Rumores de boda
Por Allison Leigh
5/5
()
Información de este libro electrónico
Allison Leigh
A frequent name on bestseller lists, Allison Leigh's highpoint as a writer is hearing from readers that they laughed, cried or lost sleep while reading her books. She’s blessed with an immensely patient family who doesn’t mind (much) her time spent at her computer and who gives her the kind of love she wants her readers to share in every page. Stay in touch at www.allisonleigh.com and @allisonleighbks.
Relacionado con Rumores de boda
Títulos en esta serie (100)
Presa a ti Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesO amor perdido Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesTraiciones del pasado Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesAprender a confiar Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Dos corazones atrapados: A la caza de matrimonio Calificación: 5 de 5 estrellas5/5O regresso da princesa Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEncontro amoroso Calificación: 1 de 5 estrellas1/5Rumores de casamento Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl regreso de la princesa: Novias vikingas (1) Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Vidas robadas Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Enamorada de don perfecto Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEn manos del enemigo Calificación: 5 de 5 estrellas5/5O caminho de regresso Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesUm beijo da tua boca Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl final del viaje Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Um homem sem piedade Calificación: 3 de 5 estrellas3/5O engano das gémeas Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Partilhar um amor Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLlámalo deseo Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Un amor de cuento: A la caza de matrimonio Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Perto do paraíso Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa conquista del amor Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl apuesto inquilino Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesAmor inocente: Escándalos en la ciudad (1) Calificación: 3 de 5 estrellas3/5Hielo en el corazón Calificación: 5 de 5 estrellas5/5¿Quién eres tú? Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLo mejor de ti Calificación: 3 de 5 estrellas3/5Interesses em conflito Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesMi irresistible jefa Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesSiempre serás tú Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificaciones
Libros electrónicos relacionados
Un hombre para una noche Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Un bebé y una boda: El forastero serie, #2 Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Entregados a la pasión Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Promesas incumplidas Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesAsuntos de negocios Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesUn torbellino de amor Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesUna familia inesperada Calificación: 1 de 5 estrellas1/5Promesas del corazón Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesCambio de planes Calificación: 3 de 5 estrellas3/5Deseos imposibles Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEmbarazo en Las Vegas: En Las Vegas (2) Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Pasión bajo el hielo Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesTiempo de magia Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Un novio en su cama Calificación: 3 de 5 estrellas3/5Una mujer perseguida Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesBoda con el príncipe Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa verdad de sus caricias Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesRegreso a casa Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesUna proposición desesperada: Los Fortune de Texas (6) Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesOcultando la verdad Calificación: 3 de 5 estrellas3/5Un soltero y un bebé Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa mayor fortuna Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl retorno del príncipe Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesAmores culpables Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Almas heridas Calificación: 2 de 5 estrellas2/5Por un beso Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesAl calor de las llamas Calificación: 5 de 5 estrellas5/5En brazos del enemigo: Nuevas vidas (5) Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Cada noche Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesMuy cerca del amor Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificaciones
Romance contemporáneo para usted
Después de Ti Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Novio por treinta días Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Tres años después Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Vendida al mejor postor Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Esposa por contrato Calificación: 3 de 5 estrellas3/5Vaya vaya, cómo has crecido Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Contrato por amor Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Fiesta de empresa Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Alégrame la vista Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Un hombre de familia Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Prometida falsa Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Una y mil veces que me tropiece contigo Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Una virgen para el billonario Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Un orgullo tonto Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Dos Mucho para Tí Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Resiste al motero Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Tú de menta y yo de fresa Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Al Borde Del Deseo: Romance De Un Millonario: Los Secretos Del Multimillonario, #1 Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Macho Alfa Calificación: 5 de 5 estrellas5/5No dejes de mirarme Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Padre a la fuerza Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Un café con sal Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Besos a medianoche Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Hielo y Fuego Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Un capricho del destino Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Matrimonio de conveniencia Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Esclava de tus deseos Calificación: 4 de 5 estrellas4/5La Asistente Virgen Del Billonario Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Como Llamas Calificación: 5 de 5 estrellas5/5El trío de Marley Calificación: 4 de 5 estrellas4/5
Comentarios para Rumores de boda
1 clasificación0 comentarios
Vista previa del libro
Rumores de boda - Allison Leigh
Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley.
Diríjase a CEDRO si necesita reproducir algún fragmento de esta obra.
www.conlicencia.com - Tels.: 91 702 19 70 / 93 272 04 47
Editado por Harlequin Ibérica.
