Descubre millones de libros electrónicos, audiolibros y mucho más con una prueba gratuita

Solo $11.99/mes después de la prueba. Puedes cancelar en cualquier momento.

Aprenda Farmacología En Una Semana
Aprenda Farmacología En Una Semana
Aprenda Farmacología En Una Semana
Libro electrónico468 páginas16 horas

Aprenda Farmacología En Una Semana

Calificación: 2 de 5 estrellas

2/5

()

Leer la vista previa

Información de este libro electrónico

Descubra el método más eficaz y rápido para aprender toda la extensa materia de FARMACOLOGÍA. Únase al grupo formado por miles de estudiantes y profesionales que ya han alcanzado su objetivo en tan solo una semana con la simple lectura de este completo e imprescindible trabajo.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento25 abr 2020
Aprenda Farmacología En Una Semana
Autor

Carlos Herrero Carcedo

Autor de dos Libros con tapa: Manual Básico de Farmacología y 200 Ideas para Mejorar la Rentabilidad de tu Farmacia, una publicación en la revista Alimentación, Equipos y Tecnología: La histamina en las distintas etapas de fabricación de conservas de atún y seis Ebooks: Disruptores Endocrinos, La Salud no es un Negocio, Obesidad Infantil. Rista. Respuesta Insuficientemente Adecuada, Vivir sin Cáncer, Ser Mayor sin Edad y Predisposición a Ser Homosexual.Posee tres licenciaturas (Farmacia, Ciencias Químicas, Ciencia y Tecnología de los Alimentos) y experiencia en los departamentos de Calidad, Producción y Ventas.

Relacionado con Aprenda Farmacología En Una Semana

Libros electrónicos relacionados

Medicina para usted

Ver más

Artículos relacionados

Comentarios para Aprenda Farmacología En Una Semana

Calificación: 2 de 5 estrellas
2/5

1 clasificación0 comentarios

¿Qué te pareció?

Toca para calificar

Los comentarios deben tener al menos 10 palabras

    Vista previa del libro

    Aprenda Farmacología En Una Semana - Carlos Herrero Carcedo

    1. Sistema Nervioso Autónomo.

    El sistema nervioso periférico posee los siguientes elementos: sistema nervioso autónomo, nervios eferentes somáticos que inervan el músculo esquelético y nervios aferentes somáticos y viscerales.

    El sistema nervioso autónomo regula infinidad de funciones viscerales sin el control de la consciencia: metabolismo energético, contracción y relajación del músculo liso vascular y visceral, latido cardíaco, secreciones, etc.

    La actividad del sistema nervioso autónomo es transmitida a través de los nervios periféricos autónomos, aunque su control e integración se realiza en los centros nerviosos del sistema nervioso central.

    El sistema nervioso autónomo está constituido morfológicamente por el sistema nervioso simpático, el sistema nervioso parasimpático y el sistema nervioso entérico.

    De los centros nerviosos del sistema nervioso simpático salen eferencias simpáticas o fibras preganglionares hacia los ganglios simpáticos prevertebrales y paravertebrales, desde donde parten las fibras posganglionares de largo recorrido para inervar los órganos diana y tejidos.

    De los centros nerviosos del sistema nervioso parasimpático parten las largas fibras eferentes preganglionares hacia los ganglios parasimpáticos, los cuales suelen localizarse cerca o dentro del órgano efector inervado por fibras posganglionares.

    El sistema nervioso simpático y el sistema nervioso parasimpático cuentan también con fibras aferentes que transmiten el estímulo doloroso de los diferentes órganos.

    La principal diferencia entre las vías eferentes autónomas y las vías eferentes somáticas consiste en que las vías eferentes autónomas poseen dos neuronas en serie y las vías eferentes somáticas únicamente una motoneurona que conecta el sistema nervioso central con la fibra muscular esquelética.

    Todas las fibras motoras que salen del sistema nervioso central, es decir, todas las fibras preganglionares simpáticas y parasimpáticas liberan el neurotransmisor acetilcolina, el cual lleva a cabo la transmisión por interacción con los receptores colinérgicos nicotínicos.

    Todas las fibras posganglionares parasimpáticas, y algunas fibras posganglionares simpáticas, liberan el neurotransmisor acetilcolina, el cual realiza la transmisión, esta vez, por interacción con receptores colinérgicos muscarínicos.

    La mayoría de las fibras posganglionares simpáticas liberan noradrenalina que actúa sobre receptores adrenérgicos α o β. La excepción son las glándulas sudoríparas, donde la acetilcolina actúa sobre los receptores colinérgicos muscarínicos.

