En el pasado, antes de que el humano se pareciera a como se ve hoy y la tecnología nos superara como especie, la sociedad se dividía las labores de acuerdo a sus habilidades físicas, los machos al ser biológicamente más aptos para soportar cargas físicas más demandantes, eran enviados a cazar y recolectar insumos para la manada, las hembras se encargaban de cuidar y criar a los nuevos integrantes, la sociedad dependía del balance entre insumos y generar más “mano de obra” (procrear), durante ese tiempo la evolución tuvo lugar de la mano con la selección natural, los machos desarrollaban habilidades para enfocarse mejor en una sola cosa y mejor coordinación mano-ojo, las hembras tenían más ancho de banda para percatarse de todo lo que sucedía a su alrededor y tener mejor control de las múltiples crías que eran responsabilidad de todas mantener vivas, ya que estas aseguraban la subsistencia de la manada, esto también llevaba un lado oscuro, todo aquel que no fuera apto, o no cumpliera con su función en la manada, era desechado, podemos pensar desde accidentes donde te rompías una pierna, ya estabas condenado a muerte al no poder seguir el paso, ya que los cazadores solo tenían una opción para regresar cargándote a ti o a la comida que alimentaria a los que esperaban en el campamento, desde eso hasta los bebes que tenían el infortunio de nacer con alguna malformación. Al inicio las responsabilidades eran básicas con un fin simple, asegurar la supervivencia.

La agricultura y el esquema sedentario fueron un parteaguas donde al momento de que la manada se pudo permitir estar en un lugar constante se pudo empezar a desarrollar y estructurar más tareas y desarrollar habilidades nuevas, como la arquitectura, cultura, ciencias naturales, oficios, diversificación de trabajo, y sobre todo las ciencias sociales. Las personas que no eran aptas para los roles “tradicionales” podrían encontrar su lugar en alguna de estas ramas, alguno que no pudiera caminar o correr al paso que los cazadores, podría dedicarse a estudiar el clima o las estrellas, las mujeres que eran infértiles podrían adentrarse en la agricultura o educación, todo esto era muy necesario ya que estas personas que decidían o tenían que dedicarse a estas ramas tuvieron tiempo para algo que nunca antes se había hecho “pensar”.

La sociedad avanzó, mucho, demasiado, y el tiempo de ocio se volvió cada vez más disponible, y cambios importantes han resultado de ello, pero, ¿son todos los cambios que estamos viendo actualmente buenos? O ¿Estamos en un punto ya donde los cambios sociales propuestos son innecesarios y exagerados? ¿Hay un balance al cual podremos aspirar para seguir avanzando como sociedad de manera estructurada y con cimentación solida? Si de esa cimentación que sobreviviría un cataclismo mundial que nos obligue a retroceder 3 pasos en nuestra evolucione tecnológica.

Que pasa cuando el avance social se convierte en agenda y se nos trata de ser impuesta de una forma tan inorgánica que resulta chocante y frágil, hasta el punto de involucrarse en industrias tan efímeras como el cine y las historietas, o “comics”, es difícil saber reaccionar a estos temas ya que la agresividad y radicalización de dichas agendas nos impide hasta ponerlas sobre la mesa para poder discutirlas.

Acompáñanos en esta segunda parte de la plática que tuvimos con Darma, donde tratamos este tema tan controversial y del porque concluimos que la estrategia imposición de estas agendas en la industria del cine y los comics parece no estar funcionando en la época de más popularidad de las nuevas ideologías sociales, y de cómo todo acaba por ser juzgado en el “Salón de la Liga de La Justicia Social”

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