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De Sol y de Luna
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Libro electrónico302 páginas3 horas

De Sol y de Luna

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‘Tres pueden guardar un secreto si dos han muerto’, dicho ingles. Tres vidas, tres mujeres Latinas que emigran a Europa. La autora escribió esta novela porque en su experiencia, las mujeres de América Latina son como sus naciones, unas se autodestruyen, otras son devastadas y unas pocas sobreviven.
Tres huérfanas de madre o padre, de origen humilde, de temperamento diferente se conocen en un estricto internado de Barrios Altos, Lima y se fusionan hasta convertirse en una solida familia.

Un padre de origen holandés y un esposo diplomático llevan a Maniro y Malucha a vivir en Holanda. Magnolia centrada y cautelosa se casa con un gerente holandés luego de un largo noviazgo. Las tres protagonistas son catapultadas de una vida sencilla y humilde a la estabilidad y riqueza que ofrecen los Países Bajos. Sin embargo, enfrentaran situaciones para las que no estaban preparadas tales como racismo, homosexualidad, drogadicción, violencia familiar, SIDA, plagio intelectual,
Cada una decide seguir una ruta existencial como adulta muy diferente. Por haber sido violada a temprana edad Malucha elige por una sexualidad extrema. Maniro, para honrar a quien la crió, se dedica a trabajar y proteger a la población Asháninca. Magnolia elige por una vida académica que acabará desilusionándola.
‘De Sol y de Luna’ es el tercer y ultimo volumen de la Trilogía ‘La Maratón del Amor’ e incluye audios, música presentados/interpretados por la autora, así como fotos de Perú, Ecuador y Holanda.
‘La Maratón del Amor’ tiene una secuela de tres novelas: Maniro, Malucha, Magnolia a ser publicados en 2019 y 2020.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento20 feb 2019
ISBN9780463264812
De Sol y de Luna
Autor

Nuria Garcia Arteaga

Defines herself as a mix of cultures and races.Award-winning Author/Novelist, scriptwriter, playwright; music composer, producer and singer, speaks 6 languages. Born in Peru, her father was African American, her mother Peruvian. While working at United Nations she met her husband, a Dutch diplomat. She graduated as Psychologist at the Catholic University in Santiago, Chile; pursued MA studies on international politics at Universidad de Chile. She moved to the Netherlands in 1982 and followed PhD studies on Pedagogy at Leiden University. Mother of 4 sons, she has travelled for her work in Latin America and Europe. Currently living in the Netherlands.

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    De Sol y de Luna - Nuria Garcia Arteaga

    Fuiste principios,

    luz de ternura,

    sonrisa constante,

    palabra amiga,

    por horas, días,

    semanas, meses.

    No te has ido,

    sigues aquí…

    porque el amor

    sí existe.

    CAPITULO I

    Trujillo y Órganos

    Lasse, la font s’etendre a travers la campagne

    Dormir nonchalentement a l ‘ombre de ses seins,

    Comme un hameau paisible au pied d‘une montagne.

    La Geante, Les fleurs du mal, Charles Baudelaire, 1857

    https://soundcloud.com/gladys-nuria-jimenez-ramirez/capitulo-i-cuaderno-3-trujillo

    La iglesia de Huamán está llamando a misa, en la calle Cesar Vallejo Flora lamenta que no podrá ir como hace todos los domingos por la mañana. Oscar le seca el sudor mientras la matrona le abre las piernas para colocar una toalla debajo de sus glúteos.

    - Señora puje, puje un poco mas…así, siga, ya va saliendo. Siente el sudor correrle por el cuello y las orejas. Aprieta con fuerza los largos dedos de su marido que la mira enternecido mientras con un pañuelo le seca el sudor de la frente.

    - ¡Ya sale, ya sale! Un poco más señora, un poquito más.

    Flora puja y siente que algo se abulta en su pelvis y se desliza hacia afuera. Mira a la matrona que está levantando algo rosado con manchas blancas a la que le cuelga un cordón, sus ojos se cierran y cae en un sopor profundo. Cuando los vuelve a abrir su marido tiene en sus brazos algo parecido a las muñecas con las que ella jugaba hasta casi los dieciséis años. Oscar le pone sobre el pecho al bebe que abre levemente los ojos y ve que los tiene verde azulado igual que su marido.

