponibles para los periodos anteriores a 1956 son aún más limitadas. Particularmente, las Estadísticas generales de Francia (SGF, por sus siglas en francés), que en principio desempeñaban la misma función que el INSEE antes de la creación de este instituto, en 1946, nunca organizaron una encuesta comparable a las encuestas sobre ingresos fiscales: la primera encuesta nacional sobre ingresos en Francia data de 1956. En su Histoire économique de la France entre les deux guerres [Historia económica de Francia en el periodo de entreguerras], Alfred Sauvy publicó un cuadro en que presentaba la distribución de los ingresos de 1929, pero no precisó las fuentes ni método utilizados, además de que su estimación no coincidía con las estadísticas derivadas del análisis de las declaraciones de ingresos de la época (en particular, Sauvy subestimó por un factor de 3-4 el número de ingresos muy altos).⁹ Paul Doumer y Joseph Caillaux, ministros de Finanzas a finales del siglo XIX y principios del XX, en 1896 y 1907, con sus proyectos de creación de un impuesto sobre el ingreso presentaron estimaciones de la distribución de los ingresos de los servicios del Ministerio de Finanzas, las cuales fueron revisadas y corregidas por Clément Colson, célebre economista de la época. Estas estimaciones son mucho más precisas que las de Sauvy en cuanto a fuentes y método utilizados, pero hay razones para pensar que también subestiman de forma importante el peso de los ingresos muy altos.¹⁰ Cabe mencionar asimismo las estimaciones independientes de Jankeliowitch (1949) y Brochier (1950), llevadas a cabo a partir de las estadísticas de las declaraciones de ingresos de 1938 y 1946, aun cuando si adolecen también de graves imperfecciones.¹¹ Señalemos, por último, una estimación de la distribución de los ingresos vigente en Francia en 1780 que recientemente realizaron Christian Morrisson y Wayne Snyder a partir de las estadísticas derivadas de la captación.¹²

    Por último, para el siglo XX disponemos de las estimaciones realizadas periódicamente por el INSEE desde 1956, así como las de Sauvy para 1929, Doumer-Caillaux-Colson para 1900-1910 y Jankeliowitch-Brochier para 1938 y 1946. Estas estimaciones no son en absoluto homogéneas, y ninguna es verdaderamente satisfactoria en lo que respecta a los altos ingresos. Es obvio que estimaciones tan dispares no permiten estudiar de forma adecuada la evolución de la desigualdad de los ingresos en Francia en el siglo XX.

    Por tanto, con este libro se intenta colmar esa laguna. La explotación sistemática de las fuentes fiscales ya mencionadas (declaraciones de ingresos, de salarios y sucesorias) nos permitirá situar a Francia respecto de la curva de Kuznets, lo cual nos llevará también a cuestionar las conclusiones defendidas por cierto número de autores, sobre todo anglosajones. ¿Existen peculiaridades muy francesas en cuanto a las evoluciones observadas en los otros países europeos y en los Estados Unidos, y por qué? ¿En qué años se redujeron de forma importante las desigualdades en Francia, principalmente respecto de las clases medias o de los ingresos muy altos, y qué sucedió en los otros países? ¿Cuáles fueron las funciones respectivas de la evolución de los ingresos del patrimonio, de la desigualdad de los salarios, de las redistribuciones operadas por el Estado? ¿La idea de una tendencia natural a la compresión de la desigualdad de los ingresos permite dar cuenta de la experiencia francesa, y esta tesis verdaderamente ha sido demostrada en los otros países?

    2. UNA RAZÓN PRAGMÁTICA: LAS FUENTES DISPONIBLES

    Más allá de su interés intrínseco, hay una razón pragmática para interesarse por los altos ingresos. En Francia, como en todos los países, los altos ingresos son en efecto los que mejor se conocen en el largo plazo, pues son los únicos que han sido objeto de declaraciones regulares ante la administración en el marco del impuesto sobre el ingreso prácticamente desde principios del siglo XX. Las otras fuentes disponibles para estudiar la evolución de las desigualdades en Francia en el siglo XX permiten completar de forma útil la información proporcionada por las declaraciones de ingresos, pero ninguna ofrece datos tan ricos y sistemáticos como esta fuente central.

