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Cuando Sana el Corazón: Crónicas de los Corazones en Invierno - Libro 3, #3
Cuando Sana el Corazón: Crónicas de los Corazones en Invierno - Libro 3, #3
Cuando Sana el Corazón: Crónicas de los Corazones en Invierno - Libro 3, #3
Libro electrónico319 páginas4 horas

Cuando Sana el Corazón: Crónicas de los Corazones en Invierno - Libro 3, #3

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Información de este libro electrónico

El amor de secundaria no está destinado a durar para siempre… ¿o sí?

Drew de verdad amaba a Alyssa, la pobre chica del otro lado de las vías del tren.  Pero su sueño de convertirse en cirujano lo alejó de ella y él tuvo que dejarla ir.

Drew nunca olvidó su primer amor.  Y cuando el destino las reúne de nuevo, él tiene la intención de hacer que sea para toda la vida.  Pero como siempre, el destino trae más tragedia y dolor en el corazón para la pareja.

Después de muchos secretos y mentiras, cuando sana el corazón, ¿todavía tendrán un futuro juntos?

IdiomaEspañol
EditorialNext Chapter
Fecha de lanzamiento12 ene 2020
ISBN9781071524985
Cuando Sana el Corazón: Crónicas de los Corazones en Invierno - Libro 3, #3
Autor

Simone Beaudelaire

In the world of the written word, Simone Beaudelaire strives for technical excellence while advancing a worldview in which the sacred and the sensual blend into stories of people whose relationships are founded in faith but are no less passionate for it. Unapologetically explicit, yet undeniably classy, Beaudelaire’s 20+ novels aim to make readers think, cry, pray... and get a little hot and bothered. In real life, the author’s alter-ego teaches composition at a community college in a small western Kansas town, where she lives with her four children, three cats, and husband – fellow author Edwin Stark. As both romance writer and academic, Beaudelaire devotes herself to promoting the rhetorical value of the romance in hopes of overcoming the stigma associated with literature’s biggest female-centered genre.

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    Cuando Sana el Corazón - Simone Beaudelaire

    Dedicación

    Este libro está dedicado a aquellos Que luchan en un mundo que no reconoce su valor.  Tu cuenta bancaria no determina tu valor.  Tú importas.  Tú eres amado.

    Parte I

    Capítulo 1

    Enero 2001

    Secundaria Central High

    No me gusta Alyssa Miller, pensó Drew, ceñudo mientras esperaba que la profesora dejara de hablar.  Sus ojos se desviaron hacia el objeto de su desaprobación.

    Supongo, objetivamente, que existe la posibilidad de que no haya nada malo con la muchacha.  Ciertamente es bastante bonita, con una melena de sedoso cabello rubio rojizo, rostro con forma de corazón, ojos turquesa, suaves labios rosa, y una figura esbelta y delgada.  Aunque no la había estado observando, claro.

    No, era solo que había algo en su personalidad que me repelía.  No podía colocar el dedo en qué era exactamente, pero desde la escuela primaria, siempre que tenían una clase juntos (lo que ocurría con frecuencia, dado que siempre asistieron a la misma escuela), bromeábamos, nos divertíamos, y en general tratábamos lo más posible de hacernos miserables mutuamente.  Y ahora, como estudiantes de último año de secundaria, nuestra estúpida profesora de Inglés A.P. no asignó para trabajar juntos en un importante proyecto que valdrá un cuarto de la nota del semestre.

    En realidad era mala suerte.  ¿Cómo íbamos nosotros, y solo nosotros, a no asistir a clase el día que se formaron los grupos?  Y vaya qué proyecto:  explorando el teatro, desde la Antigua Grecia hasta la era moderna, y nuestro tópico es el uso del romance en las obras.  Si había una cosa de la que Drew no quería hablar con Alyssa, era el romance.

    —Sra. Thompson, —le rogó, y su voz, notó, ya no era tan aguda como un gemido.  El tono profundo sonaba sosegado y profesional.  Bien. —Sra. Thompson, ¿no puedo estar con Adam y Jamal por favor?  No me gusta el romance.  La guerra es mucho más interesante para mí, por lo que haría un mejor trabajo.  Ya verá.  Realizaremos el mejor proyecto de la clase... de todas sus clases.  Lo prometo.

    —Lo siento, Drew. —dijo la Sra. Thompson, sus papadas se agitaban mientras sacudía la cabeza. —Pero un grupo de tres es demasiado grande para este proyecto.  Quiero que trabajes con Alyssa.