    - Es una niña igualita a ti Flora, linda como tú. -Oscar la besa muy cerca a los labios mientras acaricia a la bebe que ahora emite un ligero gemido como si suspirara-.

    - Puje un poquito más señora que la placenta está saliendo. Así, eso es. ¡Ya, ya salió! -No siente dolor, solo a la partera que la está limpiando con agua tibia y luego le aplica algo frío que no sabe si es agua o alcohol. Flora mira a su hija, le toma la pequeña mano y se la besa muchas veces-.

    Oscar acompañó a su mujer hasta las cinco de la tarde, a las seis tenía que tomar la camioneta de la empresa que lo llevaría a Piura. Su trabajo de telegrafista exigía que empezara a las cinco de la mañana cada lunes porque a esa hora el reemplazo del fin de semana volvía a Lima a dar su informe. Se va tranquilo porque Flora se quedará al cuidado de la novicia Isabel, con la que había crecido en el mismo hospicio de las madres Carmelitas. Ella viene a diario a ayudar al párroco de la iglesia Huamán.

    Había conocido a la que ahora es su esposa un domingo por la tarde cuando por broma había ido a la Plaza Mayor con sus amigos. Un grupo de cinco jovencitas caminaban dando vueltas por la plazuela, pero a diferencia de los otros grupos de jóvenes mujeres, que murmuraban y sonreían entre sí, ellas hablaban en voz baja y luego de unos minutos cruzaban la plaza para desaparecer hacia el jirón Bolívar donde quedaba la iglesia de las tres torres como le decían al Monasterio del Carmen. Flora era la más alta, tenía una melena lacia color castaño y unos enormes ojos color verde azulado rodeados de gruesas pestañas. Oscar aguantó las bromas de sus amigos que le decían ‘templao’ porque a partir de ese día iba todos los domingos a la Plaza para verla pasar y buscaba cualquier pretexto para seguirlas hasta el Monasterio. Pasaron tres meses y un domingo vio que en el grupo de amigas dos de ellas llevaban hábitos y la cabeza cubierta.

    - Uy Oscar ahora si te fundiste, son novicias, la chiquilla que tanto te gusta va camino de ser monja…. jajajaja -Oye la risa de José y no lo piensa dos veces-

    - ¿Disculpe hermana, de que convento son? -Mientras hace la pregunta mira brevemente a la más gordita que lleva una túnica y sobre el pecho un escapulario de la virgen del Carmen, luego sus ojos se quedan fijos en la jovencita más alta.

    - No, no somos de la orden todavía. Vamos recién a hacer los votos. -Oscar la interrumpe-.

    - O sea, ¿Las que usan el habito son novicias? ¿Y Uds.?

    Su mirada sigue puesta en la chiquilla que le ha robado el sueño por tantos meses. Ahora teniéndola tan cerca siente el corazón le late con tanta fuerza que tiene temor que ellas lo noten.

    - Mis compañeras están todavía en el colegio, cuando terminen el quinto año podrán hacer sus votos. Disculpe caballero, ¿pero sus preguntas son porque…?

    - Es que tengo una tía que quiere hacer una donación a la iglesia y voy a hablarle sobre el Monasterio.

    - Joven, no sabe cómo le agradeceríamos, porque ayuda es lo que más necesitamos para todas las obras de beneficencia que hacemos en la congregación.

    - Gracias por la información, ¿puedo preguntarle…cuál es su gracia? ¿Y la de sus compañeras?

    - Soy la novicia Isabel, mi compañera es la novicia Rosa y las alumnas del colegio son Ana, María y Flora.

    Así fue como supo que se llamaba Flora. En cuanto oyó su nombre supo que sería su esposa.

    - Pues tengan muy buenas tardes hermanas y señoritas. Ha sido un gran gusto conocerlas. Le contaré a mi tía sobre esta conversación, estoy seguro que decidirá hacer la donación al Monasterio del Carmen.

    Oscar regresa donde sus amigos que sentados frente a la pileta han visto asombrados lo que el más tímido del grupo acaba de hacer.

    - Oye, a ti el camote te ha dado fuerte. ¿Y como conseguiste que te hablaran? ¿No ves que son monjas? -José habla entre risas-

    - No seas ignorante, tienen habito blanco, eso usan las son novicias. Cuando sean monjas llevan una túnica marrón con un cordón blanco y tienen que cubrirse la cabeza con un manto negro.