    Los sistemas nerviosos simpático y parasimpático, normalmente, ejercen efectos opuestos en el control de la frecuencia cardíaca, en el músculo liso gastrointestinal, etc., pero no en otras situaciones como la secreción de las glándulas salivales.

    La actividad simpática se ve incrementada en casos extremos de estrés (lucha, huida, etc.), aumentando la frecuencia y contractilidad cardíaca, mientras que la actividad parasimpática predomina durante el reposo. Ambas ejercen un control fisiológico continuo de órganos y procesos metabólicos en condiciones habituales.

    En la transmisión nerviosa se liberan varios neurotransmisores (cotransmisión) y la respuesta será el resultado de las diversas interacciones de los cotransmisores involucrados con sus correspondientes receptores.

    La base de la respuesta efectora se encuentra en la interacción con los receptores postsinápticos, aunque también tiene importancia la interacción con los receptores presinápticos, la cual puede provocar una modulación positiva o negativa sobre la actividad de la neurona.

    Algunos neurotransmisores realizan una función moduladora o reguladora de la transmisión, ya que actúan sobre la liberación de otros cotransmisores.

    Los neurotransmisores actúan directamente y, además, pueden regular la liberación presináptica del transmisor y la excitabilidad neuronal (ambas acciones son ejemplos de neuromodulación donde el mediador químico aumenta o reduce la eficacia de la transmisión sináptica sin participar de manera directa como transmisor).

    Los cotransmisores más destacados son el óxido nítrico y el péptido intestinal vasoactivo (parasimpáticos), así como el ATP y el neuropéptido Y (simpáticos). Además, existen muchas otras sustancias: prostaglandinas, adenosina, dopamina, GABA, 5-hidroxitriptamina, péptidos opioides, endocannabinoides, etc.

    Los efectos opuestos de los sistemas simpático y parasimpático no sólo se deben a los efectos contrarios de los dos neurotransmisores, sino también a la inhibición de la liberación de acetilcolina ejercida por la noradrenalina sobre las terminaciones parasimpáticas o a la inhibición de la liberación de noradrenalina por la acetilcolina.

    Existen medicamentos que actúan selectivamente como agonistas o antagonistas sobre los receptores presinápticos y los receptores postsinápticos del sistema noradrenérgico y del sistema colinérgico.

    El fármaco antagonista de uno de los dos sistemas, adrenérgico (simpático) o colinérgico (parasimpático), favorecerá la expresión del otro en el órgano que reciba la inervación de los dos sistemas nerviosos autónomos con acciones contrapuestas.

    Las terminaciones colinérgicas y noradrenérgicas responden a la acetilcolina y a la noradrenalina, así como a otras sustancias liberadas a modo de cotransmisores, sintetizadas y almacenadas en las neuronas del sistema nervioso autónomo que se hallan localizadas en el sistema nervioso central y en los ganglios.

    Si se libera más de un neurotransmisor o neuromodulador conjuntamente, cada uno de los cuales interactúa con receptores específicos, el efecto obtenido es resultado de las acciones de cada uno de ellos sobre su receptor presináptico o postsináptico.

    Los impulsos adrenérgicos (efecto simpático) en el nodo sinusal del corazón provocan aumento de la frecuencia cardíaca (receptor β1).

    Los impulsos colinérgicos (efecto parasimpático) en el nodo sinusal del corazón disminuyen la frecuencia cardíaca.

    Los impulsos adrenérgicos (efecto simpático) en la aurícula del corazón aumentan la contractilidad cardíaca (receptor β1), mientras que los impulsos colinérgicos (efecto parasimpático) reducen la contractilidad cardíaca.

    Los impulsos adrenérgicos (efecto simpático) en el nodo auriculoventricular del corazón provocan aumento de la automaticidad y de la velocidad de conducción (receptor β1), mientras que los impulsos colinérgicos (efecto parasimpático) disminuyen la velocidad de conducción e inducen el bloqueo auriculoventricular.

    En las arteriolas y venas, los impulsos adrenérgicos (efecto simpático) provocan constricción (receptores α1, α2) y dilatación (receptor β2), mientras que los impulsos colinérgicos (efecto parasimpático) presentan escaso efecto, a excepción de la dilatación en glándulas salivales y tejido eréctil.

    En el pulmón, los impulsos adrenérgicos (efecto simpático) inducen broncodilatación por relajación del músculo traqueobronquial (receptor β2), mientras que los impulsos colinérgicos (efecto parasimpático) provocan broncoconstricción y mayor secreción.

    En el tubo digestivo, los impulsos adrenérgicos disminuyen la motilidad intestinal e inducen contracción de los esfínteres, mientras que los impulsos colinérgicos aumentan la motilidad intestinal, relajan los esfínteres y estimulan la secreción.

