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Sobre la Vida y la Muerte
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Libro electrónico409 páginas5 horas

Sobre la Vida y la Muerte

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Vivir no es una tarea fácil. Con frecuencia requiere talento, imaginación, esfuerzo y sacrificio.Por ello, este es un libro pensado y escrito para todas aquellas personas que quieran vivir mejor, con mayor plenitud, para quienes están dispuestos a transformar sus hábitos de vida, para los que dominados por la rutina o por una hiperactividad sin sentido, se hallan movidos por un interés de mejorar su calidad de vida. Aunque es un libro de reflexión sobre la vida y la muerte, esencialmente este es un libro de vida, que canta a la vida y dirigido a las personas que quieran vivir, que quieran crecer humanamente y disfrutar de la vida. Sobre la vida y la muerte es una voz de aliento que ayuda a descubrir las razones o líneas maestras que hacen que la vida sea digna de ser vivida y la muerte una experiencia de vida a la que no hay que temerla. A lo largo de estas páginas el lector podrá encontrar múltiples conceptos y elementos que le van a permitir reflexionar sobre la vida y la muerte, así como revisar a través del cuestionario de preguntas que se presenta al final de cada capítulo a configurar un modelo de vida que le posibilite vivir mejor, más acertadamente.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento2 oct 2020
ISBN9788418235184
Sobre la Vida y la Muerte
Autor

Juan Luis Urcola Telleria

Juan Luis Urcola Tellería es licenciado en Ciencias Económicas y profesor mercantil, máster en Dirección de Personal y en Dirección de Marketing. Ha sido director de Recursos Humanos, director de Marketing y director de Servicios Generales de la Kutxa-Caja de Ahorros de Gipuzkoa y San Sebastián durante 34 años.

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    Sobre la Vida y la Muerte - Juan Luis Urcola Telleria

    Introducción

    Este es un libro que ha sido ideado y desarrollado durante el confinamiento en nuestros domicilios que, por motivo del coronavirus, hemos tenido que mantener todos en la segunda quincena del mes de marzo y todo el mes de abril de 2.020.

    Frente a tantos mensajes de malestar, incertidumbre, ansiedad, abatimiento, estrés, pánico y, por supuesto, de continuas estadísticas de contagios y muertes, quiero dar y transmitir con este libro un mensaje de esperanza y de vida, una propuesta de cómo vivir mejor esta vida, de la que, con frecuencia, sabemos poco y menos cómo optimizarla y disfrutarla.

    Tengo setenta años, acepto con resignación y responsabilidad el confinamiento que se nos ha impuesto y me planteo en la situación en que me encuentro ¿qué puedo hacer por los demás? ¿En qué puedo ser útil? ¿De qué forma puedo aportar mi granito de arena a la sociedad para que, pasada esta situación inimaginable hace un par de meses, cuando volvamos a vivir otra vez con normalidad todos podamos vivir mejor? La respuesta no ha sido otra que la de ponerme a trabajar sobre unos folios y presentar, de una forma estructurada, el resultado de muchas de mis lecturas sobre la vida y la muerte, las reflexiones que he ido realizando a lo largo de mi vida, los aprendizajes y las experiencias llevadas a cabo, con sus errores y aciertos, que he tenido en mi vida en torno a un mejor vivir y que considero pueden ser útiles a los lectores interesados en reflexionar sobre la vida y la muerte, así como que les puedan permitir vivir mejor si las llevan a la práctica.

    Todas las reflexiones, propuestas y directrices que realizo a lo largo de este libro están efectuadas con la pretensión principal de ayudar a los amigos lectores a vivir mejor, a tener una vida más plena y satisfactoria, no obstante, me parece oportuno señalar que también las hago para mí mismo. Como todo el mundo, necesito mejorar todos los días en cada uno de los ámbitos y apartados que señalo y he desarrollado a lo largo del libro. Por ello, cada vez que te haga una propuesta de mejora también me la estoy haciendo a mí mismo.