Una división de HarperCollins Ibérica, S.A.
Núñez de Balboa, 56
28001 Madrid
© 2007 Allison Lee Davidson
© 2018 Harlequin Ibérica, una división de HarperCollins Ibérica, S.A.
Rumores de boda, n.º 1746 - diciembre 2018
Título original: Wed in Wyoming
Publicada originalmente por Harlequin Enterprises, Ltd.
Todos los derechos están reservados incluidos los de reproducción, total o parcial. Esta edición ha sido publicada con autorización de Harlequin Books S.A.
Esta es una obra de ficción. Nombres, caracteres, lugares, y situaciones son producto de la imaginación del autor o son utilizados ficticiamente, y cualquier parecido con personas, vivas o muertas, establecimientos de negocios (comerciales), hechos o situaciones son pura coincidencia.
® Harlequin, Julia y logotipo Harlequin son marcas registradas por Harlequin Enterprises Limited.
® y ™ son marcas registradas por Harlequin Enterprises Limited y sus filiales, utilizadas con licencia. Las marcas que lleven ® están registradas en la Oficina Española de Patentes y Marcas y en otros países.
Imagen de cubierta utilizada con permiso de Harlequin Enterprises Limited. Todos los derechos están reservados.
I.S.B.N.: 978-84-9188-974-8
Conversión ebook: MT Color & Diseño, S.L.
Índice
Créditos
Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Epílogo
Si te ha gustado este libro…
Prólogo
Noviembre
—¿Estás loco? ¿Y si te ve alguien?
Angeline Clay apartó la mirada del hombre que se escondía en las sombras y la dirigió hacia los invitados de la boda, que apenas estaban a unos veinticinco metros de allí.
—No me van a ver, tranquila —contestó el hombre en tono divertido—. No olvides, cariño, a lo que me dedico.
Angeline puso los ojos en blanco.
Estaban fuera del círculo de luces que habían colocado alrededor de la enorme carpa que protegía las mesas y la pista de baile del frío de Wyoming.
Su prima Leandra y su recién estrenado marido, Evan Taggart, estaban bailando en el centro de la pista, rodeados de casi todos los otros miembros de la extensa familia de Angeline.
—Te aseguro que lo tengo muy presente, Brody —le aseguró en tono cortante.
Los breves encuentros que había tenido con aquel hombre habían sido pocos y apartados en el tiempo, pero siempre memorables.
Aquello sacaba a Angeline de sus casillas, pues era una mujer orgullosa de no perder el control y lo perdía constantemente cuando se trataba del atractivo Brody Paine.
Angeline aferró con fuerza el plato vacío que llevaba en las manos. Iba hacia la cocina cuando Brody había salido a su encuentro.
—¿Cómo sabías que estaba aquí? —le preguntó.
—El mundo es muy pequeño, muñeca, ya lo sabes —contestó Brody.
Cariño. Muñeca.
Angeline suspiró. Lo cierto era que Brody nunca la llamaba por su nombre. Aquella era una de las razones por las que Angeline no lo tomaba en serio en las cuestiones personales.
Era cierto, sin embargo, que en cuestiones profesionales lo tomaba muy en serio, pues Brody Paine era bueno en su trabajo.
—He venido sólo unos días —le recordó ella—. Sólo para pasar aquí el Día de Acción de Gracias y la boda de Leandra. Me vuelvo a Atlanta enseguida.
Brody procedió entonces a mencionar su número de vuelo, indicándole de manera nada sutil que conocía perfectamente sus planes.
—A la agencia le gusta vigilar bien a sus empleados.
Angeline miró hacia atrás, asegurándose de que nadie los oía. No, era imposible que los estuvieran oyendo. De haber sido así, Brody jamás hubiera mencionado a la agencia.
—Yo no soy empleada de la agencia —le recordó.
Ella sólo era un correo. Llevaba cinco años trabajando para la agencia, pero lo único que hacía era llevar información de una fuente a otra y solamente lo hacía un par de veces al año.
—Créeme si te digo, cariño, que eres una empleada maravillosa —sonrió Brody mirándola apreciativamente de arriba abajo—. Lo que no entiendo es por qué te empeñas en no compartir tus maravillosas cualidades conmigo.
Angeline estaba acostumbrada desde la pubertad a que los hombres la miraran con aprecio, pero, aun así, agradeció la capa que llevaba y que cubría su cuerpo.