    2.1. Fuente central: las declaraciones de ingresos (1915-1998)

    2.1.1. Descripción general de la fuente

    El impuesto sobre el ingreso se instituyó en Francia por la ley del 15 de julio de 1914, y se vio completado con la ley del 31 de julio de 1917. Se trataba, en realidad, de un impuesto compuesto, pues incluía un conjunto de impuestos llamados cedulares, retenidos separadamente por cada categoría (o cédula) de ingresos (salarios, beneficios de profesiones no asalariadas, ingresos de capitales mobiliarios, etc.), y un impuesto general sobre el ingreso (IGR), que era un impuesto progresivo que gravaba el ingreso global de cada contribuyente, es decir, la suma de todos los ingresos de las diferentes categorías. Evidentemente, este impuesto progresivo sobre el ingreso global es el más interesante desde nuestro punto de vista porque es en ese marco en el que todos los contribuyentes están obligados a declarar cada año, generalmente en el mes de marzo, la totalidad de sus ingresos del año anterior. El IGR se aplicó por primera vez en 1916, y los primeros contribuyentes entregaron, en marzo de 1916, su declaración de ingresos de 1915. El IGR ha cambiado varias veces, nombre desde esa fecha (IGR para el impuesto sobre los ingresos de 1915-1947; sobretasa progresiva del impuesto sobre el ingreso de las personas físicas (IRPP) para los impuestos sobre el ingreso de 1948-1958; después, sencillamente IRPP, a partir del impuesto sobre el ingreso de 1959), pero el principio de un impuesto progresivo sobre el ingreso global, basado en la declaración del contribuyente de la totalidad de los ingresos del año anterior, ha seguido aplicándose ininterrumpidamente desde que se gravaran los ingresos de 1915.

    La continuidad de las prácticas de la administración fiscal francesa es aún más notable que la de la legislación. Cada año, desde el impuesto sobre el ingreso de 1915, incluidos todos los años de la segunda Guerra Mundial, la administración fiscal ha analizado todas las declaraciones presentadas y creado cierto número de cuadros estadísticos a partir de ese análisis. Y esos cuadros, correspondientes a los ingresos de los años 1915-1998, sin excepción, constituyen documentos públicos: la mayor parte se ha publicado en los diferentes boletines estadísticos difundidos en su momento por el Ministerio de Finanzas, y si bien ya no se publican desde los primeros años de la década de 1980, cualquier persona interesada puede procurárselos dirigiéndose a la oficina correspondiente. El cuadro más interesante, ininterrumpido desde los ingresos de 1915, indica el número de contribuyentes y el monto total de los ingresos declarados en función de cierto número de franjas de ingreso gravable: contribuyentes cuyo ingreso gravable está comprendido entre 500 000 y un millón de francos, contribuyentes cuyo ingreso es superior a un millón de francos, etc. El segundo cuadro, establecido por la administración fiscal únicamente para los ingresos de 1917, 1920, 1932, 1934, 1936, 1937, 1945, 1946, y después para todos los años a partir de los ingresos de 1948, indica igualmente para cada franja de ingreso gravable el monto de los ingresos de las diferentes categorías (y no sólo el monto del ingreso global).

    Debido a la inflación y el crecimiento general de los ingresos, las cifras reproducidas en esos cuadros no pueden utilizarse en estado bruto; se necesita un procesamiento estadístico relativamente largo y fastidioso para transformar esas cifras brutas generadas por la administración fiscal en series homogéneas e inteligibles desde una perspectiva económica. Es ese procesamiento estadístico de los materiales lo que nos permitió estimar el nivel de ingresos de los diferentes fractiles que forman el decil superior de la jerarquía de los ingresos en Francia de cada uno de los años del periodo 1915-1998, así como la composición de los ingresos de esos diferentes fractiles de los años para los cuales está disponible el segundo cuadro.