    En la vejiga, los impulsos adrenérgicos inducen contracción del esfínter o retención urinaria (receptor α1) y relajación del detrusor (receptor β2), mientras que los impulsos colinérgicos provocan intensa contracción del detrusor y relajación del esfínter.

    En los órganos sexuales masculinos, los impulsos adrenérgicos (efecto simpático) se encuentran involucrados en la eyaculación (receptor α1) y los impulsos colinérgicos (efecto parasimpático) en la erección.

    En el útero, los impulsos adrenérgicos (efecto simpático) provocan relajación intensa (receptor β2) o contracción (receptor α1).

    En el ojo, los impulsos adrenérgicos (efecto simpático) provocan contracción del músculo radial del iris (midriasis o dilatación de la pupila) y los impulsos colinérgicos (efecto parasimpático) generan contracción del músculo liso del esfínter del iris (miosis o disminución del tamaño de la pupila).

    En las glándulas salivales y lagrimales, los impulsos adrenérgicos (efecto simpático) provocan secreción (receptor α1) y los impulsos colinérgicos (efecto parasimpático) una secreción mucho más intensa.

    2. Transmisión Colinérgica.

    La neurotransmisión colinérgica efectuada por la acetilcolina en el sistema nervioso vegetativo comprende las sinapsis de todas las fibras preganglionares simpáticas y parasimpáticas (la acetilcolina actúa sobre receptores colinérgicos nicotínicos), la unión neuroefectora de todas las fibras posganglionares parasimpáticas (la acetilcolina actúa sobre receptores colinérgicos muscarínicos) y la transmisión llevada a cabo por algunas fibras posganglionares simpáticas (la acetilcolina también actúa sobre receptores colinérgicos muscarínicos).

    Las acciones muscarínicas de la acetilcolina son debidas a su liberación en las terminaciones parasimpáticas posganglionares, excepto en los vasos sanguíneos y en las glándulas sudoríparas.

    La acetilcolina reduce la presión arterial, de forma indirecta, mediante el establecimiento de una vasodilatación generalizada, a pesar de que la mayor parte de los vasos sanguíneos carecen de inervación parasimpática, debido a que actúa sobre las células del endotelio vascular liberando óxido nítrico, el cual es el responsable de la relajación del músculo liso vascular.

    La acetilcolina estimula la secreción de las glándulas sudoríparas inervadas por fibras colinérgicas simpáticas.

    La efectividad de la neurotransmisión requiere que el neurotransmisor sea retirado con rapidez del espacio sináptico, lo cual se consigue gracias a las enzimas colinesterásicas.

    La acetilcolina liberada en la hendidura sináptica puede ser hidrolizada rápidamente por la acetilcolinesterasa en el espacio intersináptico o bien salir fuera de la hendidura sináptica y ser hidrolizada por la butirilcolinesterasa o bien ejercer su acción al interaccionar con sus receptores colinérgicos en los diferentes órganos.

    Existen dos tipos de receptores colinérgicos: los receptores nicotínicos (forman parte de un canal iónico cuya apertura controlan) y los receptores muscarínicos (asociados a proteínas G).

    Existen tres subtipos de receptores nicotínicos: el muscular (se encuentran en la membrana de la placa motora), el neuronal periférico (presentes en la membrana de las células ganglionares simpáticas y parasimpáticas) y el neuronal central (en diversas zonas del sistema nervioso central).

    Existen cinco subtipos de receptores muscarínicos: M1 (se encuentran en las neuronas ganglionares), M2 (presentes en el corazón), M3 (en células secretoras, células del músculo liso y células del endotelio vascular), M4 (se hallan en neuronas ganglionares, vasos deferentes y útero), M5 (en el cerebro).

    La nicotina imita las respuestas que provoca la excitación de las fibras preganglionares simpáticas y parasimpáticas, mientras que la muscarina imita las respuestas inducidas por la excitación de las fibras posganglionares parasimpáticas, por lo que a los receptores responsables de las respuestas del primer tipo se les llamó nicotínicos y a los receptores que generaban las del segundo tipo muscarínicos.

    Los efectos muscarínicos que produce la acetilcolina (disminución de la velocidad de conducción.) son anulados tras la administración de una pequeña dosis de atropina (antagonista muscarínico). Una dosis superior de acetilcolina, todavía bajo la influencia de la atropina, induciría un aumento de la presión arterial por estimulación de los ganglios simpáticos (vasoconstricción) seguido de un incremento secundario por la liberación de adrenalina en la glándula suprarrenal (efectos nicotínicos muy similares a los producidos por la nicotina).

