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La producción del espacio comunitario: Habitar el suroriente bogotano
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La producción del espacio comunitario: Habitar el suroriente bogotano
Libro electrónico314 páginas3 horas

La producción del espacio comunitario: Habitar el suroriente bogotano

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Este libro se pregunta por el sentido que los habitantes le dan al espacio al producirlo comunitariamente. Se trata de una apuesta por entender la ciudad como construcción colectiva, que puede ser explicada sin renunciar a los procedimientos y conceptos de las ciencias sociales, en un diálogo parejo entre la investigadora y la comunidad. Su objeto es la ciudad, pero no como el espacio abstracto de la geometría, el físico de la geografía o el planeado y normado de la urbanística, sino el espacio social en cuanto humano, esto es, construido y habitado comunitariamente.
La producción del espacio comunitario se nutre de una investigación teórica profunda y, sobre todo, de experiencias concretas de colectivos locales. Su valor radica en la experiencia directa que le permitió a la autora comprender los éxitos, las tensiones, los olvidos y las pesadumbres de las generaciones de los habitantes de la localidad de San Cristóbal, en el suroriente bogotano. El lector se encontrará con una obra que lo hará repensar los espacios locales en los que convive, las comunidades a las que pertenece y la idea de ciudad que tiene.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento6 oct 2017
ISBN9789587811179
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    La producción del espacio comunitario - Herrera Saavedra Cristina

    LA PRODUCCIÓN DEL ESPACIO COMUNITARIO

    Pontificia Universidad Javeriana

    LA PRODUCCIÓN DEL ESPACIO COMUNITARIO

    Habitar el suroriente bogotano

    Cristina Herrera Saavedra

    Reservados todos los derechos

    © Pontificia Universidad Javeriana

    © Cristina Herrera Saavedra

    Primera edición: diciembre de 2017

    Bogotá, D. C.

    ISBN: 978-958-781-116-2

    Hecho en Colombia

    Made in Colombia

    Editorial Pontificia Universidad Javeriana

    Carrera 7.a n.° 37-25, oficina 1301

    Edificio Lutaima

    Teléfonos: 320 8320 ext. 4752

    www.javeriana.edu.co/editorial

    Bogotá, D. C.

    Corrección de estilo

    José Vicente Gualy Blanco

    Diagramación:

    Nathalia Rodríguez

    Diseño de cubierta:

    Camilo Umaña

    Desarrollo ePub

    Lápiz Blanco S.A.S.

    Pontificia Universidad Javeriana | Vigilada Mineducación. Reconocimiento como Universidad: Decreto 1297 del 30 de mayo de 1964. Reconocimiento de personería jurídica: Resolución 73 del 12 de diciembre de 1933 del Ministerio de Gobierno.

    Herrera Saavedra, Cristina, autora

    La producción del espacio comunitario : habitar el suroriente bogotano / Cristina Herrera Saavedra. -- Primera edición. -- Bogotá :  Editorial Pontificia Universidad Javeriana, 2017.

    214 páginas ; 24 cm

    Incluye referencias bibliográficas.

    ISBN : 978-958-781-116-2

    1. DESARROLLO URBANO - ASPECTOS SOCIALES – BOGOTÁ (COLOMBIA).

    2. ASENTAMIENTOS URBANOS - BOGOTÁ (COLOMBIA). 3. SOCIOLOGÍA URBANA - BOGOTÁ (COLOMBIA). 4. ESPACIO URBANO - ASPECTOS SOCIALES - BOGOTÁ (COLOMBIA). I. Pontificia Universidad Javeriana.

    CDD 307.14 edición 21

    Catalogación en la publicación - Pontificia Universidad Javeriana. Biblioteca Alfonso Borrero Cabal, S.J.

    ___________________________________________________________________________

    inp. 08 / 09 / 2017

    Prohibida la reproducción total o parcial de este material sin la autorización por escrito de la Pontificia Universidad Javeriana.