    Una vez hechas esas estimaciones, destaca la enorme riqueza de la fuente. La administración fiscal merece un homenaje sobre todo por haber utilizado durante muchos años las franjas de ingresos muy elevados para analizar las declaraciones de ingresos. Por ejemplo, de cada año del periodo de entreguerras se conocen el número y el monto de los ingresos de los contribuyentes cuyo ingreso gravable superaba el millón de francos de la época, cuando mucho 700 u 800 contribuyentes por año.¹³ Esas franjas de ingresos muy altos nos han permitido estimar con gran precisión no sólo los niveles de ingresos del decil superior (P90-100); del semidecil superior (P95-100) y del percentil superior (P99-100), también los del semicentil superior (P99.5-100), del 0.1% de los ingresos más elevados (el milésimo superior, P99.9-100) y del 0.01% de los ingresos más elevados (el diezmilésimo superior, P99.99-100). De esta forma, podemos seguir año tras año del conjunto del periodo 1915-1998 los fractiles de altos ingresos cuya parte del ingreso total ha disminuido o aumentado, e identificar así los factores económicos y políticos en juego. Estas estimaciones nos permiten estudiar con relativa sutileza tanto las grandes transformaciones seculares de la desigualdad en los ingresos como los detalles de las evoluciones de corto y mediano plazos, detalles que, como veremos, suelen estar íntimamente ligados a los múltiples imprevistos de la historia económica y política de Francia en el siglo XX, sobre todo en lo que concierne al periodo de entreguerras.

    Invitamos al lector interesado en las características técnicas de esos estimados a consultar los anexos publicados en línea, en los cuales describimos exhaustivamente el conjunto de cuadros brutos procesados, los procedimientos de estimación utilizados y los resultados obtenidos, así como las referencias a los boletines del Ministerio de Finanzas en que se publicaron todas las estadísticas brutas (en principio, esos anexos contienen todos los datos y cálculos intermedios necesarios para que todos nuestros cálculos puedan reproducirse, de las cifras brutas publicadas por la administración fiscal a nuestras estimaciones finales).¹⁴

    2.1.2. ¿Por qué esta fuente no ha sido nunca explotada en Francia?

    Como ya habíamos hecho notar, estas estadísticas fiscales nunca habían sido explotadas de forma sistemática en Francia. Los dos únicos intentos de explotación para estimar la distribución de los ingresos que pudimos encontrar son los trabajos de Jankeliowitch (1949) y Brochier (1950), ambos con las estadísticas de los ingresos de 1938 y 1946.¹⁵ Los autores de tratados de derecho fiscal y de finanzas públicas del periodo de entreguerras y del periodo inmediatamente posterior a la guerra también mencionan estas estadísticas, pero se contentan con reproducir los cuadros brutos de la administración fiscal, sin ningún intento por homogeneizar las cifras brutas de los diferentes años: su objetivo es dar a sus lectores los órdenes de magnitud de los ingresos declarados para el impuesto sobre los ingresos, no estimar la distribución de éstos.¹⁶ Desde los años cincuenta del siglo pasado, las estadísticas anuales establecidas por la administración fiscal ni siquiera se mencionan; los autores generalmente se limitan a citar los resultados derivados de las encuestas sobre ingresos fiscales que el INSEE lleva a cabo periódicamente desde 1956.¹⁷ De manera general, estas encuestas han llegado rápidamente a ser la fuente casi única a la que recurren especialistas en estadística y economistas para medir la desigualdad de los ingresos en Francia, y en cierta forma han absorbido las estadísticas anuales establecidas por la administración fiscal.¹⁸

    También es posible que esta subexplotación de las estadísticas de la administración fiscal se explique por el enorme pesimismo francés ante el fraude fiscal (cuando menos en parte), respecto del cual en Francia suele pensarse que alcanza proporciones extraordinarias, y se ve en ello un rasgo característico de la cultura francesa que nos vincularía con las culturas latinas de los países del sur de Europa, en contraposición a los países anglosajones, germánicos y escandinavos, donde el fraude es claramente mucho menor. Y si todo el mundo defrauda en proporciones asombrosas (con excepción de la persona que emite este juicio), ¿entonces por qué interesarse en las estadísticas fiscales y la distribución de los ingresos? No obstante, veremos que las pocas encuestas cuantitativas serias sobre el tema sugieren que el fraude fiscal en el nivel de las declaraciones de ingresos no es sensiblemente más alto en Francia que en un país como los Estados Unidos, aunque no está muy claro cómo la existencia de prácticas fraudulentas podría justificar que las estadísticas fiscales estén tan subexplotadas en Francia.