    —Ella no me agrada, —argumenté.  Aunque su tono de voz sugería serenidad, por dentro estaba furioso. —Yo tampoco le agrado a ella.  No hay forma de que podamos trabajar juntos.  Sería un desastre.

    Ella entrecerró un ojo, con la expresión de oh, por favor que parecían tener todos los profesores. —Escucha, Drew, algunas veces en la vida, tenemos que trabajar con personas que no nos agradan.  ¿Te parece que a mí me agrada la compañía de todos los profesores de esta escuela?  El verdadero desastre sería si te niegas a realizar este proyecto y obtienes una mala calificación para todo el semestre.  No cambiarás de grupo.  Acéptalo y ponte a trabajar.

    Murmurando por lo bajo, Drew regresó de mala gana a la mesa donde estaba sentada Alyssa, junto a la pared debajo de un gran afiche de un oso con las garras sobre su cara y gruñendo por la tarea olvidada.  Parece que a la Sra. Thompson le encantan esas decoraciones.  Están en todas las paredes pintadas de blanco del salón de clases. —Lo siento, Miller, —dijo arrastrando las palabras con sarcasmo. —No se pudo.  No quiere que cambiemos de grupo.

    —Mierda, —murmuró Alyssa.

    —Ni que lo digas, —comentó Drew con tono de voz normal. —Bueno, no sé tú, pero por nada del mundo voy a sacar una mala nota en esta clase.  Tendremos que hacer que funcione de alguna manera.

    Ella recostó la cabeza contra la pared derrotada. —Supongo.  De verdad necesito una beca, así que tengo que mantener buenas calificaciones, y también aprobar el examen de A.P.

    Drew no le respondió. Me gustaría una beca, pensó, pero probablemente no la necesitaré. Papá puede costear mi universidad si vivo en la casa, y como mi primera opción es aquí en la ciudad, eso será fácil. Dirigió su atención a su némesis, ahora su compañera de proyecto, y consideró lo que ese planteamiento podría significar para ella.  Sabía que Alyssa era más bien pobre, pero siempre parecía estar bien.  Le llamó la atención que de repente se veía mucho peor.  Sus ropas están más desgastadas de lo que recordaba, y ese maquillaje barato no ayudaba a su piel.  Un destello de lástima lo sacudió por dentro.  Uh oh.  No puedo hacer eso.  Burlarse de ella es demasiado divertido.  No quiero dejar de hacerlo.

    Ella levantó la cabeza y abrió los ojos, con repentina determinación. —Bueno, Peterson, comencemos a trabajar.  ¿Qué clase de proyecto quieres hacer?

    Se encogió de hombros, todavía no había terminado de sentirse molesto. —No lo sé.  ¿Qué piensas?

    Ella frunció el ceño ante el obvio intento de su parte de devolverle la toma de decisiones, pero se mantuvo en el tema, sugiriendo, —¿Un diorama?  Creo que tengo una vieja caja de zapatos. —Comenzó a dibujar en el cuaderno con un bolígrafo morado.

    —No. —Descartó su opinión con un gesto de la mano, quitándole el bolígrafo de sus dedos. —Eso es muy de escuela primaria.  ¿Qué te parece un comercial?

    —¿Qué tipo de comercial? —pregunto con voz fuerte, entrecerrando sus brillantes ojos turquesa.

    Él sonrió ante su molestia.  No le gustó mi comentario sobre la escuela primaria.  Entonces dejó de bromear con ella y se concentró en el trabajo.

    —Bueno, qué te parece si todas nuestras obras representan escapadas románticas, —hizo un gesto de comillas en el aire, —cada uno con una advertencia, como en los comerciales de medicinas.  Podríamos hablar de la apasionada Antigua Grecia, cuando podías casarte con tu madre, pero el efecto secundario podría ser sacarte los ojos, Venecia, se especializa en la escena interracial, como en Otelo...

    —Pero tienes que cuidarte de amigos traidores.  Buena idea. —Podía ver que Alyssa comenzaba a sentirse inspirada.  Su dura expresión se suavizó, y sus ojos brillaban. —Y qué te parece un crucero, como en esa obra de Eugene O’Neill, pero podrías terminar...

    —En el zoológico. —Ambos se rieron.

    —Odio decirlo, Peterson, —admitió ella, tomando de nuevo el bolígrafo, —pero algunas veces tienes una buena idea.  Hagámoslo.