    Los agonistas muscarínicos (parasimpaticomiméticos) o agonistas colinérgicos de acción muscarínica directa son: ésteres de la colina (acetilcolina, metacolina, carbacol y betanecol), alcaloides naturales (muscarina, pilocarpina y arecolina) y de síntesis (oxotremorina y xanomelina).

    En el sistema cardiovascular, la acetilcolina reduce la frecuencia cardíaca y la velocidad de conducción, disminuye la fuerza de contracción cardíaca (auricular), reduce el gasto cardíaco y provoca un descenso notable de la presión arterial, así como dilatación arteriolar (efecto mediado por el óxido nítrico).

    Metacolina, carbacol, betanecol y pilocarpina producen aumento de la actividad secretora y peristáltica del tubo digestivo y relajación de esfínteres (aparecen heces diarreicas y dolores cólicos).

    Carbacol y betanecol favorecen la micción, contrayendo selectivamente el detrusor y relajando el esfínter de la vejiga urinaria.

    Los agonistas muscarínicos (parasimpaticomiméticos) inducen una acusada broncoconstricción, un incremento de la secreción en la tráquea y los bronquios, y una reducción de la presión intraocular, ya que contraen el músculo liso del esfínter del iris (miosis o disminución del tamaño de la pupila) y el músculo ciliar.

    Pilocarpina (principalmente), arecolina y muscarina provocan una profusa sudoración, una importante salivación y un exceso de lagrimación.

    El cloruro de betanecol se utiliza en la retención urinaria (incluida la que sigue a cirugía), en la retención gástrica y en la distensión abdominal postoperatoria.

    El clorhidrato de pilocarpina se emplea en el tratamiento de la xerostomía (sequedad de boca), advirtiendo de una posible disminución de la agudeza visual, y en el glaucoma crónico y agudo.

    Los antagonistas colinérgicos muscarínicos (parasimpaticolíticos) son: atropina, hioscina (escopolamina), homatropina, benzotropina, metescopolamina, butilescopolamina, ipratropio, tiotropio, trospio, otilonio, pinaverio, tropicamida, dicicloverina, tolterodina, trimebutina, pirenzepina, telenzepina, tripitamina, darifenacina y solifenacina.

    Los antagonistas colinérgicos muscarínicos (parasimpaticolíticos) inhiben las glándulas salivales, lacrimales, bronquiales y sudoríparas (provocan una intensa sequedad de boca) y provocan dilatación pupilar o midriasis (dejan de responder a la luz) y paralización de la acomodación o cicloplejía debido a la relajación del músculo ciliar, dificultando la visión cercana.

    Dosis altas de atropina reducen la motilidad gastrointestinal de forma incompleta (fármacos selectivos M3 en desarrollo), mientras que la pirenzepina inhibe la secreción gástrica sin afectar a otros sistemas (selectividad M1).

    Los antagonistas colinérgicos muscarínicos (parasimpaticolíticos) relajan la musculatura bronquial y reducen la secreción de las glándulas mucosas nasal, faringolaríngea, traqueal y bronquial. De esta forma, evitan la broncoconstricción refleja (anestesia), pero no la inducida por mediadores locales (asma).

    Dosis elevadas de atropina producen excitación sobre el sistema nervioso central (nerviosismo, irritabilidad, desorientación, alucinaciones y delirio) y, en caso de intoxicación, los efectos son revertidos con fisostigmina (anticolinesterásico que anula el bloqueo de los receptores colinérgicos muscarínicos de la acetilcolina).

    La hioscina (escopolamina) a dosis terapéuticas produce sedación notable y se emplea como anticinetósico y antiemético, ya que bloquea la transmisión colinérgica en los núcleos vestibulares.

    Los antagonistas colinérgicos muscarínicos (parasimpaticolíticos) afectan al sistema extrapiramidal y reducen los efectos secundarios de muchos antipsicóticos, por lo que se aplican en la terapéutica antiparkinsoniana.

    La oxibutinina (parches transdérmicos de liberación sostenida para evitar reacciones secundarias) y la tolterodina (menos efectos secundarios) se emplean en el tratamiento de la vejiga hiperactiva, así como el trospio y los antagonistas M3 selectivos: darifenacina y solifenacina. Por su parte, el trospio también se usa en el tratamiento de la incontinencia urinaria en la vejiga inestable debida a inestabilidad del detrusor (precaución en ancianos con hipertrofia prostática, ya que todos estos fármacos suelen precipitar una retención urinaria).

    Con el fin de producir midriasis, cicloplejía o ambos efectos (iritis aguda, iridociclitis, queratitis, exploración de retina y fondo de ojo), se emplean la tropicamida (acción breve) y el ciclopentolato (acción prolongada). En enfermos con predisposición, pueden desencadenar un ataque de glaucoma agudo.

