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No Me Llamen Chip
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Libro electrónico99 páginas1 hora

No Me Llamen Chip

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Información de este libro electrónico

No se metan con Timothy.

Él podrá parecer la ordinaria ardilla listada que ama semillas, tomar el sol y disfrutar de una vida tranquila en los suburbios. Pero luego de que nuevos vecinos se mudan y causan estragos, tendrán que enfrentarse cara a cara con su ingenio e inventiva.

El colmo es que los nuevos vecinos le siguen llamando Chip. Convenciendo toda clase de roedores y otros pequeños seres del bosque para que trabajen juntos, Timothy lanza un ataque contra sus vecinos invasores.

Basado en un personaje real, este libro es una lectura limpia y divertidad de leer para jóvenes de octavo grado y mayores.

Elogios de lectores:

★★★★★ - "Siendo un amante de todos los animales, he disfrutado esta historia bien escrita. Es una maravillosa lectura para jóvenes y adultos por igual".

★★★★★ - "Te hace más consciente de la vida silvestre y cómo destruimos su tierra. Un deleite de libro". 

★★★★★ - "Una gran lectura para jóvenes y los jóvenes de corazón".

IdiomaEspañol
EditorialNext Chapter
Fecha de lanzamiento14 jun 2020
ISBN9781071551981
No Me Llamen Chip

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    No Me Llamen Chip - Neil O'Donnell

    Dedicación

    ––––––––

    ¡A mi asombrosa esposa, Lenora! Tú nos encontraste este paraíso absoluto en el cual vivimos. Entre nuestro tiempo juntos y nuestros continuos encuentros con Lo Salvaje, esto en verdad es hogar.

    ––––––––

    C:\Users\Optimus\AppData\Local\Microsoft\Windows\INetCache\Content.Word\chip.jpg

    Chip Hoover O’Donnell

    ––––––––

    En Memoria de Michael Patrick Horrigan

    Capítulo 1

    El aroma de madera quemando es algo que no olvidas, nunca. Es un aroma que quema a través de tus fosas nasales y que instantáneamente envía escalofríos a través de tu cuerpo, desde tu hocico hasta la punta de tu cola. No importa si estás completamente despierto o en modo de profunda hibernación tampoco, como yo lo estaba cuando me desperté de golpe y reboté en mis patas en busca de peligro. Ah, la vida de un roedor.

    Un poco incoherente luego de despertar de hibernación, me tropecé al patear tierra y semillas, mientras traté de sentir la dirección de la cual el aroma de la madera quemada se originaba. Mis bigotes temblando hacia una dirección y otra, luché para determinar el tipo exacto de madera que se quemaba. La cubierta debajo de la cual vivía había sido construida de ese pino oloroso que los humanos no suelen pintar o teñir; maldita sea, esa cosa sabe amarga y huele todavía peor cuando quemada. La casa arriba,  por su parte, era una mezcla de pino regular y álamo cubiertos con tablas de cata de tiza y pintura. El aroma definitivamente contenía rastros de álamo y pintura; ¡venía de la nueva adición!

    Eso significaba que mi puerta trasera estaba cerca del peligro, así que corrí por el túnel que conducía cerca del porche delantero. A lo largo del camino, escuché esos bocinazos, aquellos en esos enormes camiones rojos que corrían salvajemente calles arriba y abajo, haciendo a los humanos dispersarse y gritar en alarma. Para el momento en que arribé a mi puerta frontal, pude ver las luces rojas en la cima de uno de los camiones más grandes estacionados en la entrada de los coches. La gente que vivía en la estructura arriba de mí estaban abrazándose entre sí, envueltos en mantas y hablando con un gran humano usando aquellos extraños sombreros y escudos faciales. Esparcidos por delante de mí, había también una gran cantidad de humanos vestidos de manera similar, corriendo con mangueras. ¡Estos locos corrían hacia la casa y hacia el fuego! ¡Los humanos están locos!