    —¿Sabes qué lo haría incluso mejor? —Su entusiasmo llegó más alto con su siguiente inspiración.

    —¿Qué?

    —Si lo grabamos en un vídeo y lo proyectamos para toda la clase.

    Alyssa guardó silencio, su sonrisa desaparecía mientras el brillo en sus ojos se desvanecía.

    —¿Qué sucede, Miller? —le preguntó, pensando si había hecho decaer su ánimo.

    —¿Tienes una cámara de vídeo?

    Qué pregunta tan extraña. —No, pero creo que puedo alquilar una.

    —Yo no puedo costearlo. —Sus pálidas mejillas se sonrojaron.

    Era la oportunidad perfecta para burlarse de ella, pero por alguna razón, no quería hacerlo.  Bromear sobre su hoyuelo era una cosa, pensó,  pero Papá siempre me dijo que no fuera cruel con las personas.  Burlarse de esta muchacha por ser pobre no es de caballero. Se contuvo. —Bueno, la cámara fue mi idea, así que yo me haré cargo del alquiler.  ¿Qué te parece si tú trabajas en el guión? —Ella es una buena escritora, eso lo sé.  Después de todo, hemos competido por las mejores calificaciones desde que descubrimos que valía la pena pelear por ellas.

    Hubiera sido una gran oportunidad para ella de hacer un comentario cortante, sobre comprar su A, pero no lo hizo. —Me parece bien, —dijo Alyssa, y entonces, con un toque de intensidad en su voz. —Gracias, Drew.

    Nunca se llamaban por sus nombres, y él sabía lo que ella estaba tratando de decir, sin decirlo en realidad... Que comprendía por qué había dicho lo que dijo, y que apreciaba su gentileza.

    —Por nada, Alyssa.

    Ella le brindó una pequeña sonrisa y se inclinó sobre su cuaderno para comenzar a trabajar en el guión.  Continuó consultando con él sus ideas durante toda la clase, algunas de ellas, incluso mientras las planteaba en voz alta, ambos se daban cuenta de que no funcionarían.  Otras eran tan divertidas que lo hacían reír con fuerza, al punto de que la profesora tuvo que pedirle en varias ocasiones que se calmara.  Nunca se había divertido tanto en una clase de Inglés, al menos no mientras trabajaba en su lección, y lo sorprendía muchísimo.  Obstinadamente, se recordó que, todos sabían que Alyssa es inteligente.  Ese no es el problema, nunca lo había sido, y no comenzaría a gustarle solo porque tenían que trabajar juntos.

    Finalmente sonó el timbre.

    —Alyssa, ¿te parece que puedes terminar el guión esta noche? —preguntó Drew mientras recogían sus libros y portalápices.

    —Tal vez.  Lo intentaré al menos, —respondió Alyssa. —Nos vemos mañana.  Tengo que irme al coro.

    —Adiós. —Él la despidió con la mano, de una manera tan amistosa que le hubiera impresionado, si se hubiera tomado el tiempo para pensarlo.

    Mientras Drew caminaba por el pasillo con azulejos rojos y blancos, Dave y Jamal se acercaron a él por detrás, empujándolo por los hombros. —Parece que trabajar con Alyssa va a estar bien después de todo, —comentó Dave.

    —Sí, incluso parecen casi... amigos, —agregó Jamal.

    —No voy a dañar mis calificaciones por Alyssa, —le respondió Drew, tratando de sonar molesto. —Vamos.  Física.  Si llegamos tarde, el Sr. Rodríguez no estará nada contento.

    —¡Atletas genios a clase! —Dave lanzó la chaqueta deportiva al aire como si fiera una especie de súper héroe.

    —Ansío llegar a A&P esta tarde, —agregó Jamal, rascando su cabeza. —La práctica de laboratorio con el cadáver será muy asquerosa.

    —Tal vez si no estás planeando ser un cirujano, —le replicó Drew.  Necesito ser capaz de ver cosas asquerosas y no sentirme enfermo.

    —Cierto, —respondió Dave. —No estoy seguro de porqué un futuro PT lo necesita.  Yo voy a trabajar con la parte exterior de las personas, muchas gracias.

    —Vamos porque es una clase requerida, incluso para futuros ingenieros que solo toman A&P para estar juntos, —les recordó Jamal. —Así que, vayamos a mi clase favorita antes de que se nos haga tarde y luego podemos debatir sobre el uso de un cadáver.

