Ninfeácea
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Nicolas Francisco
Nicolas Francisco (Nicolas François Riquoir Altamirano) nace en Santiago de Chile el 20 de mayo de 1998. Hijo de padre francés y madre chilena, desde pequeño muestra interés por la literatura y la música, escribiendo a los ocho años una breve historia caballeresca —por encargo de un amigo del colegio— y aprendiendo a tocar la guitarra eléctrica a los diez años. Ambas cosas —la literatura y la música— las sigue cultivando hoy en día. Sin embargo, es apenas desde los dieciséis años que se interesa más seriamente por estas dos formas de arte, llegando a componer numerosas canciones y a escribir diversos microcuentos, poemas y un par de proyectos de novelas no concluidos. Tras una incursión infructuosa y decepcionante por las artes visuales entre los diecisiete y los dieciocho años, se centra más de lleno en la literatura y en particular en el género lírico. En el año 2017 comienza sus estudios en la Escuela de Psicología de la Pontificia Universidad Católica de Chile, y es a fines de ese año y durante gran parte del siguiente que compone la mayoría de los poemas presentes en este libro, Ninfeácea, su primera obra completada satisfactoriamente. Actualmente trabaja en varios proyectos musicales y literarios, dentro de los cuales se puede hallar desde composiciones de rock progresivo hasta obras de poesía surrealista y onírica.
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Ninfeácea - Nicolas Francisco
Invocación
¡Oh Ninfeácea!
¡Musa de los poetas!
¡majestad del cielo!
cierne sobre mí tu luz
y permíteme mediar
entre el papel y los versos perdidos en el aire
sé que están ahí
en alguna parte
listos para manifestarse
Musa, muéstrame esos versos
guía mi mano sobre este maltrecho cuaderno
para así yo escribir acerca de ti
mi eterna amada
Caí en tu hechizo hace años
y no quiero liberarme de él
pues en tu prisión hallé la poesía perdida entre la muchedumbre
mi estéril pluma volviose fecunda y ágil
mas necesito de tu influencia
Ninfeácea
pues las rimas escasean
y las estrofas se vuelven insulsas
ruego tu intercesión
si no lo haces por mí
hazlo por la Belleza
Ella, así como los poetas, implora tu ayuda
Si nuevos versos
nacidos en el firmamento
recaen sobre mi lápiz
y se plasman en mis hojas
a nadie más que a ti se lo debo
y no será obra mía sino tuya
Ninfeácea
musa mía
por eso apiádate de mí
oráculo silente
y abriga a este indefenso hombre bajo el ala de tu fuente
y no dejes que se pierda en el silencio de la noche
pues en ella no nace la poesía
sino la pesadumbre y la muerte
Como hojas otoñales caerán tus lágrimas sobre la Tierra
y seguiré su rastro cual sabueso
al hallarlas al final del arcoíris
las recogeré en mi botella de diamante
las beberé y de ese manantial nacerá dentro de mí
la poesía perdida en el tiempo
y entonces levantaré castillos y ciudades en honor a ti
solo con la ayuda de tu alma
¡Oh, Ninfeácea, no te olvides de tu amante,
quien te invoca en desesperado silencio!
¡entrégale los versos que le han sido robados!
¡devuélvele el fuego de los dioses
para que en nueva vida guíe a los hombres por la senda virtuosa!
Libro 1
Poema 1
Regreso a mi casa una calurosa tarde hacia el final del verano
me acompaña un amigo
descendemos del bus
y
en cuanto piso la calle
la veo bajando por ella
va detrás de mí
por un instante me olvido de mi amigo
Sin embargo desvío la mirada
tal vez intimidado por su belleza
ella no me ha notado
sus dorados rizos sus ojos calipso
sus labios escarlata su tostada piel
su ondulada figura y sus delicadas manos
no saben que estoy ahí
sigo mi marcha haciéndome el distraído
Yo sé que vive cerca de mi casa
una vez la vi subiendo la colina del otro lado de la calle
iba entonces tan hermosa como ahora
no nos conocemos
pero hemos hablado
no sabemos cómo es el otro
pero ella sabe quién soy
y yo quién es ella
Fue en el colegio
yo me presenté como músico
y ella era parte del escaso público
yo no sabía que ella me escuchaba
y sin embargo tocaba para ella
unos días después me reconoció
pero yo no a ella
me preguntó si yo era quien había tocado el bajo aquel día
pero yo tocaba la guitarra
entonces reconocí su belleza en ese insignificante error
ella ni siquiera recordaba el instrumento que me había visto tocar
pero me había escuchado
me había sentido tocando para ella
y aquella vez en que la vi no la saludé
ni me vio ella
Y ahora camina detrás de mí
y yo la vi y supe que era ella
pero no la saludé ni la observé
seguramente ella ya me ha reconocido
mi amigo ya ha partido
ahora ella se ha acercado a mí
acelero el paso para evitar el contacto que sin embargo quiero
el semáforo me detiene