    La atropina y la escopolamina se utilizan en la medicación preanestésica para evitar los reflejos cardiovasculares vagales y reducir la broncoconstricción y la hipersecreción traqueobronquial, salival y lagrimal.

    Los antagonistas colinérgicos muscarínicos (parasimpaticolíticos) están indicados en los espasmos de la musculatura lisa digestiva para facilitar la endoscopia y radiología gastrointestinal, así como espasmolíticos en el síndrome del intestino irritable o en la diverticulosis del colon.

    La atropina es útil en ciertos casos de bloqueo auriculoventricular o de bradicardias de origen vagal, así como antídoto contra los agentes colinérgicos e inhibidores de la colinesterasa.

    Los fármacos estimulantes de la neurotransmisión ganglionar actúan de forma selectiva sobre receptores nicotínicos y pueden ser de origen natural, como la nicotina y la lobelina (empleados en la deshabituación tabáquica) o de origen sintético, como el dimetilfenilpiperazinio y el tetrametilamonio.

    La nicotina, inicialmente, produce estimulación de los ganglios, lo que genera una compleja mezcla de acciones simpáticas y parasimpáticas (aumento de la presión arterial, incremento de las secreciones bronquiales, salivales y sudoríparas, taquicardia, temblores, estimulación de la respiración, náuseas, etc.), aunque estos efectos estimulantes, en muchas ocasiones, van seguidos de depresión.

    Los fármacos bloqueantes ganglionares (hexametonio, trimetafán y mecamilamina) han dejado de utilizarse debido a los numerosos y complejos efectos que producían: hipotensión, inhibición de las secreciones, reducción del tono y de la motilidad gastrointestinal, problemas en la micción, etc.

    Los bloqueantes neuromusculares no despolarizantes (tubocurarina, alcuronio, atracurio, cisatracurio, mivacurio, doxacurio, pancuronio, vecuronio, rocuronio, pipecuronio y rapacuronio) actúan como antagonistas competitivos ya que el bloqueo neuromuscular que producen puede ser revertido tras el aumento de acetilcolina en la placa motriz (a través de la adición directa de acetilcolina o, de forma indirecta, con la administración de anticolinesterásicos).

    Los bloqueantes neuromusculares no despolarizantes son utilizados en anestesia para la inducción de la relajación muscular de larga duración, en las convulsiones presentes en el tétanos o cuando se requiera facilitar la ventilación mecánica. Inicialmente, se paralizan los músculos extrínsecos del ojo y los faciales; los de extremidades, cuello, tronco, músculos intercostales y diafragma les siguen a continuación, siendo los músculos respiratorios los primeros en recuperarse.

    Cisatracurio, doxacurio, pipecuronio y vecuronio carecen de efectos cardiovasculares y no aumentan la liberación de histamina, mientras que pancuronio, rapacuronio y rocuronio producen taquicardia.

    Los bloqueantes neuromusculares despolarizantes (decametonio y suxametonio) actúan como agonistas sobre los receptores nicotínicos de la placa motora terminal, de igual forma que la acetilcolina, aunque la diferencia radica en que el decametonio (en desuso por su efecto prolongado) y el suxametonio (succinilcolina) no son metabolizados por la acetilcolinesterasa y permanecen en la placa terminal el tiempo suficiente para que la despolarización sostenida induzca una pérdida de la excitabilidad eléctrica y se produzca el bloqueo neuromuscular.

    El suxametonio (succinilcolina) produce relajación intensa de 3-5 minutos de duración con recuperación espontánea, y se emplea en la intubación endotraqueal, procedimientos de corta duración (luxaciones), convulsiones inducidas por fármacos y terapia electroconvulsiva.

    Los bloqueantes neuromusculares despolarizantes provocan bradicardia, pérdida de potasio muscular que induce hiperpotasemia (el aumento del potasio extracelular puede causar paro cardíaco en situaciones de hepatopatía, quemaduras y lesiones con desnervación muscular), aumento de la presión intraocular y parálisis prolongada en pacientes con déficit de colinesterasas plasmáticas o que estén usando anticolinesterásicos.

    La administración conjunta de suxametonio y halotano (anestésico inhalatorio) puede provocar hipertermia maligna (trastorno idiosincrásico caracterizado por un intenso espasmo muscular con aumento elevado de la temperatura corporal que puede causar la muerte), la cual se combate con el fármaco dantroleno, ya que inhibe la contracción muscular al evitar la salida de calcio del retículo sarcoplásmico.