    Se rieron. —Oh, por cierto, —agregó Dave mientras se acercaban al salón de Física, —No puedo ir hoy a la práctica.  Mi mamá me llevará al ortodoncista.  El Entrenador Berry ya lo sabe, pero ¿podrían recordárselo?

    —Claro, —aceptó Drew. —Pero lamento escucharlo.  Preferiría trabajar con mis tackles en lugar de que me ajusten los frenos.

    Dave se encogió de hombros. —Quiero poder comer pizza el Viernes después del juego.  Es mejor enfrentar el dolor temprano en la semana.

    Entraron a la clase y tomaron sus asientos, listos para otra clase.  Somos un montón de geniecillos.  Qué bueno que jugamos fútbol y baloncesto, o nos darían una paliza.  El Sr. Rodríguez dio un paso al frente, las luces fluorescentes brillaban en su cabeza calva y les señalaba la pregunta que estaba en la pizarra.

    Durante el resto del día, Drew se encontró un poco distraído.  Una suave boca rosa aparecía con una sonrisa, una mejilla con  un profundo hoyuelo, y un par de brillantes ojos turquesa continuaban danzando en los límites de su consciencia.  Enojado, trataba de alejar esas imágenes, pero no podía hacerlo.

    Para la mañana siguiente, se sentía verdaderamente malhumorado y quería culpar a alguien.  Alyssa le proporcionó un blanco adecuado, era su culpa que estuviera tan distraído.  Entró en la clase de Inglés más enojado de lo que había estado el día anterior.

    —Bueno, Miller, ¿terminaste el guión? —La confrontó con un tono beligerante.

    —Lo siento, Drew, —le dijo ella suavemente, —todavía no está terminado.

    —¿Por qué diablos no? —le espetó.  La Sra. Thompson le dirigió una mirada de advertencia desde el otro lado del salón.

    —Tuve práctica de coro después de la escuela y luego tuve que trabajar, —le explicó ella, mordiendo su labio inferior. —Lo terminaré durante el almuerzo, lo prometo.  ¿Te gustaría ver lo que ya hice?

    Qué extraño, normalmente ella hubiera peleado de vuelta.  Hoy le contestaba con suavidad. —¿Trabajar? —preguntó, sintiéndose todavía agresivo pero bajando un poco la voz.  Apoyó las manos en sus caderas y la fulminó con la mirada, exigiendo una explicación.

    Ella se sonrojó, su mirada se desvió lejos de él, y jugueteó con un mechón de su cabello. —Soy cajera en Sophie’s Groceries casi todas las noches.  Ayer tenía turno desde las 5:00 hasta las 10:00, pero tuve que quedarme hasta las 11:30.  Después todavía tenía que hacer las tareas que tenía que entregar hoy en otras dos clases.

    Con razón tenía círculos oscuros debajo de los ojos.  Drew dejó la pelea. —¿Por qué no les dijiste que tenías que irte a tu casa? —le sugirió. —Legalmente creo que no pueden retenerte hasta tan tarde durante días de clases.

    —Necesitamos el dinero.

    Necesitamos es algo extraño que decir.  El resto de los estudiantes que conocía y trabajaban lo hacían para ahorrar dinero para comprarse un auto, o un vestido para la graduación, o ahorran para la universidad.  Me pregunto quién exactamente está gastando el dinero que Alyssa gana en su trabajo.  Pero no eran amigos, y eso no era asunto suyo, así que lo dejó pasar. —¿Vas a trabajar hoy? —le preguntó, retornando la conversación a un terreno más seguro.

    —No, hoy estoy libre.  Pero tengo ensayo. —Tiró de un mechón de su cabello rubio rojizo.

    —¿Hasta qué hora? —presionó.

    —Hasta las 4:30.

    Él asintió. —Está bien, tengo práctica de baloncesto hasta esa hora aproximadamente.  ¿Podemos reunirnos después y terminar el guión?

    Ella sacudió su cabeza. —Tengo que irme a casa después del ensayo.  Mis padres me esperan.

    Drew suspiró, comenzando a sentirse exasperado de nuevo. —Llámalos y avísales.

    —De momento no tenemos teléfono, —admitió ella y su rostro se tornó rojo oscuro.

    Él se la quedó mirando, horrorizado.  ¿Quién no tiene teléfono?  Le tomó un momento abrir y cerrar la boca como un pez con un anzuelo antes de que sus pensamientos pudieran formar una respuesta. —Está bien, ¿qué te parece esto?  Yo voy a tu casa contigo y podemos trabajar en el proyecto en tu casa.  Puedo ver que no te gusta esa idea, pero escucha, Allie, tenemos que terminar el trabajo.  Prometo ser amable, no te preocupes, ¿está bien?