    - ¿Y de cuando acá tu sabes tanto sobre la iglesia, di? -José mira serio a Carlos Ernesto quien estudia medicina y parece saberlo todo-.

    - Es que las Carmelitas tienen un colegio con madres españolas que son las profesoras. Mi mamá dice que la educación es excelente porque les enseñan hasta francés, pero también aceptan niñas huérfanas y esas son las que acaban siendo monjas.

    - ¿O sea, las que no tienen plata son las que van de novicias? -Oscar no puede imaginarse a una chiquilla tan linda como Flora con un habito y en un convento-.

    - Eso mismo, al terminar la secundaria las chicas de nuestra clase hacen una donación a las Carmelitas. Mi hermana Marita pagó como cinco mil soles. Mi papá dice que fue la plata mejor gastada porque se casó súper bien. Su marido es de Lima, lo conoció cuando vino a Huanchaco de vacaciones, se enamoraron, se casaron y ahora el trabaja como diplomático en Europa.

    Su amigo Carlos Ernesto Larco es el que menos chacota le ha hecho por su enamoramiento de la ‘chiquilla de la plaza mayor’ como el la llama.

    - Oscar, te acompañamos los domingos a venir a esta plaza porque eres nuestro pata. La verdad es que preferiría ir al Café Suizo. La gente que viene aquí son chicos y chicas de familias diferentes a las nuestras. -Esta vez José lo mira serio-.

    - Está bien, te entiendo. Vamos al Suizo, necesito un café.

    Esa misma noche Oscar fue a ver a su tía. Doña Esther Landázuri de Murrugarra de la Fuente no solo poseía una de las casonas coloniales más impresionantes de Trujillo sino además había heredado una gran fortuna de su marido fallecido hacía menos de un año. Conocida como la casa Pinilla, los portones de caoba lucían unos leones tallados que impresionaban por su fiereza. Los visitantes quedaban asombrados con la enorme colección de oleos del siglo XVII.

    - Pero Osquítar ¿Cuál es el afán de que hagamos una donación a las Carmelitas? Tu ni siquiera vas a la iglesia. ¿Qué es lo que te traes entre manos?

    - Tía, bueno es que….

    No tenía sentido mentir. La tía Esther había sido la única que lo apoyó cuando, en lugar de ir a Lima a estudiar a la Católica, decidió seguir el curso para telegrafista. Ella no tenía hijos y se corrían rumores que su tío había dejado varios vástagos ilegítimos en la hacienda al norte de Trujillo. Una noche en que su papá había tomado muchos piscos, murmuró con desprecio que la tía Esther era estéril y nunca dejaría herederos a la familia. Su hermano era hombre y nadie tenía derecho a juzgarlo o a meterse en sus asuntos.

    - La verdad tía es que estoy enamorado. Hoy descubrí que ella va a entrar de novicia en diciembre cuando termine la secundaria.

    - ¿Y quién es?

    - Es una chiquilla que conocí en la plazuela hace ya más de tres…

    - Pero en ese tiempo ya habrás averiguado sobre su familia.

    - No tía, recién hoy pude acercarme. Por lo que me dijeron las otras dos novicias, la van a hacer monja y yo… sé que está interesada en mí, porque todos los domingos nos miramos….

    A Doña Esther el romanticismo de su sobrino la enternecía. Desde pequeño se había negado a ir a las corridas de toros que su marido organizaba en la plaza a donde llevaba a sus mejores sementales. Oscar se quedaba en casa leyendo, acompañando al personal de servicio. Cuando se convirtió en un adolescente buscaba cualquier pretexto para no ir.

    - A ver si te entiendo. ¿Quieres que haga una donación que sirva como dote para que esa niña no vaya de novicia y….?

    - Quiero casarme con ella tía.

    - ¿Has hablado con tus padres? Tu mamá me dijo la semana pasada que ya tienen arreglado con los Basadre para que te pongas de novio con la mayor de sus hijas.

    - ¿La Pelusa? Ella anda con José desde el verano. Tía, yo estoy enamorado de Flora y quiero que sea mi esposa.

    Doña Esther recuerda las veces que su cuñado le ha echado en cara que no debe quejarse de las infidelidades de su marido, que debería agradecer que vive como una reina y no le falta nada. Lo que va a hacer no es por venganza. Es un gesto de cariño a su sobrino a quien nota muy enamorado.