    Este libro es el conjunto de conclusiones a las que he llegado sobre la vida y la muerte, es lo que he aprendido y sé sobre la vida y la muerte. A las reflexiones que realizo en cada uno de los temas que abordo acompaño diversas citas de científicos, filósofos, poetas, cantantes y escritores célebres, así como poesías y letras de canciones que considero enriquecen y complementan muy adecuadamente mis exposiciones y razonamientos, citas de las cuales yo me he nutrido y que deseo compartirlas contigo.

    Este no es tanto un libro de filosofía, sino, sobre todo, de reflexiones filosóficas, por ello, siguiendo la base de todo modelo filosófico nos vamos a formular a lo largo de todos los capítulos múltiples preguntas para que reflexiones y encuentres las oportunas respuestas.

    El espíritu de este libro es integrar cualquier forma de diversidad existente en la vida y en la sociedad. Es por ello que no me siento cómodo usando mayormente el género masculino al escribir. Por ello, aunque uso, tanto como la redacción me lo permite, el término persona o ser humano para incluir ambos géneros, la realidad es que he terminado por utilizar en más ocasiones de las que quisiera el género masculino, al no encontrar una forma más integradora, práctica y cómoda tanto para su escritura como para su lectura. Confío en que el amigo y la amiga lectora puedan entenderlo.

    Asimismo, puede ser que en alguna ocasión, por el énfasis y contundencia con que me expreso, así como por mi afán de animar al amigo lector o lectora a que realice lo que propongo, parezca que me siento en la posesión de la verdad, no es así, no poseo la verdad de nada y la duda es una compañera de viaje que me ayuda a crecer. Es simplemente mi visión al respecto que, por supuesto, la puedes compartir o no, y que esa visión que hoy tengo pueda variar si varían los argumentos que hoy dispongo. Por lo tanto, te pido disculpas por anticipado si en algún momento te molesta mi rotundidad expositiva y consideras que me he pasado en alguna de las afirmaciones que realizo.

    Finalmente, es de justicia poner de manifiesto que todo lo que sé sobre la vida y la muerte se lo debo a otras personas que, de forma directa y personal, o indirecta a través de sus escritos, he recibido de ellas magníficas lecciones de vida. He de reconocer que Jesucristo ha tenido en mí una notable repercusión a lo largo de mi vida y que sus lecciones de vida han ejercido una poderosa influencia. Hoy lo percibo como hombre más que como Dios y creo que ha sido la figura más importante que jamás haya existido en la historia de la humanidad. Sus enseñanzas han influido en el curso de la historia más que las de cualquier otro hombre que jamás haya vivido, así como su repercusión en la música, pintura, arquitectura, escultura, literatura…, no tiene comparación con ninguna otra persona. En un ámbito más personal y próximo he tenido la suerte de contar con auténticos maestros a lo largo de mi vida, a las que les quiero expresar mi reconocimiento. En un orden concreto creo que es de justicia empezar por mostrar mi agradecimiento a mis padres quienes pusieron todo su empeño en educarme como ellos creían que era lo mejor, luego quiero agradecer a José Antonio Pagola, Pablo Carreño, Juan Manuel Barandiarán, auténticos maestros de vida. También quiero agradecer a mi mujer Maite con quien llevo conviviendo cuarenta y siete años, y en este período, junto a ella, he aprendido mucho de la vida. Y, finalmente, quiero agradecer a mi hija Nerea con quien comparto trabajo, libros e ilusiones y de la que, en el día de hoy, estoy aprendiendo mucho de ella.

    Tras las oportunas aclaraciones y reconocimientos introductorios te voy a formular la primera pregunta, ¿qué sabes de la vida y de la muerte? ¿Te has formulado alguna vez esta pregunta? Considero que es una magnífica cuestión que nos debe servir para la reflexión y detectar campos de mejora. Pues bien, sobre la vida y la muerte vamos a tratar de reflexionar a lo largo de este libro con el fin de detectar ámbitos de mejora y campos de acción en los que podamos centrarnos y trabajar al efecto para así vivir mejor, de forma más satisfactoria.