    —Está bien, —dijo Alyssa, mordiendo la uña de su pulgar, con los nervios alterados a plena vista.

    Pasaron el resto de la clase trabajando juntos en el guión.

    * * *

    Después de la práctica, recién salido de la ducha, Drew, con su cabello todavía mojado a pesar del frío de Enero, encontró a Alyssa en el salón del coro y la siguió hasta su auto.

    El viejo y desconchado sedán familiar en las etapas finales de su descomposición, fuertemente oxidado, no lo sorprendió en lo absoluto.  Espero que funcione, pensó frunciendo el ceño, observando el decadente exterior mientras ella abría la puerta del conductor con un fuerte gruñido del metal, pero cuando hizo girar la llave, encendió con un rugido.  Alguien lo cuida bien... al menos las partes mecánicas.  Se sintió un poco mal, siguiéndola en su Trans Am casi nuevo.  Se sintió incluso peor cuando estacionó frente a su... casa.

    Alyssa vivía en una casa móvil, en un parque para remolques en el lado este de la ciudad.  El vecindario de Drew estaba a solo unas cuadras de distancia, pero pese a la cercanía, podría haber estado en otro planeta.  Otros del mismo tipo rodeaban la linda, espaciosa casa de ladrillos rojos que compartía con su papá; grandes terrenos, césped podado, todo limpio y bien mantenido.  La casa móvil de los Miller era vieja pero ordenada, no había basura en el patio.

    Muchos de los vecinos parecían menos cuidadosos.  Juguetes rotos, latas vacías, y colillas de cigarrillos regadas por todas partes, y al otro lado de la calle, un hombre con una enorme barriga de cerveza estaba sentado en una silla plegable rota, con una franelilla sucia y una camisa abierta, fumando algo que no olía ni parecía un cigarrillo.  El hombre miró a Alyssa con interés injustificado.  Ella se estremeció, y Drew se acercó a ella deliberadamente y la rodeó por la cintura con un brazo, haciéndolos parecer una pareja.  Fulminó al tipo con la mirada y escoltó a Alyssa para entrar en la casa.

    Hum.  No está tan mal como esperaba, pensó, considerando la casa rodante.  Aunque estaba elaborada con materiales baratos, alguien había dedicado obvio cuidado a hacer que el lugar se viera agradable.  En la sala había un televisor pequeño frente a un sofá cómodo, y la mesita tenía un ramo de flores plásticas en un bonito florero.  La cocina brillaba de limpia.  Tenía un olor fresco.

    Alyssa se sonrojó un poco mientras Drew evaluaba su casa.  Todavía la tenía rodeada por el brazo, y ella no se había separado.

    —Es un lugar agradable, —dijo finalmente.

    Ella reaccionó de forma extraña, Vacilando como si él le hubiera dado un golpe en lugar de un halago, sus ojos se abrieron desmesuradamente, y luego tartamudeó, —Gra... gracias.  ¿Comenzamos a trabajar?

    —Claro. —La guió hasta la mesa de la cocina, soltando finalmente su esbelta cintura, y colocaron su tarea sobre la mesa.

    Varios minutos después, una mujer delgada, de edad mediana, con una expresión triste en su rostro salió de una de las habitaciones.  Drew se levantó cuando ella entró.

    —Hola, Alyssa, —dijo, dando un abrazo a su hija.

    —Hola, Mamá. —Besó a la mujer en la mejilla y quitó un mechón de cabello castaño claro de su frente.

    —¿Quién es tu amigo?

    —Él es Andrew Peterson.  Estamos trabajando juntos en un proyecto de la escuela.

    Los ojos de la Sra. Miller se entrecerraron un poco cuando mencionó su nombre. —Oh.  Encantada de conocerte, Andrew.

    Ella debe recordar... todos los problemas que he tenido con Alyssa, pensó, pero dado que ella estaba respetando los protocolos, él podía hacer lo mismo.  —Encantado de conocerla, señora.

    Estrechó su mano educadamente.  Ella le dirigió una sonrisa con ojos tristes y regresó por donde había venido.

    Mil preguntas comenzaron a formarse en la mente de Drew, todas incómodas y ninguna era asunto suyo.  Se las guardó para sí mismo.

    Trabajaron por un par de horas, terminando juntos el guión y practicando sus líneas de forma que pudieran decirlas de manera fluida.

