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El Hombre Eléctrico: (Los Campos De Energía)
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El Hombre Eléctrico: (Los Campos De Energía)
Libro electrónico556 páginas8 horas

El Hombre Eléctrico: (Los Campos De Energía)

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Una organizacin criminal autollamada el Mundo del Futuro pretende apoderarse de los Estados Unidos y del planeta entero. Para ello ha robado tecnologa de vanguardia que le permitir conseguir sus propsitos. Una conspiracin bien armada y con grandes probabilidades de xito.

Nada ni nadie parece capaz de detener la terrible fuerza que pone en riesgo la civilizacin actual.

James Edwards, hijo del dueo de una empresa de alta tecnologa, sufre un accidente mientras realizaba experimentos de investigacin.

Mientras el mundo est por enfrentar un caos inimaginable, podra este singular y desafortunado accidente ser la nica esperanza de la humanidad?
IdiomaEspañol
EditorialPalibrio
Fecha de lanzamiento10 jun 2011
ISBN9781617647246
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    El Hombre Eléctrico - Javier Arellano

    Capítulo 1

    El comienzo

    El teléfono sonaba con insistencia. En medio de la oscuridad James Edwards se despertó de un sueño profundo, volvió su cabeza hacia la mesilla de noche y miró el despertador. Era la una de la mañana. Lentamente se incorporó buscando el referente de la ventana de su lujosa habitación con vista a la ciudad iluminada de los Ángeles, en su mansión de los suburbios de Beverly Hills. Encendió la lámpara y acto seguido descolgó el auricular.

    —¿Diga?

    —James, soy yo, tu padre—la voz se escuchaba alterada—. Acaba de ocurrir algo terrible. Unos hombres irrumpieron en las instalaciones de Eltech y al parecer se llevaron información sobre el prototipo del equipo para transmisión inalámbrica de electricidad. Es necesario reunirnos.

    Aturdido, James trataba de asimilar lo que escuchaba al otro lado de la línea.

    —¿Pero cómo pudo ocurrir eso? Con el sistema de seguridad que tenemos en la planta—dijo con un ligero carraspeo en la voz

    —Es algo que debemos averiguar cuanto antes. Ahora mismo me dirijo hacia allá. Me acompaña mi hermano Robert. Es necesario que tú también vayas porque la situación es grave. Aparte del robo de información, hay guardias muertos y daños materiales en el laboratorio y en otros sitios de la planta.

    Solo unos segundos bastaron para que James estuviera más despierto que nunca, las malas noticias tuvieron un efecto disipador en el cansancio que había acumulado tras largas jornadas de trabajo en los días previos. Había conseguido junto con sus colaboradores, echar a andar un sofisticado equipo para transmitir la electricidad en forma inalámbrica. No era posible que todo ese trabajo e investigación que habían desarrollado por años hubiera sido robado en cuestión de unas horas.

    —Voy para allá—dijo haciendo todo lo posible para mantener la calma—. Iré al Aeropuerto y de allí me trasladaré en el helicóptero.

    —Nos veremos allá, sólo te pido que tengas cuidado—le advirtió su padre—. El piloto te estará esperando—y sin agregar nada más colgó.

    James permaneció unos instantes en la cama mirando las luces que iluminaban la ciudad. Se levantó en calzoncillos y se dirigió hacia el guardarropa. Se vistió con unos jeans y una camisa vaquera a cuadros, se miró en el espejo y se acomodó el cabello. Luego se dirigió hacia el cuarto de baño para mojarse la cara con agua fría. No dejaba de pensar que apenas unos días atrás habían festejado el éxito del prototipo. Las cosas pintaban mejor que nunca para Eltech; sólo sería cuestión de meses para que fabricaran los transmisores inalámbricos en forma masiva. En el horizonte comercial vislumbraban pedidos masivos de la industria privada y del Gobierno Federal. La utilidad de su desarrollo era colosal; la mayoría de los productores de aparatos domésticos e industriales estaban interesados en la nueva tecnología La revolución en casas, oficinas y en todo tipo de edificaciones estaba a un paso.

