El conocimiento y la gestión de las emociones del paciente, del cuidador familiar y del operador
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Este libro es un verdadero manual que ayuda al médico, al cuidador familiar y a la persona enferma a comprender su propia dinámica emocional y la de los demás y a saber cómo manejarla.
El libro contiene cinco capítulos:
El primer capítulo trata del conocimiento de los aspectos emocionales para aprender a comprender las emociones de la otra persona y reconocer las propias, a partir de la profundización de las partes fisiológicas y psicológicas (de la experiencia interior consciente e inconsciente, del proceso cognitivo y la modificación del comportamiento) de las emociones.
El segundo capítulo trata de la comprensión de los estados emocionales, centrándose en cuándo uno se enfada, cuándo experimenta alegría y por qué se avergüenza y para qué sirve una emoción cuando se experimenta como incómoda.
En el tercer capítulo se analizan las emociones especificando las experiencias del paciente, del cuidador familiar y del médico, prestando siempre atención a las reacciones fisiológicas y psicológicas.
En el cuarto capítulo se evalúan las emociones desagradables, incluidas las etapas del dolor, con propuestas prácticas para manejarlas a nivel psico-relacional y psico-corporal.
El quinto y último capítulo contiene una serie de ejercicios psico-corporales y arteterapia para la liberación emocional y el reequilibrio.
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El conocimiento y la gestión de las emociones del paciente, del cuidador familiar y del operador - Laura Pedrinelli Carrara
El conocimiento y la gestión de las emociones del paciente, del cuidador familiar y del operador
Laura Pedrinelli Carrara
Traductor
Erick Carballo
Tabla de contenidos
1. El conocimiento de los aspectos emocionales
1.1 Aprender a entender las emociones de los demás y a reconocer las nuestras
1.2 La influencia de los estados emocionales:
- La reacción fisiológica
- La reacción psicológica (experiencia interior, proceso cognitivo, modificación del comportamiento)
2. La comprensión de los estados emocionales
2.1 La ira y la agresividad
2.2 El miedo
2.3 La alegría
2.4 La ansiedad
2.5 La vergüenza
2.6 La tristeza
2.7 El dolor psíquico y la etapa del dolor
3. La comprensión de los estados emocionales del paciente, del cuidador familiar y del operador
3.1 La ira y la agresividad
3.2 El miedo
3.3 La alegría
3.4 La ansiedad
3.5 La vergüenza
3.6 La tristeza
3.7 El dolor psíquico y la etapa del dolor
4. La gestión de las emociones negativas del paciente, del cuidador familiar y del operador
4.1 La ira y agresividad
4.2 El miedo
4.3 La ansiedad
4.4 La vergüenza
4.5 La tristeza
4.6 El dolor psíquico y la etapa del dolor
5. Ejercicios para manejar las emociones negativas
5.1 Ejercicios para aliviar inmediatamente la tensión emocional
5.2 Ejercicios para reequilibrar el estado emocional
Bibliografía
EL CONOCIMIENTO DE LOS ASPECTOS EMOCIONALES
––––––––
Para la psicología, las emociones son estados afectivos agudos que se manifiestan como una experiencia compleja, es decir, a través de variaciones tanto psicológicas como fisiológicas de las que surgen experiencias como la alegría, la sorpresa, el dolor psíquico, la ira, la ansiedad, la tristeza, la vergüenza y el miedo.
Cuando experimentamos una emoción, nuestro cerebro se activa y desencadena una reacción psicológica y fisiológica específica que sirve para descargar la energía generada. Por ejemplo, la preocupación por un ser querido nos puede hacer que lo llamemos por teléfono para comprobar que no le ha ocurrido nada desagradable, aliviando así la tensión producida por la espera y la ansiedad.
En efecto, los estados afectivos tienen una importante influencia en el pensamiento, el comportamiento, las experiencias psicológicas y nuestra fisiología. Por esta razón, el miedo puede hacer que nuestro corazón lata más rápido y estimularnos a huir, o puede paralizar tanto el pensamiento como el cuerpo.
Lo que se expresa nos hace comprender cómo las reacciones emocionales representan una demostración efectiva de la estrecha interacción entre los estados psicológicos y la función fisiológica. Entender estas interacciones nos ayuda a manejar mejor nuestras propias emociones y las de los demás.
1.1 Aprender a entender las emociones de los demás y a reconocer las nuestras
Las emociones que siento, pero que no reconozco expresar, influyen en gran medida en mi actitud y, por lo tanto, la respuesta a la reacción emocional del otro.
Si, como operador no me doy cuenta de que estoy enfadado, o de que estoy demasiado implicado emocionalmente en una situación, difícilmente podré manejar esas emociones.
En este punto, también será difícil comprender plenamente las del paciente o el cuidador familiar, así que ¿cómo puedo relacionarme con ellos de la manera más adecuada?
Lo mismo ocurre con el paciente que se encuentra en una situación difícil, cuya calidad y magnitud de las emociones experimentadas influirán muy probablemente en la interacción con su familia y sus operadores.
También el cuidador familiar, el pariente que cuida predominantemente de la persona gravemente enferma, siente las intensas y heterogéneas emociones que puede verter involuntariamente en su ser querido y en el operador con el que tiene que relacionarse.
Dado que las emociones influyen en las actitudes y los comportamientos, es importante conocerlas bien, cuanto más las conozcamos, más podremos comprenderlas y manejarlas.