    En la película Gran Torino, dirigida e interpretada por Clint Eastwood, hay un momento de la misma en el que personaje principal Walt Kowalski, un veterano de la guerra de Corea, jubilado e inflexible, al que no le gusta en lo que se ha convertido en el transcurso de los años, no está a gusto ni con su vida ni con su barrio en el que vive, se ha quedado recientemente viudo y mantiene una conversación en un bar con un sacerdote joven, al que valora escasamente por su inexperiencia, y tras un par de contactos previos infructuosos en los que el sacerdote le pide que se confiese a petición de su mujer recientemente fallecida, hay un momento determinado que mantienen la siguiente conversación:

    Walt Kowalski: Bueno, ¿qué es lo que quiere?

    Sacerdote: Le prometí a tu mujer que te confesarías.

    Walt K: ¿Y por qué dijo tal cosa?

    Sacerdote: Me insistió mucho, me obligó.

    Walt K.: Que manías con prometer cosas que no pueden cumplirse, no padre.

    Sacerdote: Hablemos de otra cosa.

    Walt K.: ¿De qué?

    Sacerdote: De la vida y la muerte.

    Walt K.: De la vida y la muerte. ¿Y qué narices sabe usted de la vida y la muerte?

    Sacerdote: Quisiera pensar que mucho, soy sacerdote.

    Walt. K.: Ya, se sube a predicar sobre la vida y la muerte pero lo único que sabe es lo que ha aprendido con cuatro curas y el manual del predicador principiante.

    Sacerdote: No sé, la verdad, creo…

    Walt K.: La muerte es agridulce, agria por el dolor y dulce por la salvación, eso es lo que sabe de la vida y la muerte, y es patético.

    Sacerdote: ¿Y usted Sr. Kowalski... qué sabe?

    Walt K.: Sé mucho, estuve casi tres años en Corea, pegábamos tiros, apuñalábamos con bayonetas, matábamos a críos de 17 años a balazos, cosas que recordaré hasta el día que me muera, cosas horribles, pero con las que tengo que vivir.

    Sacerdote: ¿Y qué sabe de la vida?

    Walt K.: He sobrevivido a la guerra…, me he casado…he tenido hijos…

    Sacerdote: Parece que sabe más de la muerte que de la vida…

    Walt. K.: Tal vez padre… tal vez…

    Y en tu caso particular. ¿Qué sabes de la vida y la muerte?

    El confinamiento que estamos padeciendo, y tratando de ver la parte positiva de cualquier situación, por mala que sea, creo que es un buen momento para reflexionar con humildad y autocrítica respecto a lo que esta sociedad no está haciendo bien y debemos cambiar y mejorar, para apreciar todas las cosas buenas que tenemos a nuestro lado, y a las que no les dábamos la importancia que tienen porque nos habíamos acostumbrado a ellas y que pensábamos que eran inalterables como son: el mantener conversaciones con los amigos y vecinos, el pasear por nuestras calles, el comprar en las tiendas sin hacer apenas colas, el ir acompañados de nuestros hijos o nietos a los parques, el darnos un apretón de manos o un abrazo, el disponer de una sanidad adecuada con los medios necesarios e, inclusive, el ir a trabajar que, con frecuencia, tanto nos quejamos, pero, sobre todo, creo que es un momento excelente para reflexionar sobre nuestro modo de vivir y ver los ámbitos en los que debemos mejorar.

    Sinceramente, no sé si aprenderemos alguna lección de lo vivido y acaecido durante estos días, uno aprende de las experiencias si quiere aprender de las mismas, si no aprendemos volveremos a cometer los mismos errores. Con ánimo positivo espero y deseo que algo por lo menos nos dure algún tiempo, y no se haga realidad el conocido dicho que el ser humano es el único animal que tropieza dos veces, incluso tres y cuatro, en la misma piedra. Es triste pensar, pero probablemente así será, que los seres humanos. tenemos tendencia a olvidar rápidamente los males sufridos y estamos casi seguros que, pasados unos días de la finalización del confinamiento, volvamos otra vez a lo mismo, ojalá me confunda, pero es lo que nos dice la experiencia de situaciones parecidas. En cualquier caso, aunque sean muchas las personas que pronto olviden lo sucedido y vuelvan a sus rutinas y comportamientos habituales, espero y deseo que, por lo menos tú, aprendas algo de esta situación, y para ello te invito a reflexionar sobre la vida y la muerte, y más concretamente sobre cómo vivir mejor.