    CONTENIDO

    PRESENTACIÓN

    Germán R. Mejía Pavony

    PRÓLOGO

    Alfonso Torres Carrillo

    INTRODUCCIÓN

    LA CIUDAD EN EL ESPACIO Y EL ESPACIO DE LA CIUDAD

    ¿Por qué el espacio?

    El espacio, teoría y concepto: ¿cómo se entiende en la ciudad y en lo urbano?

    Centros de valor

    La ciudad y el espacio urbano en América Latina

    Hacia una teoría del espacio urbano-popular

    La tríada del espacio en el espacio urbano-popular

    Las representaciones del espacio: lo concebido

    Los espacios de representación: lo vivido

    La práctica espacial: lo percibido

    REPRESENTACIONES DEL ESPACIO

    Producir la ciudad en el Estado

    Barrios populares y participación

    Otras descentralizaciones

    ESPACIOS DE REPRESENTACIÓN

    El suroriente como espacio percibido

    Sentir el espacio en el cuerpo

    Habitar la cotidianidad

    El barrio como lugar apropiado

    Nombrar y recordar: la memoria

    LA PRÁCTICA ESPACIAL

    Producir el espacio diferencial

    Organizaciones en el espacio

    Un nuevo espacio perceptual

    Organización y memoria

    Lo político del espacio

    Cartografía y narración

    Lugar de origen y futuro

    La calle y sus recorridos

    Espacios comunitarios

    El futuro en el pasado y el futuro como proyecto

    CONCLUSIONES

    PERSONAS ENTREVISTADAS

    REFERENCIAS

    LISTA DE FIGURAS

    Figura 1. Análisis gráfico de la tabla 2

    Figura 2. Porcentaje de asignación presupuestal del Fondo de Desarrollo Local de la localidad de San Cristóbal por ejes (2013-2016)

    Figura 3. Mapa de Bogotá por localidades. La media luna del sur

    Figura 4. Patio de una casa del barrio La Victoria (2007)

    Figura 5. Bloqueo de la vía a Villavicencio (29 de noviembre  de 1974)

    Figura 6. Participación de la Red de Comunicadores Loma Sur en la movilización del 1.º de mayo de 2014

    Figura 7. Ediciones al poste de la Red de Comunicadores Loma Sur

    Figura 8. Servicio social ambiental en la Corporación Ambiental Chilcos (2014)

    Figura 9. Logo del proyecto Cuadras Armónicas del Colectivo Arto Arte

    Figura 10. La Cuartada Teatral en el Encuentro Comunitario San Cristóbal de Saberes (Parque La Colmena, 2014)

    Figura 11. La Cuartada Teatral en el Encuentro Comunitario San Cristóbal de Saberes (Parque La Colmena, 2014)

    Figura 12. Representación de José Urrego

    Figura 13. Comparsa en el marco del festival Las Balineras se Toman la Cultura (antigua avenida Villavicencio, 2007)

    Figura 14. Proyecto Cuadras Armónicas del Colectivo Arto Arte (barrio San Rafael, 2014)

    Figura 15. Proyecto Cuadras Armónicas del Colectivo Arto Arte (barrio San Rafael, 2014)

    Figura 16. Proyecto Cuadras Armónicas del Colectivo Arto Arte (barrio San Rafael, 2014)

    Figura 17. Proyecto Cuadras Armónicas del Colectivo Arto Arte (barrio San Rafael, 2014)

    Figura 18. Servicio social ambiental en la Corporación Ambiental Chilcos (2014)

    Figura 19. Servicio social ambiental en la Corporación Ambiental Chilcos (barrio La Fiscala, 2014)

    Figura 20. Carrera de carros esferados en el Festival las Balineras se Toman la Cultura (barrio La Victoria, 2007)

    Figura 21. Comparsa en el marco del Festival Las Balineras se Toman la Cultura (barrio La Victoria, 2007)

    Figura 22. Detalle del mosaico del Proyecto Cuadras Armónicas del Colectivo Arto Arte (Barrio San Rafael, 2014)

    Figura 23. Desarrollo del Proyecto Cuadras Armónicas del Colectivo Arto Arte (barrio San Rafael, 2014)

