Un año para toda la vida salud emocional
Pero, ¿y el cachorro?
¿Y el bebé? ¿Cómo se siente el bebé? ¿Qué nos dice con sus balbuceos y con sus movimientos todavía torpes? ¿Cómo nos relacionamos con él? Padres, abuelos, hermanos, toda la familia se revoluciona con un cachorro en casa. Dice la Dra. Michelena, «Nunca más, en ninguna otra etapa, aprenderemos tantas cosas como durante el primer año de vida: llorar, comer, reír, esperar, jugar, despedirse, hablar, andar» y también a gestionar el estrés, la frustración, a reconocer al otro, a empezar a ser uno mismo. Solemos ver al bebé como tremendamente incapaz y dependiente y, sin lugar a dudas, en muchos aspectos lo es. Y decimos, claro, los seres humanos nacemos tontos, todos los otros mamíferos andan a las pocas horas de nacer, y en pocos días ya tienen un montón de capacidades que con un mínimo de protección les permitirán llegar al año de vida siendo casi un adulto.
Pero podemos verlo también de otra manera. Para el ser humano, nacer tan dependiente era la única manera de empezaron a andar sobre dos piernas y esto hizo que la pelvis y, por tanto, el canal del parto, se estrechara mucho (por tanto solo sobrevivían los bebés prematuros, que requerían numeroos cuidados durante años). Aún y así, la especie humana está aquí. Podemos preguntarnos por qué, afortunadamente, hay una respuesta que nos brindanpaleontólogos y primatólogos.
Estás leyendo una previsualización, suscríbete para leer más.
Comienza tus 30 días gratuitos