La investigación del cerebro es uno de los grandes retos de la medicina. Con una sociedad cada vez más avejentada, enfermedades como el alzhéimer, el párkinson y diversas demencias, causan un tremendo impacto económico y social. Más y mejor prevención, fármacos que se dirijan a dianas y métodos de diagnóstico que se adelanten a la aparición de la enfermedad son algunos de los grandes retos en este ámbito.
El vínculo entre las enfermedades psiquiátricas y las neurodegenerativas es, en determinados casos, muy estrecho. El doctor Javier Camiña es neurólogo y portavoz de la Sociedad Española de Neurología y, como recalca, «la depresión suele ser un síntoma precoz en la mayoría de las enfermedades y patologías neurodegenerativas. Al diagnóstico se llega cuando hay síntomas neurológicos: por ejemplo, en la enfermedad de Parkinson, las personas consultan al médico cuando tienen temblor. O en el alzhéimer, acuden a consulta cuando tienen problemas de memoria. Con mucha frecuencia, en el adulto de más de 50 años, la depresión —u otros síntomas psicológicos o psiquiátricos— se manifiestan en los cuatro o cinco años previos al diagnóstico definitivo de una enfermedad neurológica como tal».
Por otro lado, como subraya, la mayoría de las enfermedades neurológicas aumentan —«duplican e, incluso triplican»— la posibilidad de padecer depresión o ansiedad.
Pero la relación entre ambos tipos de enfermedades es aún mayor: los pacientes con enfermedades psiquiátricas, sobre todo las más frecuentes como la depresión y la ansiedad, tienen un