    Figura 24. Promoción del evento Callejón con Salidas de la Red de Comunicadores Loma Sur

    Figura 25. Logos de Artífice Inimaginable, Piel de Roca y Nuevas Máscaras. Ubicación de los grupos en el barrio La Victoria

    Figura 26. Representación de las sedes de la Cuartada Teatral en una proyección a futuro

    Figura 27. Representación de la antigua sede de la organización. Logros personales y relaciones institucionales. Sede de la organización en proyección a futuro

    Figura 28. Esquina del semáforo; entrada al barrio La Victoria.  Representación del pasado y del presente

    Figura 29. Representaciones de expendio de cocinol (antes de ser parque La Colmena). Parque La Colmena en el presente. Proyección de la JAC de La Colmena a futuro.

    Figura 30. Barrios de la parte alta: representaciones del pasado y del presente. Escenarios deportivos de estos barrios a futuro

    Figura 31. Escenarios ambientales del suroriente y áreas de influencia de la organización. Representaciones del pasado, presente y futuro

    Figura 32. Representaciones del presente: Centro Operativo Local (COL) o Centro de Desarrollo Comunitario (CDC) La Victoria, y entrada al teatro La Victoria

    Figura 33. Usos del CDC y el teatro de La Victoria. Proyección a futuro

    Figura 34. Representación de la casa-hacienda (antes de ser alcaldía local). Y representación de la alcaldía actualmente

    Figura 35. Proyección a futuro de la Alcaldía local

    LISTA DE TABLAS

    Tabla 1.  Correspondencia entre los ejes de inversión del Fondo Desarrollo Local San Cristóbal y los tipos de organizaciones de la localidad

    Tabla 2. Ejecución de los gastos del Fondo de Desarrollo Local por ejes y porcentaje de personas activas en organizaciones comunitarias

    Tabla 3. Financiación del Plan de Desarrollo Local. Asignación presupuestal del eje 1 por programas

    Tabla 4. Financiación del Plan de Desarrollo Local. Asignación presupuestal del eje 2 por programas

    Tabla 5. Financiación del Plan de Desarrollo Local. Asignación presupuestal del eje 3 por programas

    PRESENTACIÓN

    La producción del espacio. No de cualquier espacio, el de la ciudad de Bogotá. Y en ella, el suroriental. Esta es la propuesta de Cristina Herrera en este libro. Sin embargo, advertimos muy rápido, este texto se arriesga por algo más: la pregunta por el lugar que funde a la comunidad con el territorio en el que mora, de modo que el sentido de habitar lo adquiere precisamente del hecho de producir comunitariamente el espacio, su espacio. Este es el asunto de esta obra: el espacio de la ciudad. Sí, pero no el espacio abstracto de la geometría, el físico de la geografía o el planeado y normado de la urbanística, sino el espacio social en cuanto humano, esto es, el espacio construido y habitado comunitariamente.

    La pregunta por la producción del espacio tiene al menos dos posibles respuestas. Una, que podría ser la esperada como resultado de un diseño propio de las ciencias sociales, se detendría en la estadística, en la morfología, en la edilicia, en la circulación, en los valores de la tierra, en fin, en las normas y en las instituciones; las particularidades y contigüidades que son reconocidas como aceptables por las comunidades de saber relacionadas con el estudio de la ciudad. Pero es posible otra respuesta, la que resulta de inquirir la experiencia, la vivencia en un lugar, y reunir como condición para elaborar la explicación tanto al que pregunta como al que responde. En el primer caso, la ciudad es un objeto de estudio que se observa y se explica como material posible de ser perfeccionado desde el saber por los expertos. En el segundo, la ciudad es experiencia, es participación, es construcción colectiva que puede ser entendida y explicada sin renunciar a los procedimientos y conceptos de las ciencias sociales, en un diálogo entre sujetos equivalentes, pues no es claro quién pregunta y quién responde.

