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Cementerio de Naves Espaciales: Antigravel
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Cementerio de Naves Espaciales: Antigravel
Libro electrónico36 páginas19 minutos

Cementerio de Naves Espaciales: Antigravel

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Información de este libro electrónico

Cuando un capitán explorador le ofrece un trabajo inusual en medio de la nada, Delphine acepta y se embarca en busca de un tesoro. Para encontrarlo, tendrá que descender cuatro kilómetros bajo el agua en un dron marino y confrontar sus miedos más profundos en el cementerio de naves espaciales. ¿Podrá lograrlo?

Esta historia está inspirada en el Punto Nemo, un lugar completamente alejado de tierra firme, donde las naves espaciales mueren.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento8 sept 2020
ISBN9781547542178
Cementerio de Naves Espaciales: Antigravel

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    Cementerio de Naves Espaciales - George Saoulidis

    Capítulo 1

    —Entonces, ¿nos la robamos? —dijo Delphine, protegiéndose lo ojos del sol.

    —Mira a tu alrededor —dijo el capitán, con los brazos extendidos—. Por definición, estamos en medio de la nada.

    Miró a su alrededor. Nada excepto el océano.

    —A cinco mil kilómetros de la costa este de Nueva Zelanda, tres mil kilómetros del norte de la Antártida y cuatro kilómetros debajo de nosotros se encuentra la nada, o lo que la gente llama el cementerio de naves espaciales.

    —Creí que se llamaba Polo Oceánico de Inaccesibilidad.

    Con su mano hizo un gesto de sigamos.

    —Así es, el punto más alejado de tierra firme en el planeta. También se ha convertido en un cementerio de naves espaciales porque las han hundido aquí por cincuenta años.

    Una ola de altura considerable golpeó el bote y tuvieron que sujetarse de la barandilla para evitar caerse. Delphine disfrutaba del salpicar del agua, se sentía refrescante bajo el sol ardiente.

    —¿Por qué estrellan las naves aquí? ¿Por qué no simplemente las lanzan al sol?

    —No es tan fácil como parece —gruñó el capitán mientras trabajaba en la boya. Todo un desastre de máquina, era evidente que había sido ensamblada con partes de otras máquinas, y que se sostenía con cinta de aislar, literalmente.

    —Ya veo, ¿pero por qué no las dejan en el espacio? Les sobra mucho espacio, así se llama —dijo Delphine con un tono de voz que exclamaba obvio, pero se sintió tonta al decirlo.

    Desde abajo, el capitán la señaló con un destornillador.

    —Ese es el peor lugar para una nave muerta. Cuando se destruya, y lo hará,

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