Leemos las cartas que los crayones, de manera individual escribieron para su dueño, el pequeño Duncan, con la finalidad de expresar el malestar que sienten por el uso inadecuado que, en ocasiones, él hace de ellos.
Por ejemplo, quizá hasta ahora no habíamos logrado imaginar que el crayón rojo está agotado de pintar tantos Papá Noel, coches de bombero, corazones y manzanas. Ni tampoco nos habíamos preguntado ¿Cuáles serán los colores más usados de una caja de colores?  Y ¿qué pasa, con aquellos que jamás se gastan?  O si es verdad que ¿existen colores para niñas y otros para niños?
Pues bien, ahora imaginemos, por un momento, que los crayones pudiesen hablar y expresar sus sentimientos, señalando que se encuentran hartos de siempre tener que desempeñar el mismo rol en los dibujos. Eso es justo lo que sucedió El día que los crayones renunciaron.