    Evidentemente esto no significa que se tengan que tomar las cifras mencionadas en las declaraciones de ingresos como dinero en efectivo: el problema del fraude fiscal, y aún más el de los ingresos legalmente exentos del impuesto sobre el ingreso, es tan real en Francia como en cualquier otro país, y la fuente fiscal debe siempre utilizarse con gran cautela. Así como se debe evitar el obstáculo que consiste en rechazar todo uso de las estadísticas fiscales con la idea de que la evolución de los ingresos declarados no aportaría ninguna información válida sobre la evolución de los ingresos reales, también se tiene que evitar caer en el extremo contrario. En la tercera parte de esta obra (capítulo VI) abundaremos en los detalles de la forma en que los ingresos no declarados (por razones legales o extralegales) pueden hacer descender nuestras estimaciones y nuestras conclusiones, tanto desde el punto de vista del nivel de ingresos muy altos como de su evolución en el curso del siglo XX. Por el momento baste subrayar que el argumento del fraude fiscal (o de los ingresos legalmente exentos del impuesto sobre el ingreso) es insuficiente para descalificar las evoluciones observadas en el nivel de la desigualdad de los ingresos declarados: si el índice de fraudes fiscales es siempre más o menos igual o si evoluciona en proporciones equivalentes para los distintos fractiles de la jerarquía de los ingresos, entonces la evolución de la desigualdad de los ingresos reales es la misma que la de la desigualdad de los ingresos declarados. Para descalificar las evoluciones observadas, es necesario explicar por qué, con el paso del tiempo, la magnitud del fraude ha evolucionado de manera importante en sentido opuesto al de los ingresos declarados, y ello sólo para ciertos grupos de ingresos y no para los otros. En este caso, veremos que la evolución probable de la magnitud del fraude fiscal tiende más bien a confirmar y ampliar las evoluciones observadas para la desigualdad de los ingresos declarados. Por otra parte, incluso si las posibilidades de manipulación de los ingresos declarados fueran tan importantes y tan imprevisibles, al grado de no poder sacar conclusiones confiables a partir de la evolución de los mencionados ingresos (nos esforzaremos por demostrar lo contrario), pensamos que el examen de esta evolución tendría de todos modos cierto interés. Los ingresos declarados representan en efecto los ingresos públicos, es decir, los ingresos que unos y otros pueden anunciar públicamente. De hecho, la administración fiscal tiene desde principios de la década de 1920 la posibilidad de corregir el ingreso declarado sobre la base de elementos del tren de vida o de signos exteriores de riqueza que impliquen cuando menos que la distancia entre los ingresos reales y los ingresos declarados no puede rebasar ciertos límites. Los ingresos declarados son también ingresos públicos en el sentido de que son la base sobre la cual se ha calculado el nivel de la contribución de los altos ingresos a las cargas públicas a lo largo del siglo, de tal suerte que la historia de esas contribuciones y el peso de la redistribución correspondiente nos parece un tema interesante por sí mismo.

    La fuente fiscal conlleva otros límites. En particular, sólo los contribuyentes gravables se registran en los cuadros estadísticos de la administración fiscal desde que se creó el impuesto sobre el ingreso. En Francia, la proporción de hogares gravables oscilaba entre 10 y 15% en el periodo de entreguerras, y no fue sino hasta 1960-1970 cuando esa proporción alcanzó niveles del orden de 50 a 60%. Por tanto, las estadísticas fiscales no nos permiten estimar los ingresos inferiores al percentil 90 para el conjunto del periodo estudiado, razón por la que nos limitamos a la estimación de los ingresos del decil superior (fractil P90-100) y más allá (fractiles P95-100, P99-100, etc., hasta el P99.99-100), igual que para el periodo 1919-1998 (para 1915-1918, la baja proporción de hogares gravables nos obligó a limitarnos a los ingresos del percentil superior y más allá). En este caso, la limitación es muy importante: por ejemplo, la fuente fiscal no permite saber cómo evolucionó la desigualdad entre ingresos bajos e ingresos medios, aunque ese problema se plantea de la misma forma en todos los países. En particular en los Estados Unidos, pero también en la mayor parte de los países, la proporción de hogares gravables era del orden de 10% entre las dos guerras mundiales. Por esa razón, los estudios históricos sobre las desigualdades, empezando por los de Kuznets, se limitan muy a menudo al decil superior de la jerarquía de los ingresos, de modo que no es una limitación propia de Francia.

