Música triste para curar la tristeza
LA PRIMAVERA había hecho amago de llegar por adelantado, pero Madrid se ha levantado de nuevo nublada. Estas tardes cubiertas tienen ese “no sé qué, qué sé yo” que lo impregna todo de una sensación extraña, a medio camino entre la nostalgia y la tristeza, pero también la expectación por algo que parece estar a punto de llegar, y pienso que no podría haber mejor momento para encontrarme con el pianista Alejandro Pelayo.
Pelayo (Santander, 1971) nos recibe en su casa, ubicada en pleno. “Es muy diferente tocar en casa, porque la carga emocional que hay es muy fuerte. Allí el público no es solo público, son las caras de las personas que conoces. Llevaba mucho tiempo esperando ese día y luego tuve la sensación de que duró dos minutos, pero fue muy bonito”.
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