    —Allie, ¿cuándo es tu próximo día libre en el trabajo, para que podamos terminar esto? —le preguntó, mientras se colocaba su chaqueta deportiva y los guantes.

    Ella pensó por un momento, un dedo jugueteaba con el extremo de su cola de caballo rubio rojizo. —Bueno, trabajo mañana y el Viernes hasta que cierren, y el Domingo tengo que abrir, pero debo estar libre el Sábado en la tarde, digamos a las cuatro.  ¿Te parece bien?

    Oh oh, eso acaba con mi cita.  Pero Marcie lo comprenderá.  Es por la escuela.  Ella comprenderá, pero no le gustará,  corrigió.  Drew sintió una profunda sensación de alivio al poder posponerla. —Claro, me parece bien.  Escucha, tengo que irme.  Papá me espera para cenar.

    Ella le sonrió. —Está bien.  Te veo mañana en clases.

    ¿Por qué nunca había notado la linda sonrisa que tiene Alyssa?  ¿Tal vez porque acostumbrábamos fruncir el ceño cada vez que nos veíamos?  Sacudiendo ese pensamiento no deseado, dijo, —Nos vemos.  Gracias por invitarme.

    —Gracias por tu ayuda. —Alyssa se levantó.

    Drew miró por la ventana.  —Hey, no me acompañes hasta afuera, ¿está bien?  Ese tipo todavía está allá y no me gustó la forma en que te miró.

    Ella se estremeció. —Él me asusta.

    —Mantén la distancia con él.

    —Correcto.

    Drew caminó hasta su auto.  Apretó los dientes y gruñó.  Alguien había raspado la pintura rojo cereza con una llave.  Lógico.  Pobre Allie, tener que vivir en este basurero.  Volteó los ojos con disgusto, condujo hacia su casa, todavía pensando en ella.  Es sorprendente cómo ser educado con alguien puede cambiar toda la naturaleza de su relación y mis propios sentimientos hacia ella.  Trabajar en el proyecto con ella era casi como hacerlo con una amiga, y de repente también se sintió protector hacia ella.  A Marcie no le gustará esto.

    * * *

    Sábado en la tarde, Drew recogió a Alyssa y la llevó a su casa, para que pudieran terminar el proyecto.  Mientras Alyssa salía del auto, las raspaduras en la puerta llamaron su atención. —Drew, alguien raspó la pintura con una llave.

    —Lo sé. —Se encogió de hombros.  Ella no necesitaba saber cómo había golpeado el saco de boxeo que él y su Papá tenían colgado en el sótano.  No fue su culpa.

    —¿Fue el Miércoles? —le preguntó ella vacilante.

    —Eso creo, —admitió él.

    —Lo siento. —Tocó su brazo con su mano.  Sus dedos parecían fríos. —Si tienes que volver de nuevo, dejamos tu auto en la escuela, ¿está bien?  Resalta un poco en mi vecindario.

    Él le dio una palmada en la mano, notando que sus dedos estaban fríos como lo había esperado. Estamos a doce grados aquí afuera.  ¿Dónde están sus guantes? —Esa es una buena idea, pero no te preocupes por eso, Allie.  No es tu culpa.

    Sin pensarlo, la rodeó por la cintura con su brazo mientras entraban a la casa y continuaban por el pasillo hacia el estudio.  Había colocado una cámara filmadora alquilada sobre la mesa y había reacomodado el mobiliario de cuero, empujándolo contra la pared para crear un área despejada en el centro para su escenario comercial. —Bueno.  Está bien, repasemos el guión una vez más.  Quiero estar seguro de hacerlo bien antes de encender la cámara.

    —Claro.

    Practicaron un rato, y luego encendió la cámara en su trípode y se pusieron a trabajar.  Les tomó varios intentos, pero eventualmente lograron un vídeo del que estaban orgullosos.  Luego Alyssa ayudó a Drew a colocar los muebles en su lugar alrededor del centro de entretenimiento.  En ese momento, llegó el papá de Drew.

    —Hey, Papá.  Esta es Alyssa.  Allie, mi papá, James Peterson.

    —Hola, Alyssa, —respondió James, sus ojos azul pálido brillaban con alegría al mencionar su nombre.  Tendré que responder algunas preguntas luego,  ya veo.  Luego su padre continuó. —Hey, ¿les gustaría un poco de pan de banana?

    —Claro, Papá, —aceptó animado Drew, su boca se hacía agua de pensar en la

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