    Esta segunda opción es un riesgo cuando el origen del texto es una tesis doctoral. Cristina lo asumió con éxito, es cierto, pero nos obliga a preguntarnos por la razón de esta situación. El peligro no está, por supuesto, en la pregunta por la producción del espacio. De hecho, en sus primeros capítulos, Cristina se detiene larga y eruditamente en las diferentes posiciones que sobre la noción de espacio urbano y construcción del mismo se han producido desde hace ya muchas décadas. Así mismo, la autora confronta una enjundiosa bibliografía relacionada con los modos de producción del espacio y, en particular, con los debates generados desde la geografía, la sociología y el urbanismo marxista. Y con esto podría ser suficiente, aunque le faltaría tan solo la referencia a una o varias ciudades, en este caso, latinoamericanas. Pero el lugar de producción de la pregunta por el espacio de la ciudad no proviene, para Cristina, del dominio demostrado de esta bibliografía, sino de su experiencia anterior en La Victoria, el barrio del suroriente bogotano que da origen y solución a la pregunta, la apuesta de Cristina por entender cómo es posible la producción comunitaria de un lugar en la megalópolis. En otras palabras, para la autora, las ciencias sociales no son el lugar de la pregunta por la producción del espacio de la ciudad, sino, y esto resulta muy sugestivo, una herramienta para entender la experiencia personal y la colectiva, como el lugar, ahora sí, desde donde se formula la pregunta.

    Por ello, el valor de La producción del espacio comunitario. Habitar el suroriente bogotano está, precisamente, en que se formula una pregunta propia de las ciencias sociales desde un lugar que no es el comúnmente aceptado y validado por las correspondientes comunidades de saber: el de los procedimientos y conceptos de la sociología, la antropología, la economía, la historia y las demás ciencias sociales o humanas que han hecho de la ciudad uno de sus favorecidos campos de experticia. El lugar de la pregunta, en este caso, es el de la experiencia compartida que rompe fronteras entre el investigador y lo investigado, como condición para entender el espacio que se habita. Así mismo, es el espacio de la noción de construcción comunitaria, que califica lo colectivo como un modo de realizar la vida, de hacer posible la ciudad a un grupo de seres humanos a los que se le presenta como adversa y amenazadora la urbe que habitan. Finalmente, es el espacio de la entrevista que se produce y desenvuelve entre compañeros, aquello que crea el clima requerido para entender los éxitos, las tensiones, los olvidos y las pesadumbres entre las generaciones de habitantes para quienes el tiempo de la ciudad ha hecho del barrio un recuerdo, un olvido, una esperanza o un reto. Todo ello es contemporáneo, ciertamente, pero igualmente posible como un espacio que ahora o mañana estas generaciones seguirán construyendo comunitariamente.

    GERMÁN R. MEJÍA PAVONY

    Departamento de Historia

    Pontificia Universidad Javeriana

    PRÓLOGO

    Tuve la fortuna de leer, en calidad de examinador, la tesis doctoral que, en forma de libro, tiene usted en sus manos. Fortuna porque en mi trayectoria como como jurado o evaluador de tesis doctorales e informes finales de investigación en el campo de los estudios sociales, no ha sido frecuente encontrar trabajos que generen la enorme satisfacción intelectual que me provocó el texto de Cristina.

    La expectativa, cuando se lee una tesis doctoral, es la de encontrar una investigación en la cual su autor o autora demuestre no solo su maestría en el uso de teorías y metodologías, sino que sea capaz de plantearse un problema original frente a una temática pertinente, desde un posicionamiento epistemológico y conceptual sólido y apropiado a su singularidad histórica, cuyo abordaje evidencie un esfuerzo de construcción propia, y cuyos resultados constituyan un aporte significativo a uno o varios campos del conocimiento. Por el contrario, cada vez es más común encontrar trabajos que no obedecen a un esfuerzo de problematización crítica del presente o vinculado a una población o práctica social específica, sino a la adopción acrítica de alguna de las oleadas teóricas de moda académica, y su respectivo uso dogmático, traslado mecánico de categorías y lenguajes críticos. Predomina también la falta de imaginación en su metodología, que se reduce a proclamar su identificación con algún enfoque (hermenéutica, genealógica, crítica, entre otros) y al uso convencional de técnicas de recolección y análisis de datos.