    Señalemos, por último, que la subexplotación de las estadísticas fiscales francesas quizá se deba en parte a que en Francia, más que en el resto de los países, se crearon otros instrumentos de observación de la desigualdad, en especial las categorías socioprofesionales (CSP). Las nomenclaturas verticales de CSP desarrolladas en Francia al término de la segunda Guerra Mundial —frente a las nomenclaturas más horizontales, basadas principalmente en el sector de actividad y no en la posición en la jerarquía social, a la manera de los censos franceses anteriores a la segunda Guerra Mundial— figuran, en efecto, entre las más sofisticadas del mundo; las CSP adquirieron rápidamente en Francia una importancia capital para representar la desigualdad y las diferentes posiciones sociales. Por ejemplo, la noción de funcionario es específicamente francesa. Es muy posible que esta formulación de las nomenclaturas de CSP y su utilización hayan contribuido a limitar el interés por las estadísticas fiscales y, de manera más general, por el estudio de la desigualdad de los ingresos expresados en términos de fractiles y no de grupos socioprofesionales. Por ejemplo, Bégué (1987, pp. 242-243) explica que una de las principales motivaciones para que el INSEE llevara a cabo la primera encuesta sobre ingresos fiscales en 1956 fue que los cuadros estadísticos anuales creados por la administración fiscal a partir de las declaraciones de ingresos no permitían dar resultados por categoría socioprofesional.¹⁹ Bégué explica muy claramente que, en esa época, el objetivo era permitir que se aclararan los problemas planteados en caso de conflictos sociales y de negociaciones entre los diferentes grupos. Dicho de otra manera, las CSP ponen a la vista de todos un patrón de interpretación de la desigualdad social más apropiado que los fractiles de ingresos: los conflictos sociales, como los entendía la sociedad, ponían frente a frente a grupos socioprofesionales y no a fractiles. Desde esta perspectiva, la lectura del tratado que Marchal y Lecaillon dedicaron a La répartition du revenu national [La distribución del ingreso nacional], manual de referencia de varias generaciones de estudiantes, parece particularmente instructiva. En sus cuatro tomos publicados entre 1958 y 1970, y un total de casi 1 800 páginas, este tratado no incluye la más mínima referencia (ni verbal) a distribuciones de ingresos (o de salarios) expresadas en términos de fractiles: la distribución se analiza únicamente a través del prisma de los grupos socioprofesionales.²⁰ Sin embargo, las CSP no permiten estudiar satisfactoriamente la evolución de las desigualdades en el largo plazo. En efecto, además de que no las hay para antes de la década de 1950, la dificultad central planteada por las CSP es que la importancia numérica de las diferentes categorías varía constantemente, si bien la comparación entre los ingresos promedio (o los salarios promedio) percibidos por diferentes CSP no puede conducir a conclusiones confiables concernientes a la evolución verdadera de las desigualdades: sólo comparaciones entre los ingresos promedio (o los salarios promedio) percibidos por grupos que representen una fracción constante de la población estudiada (es decir, fractiles) autorizan a tales conclusiones. De hecho, veremos que las comparaciones entre CSP a menudo dan lugar a importantes errores de apreciación de la evolución de las desigualdades en Francia.²¹ Además, otra de las limitaciones de las CSP es que no permiten ver los ingresos muy altos, pues están ocultos en categorías mucho más amplias: en cierta forma, las CSP ofrecen un panorama tranquilo de la desigualdad.²²

    Concluyamos haciendo hincapié en que la especificidad francesa relativa a la subexplotación de las estadísticas fiscales no debe, sin embargo, exagerarse. Si es cierto que las estadísticas derivadas de las declaraciones de ingresos han sido poco utilizadas, sobre todo en Francia, no por eso la explotación de tales estadísticas en el extranjero, incluidos los Estados Unidos y el Reino Unido, ha sido tan completa como hubiera podido serlo, como tendremos oportunidad de constatar cuando comparemos los resultados que obtuvimos para Francia con las estimaciones disponibles para los otros países. En todos los países, y no solamente en Francia, la transformación de la fuente fiscal bruta en series homogéneas e inteligibles representa una labor fastidiosa y relativamente poco atractiva a primera vista. Las técnicas estadísticas que permiten estimar la curva de la distribución de los ingresos a partir de las estadísticas fiscales por franjas de ingresos no han cambiado desde que en 1896 Pareto descubriera la ley de Pareto; técnicas que posteriormente aplicó Kuznets en todos los estudios históricos sobre las desigualdades y que nosotros aplicamos también en este libro. Pero esas técnicas estadísticas, sin ser muy sofisticadas, exigen de todas formas cierta inversión técnica. En cierta forma, la explotación de la fuente fiscal en el largo plazo remite a una especie de no man’s land académica: es una tarea demasiado económica para los historiadores y demasiado histórica para los economistas, de modo que atrae a muy pocos investigadores; no obstante, intentamos mostrar que la fuente fiscal explotada aquí es rica en enseñanzas, tanto para los historiadores como para los economistas.

