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Las aventuras de Oxígeno
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Libro electrónico80 páginas42 minutos

Las aventuras de Oxígeno

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Información de este libro electrónico

¿Qué aventuras podría vivir un perrito si desaparece durante un año?

Oxígeno es, sin duda alguna, el perro más casero de todo el planeta. Sin embargo, sin buscarlo él, se va a ver envuelto en una increíble aventura.... ¿Os pica la curiosidad? 

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento25 nov 2021
ISBN9781071509777
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    Las aventuras de Oxígeno - Jeanne Sélène

    LAS AVENTURAS

    DE OXÍGENO

    De Jeanne Sélène

    Traducción de Mar Cobos Vera

    Prólogo

    Oxígeno es un perro de lo más normal. Creció en una granja hortícola del sur de Francia, en pleno centro de los campos de esparragueras. Es preciso decir que detesta los espárragos. Su aspecto, su olor, su sabor... Todo eso no le puede dar más asco. ¡Qué mala suerte!

    Tras una infancia libre de preocupaciones, lo llevaron junto con sus hermanos y hermanas a la gran feria de otoño de su región. Fue allí donde conoció a su familia: los Savary. Estaba trepando tan tranquilo en la caja donde se aburría soberanamente con la intención de reunirse con su hermana preferida, cuando oyó a alguien exclamar:

    — ¡Papá, ese es el que quiero! ¡Es de lo más mono!

    Y eso era totalmente cierto. Qué gracioso era este diminuto ratonero negro y blanco con su hocico oscuro y su carita moteada. Su colita se movía de derecha a izquierda, de lo contento que estaba porque iba a jugar.

    — ¿Estás segura, Sabine?

    La chiquilla asintió con la cabeza. Su cara estaba dividida en dos por una enorme sonrisa.

    — Está bien — respondió el papá— . Ve a preguntar a tus hermanos lo que opinan. Si todo el mundo está de acuerdo, ¡lo adoptamos!

    Y así fue, para regocijo de Oxígeno.

    Primera parte

    Una familia encantadora

    1. Jojo, el pez

    Todas las mañanas, Oxígeno se toma algunos minutos, desde que se levanta, para charlar con su amiga Jojo. Jojo es un pez rojo; toda la familia piensa que es un chico y eso la pone muy triste.

    — Yo soy categórica: ¡ellos están todos equivocados! — suele decir a menudo— . ¡Yo lo siento con toda claridad, dentro de mí, que soy una chica!

    Entonces, para asegurarse de no herirla, Oxígeno, cuando habla con ella, pone gran esmero en utilizar los adjetivos donde se oye el femenino. Por ejemplo, evita decirle:

    — ¡Qué veloz estás hoy, Jojo!

    En su lugar, le dice:

    — ¡Qué activa y juguetona estás hoy, Jojo!

    Entonces, la pececilla irradia felicidad.

    — ¡Oh! ¿Eso crees, Oxy? ¡Gracias, cielo! ¡Voy a contar para ti ahora mismo!

    Es que a Jojo le encanta contar. Todo. Todo el tiempo. Todo le sirve de pretexto para hacer desfilar la pequeña cancioncilla de las cifras.

    — ¡Un humano en el salón! ¡Dos rosas en la mesita baja! ¡Tres cuadros en la pared! ¡Cuatro troncos en la chimenea!...

    No para de dar vueltas en su pecera, enumerando todo lo que cae en sus branquias.

    Hay que confesar que Jojo se aburre mucho en su octavo de metro cuadrado o poco más. No es muy divertido ser un pez rojo metido en una vitrina. La estrechez de su hábitat la hace sufrir a menudo y eso le hace sentir muy desdichada.

    Esta misma mañana, Jojo menciona a Oxígeno que las ramas de los árboles se han congelado al otro lado de la ventana.

    — Menos mal que el fuego todavía está encendido; si no, el agua que me rodea acabaría por congelarse. Detesto tener frío — añade temblando.

    — A mí, sin embargo, me gustan mucho las heladas matinales, cuando la rosada cruje bajo mis patas a cada paso que doy. Yo lo encuentro realmente agradable.

    — ¡Uf, qué idea tan peculiar!

    ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip!

    — ¡Ay! Ya está: comienza la jornada. Tengo que irme, Jojo. Hasta luego.

    2. Léonie, la mamá

    Es el despertador de Mamá el que acaba de sonar... Oxígeno abandona su cómoda cesta y va correteando hacia el cuarto de baño. No hay ni un minuto que perder: Léonie ya está

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