    Lo que te voy a presentar en las próximas páginas de este libro no solo es lo que sé respecto a la vida y la muerte, sino que, inclusive, no me ha importado desnudarme y poner sobre el papel mis creencias, mi sentido de la vida y los principios de actuación que mantengo al efecto. Si te sirve y te ayuda a vivir mejor, nuestro objetivo se habrá cumplido.

    No vale que te quedes en lo puramente conceptual, es necesario que pases al terreno de la acción, al terreno de llevar a la práctica tus propósitos.

    Como todas las aventuras que valen la pena, esta no va a ser fácil. Sin un poco de esfuerzo intelectual, sin un compromiso por tu parte de reflexionar y pensar críticamente acerca de cómo vivimos y cómo queremos vivir, la lectura del libro será insuficiente.

    Por ello, he querido darle un enfoque eminentemente práctico. Mi propósito ha sido preparar un texto sencillo y ameno, de fácil manejo y lectura, acompañado de citas apropiadas, en el que cualquier persona pueda encontrar las directrices fundamentales para orientar la vida con acierto.

    Éste es un libro para la vida, que nace de la vida y se proyecta hacia ella. Un libro para ser vivido, cuyo contenido lo constituyen ideas que han de aplicarse a la vida de todos los días. Esta obra nace con la única intención de servir de eficaz herramienta para todas las personas que deseen mejorar y ennoblecer su vida, darle sentido y hacerla más fructífera, tanto para sí mismos, como para los demás.

    Con este propósito, al final de cada capítulo he incluido una serie de cuestiones para que trates de reflexionar, profundizar y las respondas en un entorno de silencio y tranquilidad.

    Vivimos tiempos inquietantes, difíciles, en los que todos estamos muy ocupados y atareados, pero te sugiero que practiques y hagas vivos los principios de este libro todos los días de tu vida. Son principios de sentido común y tan viejos como la propia vida, pero que los olvidamos con frecuencia.

    En estas páginas no encontrarás atajos fáciles, pero sí caminos y suficiente información como para hacer posible que puedas mejorar tu actual forma de vivir.

    Por ello, entiendo perfectamente que tal vez te parezca un disparate sugerirte una forma de vivir que implica sacrificar un tiempo sustraído a los apremios de un día y entregarlo a propósitos que, a menudo, son un fastidio. Pero tenlo claro, sin trabajo y sin esfuerzo, nunca conseguiremos nada. No conozco otro camino, ni un método mejor.

    En cualquier caso no trates de correr, ve despacio, paso a paso. No leas este libro con prisa. La lectura apresurada resulta ineficaz. Léelo despacio. Deja que las palabras se conviertan en ideas y las ideas en carácter. Escoge un concepto y trata de digerirlo en tu interior. No trates de abarcar más de un tema en cada lectura. Tómate tu tiempo. Lee pausadamente, reflexiona sobre cada uno de los temas o aspectos que llamen tu atención. Y no te limites sólo a leer el libro, reflexiona sobre las preguntas que formulamos al final de cada capítulo y trata de llevar a la práctica los compromisos que te establezcas.

    Pero, sobre todo, disfrútalo. Ánimo y a aplicarlo.

    Lo que sé sobre la vida

    1

    Que la vida es un regalo que Dios nos concede para hacer cosas

    La vida es un regalo que Dios nos concede para hacer cosas, no para pasarla sin más, no para desperdiciarla inútilmente, no para llenarla de ocios que no nos llevan a ninguna parte. La vida es un regalo que nos han dado para buscar la verdad, para crecer como seres humanos, para amar, para servir y ayudar a los demás y también, por supuesto, para disfrutar de nuestros seres queridos, de los amigos, de la naturaleza, del amanecer de cada día, del canto de los pájaros, de la brillantez de una luna llena, del murmullo del río...

