Lunas Negras

Por Moisés Ramírez

Esta es la bella y prístina historia de dos seres condenados a renacer sin poder estar juntos jamás. Recorren tantas vidas así como el sol y la luna recorren el día, encontrándose tan poco. Terminan por encontrarse en cada nueva existencia, aunque sea imposible estar juntos. “A veces, ni el amor más puro basta” se pronuncian uno al otro como frase

• Idioma: Español
• Editorial: Publica por Gandhi
• Fecha de lanzamiento: 21 ene 2022
• ISBN: 9786078535705

Moisés Ramírez

Moisés Ramírez García. Nací en Mexicali el 18 de dic de 1984. los libros fueron mi únicos compañeros. Y en el que toda su experiencia se impregno en su personalidad, les muestro un poco de mis escritos e ideas en un cuento breve.

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Epilogo

Esta es la bella y prístina historia de dos seres condenados a renacer sin poder estar juntos jamás. Recorren tantas vidas así como el sol y la luna recorren el día, encontrándose tan poco. Terminan por encontrarse en cada nueva existencia, aunque sea imposible estar juntos. A veces, ni el amor más puro basta se pronuncian uno al otro como frase de evocación, que les ayuda a recordarlo todo. Como una súplica; y nos muestra que el amor es difícil y las cosas del amor complicadas. Aunque haya personas que anhelen estar juntas puede haber algo que los separe. Una pareja astral que se aferra al amor pese a todo. Su maldición los obliga a renacer sin poder estar juntos. Su amor es el que los hace atraerse y buscarse con el afán que pocos atesoran.

Inicio

A veces la vida es como una carroza en tiempos de lluvia. Las gotas de la lluvia golpean delicadamente los cristales de la carroza mientras las luces de las lámparas iluminan las gotas, haciendo parecer que el vehículo va arrastrando mil estrellas en su ventanilla, o todo el fango del camino en sus ruedas. ¡Como quieras verlo!

Corrían tiempos rígidos en que leyes físicas y morales ponían una nación a merced de una o pocas voluntades. En ese tiempo, se desarrolla esta historia.

Aun así hubo espíritus bellos que lo vivieron como si fueran tiempos suaves y ligeros. Todo depende de algo que nunca hemos podido precisar; Tal vez el entendido y prudente pueda determinarlo al final.

Existió un rey mezquino y malvado, de una repugnancia nacida en medio del lujo que aletarga e insensibiliza los espíritus. Único heredero al trono de un padre bondadoso, orgullo de su imperio. Como reina había elegido a una joven y virtuosa princesa; de un reino menos poderoso y poblado, para compartir un lecho y una corona que serían el martirio de su vida.

Lo que hacía más particular a este rey sobre los demás era la crueldad hacia uno de sus súbditos: esto era explicable por su vicio en demostrar el contraste entre esplendor y la miseria, la felicidad y el sufrimiento. De suerte que cada vez que él disfrutara de un placer por pequeño que fuera, obligaba a que el súbdito se le sometiera a un dolor de igual magnitud al placer del rey.

Cuando el rey gozaba realmente de la vida, era cuando Samuel (así se llamaba el súbdito) realmente deseaba morir.

El contraste se daba tan bien entre el rey y su siervo, que mientras Samuel poseía un rostro bello y curtido por la bondad y un ánimo pacifico, aunque se le añadía a eso las marcas que dejaban los tormentos dándole la semejanza de un mártir sin causa, la figura del rey también era bella pero con las marcas que dejaban los peores vicios sobre el alma y el cuerpo, además de su gusto a la bebida.

Samuel era un siervo que había nacido de una hermosa campesina, con una boca fina y delicada y una nariz redondeada graciosamente en la parte frontal, con unos ojos plenos de expresiones; y de un campesino cariñoso y comprensivo con su mujer. El padre trabajaba desde el alba hasta que caía el último rayo de sol sobre la tierra.

El nacimiento de Samuel hacia que todos fueran a contemplarlo. Nunca habían visto un bebe tan hermoso, con sus dulces ojos negros y sus tiernas manecillas; esa boca infantil que emitía un dulce llanto. Fue en la aldea de K… una de las más apacibles y tranquilas; en ellas podía uno vivir muy a gusto y entregarse a la meditación. Con sus grandes y seductores paisajes, los cerros que se coloreaban de un verde muy vivo y frondoso durante las primaveras, y blanquecinos durante el invierno a causa de la nieve, que por lo regular era delgada y quebradiza. Los otoños eran lo más admirable y magnífico con sus días nublados o su sol melancólico, del cual se desprendían largos rayos de sol que no parecían más que desprendidos de una gran colmena de abejas salvajes. Días nublados que tanto nos agradan, y pintan de una forma espectacular las nubes