    - Tía, por favor ayúdeme.

    - Está bien Oscar, te espero mañana temprano para ir juntos al convento.

    El gran portón abre paso hacia el primer patio del Monasterio. El aroma de rosas y lirios le da a Doña Esther una sensación de paz. La monja que camina con ellos los conduce hacia la esquina de la derecha donde una labrada puerta se abre en el momento en que ellos se han detenido. En una espaciosa sala, llena de estantes con libros, una hermana Carmelita de tez muy blanca está ubicada tras el enorme escritorio y les sonríe mientras los saluda.

    - Su merced, es un honor para nosotras recibirlos en esta humilde casa. Soy Sor Caridad. -La madre superiora habla con el acento típico del sur de España-.

    - Estimada madre, estamos aquí por dos asuntos que para mi familia son de gran importancia. ¿No sé si conoce a mi sobrino Oscar Murrugarra de la Fuente?

    - Mucho gusto caballero. -La monja lo mira y le hace una venia-.

    - He considerado hacer una donación a la congregación.

    - Muchas gracias Doña Esther, que Dios la bendiga igual que a su difunto esposo que debe estar a la diestra de nuestro Señor.

    - Gracias, pero además hay otro asunto importante. ¿Tienen ustedes una alumna de nombre Flora?

    - ¿Flora? ¿Se refiere Ud. a Flora Sánchez?

    - Es alta, de pelo largo y castaño….-dice Oscar tímidamente-.

    - Ah sí, es la misma ¿Ud. la conoce? -Oscar se siente examinado de pies a cabeza-.

    - La he visto en la plazuela los domingos y recién ayer hablé con la novicia Isabel, ella me dio su nombre.

    - Sor Caridad, la donación que voy a hacer es también una dote para que la Srta. Flora al terminar sus estudios pueda pasar a la vida laica.

    - Me disculpa su merced, no entiendo. ¿Desea Ud. que trabaje como doméstica en su casa?

    Oscar siente algo extraño que lo recorre de pies a cabeza. A duras penas puede ocultar su enojo por las palabras de la monja.

    - No, Sor Caridad, mi sobrino desea casarse con ella. Considere esta visita como una petición formal de la mano de la Srta. Sánchez.

    La monja ha abierto los ojos sin poder disimular su sorpresa porque el joven Murrugarra de la Fuente pertenece a una de las familias con más blasones y apellidos de Trujillo. Su padre Don Isidro Murrugarra de la Fuente posee minas que producen plata y oro. El sobrino de Doña Esther es el heredero de una de las familias más ricas del país. ¿Qué puede haberle visto a una huérfana que fue dejada a las puertas del convento? Deja de lado sus pensamientos para escuchar con una sonrisa al joven que ahora ha tomado la palabra.

    - Sor Caridad, yo tengo sentimientos profundos y serios por la Srta. Flora por eso he venido con mi tía. En estos dos meses que faltan para que termine el colegio, voy a preparar la boda y luego iremos a vivir un tiempo con mi tía hasta que tengamos una casa para nosotros. ¿Puedo por favor verla y hablar con ella?

    - La donación y dote que le ofrezco es de siete mil soles.

    Doña Esther sabe cómo piensan los curas y las monjas. Observa la gran sonrisa que se dibuja en los labios de la hermana superiora.

    - ¡Su merced, que Dios la bendiga!... esa cantidad servirá para todas nuestras obras de beneficencia. Hay muchas niñas como Flora Sánchez que son acogidas por nuestra congregación.

    Doña Esther la interrumpe disimulando su ironía.

    - Mi sobrino le ha preguntado si puede ver a la Srta. Sánchez. Mientras el conversa con ella, nosotros podemos ver lo referente a la donación.

    - Por supuesto, su merced. Ahora mismo la hago llamar y pueden conversar en el patio. Sor Esperanza, traiga por favor a la alumna Sánchez.

    Doña Esther ve salir a su sobrino nervioso y emocionado. Sor Caridad busca en el enorme estante de madera un grueso cuaderno con tapas de cuero donde anota las donaciones y pagos que hacen las familias bien de Trujillo. La tía de Oscar mira de lejos a una jovencita que se acerca tímidamente a su sobrino, seguida a poca distancia por Sor Esperanza. Ve como él le habla mientras ella sonríe y baja la cabeza. Es de espigada figura, el mandil que lleva puesto no logra ocultar la turgencia de sus senos y la breve cintura. Los mira sentarse en un banco al lado de los rosales. La voz de Sor Caridad la trae de vuelta al objetivo de su visita.