    Quizás al amigo lector o lectora le haya podido chocar y no estar conforme con la formulación que hemos hecho de la vida como un "regalo de Dios". Si tal es el caso, si no se comparte nuestra perspectiva, lo respetamos plenamente, ya que es una consideración personal basada en la creencia que tenemos de la existencia de un ser superior creador del universo y de la vida.

    En cualquier caso, seas o no creyente, considero que la vida es un regalo que todos podemos disfrutar cada día con independencia de nuestras creencias.

    Seamos o no creyentes, creemos sinceramente que es bueno descubrir la vida como un regalo que se nos hace y que debemos disfrutarlo y aprovecharlo en beneficio nuestro y de los demás.

    Bajo nuestra perspectiva, la vida es un regalo que lo recibimos todos los días al despertarnos cada mañana y que debemos aprovecharlo y valorarlo como procede. Sin embargo, la vida se nos escapa de las manos al no tomar conciencia de que cada día es distinto, que cada día nos permite crecer como personas y que cada día se nos concede para gozarlo y disfrutarlo.

    En este sentido de que la vida es un maravilloso regalo del que disponemos todos los días hay una preciosa historia que desde que la conocí la practico todos los días. Dice lo siguiente:

    Había un maestro zen que todas las noches al acostarse dejaba en su mesilla junto a la cama su taza de té vacía boca abajo, después de agotar el último trago de té que contenía. Un discípulo suyo, intrigado, le preguntó al maestro el motivo esencial por el que cada día repetía tan extraño ritual. A lo que le contestó: Agradezco cada día como si fuese el último. Por eso, dejo mi taza de té vacía junto a la cama boca abajo, y cada mañana cuando me despierto la pongo boca arriba en reconocimiento por el regalo de volver a nacer y de tener un día más para disfrutar y hacer cosas".

    El primer milagro del día ocurre cuando abrimos los ojos cada mañana y nos encontramos con la vida. De ahí que, por lo general, seamos poco conscientes de lo que supone despertarnos cada mañana y disfrutar de un nuevo día, del milagro de estar vivos para hacer cosas.

    Hay una poesía de Alberto Cortez titulada Que suerte haber nacido que arranca con los siguientes versos:

    "Qué suerte he tenido de nacer.

    Sí, qué suerte he tenido de nacer

    Para estrechar la mano de un amigo,

    y poder asistir como testigo,

    al milagro de cada amanecer".

    Ese regalo maravilloso que es la vida nos permite contactar con la esencia del ser humano, que es buscar la verdad, buscar la razón de nuestro existir, plantearnos cuestiones vitales como son el saber qué hacemos aquí en este cuerpo y en este mundo, quién ha creado el universo, la naturaleza y al ser humano.

    El famoso teólogo Hans Küng señala que:

    "Estoy convencido, firmemente convencido, de que la vida es un regalo de Dios. La vida me ha sido regalada, no la he adquirido yo por mí mismo. Como persona creyente que soy, creo que me ha sido regalada por Dios a través de mis padres, pero esto quiere decir que ese regalo significa también para mí responsabilidad.

    La vida es un regalo de Dios y al mismo tiempo una misión del ser humano. Del derecho a la vida no se desprende en absoluto ninguna obligación de vivir, de continuar viviendo a toda costa. En definitiva, la vida es un regalo de Dios, pero al mismo tiempo, la vida es también una misión del ser humano".

    Compartimos totalmente la perspectiva que nos señala Hans Küng. El regalo maravilloso que es la vida lleva consigo emparejado la necesidad de asumir una responsabilidad de sacar el máximo provecho de la misma, tanto en beneficio nuestro como de los demás, de llevar a cabo una misión, un proyecto de vida y de darle a la misma un sentido que justifique la existencia. No podemos despilfarrarla haciendo un uso indebido de ella.

    Es fácil observar cómo tanto el hombre como la mujer de nuestros días van haciéndose cada vez más indiferentes a lo importante de la vida y, lo que es más grave, a no saber distinguir entre lo importante y lo accesorio. Apenas interesan las grandes cuestiones de la existencia. Como dice José Antonio Pagola:

    Son bastantes los que viven sin certezas ni convicciones profundas, cargados de tópicos, interesados por muchas cosas, pero sin núcleo interior.