    Ahora todo había cambiado; no sabía la dimensión de los daños, pero por lo que lo que le había dicho su padre el panorama era desalentador. Se habían robado información del prototipo y habían hecho estallar el laboratorio de pruebas. Nunca se imaginó que el espionaje industrial hubiera adquirido dimensiones tan criminales, al grado de asesinar a personas inocentes. Quienes estuvieran detrás de ello sabían de las posibilidades económicas de la transmisión inalámbrica y no habían dudado de llegar a tales extremos con tal de hacerse de la tecnología, concluyó.

    Se dio un último vistazo en el espejo, se colocó una chaqueta de piel y después se dirigió hacia la puerta.

    black.jpg

    Dos horas después, James, su padre David y su tío Robert se encontraban dando un minucioso recorrido por las instalaciones de Eltech. Iban acompañados de elementos de seguridad de la propia empresa y de dos agentes del FBI, Ken Hayes y Brian Connor, de 35 y 29 años respectivamente; dos jóvenes y brillantes elementos con grandes posibilidades de hacer una carrera relevante en el Bureau. Ambos sabían que sus anfitriones eran nada menos que los dueños de la empresa, hombres influyentes en la política y la economía de California y del país entero, por tanto, su actitud era respetuosa y reflejaba un interés real por encontrar pistas que condujeran a encontrar a los responsables del asalto.

    Conforme recorrían los pasillos, los hombres se percataron que los daños eran mucho peores de lo que habían imaginado. No se explicaban lo que había ocurrido, lo único que tenían frente así eran una docena de cadáveres de vigilantes y guardias y parte de las instalaciones destruidas. Habían violado los sistemas de seguridad en forma escandalosa, robado información y arruinado el laboratorio de pruebas sin dejar el menor rastro de su ubicación, ni de quienes eran o a que organización pertenecían. El testimonio de uno de los centinelas de la caseta de vigilancia de la entrada principal parecía inverosímil, pero la repetía una y otra vez con tal exactitud, que no parecía ser un invento. No estaban en posibilidad de descartar una sola pista.

    A James le invadió una sensación de frustración, furia e impotencia. No era posible que en los Estados Unidos del siglo XXI un grupo de criminales pudieran actuar de forma tan impune. Nada ni nadie podía ya estar a salvo en ningún lugar del mundo. Parecía que desde los atentados del 11 de septiembre hacía ya tantos años, las organizaciones criminales habían optado por el terrorismo como modo de operar. Le costaba trabajo creer que ahora el objetivo del ataque hubiera sido precisamente la empresa de su familia. Miro de reojo a su padre y por la expresión de su rostro supuso que sus pensamientos eran similares.

    —De manera que todo esto lo hicieron sólo cuatro hombres con ayuda de un empleado de limpieza, ¿es correcto teniente?—preguntó el Sr. David con la expresión cansada.

    —Así es señor Edwards—contestó Hayes—y al parecer utilizaron armas con tecnología muy sofisticada, tanto que desconocíamos que hubiera algo similar.

    —Al menos eso es lo que dice uno de los vigilantes que sobrevivieron al ataque—agregó Robert Edwards—sin embargo, me parece que lo importante ahora es analizar si se puede recuperar la información robada y volver a construir el prototipo del transmisor inalámbrico.

    —Tienes razón tío Robert—dijo James—debemos trabajar para reconstruir el trasmisor, pero la investigación policial debe continuar. Es importante saber quien o quienes son los responsables de esto, porque deben pagar por ello.

    —De acuerdo,—repuso Robert—pero eso debemos dejarlo a la autoridad. Para eso están aquí nuestros jóvenes amigos del FBI

    —Así es señor Robert—intervino el agente Connor con un dejo de orgullo—haremos lo que este a nuestro alcance para dar cuanto antes con los culpables.

    —No obstante será necesaria la participación de ustedes y del personal de la empresa—agregó Hayes al tiempo que dirigía una mirada de ligera desaprobación a su colega y compañero.