    La transmisión neuromuscular puede bloquearse con medicamentos de acción presináptica que interfieran en la síntesis de acetilcolina (hemicolinio y trietilcolina) o que inhiban la liberación de acetilcolina (toxina botulínica: usada en el tratamiento del blefaroespasmo, espasmo hemifacial, estrabismo y tortícolis espasmódica, vesamicol, β-bungarotoxina y toxina tetánica).

    Los fármacos inhibidores de la colinesterasa o anticolinesterásicos (edrofonio, ambenonio, fisostigmina, neostigmina, piridostigmina, rivastigmina, diflos, paratión, ecotiopato, galantamina y donepezilo) favorecen la transmisión colinérgica, ya que evitan la inactivación de la acetilcolina mediante la inhibición de la acción de los dos tipos de colinesterasas que hidrolizan a la acetilcolina (la acetilcolinesterasa y la butirilcolinesterasa).

    Los fármacos anticolinesterásicos aumentan y prolongan la acción de la acetilcolina liberada en las terminaciones motoras, lo cual permite uniones reiteradas del neurotransmisor con los receptores nicotínicos y el restablecimiento de la transmisión sináptica cuando los receptores se encuentren bloqueados por un antagonista competitivo o por anticuerpos (miastenia gravis).

    Los fármacos inhibidores de la colinesterasa (anticolinesterásicos) provocan miosis y contracción del músculo ciliar (bloqueo de la acomodación y dificultad para enfocar en visión cercana), aumento de la actividad peristáltica y estimulación de la secreción gástrica, bradicardia e hipotensión arterial, incremento del tono de los bronquiolos e hipersecreción traqueobronquial.

    El edrofonio es un anticolinesterásico de acción rápida y corta duración, empleado en la parálisis motora tras la anestesia debida a bloqueantes neuromusculares no despolarizantes, en el diagnóstico de la miastenia gravis, enfermedad autoinmunitaria caracterizada por debilidad acusada del músculo estriado (en el caso de que lo fuera, la mejoría sería súbita) y para resolver la duda entre crisis miasténica o colinérgica (resolverá la primera y empeorará la segunda).

    El tratamiento de la miastenia gravis se realiza con neostigmina, piridostigmina o ambenonio.

    Algunos fármacos anticolinesterásicos que atraviesan la barrera hematoencefálica (donepezilo, rivastigmina y galantamina) se emplean en el tratamiento de la enfermedad de Alzheimer, ya que incrementan la actividad colinérgica y mejoran la función cognitiva.

    3. Transmisión Noradrenérgica.

    En la transmisión noradrenérgica participan tres catecolaminas naturales: dopamina, noradrenalina y adrenalina, las cuales forman tres eslabones seguidos en la síntesis de catecolaminas (requiere de la actividad de cuatro enzimas que no siempre se hallan juntas en todas las células).

    Las vesículas sinápticas contenidas en las varicosidades de las neuronas noradrenérgicas de la periferia (simpáticas posganglionares) son el lugar de síntesis, almacenamiento y liberación de noradrenalina, y de coliberación de otros mediadores como el ATP y el neuropéptido Y.

    La concentración de NA en las vesículas es muy alta y se mantiene gracias al transportador vesicular de monoaminas y a la formación del complejo noradrenalina-ATP-cromogranina A que evita su salida. El estímulo nervioso provoca la despolarización de la membrana de la terminación nerviosa, abriendo sus canales de calcio, por lo que, como consecuencia de la entrada de calcio, se inicia la liberación de noradrenalina, dopamina-β-hidroxilasa, ATP y cromogranina A.

    Las dos primeras enzimas que metabolizan las catecolaminas, se localizan intracelularmente (es necesaria la recaptación hacia el interior de la célula para su degradación), se distribuyen bien por todo el organismo, incluido el cerebro, y son la catecol-O-metiltransferasa (COMT) y la monoaminoxidasa (MAO).

    La captación celular del neurotransmisor puede ser: neuronal (las terminaciones nerviosas captan un 75% de la noradrenalina recién liberada, reciclándola y pudiendo ser liberada de nuevo por el estímulo nervioso) y extraneuronal (importante para la adrenalina, en donde las células vecinas no neuronales captan catecolaminas que no son almacenadas, sino que son posteriormente metabolizadas por la MAO o por la COMT).

    Los receptores adrenérgicos son estructuras moleculares selectivas de las catecolaminas adrenalina (epinefrina) y noradrenalina (norepinefrina). En función de la respuesta obtenida, en diversos órganos, a las catecolaminas naturales y a la sintética isoprenalina (isoproterenol), los receptores adrenérgicos se clasifican en dos clases, α y β, con dos subtipos α1, α2 (cada uno con otros tres subtipos adicionales) y tres subtipos β1, β2 y β3, clasificados según el orden de potencia de los agonistas o la existencia de antagonistas selectivos.