    - Doña Esther perdone que la interrumpa, tengo que registrar la donación.

    - No se preocupe Sor Caridad. Puede acercarse al Banco del Norte a partir del miércoles, ellos le harán el pago respectivo. Hable con el director, el Sr. Romero es quien lleva los negocios de mi familia.

    - Gracias su merced.

    - Le pido su autorización para que mi sobrino visite a la Srta. Flora los días sábados por la tarde. Los domingos enviaré a mi mayordomo para que la recoja y venga a almorzar a mi casa que queda a seis cuadras de aquí.

    - No se preocupe Doña Esther, la visita del sábado puede hacerla Don Oscar de tres a cinco. Los domingos no hay problema, sabemos dónde queda su bella casona.

    - Ahora si me permite, voy a conocer a la prometida de mi sobrino. Si tiene preguntas es Ud. cordialmente bienvenida a visitarme después de las tres así se queda a tomar el té y podemos conversar tranquilamente. Buenas tardes Sor Caridad.

    - Buenas tardes su merced.

    Al acercarse, Doña Esther tiene que admirar el buen gusto de su sobrino. Flora es alta, tiene una piel blanca y pareja, en el rostro resaltan sus ojos color mar acentuados por largas pestañas y cejas gruesas perfectamente formadas.

    - Hijita, así que tu eres Flora, mi sobrino me ha hablado mucho de ti.

    La jovencita estrecha su mano, baja la cabeza y responde con voz apenas audible.

    - Mucho gusto Doña Esther.

    - Así que también eres tímida, mi sobrino tampoco es muy hablador. Por eso me sorprendí cuando ayer noche apareció para pedirme el favor de acompañarlo a tu colegio.

    Ahora la jovencita sonríe abiertamente mostrando unos dientes casi perfectos mientras mira arrobada a su sobrino.

    - Ahora están ustedes oficialmente comprometidos y podrán verse hasta diciembre los sábados y los domingos. -Su sobrino la mira agradecido-.

    - Flora te veo en cinco días más.

    Mientras le habla Oscar le toma las manos y le besa una de ellas. La jovencita enrojece.

    - Vamos Osquítar, veo que Sor Esperanza nos mira impaciente.

    - Hasta pronto Flora, nos vemos el domingo cuando vengas a almorzar.

    Doña Esther siente algo como amor maternal por esta chiquilla huérfana que ha enamorado a su sobrino.

    - Muchas gracias Señora, que Dios la bendiga.

    La niña se acerca para darle la mano, doña Esther la toma de los hombros y le da un beso en la mejilla.

    - Nos vemos Flora, recuerda todo lo que te dije porque es verdad.

    Su sobrino sigue mirando a su novia que se aleja con la monja hacia el patio interior del monasterio. Cuando Flora ha desaparecido toma a su tía del brazo y caminan lentamente hacia el portón del Monasterio.

    El berrinche le duró a su cuñado una semana. Su sobrino, con una fortaleza que ella admiró, se mantuvo en sus trece. A los pocos días de haber pedido la mano de Flora su padre lo amenazó con desheredarlo. Oscar se limitó a hacer sus maletas y se vino a vivir con ella. Los meses pasaron oyendo los rumores que le traía su mayordomo quien se encontraba en el mercado con los sirvientes de Don Isidro. El patrón estaba como un energúmeno y no paraba de decir que esa boda nunca se realizaría.

    Tuvieron que irse a Chiclayo para casarse. Su cuñado haciendo honor a la fama de la familia, conocidos como ‘los dueños de Trujillo’, había sobornado a los empleados del registro civil para que le avisaran en el momento en que su hijo fuera a inscribir la solicitud de matrimonio. Doña Esther los acompañó a Lambayeque y fue testigo de Oscar, su mayordomo fue testigo de Flora porque ella no conocía a nadie. La boda religiosa había sido en secreto en la iglesia Huamán que quedaba cerca de donde ella tenía terrenos y estaba empezando a construir una casa de verano.

    Oscar aceptó el trabajo de telegrafista en Órganos que le ofreció la Compañía petrolera con sede en Piura, en la que su difunto marido tenía acciones. Flora siguió viviendo con ella

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