    2.2. Las otras fuentes utilizadas en este libro

    2.2.1. Fuentes sobre la legislación del impuesto sobre el ingreso (1914-1998)

    Con el fin de interpretar y explotar correctamente las estadísticas derivadas de las declaraciones de ingresos era indispensable conocer bien la evolución de la legislación del impuesto sobre el ingreso desde la primera ley del 15 de julio de 1914. Por ejemplo, las deducciones y descuentos a que los contribuyentes tienen derecho en función de su ingreso han evolucionado mucho durante el siglo XX. Para poder establecer series rigurosamente homogéneas sobre los niveles de ingresos de los diferentes fractiles de altos ingresos (antes de cualquier descuento o deducción) tuvimos que tomar en cuenta el conjunto de esas evoluciones legislativas y llevar a cabo ciertas correcciones en las estimaciones derivadas de las estadísticas fiscales brutas (que se expresan siempre en términos de ingreso gravable, es decir, después de tomar en cuenta deducciones o descuentos).²³

    Por otra parte, además de este interés puramente técnico, la legislación del impuesto sobre el ingreso constituye una fuente muy valiosa para el estudio de la forma en que se percibían las desigualdades de los ingresos en Francia en el siglo XX. Por ejemplo, para estudiar cómo evolucionó la noción de alto ingreso durante el siglo, tomamos en cuenta el conjunto de baremos fiscales aplicados desde 1914 y estimamos año por año las tasas promedio que los gobiernos sucesivos consideraron adecuado elevar en los diferentes fractiles de altos ingresos. Veremos que la evolución de las condiciones específicas de los impuestos reservados para las diferentes categorías de ingresos (salarios, beneficios para profesiones de no asalariados, ingresos de capitales mobiliarios, etc.) también revela las importantes transformaciones experimentadas por la percepción y representación de la desigualdad en el curso del siglo XX.

    Finalmente, era obligado el examen detallado de la evolución de la legislación del impuesto sobre el ingreso, sobre todo porque, a nuestro parecer, el desarrollo del impuesto progresivo constituye uno de los principales factores que permiten comprender cómo evolucionó la concentración de los ingresos y las fortunas descrita por nuestros estimados a lo largo del siglo. Para juzgar la verosimilitud de la explicación propuesta era necesario saber en qué momento y en qué fractiles de ingresos alcanzaron niveles sustanciales las tasas fiscales promedio en Francia en el siglo XX.

    Por todas esas razones, en el marco de este libro nos dimos a la tarea de reunir datos, tan completos como fuera posible, relativos a la evolución de la legislación sobre el impuesto al ingreso a partir de la ley del 15 de julio de 1914. Como la bibliografía secundaria dedicada a estos temas es muy limitada, en la mayor parte de los casos tuvimos que referirnos a los textos de las leyes publicados en el Journal Officiel.²⁴ De manera general, es preciso constatar que el impuesto sobre el ingreso no ha inspirado a los historiadores: hay algunos trabajos dedicados a los procesos parlamentarios que llevaron a la ley del 15 de julio de 1914,²⁵ pero la evolución del impuesto progresivo desde esa reforma inicial casi nunca ha sido estudiada como tal;²⁶ en cuanto a los manuales de historia política y otras crónicas de historia parlamentaria, generalmente no hacen referencia a la evolución del impuesto sobre el ingreso más que de forma relativamente superficial, pero nos sirvieron sobre todo para precisar el contexto político en el que las diferentes leyes fiscales han sido sometidas a votación.²⁷ Con el fin de comprender mejor

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