    Quizás este sea uno de nuestros grandes errores. Nos preocupamos de mil cosas y no sabemos cuidar de lo importante como es el amor, la alegría, la esperanza, la vida interior que están dentro de nosotros y, en consecuencia, no somos capaces de disfrutarlas.

    Antiguamente todo estaba establecido. Las políticas y las religiones regulaban lo permitido y lo prohibido, lo bueno y lo malo, lo que había que hacer y lo que no, las normas rotundas de los sexos y las rígidas del trabajo. Todo estaba sometido a preceptos y era relativamente fácil cumplirlos. Hoy no es así, hoy estamos solos y hemos de elegir. Somos, en teoría, libres, amos de nuestro tiempo y de nuestro propio destino, de ahí que tengamos que buscar nuestra propia identidad, nuestro camino, nuestro sentido de la vida.

    Cada vez son más las personas que no están conformes con su modo actual de vivir. Piensan que han logrado un cierto bienestar económico, pero les falta algo, no saben bien qué, pero sienten que sus vidas, en el fondo, se hallan vacías.

    Quien es capaz de ver y comprender que sus actividades externas lo tienen atrapado, que es prisionero de hábitos y actividades que no le llevan a ninguna parte, que carece de horizontes o que, si los tiene, no los puede desarrollar, es un buscador potencial, que debe afrontar de forma decidida e implacable la búsqueda que le lleve a cortar de raíz los tentáculos que le tienen amordazado.

    Por ello, para asumir la responsabilidad mencionada con anterioridad muchas personas se formulan con frecuencia preguntas que afectan a la propia vida en su totalidad, aunque no tengan una fácil respuesta como son, por ejemplo, ¿qué busco en la vida? ¿Por qué lucho? ¿Hacia dónde dirijo mis expectativas? ¿Qué quiero hacer con mi vida?, ¿Cuáles son mis prioridades?, ¿Hacia dónde voy? ¿Cómo llevar una vida más coherente? ¿Qué valores fundamentales guían mi vida? ¿Qué puedo hacer por los demás? ¿Qué proyecto de persona pretendo desarrollar y qué sociedad quiero configurar?...

    Quien es capaz de hacerse este tipo de preguntas con sinceridad, está ya en el camino de la búsqueda.

    No buscar es renunciar a crecer. No buscar es anquilosarse, es casi, morir en vida. Por ello, para crecer y progresar hay que buscar.

    La persona que no es capaz de buscar y dialogar consigo misma se siente dispersa y rota, la superficialidad y la rutina se apoderarán de su vida y terminará experimentando la amargura del vacío interior.

    Es cierto que en un entorno trepidante e hiperactivo como el que vivimos, no es fácil llevar a cabo la búsqueda y el diálogo interior. Para mantener vivo y fresco este diálogo con uno mismo, necesitamos encontrar espacios de silencio y reflexión. Sin ellos, el diálogo con uno mismo queda bloqueado.

    Verdaderamente no es fácil llevar adelante la búsqueda. ¿Qué gano yo con ello?, ¿para qué la búsqueda?, ¿no es propia de los soñadores, de los inadaptados, de los religiosos?...

    Comúnmente, el ser humano evita esta búsqueda de lo interior, de lo espiritual; en parte, porque es difícil; en parte, porque aparentemente no hay beneficio personal y, en parte, porque implica apartarse del ruido externo e introducirse en el propio mundo interior.

    Por ello, el ser humano asumiendo la propia responsabilidad que entraña el regalo que es la vida necesita buscar y encontrar respuesta a sus interrogantes más profundos, necesita abrir sus horizontes y disponerse a captar las claves de la vida.

    El ser humano, además de tener un propósito de vida que proporcione razón a su existir, necesita unas metas en el ámbito personal, afectivo y profesional, que le permitan progresar y crecer como persona.

    Y es que, en la vida, además de buscar la verdad, debemos esforzarnos en crecer como personas,

    El proceso de crecimiento de una persona sólo termina con la muerte. Cualquiera que sea nuestra situación, todos podemos seguir creciendo y progresando. La equivocación más grande que podemos cometer es pensar que ya hemos llegado. Quien cree que ha llegado, ya no progresa.

