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What would life be like if we contaminated all the water on Earth? What would happen to the plants, animals, and humans? Maria knows this very well, because she has grown up in a world where she cannot drink the water. Discover how her father, Dr. Scamander, in wanting to give the planet another chance, found a solution to the environmental problem and the consequences that came with it.

CÓmo serÍa la vida si un dÍa llegÁramos a contaminar toda el agua de la Tierra? QuÉ serÍa de las plantas, los animales y los humanos? Marina lo sabe muy bien, pues ha crecido en un mundo donde no puede beber agua. Descubre cÓmo su padre, el doctor Escamandro, al querer darle otra oportunidad al planeta, encontrÓ la soluciÓn a este problema ambiental y las consecuencias que esto trajo consigo.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento1 sept 2020
ISBN9786078469994
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    H2O - Enrique Adonis Rodríguez Morales

    Un mundo diferente I

    El primer día de vida de las personas en el mundo de Marina era igual de doloroso para todos, pues una afilada y flexible aguja atravesaba su piel y se integraba a sus venas de manera permanente, dejando a la gente esposada a una bolsa que contenía una fórmula viscosa llamada Trofé, la cual los nutría e hidrataba hasta el día de su muerte. Por fortuna –si acaso a esto se le puede llamar fortuna–, nadie podía recordar ese primer momento de dolor y la mayoría de los niños crecían pensando que estar conectados a una bolsa era algo normal y natural en sus vidas, y que así debían de ser las cosas. En el mundo de Marina el agua potable y de libre acceso simplemente ya no existía.

    El Trofé, además de servir como elemento de nutrición e hidratación, tenía muchas otras funciones, por ejemplo: ayudaba a reprimir considerablemente la salivación y el sudor de las personas, al punto de reducir su producción; además contenía una porción de oxígeno que ayudaba a complementar lo poco que se podía respirar de manera natural. Era posible vivir sin Trofé hasta por una hora, aunque eso casi nunca pasaba; la gente traía consigo mochilas con varios repuestos, los cuales se entregaban de manera gratuita a todas las personas del mundo y había puestos de reabastecimiento en cada rincón de la tierra. Al menos la hambruna era un mal erradicado.

    Las bolsas vacías se colocaban en contenedores especiales que estaban distribuidos por todas partes y había personal encargado de recogerlas a diario para liberarlas de cualquier contaminante o infección, y así volver a usarlas. La cultura del reciclaje se había convertido en una costumbre indispensable para poder sobrevivir.

    Si acaso las personas necesitaban algún tratamiento especial, como nutrientes adicionales o medicamentos, lo cual era muy raro, éste se administraba vía Trofé. En los lugares públicos, como parques, cines o escuelas, había percheros especiales en donde la gente podía colgar sus bolsas con tranquilidad, mientras se sentaba para descansar o miraba algún espectáculo. De verdad se podía llegar a creer que los humanos habían vivido de esa manera desde que aparecieron sobre la Tierra.

    El mundo de Marina estaba administrado por un grupo de personas llamadas Altos Responsables. Ellos, según sus habilidades y competencias, se encargaban de tomar las decisiones contundentes que afectaban a los seres humanos. Supervisaban las cosas relacionadas con la salud, la seguridad, la población, la protección, las construcciones, el presupuesto y, en las ocasiones que así lo requirieran, llegaban incluso a juzgar. Estaban enterados de todo lo que sucedía en la vida de la gente, aunque de manera discreta, e intervenían sólo cuando era extremadamente necesario. Había dos o tres de ellos en cada región y era raro que se reunieran todos para sesionar.

    La elección de los Altos Responsables no estaba determinada por la democracia, sino por la capacidad individual de cada aspirante. Para llegar a obtener uno de estos puestos, era necesario aprobar exámenes sumamente rigurosos, donde los candidatos demostraban su capacidad para resolver problemas y tomar decisiones. El puesto era de carácter vitalicio, aunque los seleccionados podían renunciar a él si consideraban que su edad ya no les permitía razonar de manera adecuada o cuando alguna decisión se viera comprometida con algún conflicto de intereses personales; también podrían simplemente dimitir si ellos, después de un autoanálisis, se consideraban poco aptos para el cargo sin importar la razón que fuera. A pesar de toda la responsabilidad que caía sobre ellos, no tenían ningún privilegio que los distinguiera de los demás ciudadanos del mundo. Se trataba de un trabajo realmente orientado al bienestar de la sociedad a la que representaban y sólo la gente con disposición de servicio era capaz de ocupar un puesto como Alto Responsable. Una vez que eran seleccionados, se les entregaba un distintivo que tenían que portar en las asambleas, el cual estaba compuesto por una pluma y un ojo de color dorado.

    Marina vivía en una de las ciudades más importantes del mundo; era una niña inquieta, hija de un científico brillante, el doctor Escamandro, experto en todos los asuntos relacionados con el agua, su extinción y las posibles soluciones. Marina era muy cercana a los saberes de su padre, ya que una buena parte de su investigación la realizaba en casa, adaptada parcialmente como laboratorio. La mayoría de la gente desconocía los estudios que se hacían para recuperar el agua, pues hablar de ello era algo muy deprimente; así que, aunque la historia del agua era parte fundamental de la educación de las personas, muchos deseaban olvidar pronto los asuntos que correspondían a su reintegración a la Tierra, para no hacerse de esperanzas vanas. No obstante, el agua, sea como sea, siempre ha logrado abrir su propio camino.

    En los últimos meses el doctor Escamandro había trabajado horas extras; a Marina no le parecía raro ni se lo reprochaba, pues reconocía la importancia de la labor de su padre y sabía que no le gustaban las distracciones. El doctor tenía un puñado de investigadores que lo seguían y lo ayudaban en todo lo necesario; además, sin falta le rendía informes a los Altos Responsables, quienes, sin embargo, desde el punto de vista del doctor, no siempre eran capaces de entender su trabajo y le imponían algunos límites innecesarios, lo que le traía cierta incomodidad, ya que no se sentía libre de trabajar en sus descubrimientos. Por fortuna para él, uno de entre todos sus asistentes, un joven de carácter amable

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