    —Coincido con usted teniente Hayes—dijo David Edwards con un aire de autoridad al tiempo de volvía la mirada hacia el edificio principal del Eltech—. Ahora acompáñenos a una sala de juntas de la empresa. Tenemos más información que puede ser útil.

    black.jpg

    A varios kilómetros de ahí, en algún lugar secreto, se encontraba una construcción imponente al pie de una inmensa montaña, casi oculta en medio de un espeso bosque de varias miles de hectáreas. Era una fortaleza construida de concreto y metales anticorrosivos, pintada con colores cuyos tonos y matices hacían que se confundiera con el café de los troncos y el verde de las ramas. Era un sofisticado y moderno complejo de investigación científica y tecnológica que permanecía desconocido para la civilización estadounidense. Contaba con equipos tan avanzados en todos los ámbitos que con facilidad bloqueaba los sistemas de rastreo satelital con que el gobierno de los Estados Unidos identificaba a sus enemigos en todo el mundo.

    Se trataba de una notable muestra de arquitectura avanzada que estaba constituida por varias secciones; en cada una de ellas se abordaban diferentes campos de desarrollo. Los científicos que allí laboraban poseían cualidades excepcionales para sus respectivas disciplinas. Eran reclutados de manera clandestina en todo el mundo y desarrollaban una intensa labor todos los días. Todo para alcanzar los objetivos de la organización, a la que llamaban Mundo del Futuro o MF para abreviar. Según los dirigentes, se trataba de un instituto secreto que se encargaba del desarrollo de la más alta tecnología cuyo único propósito era el beneficio de la humanidad, pero por ser secreta, absolutamente nadie debía conocer la labor que desarrollaban. Les daban descanso dos días a la semana y su vida fuera de allí la tenían que desarrollar en forma normal. Todos los que no eran ciudadanos americanos habían regularizado su situación migratoria al momento de llegar al MF. Les proporcionaban cartillas de nacionalización genuinas y todos los documentos de identificación necesarios para desarrollar su vida sin problema alguno.

    El Mundo del Futuro estaba organizado de una manera jerárquica muy estricta. La máxima autoridad era un hombre al que todos llamaban el Líder Supremo y al que según se decía, nadie había visto personalmente, ni siquiera sus colaboradores más cercanos; quienes recibían instrucciones a través de un complejo dispositivo tecnológico instalado en un sitio específico conocido como la Torre y al que sólo unos pocos tenían acceso. Bajo las órdenes del Líder Supremo estaban los jefes de los proyectos de desarrollo y de ellos dependían investigadores de menor rango. Estos últimos llevaban a cabo su labor siguiendo políticas y objetivos que les dictaban y a no ser que se tratara de una cuestión meramente científica o tecnológica no podían cuestionar o contradecir sus órdenes. Recibían una excelente compensación económica por su arduo trabajo en un horario ligeramente más extenso que cualquier otro en el mundo desarrollado. Por tanto, bajo esas condiciones laborales tan favorables no cuestionaban en lo mínimo la situación. Conocían bien a los jefes de los proyectos y sabían que estos a su vez conformaban un Consejo de Administración que sesionaba con regularidad y en el cual recaía la autoridad del organismo. Sabían que los jefes de los proyectos salían con regularidad fuera de las instalaciones, pero desconocían con qué finalidad.

    Varias horas después del asalto a Eltech, el Mercedes Benz llegó hasta las instalaciones del Mundo del Futuro. Se estacionó en una galera llena de autos lujosos y desde allí descendieron sus ocupantes. Se dirigieron hacia unos vestidores, se quitaron los trajes que habían utilizado en el ataque y luego se vistieron con ropa casual. Después, se dirigieron hacia la sala de sesiones del Consejo de Administración ya que algunos eran directores de varios proyectos. Michael Flint se sentó en la silla principal y desde esa posición se dirigió a sus compañeros.

    —El ataque ha sido un éxito—dijo en tono solemne—conseguimos la información necesaria para construir el transmisor inalámbrico de electricidad que desarrolló Eltech y en cuestión de días estaremos en posibilidad de reproducirlo en nuestros propios laboratorios.