    No fue este el caso de La producción del espacio comunitario. Por un lado, su estudio parte de una problemática contextualizada y relevante para las ciencias sociales hoy; por otro, expresa un riguroso ejercicio de construcción conceptual y metodológica en su abordaje; finalmente, logra una adecuada síntesis que permite una profunda y, a la vez, clara comprensión de la temática estudiada. A continuación, me referiré a cada una de estas tres virtudes ahora presentes en el libro, en diálogo con algunas reflexiones propias sobre lo comunitario.

    Un viejo nuevo campo problemático

    La investigación no se ocupó de un tema que esté de moda en nuestros ámbitos académicos: la producción del espacio urbano por parte de los sectores populares de la ciudad que, desde sus prácticas cotidianas, asociativas y de acción cultural, construyen a la vez su territorio y sus identidades sociales. La preocupación por la ciudad y sus pobladores ha sido constitutiva de las ciencias sociales latinoamericanas (Torres, 2007) y desde hace más de medio siglo, disciplinas como la sociología, la antropología, la historia y la política han confluido en la comprensión de fenómenos tales como la explosión demográfica, la marginalidad, la informalidad, la autoconstrucción, las luchas urbanas, las culturas populares y la gestión urbana. Incluso, desde hace décadas, se ha venido consolidando el campo de los estudios urbanos con vocación transdisciplinar.

    Lo novedoso de esta investigación es que la vuelta al mundo popular se hace desde preguntas renovadas por los sentidos, las relaciones de poder, la construcción de comunidad y de territorios presentes en la producción espacial. A la vez, apuesta por una mirada caleidoscópica en la que confluyen autores provenientes de diferentes disciplinas y perspectivas, tanto del norte (como Lefebvre, Bajtín, Thompson, Certeau, Chartier, Hall, Hannerz, Bourdieu, Ricoeur y Tuan) como latinoamericanos (como Mejía, Martín-Barbero, Zibechi y Torres), lo que permitió una lectura articulada —no determinista ni homogénea— de las diferentes temporalidades (larga, media y corta duración), escalas (cotidiana, micro social y societal) y dimensiones en las que se constituyen los pobladores de la zona suroriental de Bogotá como sujetos sociales coproductores y potenciales transformadores de ciudad.

    Apropiación crítica de perspectivas interpretativas y creación conceptual

    Me llamó gratamente la atención que la autora haya optado por un pensador marxista, filósofo y sociólogo, a quien podemos considerar clásico: Henri Lefebvre; cuya producción intelectual más significativa se produjo en la década de 1970. Por un lado, porque dicho autor fue para mí un referente clave en mi formación intelectual crítica, gracias a su marxismo heterodoxo que se ocupó de temas no convencionales como la vida cotidiana, la calle y la ciudad; por otro, porque es poco habitual en el mundo académico actual que se recurra a autores que no están de moda y menos aún si son marxistas.

    Con respecto a esta investigación, aunque el pensador marxista se ocupó de un amplio espectro de problemas, la ciudad y lo urbano centraron el interés de Lefebvre desde mediados de la década de 1960 hasta 1974¹ y aportaron un conjunto de planteamientos muy sugerentes en torno al derecho a la ciudad y el espacio urbano como emancipación, hoy recogidos por el movimiento urbano mundial, así como por geógrafos críticos como David Harvey y Edward Soja.

    Cristina asume el libro de Lefebvre La producción del espacio, recientemente traducido al español, como perspectiva angular desde la cual aborda su investigación. Por una parte, porque asume el espacio y su producción no como un tema, sino como un eje desde el cual abordar la rica experiencia de los pobladores populares en su apropiación y construcción de ciudad. Así, categorías como prácticas espaciales, representaciones del espacio y espacios de representación y sus correspondientes espacio percibido, espacio concebido y espacio vivido son asumidas como claves analíticas para organizar e interpretar los datos y los testimonios.

