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Cómo decir las cosas y no matar en el intento
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Libro electrónico92 páginas2 horas

Cómo decir las cosas y no matar en el intento

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Un libro de liderazgo y de autoaprendizaje en donde se comparte un método para construir mejores relaciones entre las personas, partiendo de la base de que el cómo nos decimos las cosas es el eje fundamental de nuestra relación con los demás y con nosotros mismos.
IdiomaEspañol
EditorialZig-Zag
Fecha de lanzamiento11 nov 2015
ISBN9789561226364
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    Cómo decir las cosas y no matar en el intento - Jorge Méndez

    ¡Reconozcámoslo!, hoy la mayoría de las empresas contratan a gente enferma: piden gente con proactividad, tolerancia a la frustración, que sepa trabajar bajo presión, con capacidad en la resolución de conflictos, orientada a resultados, ¡uff! Solo les falta solicitar en los avisos de los diarios que lleguen con la autorización del psiquiatra en una mano que diga que está lo suficientemente enferma para trabajar en esa compañía y, en la otra mano, la bolsita con el Ravotril y el Valium al mejor estilo del Dr. Chapatín.

    Nada dicen sobre que el aspirante sepa comunicar, escuchar, que haya aprendido a dar y a recibir retroalimentación (feedback), que sea capaz de dirigirse a sus colegas, subalternos y jefes de una forma asertiva y que con eso construya una mejor organización; que tenga conciencia de que en esa empresa valoran el buen criterio para decir las cosas y que no mueren en el intento de hacerlo. No se dice, se asume, o en peores casos ni siquiera se imagina solicitar estas capacidades. Tampoco lo dicen los avisos publicados acerca de contratar a emprendedores, porque se supone que si el candidato está en busca de trabajo es porque fracasó y eso, señoras y señores, no se acepta.

    Por el contrario, un emprendedor al que no le fue bien desde el punto de vista económico, podría ser un gran aporte desde esa experiencia, porque, seguramente, sí le fue muy bien desde la mirada de las ventas, las compras, la gestión, la planificación, el manejo de situaciones conflictivas y el liderazgo. Hay veces que el tiempo o el dinero disponible del emprendedor no coinciden con sus expectativas… Es como la fruta verde que se arranca anticipadamente del árbol antes de que madure, entonces es probable que no posea todo su dulzor. Emprender es tener una idea y llevarla valientemente a cabo y pocos son los que se animan a hacerlo realmente.

    En los colegios tampoco se aprende a decir las cosas y menos aún en las universidades. Tal vez hubiese sido bueno partir en la casa, pero nuestros padres y abuelos tampoco tenían tanta información como nosotros ahora. A ellos les tocó otra vida, una vida en blanco y negro, con tomos y tomos de enciclopedias, libros de biblioteca que se debían devolver para que otro estudiara, cartas escritas a mano que despachaba el cartero y alguno que otro diccionario de bolsillo. Como dice el Director Ejecutivo de Siemens Chile, Edwin Chávez, la vida del hombre cambió más en los últimos 25 años que en toda su existencia, pero también en igual período hemos perdido la capacidad de comunicarnos.

    Tal vez tanta comunión con las redes sociales nos quita la hermosa posibilidad de decirnos las cosas afectivamente a la cara. El email nos sirve de disfraz y debajo de él existe un ser miedoso a la exposición, a mirar a los ojos, a decir sin escribir. Como dice el viejo adagio, hay veces que la persona no reconoce lo que tiene en frente de su nariz…, aunque pueda olerlo.

    Entonces, aquí estamos, en pleno siglo XXI, con la hiper revolución tecnológica en el dormitorio de nuestra vida…; la fast life, el tener como trofeo familiar, la carrera profesional contra reloj, la globalización, el efecto invernadero, la responsabilidad social, la ecología. Llenos de nuevos conceptos que nos llegaron en el santiamén de 20 años, en un abrir y cerrar de ojos. Y en ese instante mágico en el que bajamos nuestros párpados para abrirlos al futuro, es que se nos pasa la vida. El gran Facundo Cabral decía que el camino de la cuna a la tumba es una escuela. No dejes de asistir a ella, entonces.

    Recuerdo una película maravillosa: Antes de Partir (The Bucket List), con Morgan Freeman y Jack Nicholson. Uno era mecánico; el otro, multimillonario. Ambos se encuentran en un cuarto de hospital. Están desahuciados y con poco tiempo de vida. Allí descubren que tienen más cosas en común de las que creían, entre ellas, que tienen una lista de tareas pendientes. Los nuevos amigos emprenden un camino juntos y aprenden a vivir lo que les resta de vida a la máxima potencia y, con gran sentido del humor, comienzan a tachar lo que van logrando de sus listas de cosas pendientes. ¡Maravillosa, reflexiva y encantadora tarea! Mi escena favorita es cuando llegan a cumplir uno de sus sueños: ver en primer plano las pirámides de Egipto. Allí mismo, el personaje que interpreta Freeman, el mecánico culto e ilustrado, comienza el diálogo diciendo que los antiguos egipcios tenían una hermosa creencia sobre la muerte. Ellos sostenían que cuando sus almas llegaban al Paraíso, los dioses les harían dos preguntas. Sus respuestas decidirían las posibilidades de entrar a él.

    Las preguntas te las haré yo a ti ahora tomando por un instante el lugar de Freeman, para que te las respondas en silencio y en conciencia:

    ¿HAS ENCONTRADO DICHA EN TU VIDA?

    ¿TU VIDA LE HA BRINDADO DICHA A OTROS?

    La edad que tenías, ya no la tienes; la gastaste o, en el mejor de los casos, la invertiste, pero ya no está; lo que tienes son los años que vienen, y que no sabes con certeza cuántos serán. Te conviene darte cuenta de ello. En mi caso, ya llevo 14.600 días de vida, y ¿tú? Hay un antiguo proverbio que dice: lo único que de verdad tienes es aquello que no podrás perder en un naufragio.

    Mi propuesta –esta vez– es que te detengas un par de horas para leer estas líneas y reflexiones si en este vivir tuyo hay cosas que aún quedan por tachar en tu lista, cosas simples, pero con gran significado; cosas de bajo costo económico, pero con una enorme inversión emocional; cosas que no demandan tanto tiempo, pero que te permitirán vivir el resto de tu vida en eterna tranquilidad. Lo que quiero decirte es que dejes de anestesiar lo que tienes guardado hace tiempo –o tal vez no hace tanto– en tu alma, y que puedas comunicárselo de la mejor manera a esas personas que elegiste amar. Hablo de soltarte de las manillas de esa montaña rusa de miedo y rencor, y arrojarte aliviado a la espuma suave de la valentía para enfrentar lo que habías archivado bajo la alfombra. Propongo que puedas decirles a los que te importan aquellas cosas que tienes pendientes, sin morirte o matarlos en el intento, sin romper esa relación, sino que, por el contrario, reconstruyéndola para siempre, con nuevos códigos

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