1.2 La influencia de los estados emocionales
Las sensaciones y emociones que sentimos con el paciente afectan nuestra relación con él. Si un paciente nos transmite tristeza, probablemente reaccionemos estimulándolo positivamente a elevar su estado de ánimo o limitemos las interacciones tanto como sea posible, si esa tristeza es para nosotros un peso excesivo que podamos soportar.
Esto, por supuesto, es sólo un ejemplo de las posibles repercusiones emocionales que nos afectan en la relación con la persona que está enferma o a la que tenemos que cuidar.
Pero, ¿cuáles son las dinámicas detrás de las emociones?
A partir de la segunda mitad del siglo XIX muchos estudiosos comenzaron a interesarse más en la conexión entre la reacción fisiológica y el pensamiento. Intentaron comprender si son las alteraciones físicas como un latido acelerado del corazón las que nos hacen comprender que tenemos miedo, o si nos damos cuenta de que delante de nosotros hay un malintencionado que nos hace reaccionar a nivel fisiológico. Además, otro dilema, si las emociones que sentimos son universales o no.
Por consiguiente, el estudio de las emociones incluye numerosos estudios que a lo largo de los años han proporcionado explicaciones a menudo contradictorias. Para algunos estudiosos (la teoría periférica de James y Lange 1884) la experiencia emocional proviene de la transformación fisiológica, de modo que tengo miedo porque me doy cuenta de que estoy temblando y no al revés. Cannon (1927) y Bard (1929) refutaron esta teoría afirmando que es la percepción del estímulo lo que produce los cambios somáticos y de comportamiento a través de la activación del hipotálamo. Por lo tanto, para estos estudiosos, cuando percibimos el estímulo como peligroso, la información es mediada a nivel de las estructuras cerebrales (hipotálamo) que desencadenan reacciones fisiológicas y cambios de comportamiento.
La teoría de Cannon Bard fue corroborada por los estudios sobre el cerebro llevados a cabo por Papez (1937 El circuito de Papez) y más tarde por Mc Lean (1949 El sistema libio de Mc Lean); las investigaciones indicaron áreas cerebrales específicas que para los autores activaban y controlaban los procesos emocionales.
Posteriormente, desde los años ‘50, los estudios realizados por psicólogos cognitivistas demostraron que la experiencia emocional está directamente influida por la forma en que cada persona procesa mentalmente lo que está viviendo. Así que para sentir una emoción, primero hay que interpretarla mentalmente. Lazarus (1982) explicó que la interpretación puede ser la causa de la emoción porque cada persona realiza una evaluación cognitiva muy rápida basada en una información mínima.
A diferencia de Lazarus, el académico Zajonc (1984) sostiene que puede haber independencia entre las sensaciones subjetivas y las evaluaciones cognitivas, ya que las sensaciones pueden revelarse antes, después o simultáneamente con los procesos cognitivos. Se refirió a un experimento de Wilson (1979) que demostró que las emociones pueden ocurrir incluso en ausencia del proceso cognitivo.
Por lo que se refiere a la universalidad de las emociones, Ekman, estudios realizados principalmente entre los años 70 y 90, afirma que las emociones son innatas e importantes para la supervivencia del individuo. Basándose en una investigación sobre las expresiones faciales, el investigador americano afirma que las emociones que él llama primarias o básicas (alegría, ira, tristeza, sorpresa, miedo, repulsión, desprecio) son experimentadas y manifestadas de la misma manera por todas las diferentes culturas. Lo que crea distinciones en las experiencias emocionales se da por las reglas sociales que influyen en el modo de expresión y, por tanto, en la forma de manejar la emoción, pero no la expresión en sí misma. Por ejemplo, en nuestra cultura manifestar ira se juzga como un acto de grosería, pero la cara de la ira, si se le permite expresarla, es la misma para todos. Mientras que las emociones que llamó secundarias (alegría, envidia, ansiedad, resignación, vergüenza, celos, esperanza, perdón, ofensa, nostalgia, remordimiento, decepción) surgen de la combinación de las primarias y la influencia social.
Estudios posteriores han cuestionado la universalidad de las emociones y el método por el cual la investigación de Ekman las encontró. Anolli (2002) afirma que existe una interdependencia entre las reacciones fisiológicas y las influencias culturales en la manifestación de las emociones.
En conclusión, de la síntesis de los diversos estudios que han evaluado cómo y por qué nos emocionamos, podemos deducir que, dado que las experiencias emocionales son altamente subjetivas y contextuales (por ejemplo, en algunos casos tenemos miedo sólo si estamos solos) cada teoría podría tener su propia parte de verdad.
Lo que sigue siendo más compartido es que las emociones incluyen dos sistemas de reacción diferentes que son:
- La reacción fisiológica
- La reacción psicológica que incluye a su vez:
o Proceso cognitivo
o Modificación del comportamiento
o Experiencia interior
LA REACCIÓN FISIOLÓGICA
––––––––
La reacción fisiológica se refiere a los cambios que ocurren a nivel corporal, visceral, neurológico, hormonal, de los órganos, etc. Luego todas esas alteraciones físicas de la persona como la respiración que se hace más fatigosa, la cara que palidece, los problemas de digestión, las manos frías, sólo por dar algunos ejemplos.
La mayoría de las reacciones fisiológicas son percibidas por el sujeto y difieren entre las personas por los niveles de intensidad y por la forma en que más se manifiestan.
Por ejemplo, si tengo miedo de que el perro se acerque, dependiendo de la intensidad de mi miedo, puedo tener el ritmo cardiaco acelerado, los ojos cerrados, pérdida de control de los esfínteres, etc., cuanto mayor sea mi miedo, mayores serán los síntomas. Precisamente porque la reacción fisiológica es subjetiva, algunas personas están