    Dicho ejercicio analítico no tiene ningún asomo deductivista ni reduccionista, pues en el abordaje de cada tema también acuden aportes interpretativos de otros autores (foráneos y nacionales), siempre en diálogo con la singularidad de los procesos y prácticas estudiados. Es por ello que, a lo largo del libro, también encontramos significativos aportes a la comprensión de los procesos, relaciones, prácticas y actores sociales locales de los que se ocupa, en particular, su potencial instituyente y emancipador desde la construcción de otros sentidos y maneras de hacer espacio urbano.

    Uno de ellos es el reconocimiento del carácter comunitario de sus acciones, vínculos y espacios. Dado que la autora hace algunas consideraciones al respecto, referenciando un artículo mío de 2002, aprovecho esta presentación para compartir algunos recientes desarrollos conceptuales que he hecho sobre los sentidos de comunidad presentes y emergentes en el mundo urbano-popular, en particular sobre los que podemos denominar espacios comunitarios.

    Desde mediados de la década de 1980, cuando realicé mi tesis de maestría en Historia sobre barrios populares y luchas urbanas en Bogotá  —publicada generosamente por el Cinep en 1993 con el nombre de La ciudad en la sombra—, encontré que las estrategias que emplearon los campesinos, expulsados del campo por La Violencia, para construir y poblar los barrios populares fueron de carácter comunitario. Su sobrevivencia y posicionamiento en la urbe, así como la producción de su hábitat familiar y barrial, se logró a partir de prácticas de solidaridad y ayuda mutua, así como de la reactivación de vínculos tradicionales, como el compadrazgo y la adopción, e invención de otros, como las colaboraciones y asociaciones vecinales y la movilización en torno a la defensa de los bienes comunes (Torres, 1993).

    Así mismo, junto a otros estudiosos del mundo urbano-popular, evidenciamos que el barrio popular se convirtió, para sus habitantes, en espacio comunitario, tanto en el sentido material como sociocultural del término. En el primer sentido, muchas comunidades han construido con su propio esfuerzo espacios para la recreación infantil y han logrado dar terminación y dotación a los espacios públicos de sus barrios y veredas, como parte de su gestión para elevar el nivel de su calidad de vida. El trabajo colectivo permite embellecer los espacios inmediatos a la vivienda y dar sentido a la vida en común.

    Como hecho sociocultural, el barrio es mediador entre la vida privada de la casa y la vida pública de la ciudad; al poseer una escala peatonal, de encuentros, relaciones y comunicaciones cara a cara, la vida doméstica se prolonga a la cuadra, al vecindario, a las esquinas y parques. También es el lugar de los vínculos y amistades duraderas (vecindades, compadrazgos) e intensas (parches, combos), así como un referente de compromiso de sus habitantes con el territorio que han construido conjuntamente. Cuando un grupo, una organización o una acción se autodefinen como comunitarios se está insistiendo en que su base vincular y su orientación obedecen a estos valores comunitarios (Torres, 1999).

    Esta vindicación de lo comunitario para comprender los territorios populares toma distancia de la idea generalizada de considerar a priori a los barrios como comunidades homogéneas que comparten intereses comunes. En los sectores populares coexiste una pluralidad de grupos humanos, con intereses diferentes y muchas veces contrapuestos, por lo cual la conflictividad interna y hacia otros sectores sociales es constitutiva de su historicidad.

    El sentido de lo comunitario que he venido promoviendo está asociado a otras perspectivas que provienen, por un lado, de la conceptualización que asumió la palabra ‘comunidad’ como vínculo en los inicios del pensamiento sociológico (Tönnies) y en sus despliegues contemporáneos como comunidades emocionales (Maffesoli, 1990) y comunidades de futuro; por otro, en la pervivencia de las nociones tradicionales como bien común, el común y lo comunal (Duvignaud, 1990), y, finalmente, de los debates filosóficos contemporáneos que reivindican sentidos alternativos de

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