    Una explosión del área de la nueva adición me sacudió al suelo, como lo hizo con los humanos más cercanos a mí. Mi puerta principal era un espacio entre la base de la casa y el porche, justo encima de los escalones de cemento que usaban los humanos de la casa. En otras palabras, para salir, necesitaba correr expuesto entre los pies de los humanos corriendo. Esa explosión, sin embargo, reforzó mi pata. Corrí entre los pies humanos que golpeaban los escalones, la hierba cubierta de nieve y el camino de cemento con paletas que conducía al camino de entrada donde se reunían los humanos de la casa. Salté sobre los escalones los escalones y corría por el camino, cuando fui visto.

    ¡Ahí está Chip, mami! gritó la niña más pequeña de la familia. ¡Apuesto a que él comenzó el fuego! Primero, odiaba que me llamasen ‘Chip’; ¡siempre lo he hecho! Sin embargo, cada humano que he encontrado a lo largo de mis meses de vida siempre me llamaba ‘Chip’. Segundo, esa niña siempre me perseguía por el patio, especialmente cuando me pillaba recolectando semillas en el suelo debajo del comedero para pájaros de la familia. ¡En más de una ocasión incluso le dijo a su madre que yo derribé una planta o vaso cuando era la pequeña niña quien era culpable del crimen! Bueno, yo ciertamente no estaba tomando la culpa por un incendio. Salté a la nieve de tres pulgadas de profundidad que cubría el pasto y me abrí camino hacia la cerca de alambre del vecino, corriendo a lo largo de los cimientos de su casa hasta que estuve lejos de la casa en llamas y mis almacenes de comida que debían durar hasta el final del invierno. A juzgar por la nieve en el suelo y los intensos copos que comenzaban a caer del cielo, el invierno estaba lejos de terminar.

    ***

    Logré atravesar la fría nieve, saltando a través de la nieve cuando era posible, hasta cuando encontré un arbusto de hojas perenne tres casas camino debajo de la que ahora está completamente en llamas. Escalando a través de la red de ramas espinosas al interior, trepé hasta que encontré un lugar que proveyese alguna protección del viento, mientras al mismo tiempo también me permitiera buscar por refugios potenciales, aunque sólo fuera por la noche. Este vecindario era un poco frustrante, sin embargo. Todas las casas parecían meras copias una de otra con el revestimiento de vinilo en la casa y garajes conectados, lo que dejaba las cosas bien selladas. Mi padre dijo que todo esto era nuevo, un desarrollo que erradicó un denso bosque donde ciervos, zorros, pavos y conejos alguna vez florecieron. Ahora, salvo por los diversos colores del revestimiento de las casas, todo parecía un sinfín de copias... con sellos herméticos. Bueno, nosotras las ardillas no vemos en color. Vemos más en la forma de oscuridad versus luz, sombra versus brillo.

    Sin embargo, fui más bien afortunado esa noche. Sabía que las pocas cubiertas que se instalarían en el área albergaban ya familias de ardillas. Al morir mis padres cerca del final de verano, estaba solo en las maravillosas cavernas que Madre y Padre minuciosamente habían cavado. Sabía que no sería bienvenido en ninguna otra guarida de ardillas. Acepté eso mientras almacenábamos semillas para mantenernos a nosotros mismos y a nuestras familias durante los meses de invierno, y una boca extra que alimentar haría las cosas difíciles. Necesitaría encontrar un hogar más allá de este desarrollo, un lugar que proporcionase semillas de árboles o comederos de pájaros. Por esa noche, no obstante, sólo necesitaba refugio de la tormenta que se avecinaba, y la Tierra lo proporcionó. Uno de los vecinos había dejado su sillón en su jardín delantero, uno el cual estaba desgarrado en múltiples lugares a lo largo de su superficie. Salté hacia él (sí, las ardillas pueden saltar) y fácilmente encontré un camino hacia el relleno interno de uno de los cojines.

    Hice una rápida revisión del olor de la abertura del cojín antes de saltar. Soy joven... no estúpido. Todo lo que olía era pelo húmedo de topo y una mezcla variada de fragancias alimenticias. Definidamente no había indicios de serpientes, gracias al cielo. Odio a las serpientes; criaturas desagradables que huelen obsceno y que sólo traen muerte a los roedores. Al interior encontré un topillo y un topo, acurrucados uno cerca del otro, cada uno temblando como yo. Recuerdo haber tomado un momento para olfatear, un intento de encontrar comida

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