—Veo que lo has entendido bien —le contestó—. Supongo que no habrás venido a buscarme para ligar.
—Desgraciadamente no, porque tú no quieres —volvió a insistir Brody.
—Brody… —le advirtió Angeline apretando los labios.
—Tranquila, tranquila… en estos momentos, estoy en otra operación, pero me han pedido que te dé esto —contestó Brody.
Angeline se fijó entonces en que Brody tenía un trozo de papel agarrado entre el dedo índice y el corazón y procedió a agarrarlo con mucho cuidado para no tocarlo. Cuando él la agarró repentinamente de la muñeca, dio un respingo y lo miró sorprendida.
—Es importante —le dijo Brody muy serio.
Angeline sintió que los nervios le secaban la garganta. No estaba acostumbrada a ver a Brody tan serio.
—Siempre lo es, ¿no?
Brody le había dicho muchas veces, por activa y por pasiva, desde el principio, lo importante y delicado que era el trabajo que hacía para Hollins-Winword.
—Como cualquier cosa en la vida, la importancia de algo es relativa.
Angeline escuchó que el pinchadiscos estaba reclamando la atención de los presentes, pues los novios iban a cortar la tarta.
—Me voy antes de que alguien me eche en falta y venga a buscarme —anunció Angeline.
Brody le soltó la mano y Angeline hizo un gran esfuerzo para no acariciarse aquella zona de su cuerpo en la que todavía sentía sus dedos. Menos mal. Brody era realmente observador. Evidentemente, su capacidad de observación era una de las cualidades que lo convertía en un excelente agente, pero lo último que Angeline quería era que se diera cuenta de cómo la afectaba su presencia.
La única relación que había entre ellos era ocasional y siempre de trabajo. Si aquel hombre se enterara de que llevaba gustándole años… bueno, simplemente, no quería que lo supiera y punto.
A lo mejor, si lo supiera, las cosas cambiarían entre ellos, pero Angeline no se quería arriesgar. De momento, prefería jugar a que su coqueteo no la afectaba en absoluto aunque le era muy difícil fingir tanto.
En aquel momento, Brody le dedicó una de sus sonrisas, una de aquellas sonrisas que llevaban a Angeline a preguntarse si entre sus capacidades se encontraba también la de leer el pensamiento.
—Hasta la próxima, muñeca —se despidió—. Tómate una copa de champán a mi salud —añadió mirando hacia los invitados.
Angeline giró la cabeza también. Leandra y Evan estaban de pie ante su enorme tarta de bodas.
—No creo que nadie se dé cuenta si te traigo una copa y un trozo de tarta —dijo, dándose la vuelta al no obtener respuesta.
De Brody ya sólo alcanzó a ver su silueta, perdiéndose en la fría y oscura noche.
Capítulo 1
Mayo
—Sigo creyendo que estás loco.
Hacía seis meses que Angeline no veía a Brody Paine. Desde entonces, Brody se había dejado barba, una barba que no tapó la sonrisa que le dedicó ante su comentario.
Además de la barba, llevaba el pelo más largo, lo que le confería una imagen parecida a la de un pirata.
—Me da la sensación de que siempre me dices lo mismo, muñeca.
Angeline enarcó las cejas. Estaban sentados en un Jeep que estaba atrapado en un barrizal en Venezuela.
—Tú sabrás por qué lo digo —le dijo mientras llovía sobre ellos.
Como de costumbre, Brody no pareció darle importancia a la opinión de Angeline. Mientras tamborileaba con los dedos sobre el volante, se quedó mirando cómo caía la lluvia por el parabrisas.
El coche no tenía puertas y el viento que había acompañado a Angeline desde que había llegado a Venezuela hacía tres días combinado con la lluvia resultaba de lo más molesto.
Se suponía que la borrasca que estaban sufriendo en aquellos momentos debería haber partido hacia el océano y haberse disuelto allí, pero no había sido así. La borrasca había ido cada vez a más y ahora se había convertido en un huracán, con lluvia y viento incesantes. Se suponía que durante el mes de mayo no era normal que hubiera huracanes, pero la Madre Naturaleza no parecía estar teniendo en cuenta el calendario establecido por los humanos.
Angeline se arrebujó en el asiento. Aunque la capucha del poncho impermeable color caqui le tapaba casi toda la cabeza, se sentía empapada hasta los pies.