    Los receptores α1-adrenérgicos (NA>A>>ISO) provocan vasoconstricción, aumento de la presión arterial, contracción del músculo radial del iris (midriasis) y de los esfínteres digestivos y vesicales, glucogenólisis (hiperglucemia) y secreción de glándulas salivales y sudoríparas.

    Los receptores α2-adrenérgicos (A>NA>>ISO): producen inhibición de la liberación de neurotransmisores (hipotensión arterial), agregación plaquetaria e inhibición de la secreción de insulina (hiperglucemia).

    Los receptores β1-adrenérgicos (ISO>NA>A): inducen aumento de la frecuencia y contractilidad cardíacas, incremento de la automaticidad y de la velocidad de conducción.

    Los receptores β2-adrenérgicos (ISO>A>NA): provocan broncodilatación, vasodilatación, relajación del músculo liso visceral (digestivo, útero, detrusor vesical, etc.), temblor muscular y glucogenólisis hepática.

    Los receptores β3-adrenérgicos (ISO>NA=A): producen termogenia y lipólisis.

    La selectividad nunca es absoluta y, aunque se pretenda encontrar agonistas β2-selectivos broncodilatadores que no afecten al corazón o antagonistas β1-selectivos que ejerzan un bloqueo cardíaco eficaz sin los molestos efectos broncoconstrictores, siempre existirá una selectividad relativa.

    Los agonistas de los receptores adrenérgicos (simpaticomiméticos) son: adrenalina, noradrenalina, isoprenalina, dobutamina, dopamina, prenalterol, ibopamina, metoxamina, fenilefrina, orciprenalina, hexoprenalina, nafazolina, metaraminol, fenilpropanolamina, etilefrina, cirazolina, oximetazolina, tetrizolina, fenoxazolina, tramazolina, xilometazolina, clonidina, apraclonidina, brimonidina, medetomidina, xilazina, fenoterol, salbutamol, terbutalina, bambuterol, formoterol, procaterol, indacaterol, salmeterol, rimiterol, ritodrina, isoetarina, efedrina, metilfenidato, fenfluramina, metanfetamina, etc.

    La adrenalina es un agonista potente de los receptores adrenérgicos β (predominante) y α que incrementa la frecuencia cardíaca (efecto cronotrópico), la velocidad de conducción y la fuerza de contracción (efecto inotrópico) debido a su acción β1. A dosis bajas, produce vasodilatación (acción β2), pero a dosis superiores, predomina la vasoconstricción debido a la activación α vascular, elevándose la presión arterial y apareciendo taquicardia.

    Otros efectos farmacológicos sobresalientes de la adrenalina son: broncodilatación (acción β2), contracción del músculo radial del iris y la consecuente midriasis (acción α), relajación del músculo liso visceral (digestivo: β, útero: β2, detrusor: β) y disminución de la secreción de insulina que favorece la aparición de hiperglucemia (acción α2).

    La adrenalina es de elección en el shock anafiláctico y se emplea en la parada cardíaca cuando los métodos físicos fallan y en la anestesia local, asociada a los anestésicos locales, para incrementar su efecto.

    La noradrenalina es un agonista potente de los receptores adrenérgicos α1, con actividad β1 cardíaca y sin la acción β2, la cual produce una intensa vasoconstricción, un aumento de la resistencia periférica y un incremento de la frecuencia cardíaca y la contractilidad, pero la hipertensión generada provoca a menudo bradicardia refleja. Sus efectos farmacológicos son similares a los de la adrenalina, aunque aparecen a dosis elevadas.

    La noradrenalina se utiliza como agente vasopresor e inotrópico en el shock refractario a dopamina, en la hipotensión tras extirpación de feocromocitoma y en el shock endotóxico.

    La isoprenalina es un agonista casi exclusivo de los receptores adrenérgicos β1 y β2 que estimula el corazón y provoca vasodilatación, elevando la presión sistólica y disminuyendo la diastólica. Como resultado, se obtiene un descenso de la presión arterial que podría ser grave si el estado circulatorio no es satisfactorio o si el volumen minuto es escaso. Asimismo, produce dilatación bronquial, reducción del tono y la motilidad del tracto gastrointestinal e inhibición de la contracción uterina. Se emplea en el shock con vasoconstricción.

    La dobutamina y el prenalterol son cardioestimulantes β1-selectivos utilizados en el shock cardiogénico y séptico sin hipotensión (agentes inotrópicos).