    Por eso, en la vida es importante saber lo que se quiere, tener metas y objetivos, distinguir lo prioritario de lo secundario, amar lo que se hace y medir nuestro progreso.

    Ahora bien, optimizar el regalo que es la vida no solo es para buscar y para crecer como seres humanos que son aspectos de orden interno, sino que también debemos dirigir nuestra mirada y nuestras actividades hacia fuera sirviendo a los demás, ayudándoles cuando nos necesitan.

    La esencia de vivir una vida con acierto está en orientar la misma al servicio de los demás, tratando de ser útiles, aportando lo que se halla dentro de nuestras posibilidades, en definitiva, en vivir amando.

    La vida es convivencia y vivir es compartir. No vivimos solos, sino que con-vivimos, vivimos con otras personas, a las que necesitamos y nos necesitan.

    De ahí que si sabemos enfocar las diversas actividades que realizamos en nuestra vida con una orientación de servicio hacia los demás, estamos dando el paso más importante para acertar en nuestro vivir.

    Y, finalmente, la vida es un regalo del que debemos disfrutar en sus múltiples posibilidades.

    Es esencial en nuestro vivir disfrutar de la vida, gozar de todas las posibilidades de satisfacción que nos permite la misma.

    Debemos disfrutar y saborear la vida. El filósofo, antropólogo y biólogo alemán Feuerbach muy acertadamente decía:

    La vida, lo mismo que un vino de alto precio, debe ser saboreada con oportunas interrupciones, sorbo a sorbo.Incluso el mejor vino pierde todo su encanto y no acertaremos a apreciarlo cuando lo engullimos como si fuera agua.

    Y en el mismo sentido, José Agustín Arrieta dice:

    Un Viña Ardanza no se bebe como quien bebe un agua mineral. Así, la vida es un don tan extraordinario que debemos saber degustar, sorbo a sorbo, como quien bebe un vino de alta calidad. Es clave saborear la vida, es decir, la naturaleza, la amistad, el diálogo, el arte, la lectura, la comida, etc. El sabio no pasa simplemente por la vida, sino que la degusta, la saborea y sobre todo la comparte con los amigos en un clima sosegado y pacífico.

    Saber disfrutar de las cosas sencillas que tenemos a nuestro alcance y que con frecuencia no las valoramos debidamente sin añorar en exceso lo que nos falta, es igualmente fundamental para acertar en nuestro vivir.

    Llegado a este punto nos preguntamos: ¿cómo es posible que una persona que recibe la vida como un regalo lleno de opciones y posibilidades se le pasen los días malgastándolos inútilmente? A nuestro juicio, es imperdonable.

    Por ello, debemos aprovecharla, vivirla con intensidad, tratar de captar lo más satisfactorio que de cualquier cosa podemos obtener, que es la alegría. Cuando disfrutamos de la alegría, tenemos lo más valioso a lo que el ser humano puede aspirar; por el contrario, cuando ésta falta en nuestras vidas, seamos ricos, sabios, poderosos, sanos…, carecemos de lo más importante.

    Ama la vida ya que es el único regalo que no recibirás dos veces, y este ma­ravilloso regalo que es la vida contiene en sí misma las fuentes necesarias para vivirla con alegría: el amor, la amistad, la realización personal y profesional, el placer estético de un paisaje o de una obra de arte, el gozo de servir y ser útil, el bienestar corporal derivado del uso adecuado de la comida, bebidas y otros placeres… Con una vida así no se necesita recurrir a fuentes artificiales y nocivas de satisfacción.

    La madre Teresa de Calcuta así entendió la vida, como un regalo maravilloso que Dios le hizo y nos dejó un cántico precioso al que tituló La vida, poema que no nos resignamos a no plasmarlo en estas páginas. Dice lo siguiente:

    "La vida es una oportunidad, aprovéchala.

    La vida es belleza, admírala.

    La vida es sueño, hazlo realidad.

    La vida es un desafío, enfréntalo.

    La vida es un deber, cúmplelo.

    La vida es riqueza, consérvala.

    La vida es

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