Eso era lo que le pasaba por haber huido del campamento de Puerto Grande como lo había hecho. Si se hubiera parado a pensar un poco, se habría llevado ropa de abrigo para ponerse debajo del poncho, pero, en cuanto Brody la había ido a buscar, le había dicho al doctor Miguel Chávez, el jefe del equipo de All-Med, que una amiga de Caracas se había puesto enferma y se había ido.
—El convento en el que dejaron a los niños está al final de esta carretera —anunció Brody—. No hay otro acceso a no ser que tengas un helicóptero, claro, y con este tiempo es imposible —recapacitó.
Desde luego, si Brody estaba tan molesto como Angeline por las condiciones climatológicas, lo ocultaba bien. Angeline se colocó de espaldas a la lluvia.
—Si deshacemos andando el camino hecho, podríamos estar en el campamento de Puerto Grande antes de que anochezca —comentó observando los nubarrones que cubrían el cielo.
Desde que había cumplido veinte años, había estado en Venezuela con All-Med en cinco ocasiones, pero nunca se había encontrado con un tiempo así de malo.
—No vamos a dar marcha atrás, encanto —suspiró Brody, que tenía los pantalones y el poncho cubiertos de barro, pues se había bajado varias veces del vehículo para intentar sacarlo del barrizal.
—Pero faltan varios kilómetros para el convento —protestó Angeline sabiendo que estaban más cerca del campamento que del convento—. El equipo de allí nos podría ayudar mañana a sacar el coche del barro. No tienen por qué saber que estábamos intentando llegar a Santa Inés y no a Caracas.
—No podemos perder tanto tiempo.
Angeline suspiró y se quedó mirando a aquel hombre tan cabezota.
—¿Por qué tantas prisas? —preguntó con recelo—. Me has dicho que lo único que tenemos que hacer es recoger a los niños de la familia Stanley y devolvérselos a sus padres.
—Exacto.
—Brody…
—No olvides que en esta operación me llamo Hewitt.
—Muy bien, Hewitt, ¿a qué vienen tantas prisas? Esos niños llevan dos meses en el convento, ¿no? ¿Qué va a pasar por una noche más?
Brody le había contado que Hewitt Stanley, el verdadero Hewitt Stanley, y su esposa, Sophia, habían dejado a sus hijos en aquel convento situado en una zona recóndita del país mientras se adentraban en la selva venezolana para realizar una investigación farmacéutica.
Brody le había pedido ayuda a Angeline porque, según él, no iba a poder recuperar a los niños él solo.
—El grupo Santina secuestró a Hewitt y a Sophia hace dos días.
—¿Cómo?
—¿No sientes a veces curiosidad cuando te entregan un mensaje para otra persona? —le preguntó Brody mirándola con dureza.
—No —contestó Angeline.
—¿Nunca? —insistió Brody.
Aquello de ser siempre sincera, a veces, resultaba de lo más molesto.
—Bueno, en alguna ocasiones he sentido curiosidad, pero jamás he leído los mensajes —admitió Angeline—. Sé hasta dónde llega mi trabajo, yo soy sólo la mensajera. En cualquier caso, ¿qué tiene eso que ver con los Stanley?
—Cuando te di el último mensaje de noviembre, ¿no lo abriste? —insistió Brody.
—No —le aseguró Angeline—. Prefiero quedarme con la curiosidad que saber demasiado —añadió sinceramente.
En cualquier caso, las pequeñas referencias que le daban y que ella tenía que entregar a otra persona no hubieran sido nunca suficientes para saber exactamente en qué andaba metida Hollins-Winword y eso era lo mejor para todos. Para ella misma, para los que la rodeaban, para el trabajo de la agencia y para la agencia.
Angeline era consciente de ello, lo comprendía y daba las gracias. Estaba comprometida con Hollins-Winword, pero aquello no significaba que quisiera jugarse el cuello por cuatro frases, que era lo que venían a ser las notas que le confiaban.
El mensaje que le había entregado Brody en la boda de Leandra y Evan había sido incluso más corto.
«Los Stanley están experimentando. Sandoval MIA».
Angeline había memorizado la información, lo que no le había costado nada en aquel caso, y había vuelto a Atlanta a los pocos días, donde había entregado la información al jovencito que había esparcido adrede