    La dopamina, a dosis bajas, induce vasodilatación debido a la estimulación de los receptores D1, por lo que se emplea para controlar la hipertensión arterial o para aliviar la insuficiencia cardíaca congestiva. A dosis altas, aumenta la frecuencia y contractilidad cardíacas gracias a su actividad sobre los receptores β1-adrenérgicos y, a dosis aún mayores, provoca vasoconstricción, ya que actúa sobre los receptores α1-adrenérgicos, por lo que se emplea en el shock refractario a expansión de volumen y en la hipotensión asociada al shock séptico.

    Fenilefrina, nafazolina, fenilpropanolamina, etilefrina, cirazolina, oximetazolina, tetrizolina, fenoxazolina, xilometazolina y tramazolina son simpaticomiméticos que estimulan preferentemente los receptores α1-adrenérgicos, provocando vasoconstricción intensa y aumento de la presión arterial con frecuente bradicardia refleja. Son usados en la congestión nasal de forma tópica (no más de tres días seguidos para evitar como reacción adversa una posible congestión de rebote por vasodilatación). La fenilefrina también es utilizada como midriático para la exploración de la retina.

    La clonidina es un agonista selectivo de los receptores α2-adrenérgicos con actividad vasoconstrictora local, pero que, por vía sistémica, produce hipotensión paradójica, por lo que se emplea en ciertos casos de hipertensión arterial. La apraclonidina y la brimonidina son simpaticomiméticos α2 selectivos utilizados para reducir la presión intraocular.

    Fenoterol, salbutamol, terbutalina, bambuterol, formoterol, procaterol, indacaterol y salmeterol son agonistas β2-adrenérgicos selectivos que inducen broncodilatación, por lo que se utilizan en el tratamiento del asma y de la EPOC, así como en las crisis de broncoespasmo.

    La ritodrina es un agonista selectivo sobre los receptores β2-adrenérgicos que se emplea como fármaco de elección para inhibir las contracciones uterinas en el embarazo a término (salbutamol y terbutalina también se utilizan).

    La efedrina, agonista adrenérgico de acción mixta que activa directamente los receptores adrenérgicos α y β, es utilizada, en asociación con otros fármacos, como broncodilatador (vía sistémica) o descongestivo (vía tópica).

    Los antagonistas de los receptores α-adrenérgicos son: fenoxibenzamina, fentolamina, tolazolina, doxazosina, prazosina, trimazosina, terazosina, alfuzosina, silodosina, indoramina, tamsulosina, yohimbina, uradipilo, corinantina, ketanserina, dibenamina, mirtazapina, idazoxán, efaroxán, dihidroergotamina, ergotamina, labetalol, carvedilol, etc.

    El bloqueo de la actividad α1-adrenérgica provoca hipotensión y taquicardia refleja, mientras que el antagonismo α2 induce un incremento de la liberación de noradrenalina y serotonina (potencial efecto antidepresivo) y favorece la vasodilatación (acción antihipertensiva).

    Los antagonistas de los receptores α-adrenérgicos producen el fenómeno llamado inversión de la respuesta a la adrenalina, ya que al bloquear la acción α1, se mantiene su actividad β2 vasodilatadora (con la noradrenalina, no se invierte su efecto hipertensor, sino que se reduce o inhibe).

    Prazosina, doxazosina y terazosina son antagonistas selectivos de los receptores α1-adrenérgicos e inducen vasodilatación y disminución de la presión arterial con menos taquicardia que los no selectivos, mientras que alfuzosina, silodosina y tamsulosina son bloqueantes selectivos de los receptores α1A-adrenérgicos bien representados en el tracto urinario inferior, por lo que son de elección en pacientes con adenoma prostático e hipertensión arterial. Todos ellos producen un marcado efecto hipotensor primera dosis, se utilizan en hipertensos con diabetes y dislipemias, ya que mejoran estas alteraciones metabólicas, y reducen los síntomas obstructivos e irritativos de la hipertrofia benigna de próstata.

    La fenoxibenzamina es un antagonista irreversible no selectivo de los receptores α1 y α2 adrenérgicos (antagonista también de receptores dopaminérgicos, H1, serotoninérgicos y colinérgicos muscarínicos) usado en el tratamiento de los síntomas del feocromocitoma y en las crisis hipertensivas por simpaticomiméticos.

    La fentolamina es un antagonista no selectivo de los receptores α1 y α2 adrenérgicos empleado en la prevención y control de las crisis hipertensivas por feocromocitoma, aunque su acción vasodilatadora viene acompañada de taquicardia.

    Dihidroergotamina y ergotamina son agonistas parciales de los receptores α-adrenérgicos (α-bloqueantes en situaciones de estimulación simpática, a la vez que producen vasoconstricción intensa y duradera con elevación de la presión arterial), es decir, antagonizan la vasoconstricción generada por concentraciones altas de noradrenalina y

    ¿Disfrutas la vista previa?
    Página 1 de 1