    —La primera incursión resultó bien—dijo un joven pelirrojo llamado Dan—pero debemos evitar que haya muertes. Se supone que las operaciones deben ser lo más limpias posible. Debe haber otra forma de neutralizar a los oponentes sin necesidad de dañarlos.

    —Son daños colaterales a veces inevitables—contestó Michael tratando de disimular una mueca de desagrado—. Recuerden lo que ha dicho el Líder Supremo, lo importante es alcanzar el objetivo, no importa cuál sea el precio.

    —Lo sabemos—interrumpió nuevamente Dan—pero acordamos no utilizar tanta violencia. Es parte de nuestro entrenamiento conseguir las cosas sin necesidad de tanta destrucción. No era necesario asesinar al hombre que se hacía pasar por empleado de limpieza.

    —En algún momento llegará la ocasión en que tendremos que utilizar violencia, quizás en grados extremos—recalcó Michael—y ustedes lo saben perfectamente, es parte de la misión. Lo ha dicho el Líder Supremo.

    —No en los ataques previos—replicó Dan—. Eso será hasta que lleguemos a la fase final de nuestra misión…

    —¡Basta ya!—gritó con furia Michael—, quien decide cómo hacer las cosas soy yo. Saben bien que el Líder Supremo me ha delegado poderes absolutos para decidir y no voy a permitir que ninguno de ustedes haga cuestionamientos a mi proceder.

    Durante varios segundos el grupo permaneció sin pronunciar una sola palabra. Se respiraba en el recinto una tensa calma que pesaba como una losa en el ambiente. Otro de los hombres, un sujeto afro americano de nombre John decidió aligerar la situación.

    —¿Qué procede ahora Michael? ¿Cuál será el siguiente paso?

    —Por ahora debemos continuar con el entrenamiento—contestó con un tono de voz conciliador—. Nos restan varias acciones como la de esta noche. No sabemos cómo reaccionará el gobierno pero les aseguro que la siguiente ocasión no será tan simple. Debemos prepararnos a conciencia y someternos a diferentes pruebas para que analicen nuestro estado físico. Cada uno de nosotros posee cualidades que ningún otro ser humano tiene, por tanto, es necesario potencializarlas antes de la siguiente incursión.

    —¿Dónde será la siguiente incursión?—preguntó John

    —El Líder Supremo nos lo indicará muy pronto, a través mío, desde luego—contestó Michael—. La próxima vez debe planearse con cuidado. Por ahora es todo. Ah, lo olvidaba, en sus habitaciones encontrarán el itinerario de entrenamiento; recuerden ser puntuales en sus pruebas—y sin agregar nada más salió por la puerta.

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    Los oficiales del FBI, James, su padre y su tío estaban por terminar la reunión en una de las salas de juntas más grandes de Eltech. Tanto James como su padre dieron una breve pero consistente explicación a los agentes sobre el proyecto cuya información había sido extraída de la empresa por el grupo armado. Según los Edwards, era necesario detenerles para evitar cualquier uso indebido de esa tecnología, la cual desde luego no se utilizaría para fines comerciales pues de inmediato serían serian detectados por la autoridad. Se trataba de un fin desconocido y por tanto, no auguraba nada bueno.

    —Creo que tenemos un panorama bastante desalentador señores—dijo Hayes—. En realidad, la información que nos acaban de mostrar sirve para ilustrarnos a nosotros, me refiero a Brian y a mí, pero no nos proporciona ninguna pista sobre quien o quienes pudieron haber perpetrado este robo. Y por lo que hemos revisado no existe información digital de ningún tipo, videos o nada que se le parezca. Evidentemente se trata de un grupo altamente profesional.

    —Puede que tenga razón teniente Hayes—dijo David—, sin embargo, esto que les hemos presentado es la primera parte. Aun tenemos algo que informarles. En realidad la invención del transmisor de energía eléctrica inalámbrica es solo un avance importante de un proyecto mayor que estamos desarrollando en esta empresa. Se trata de algo superior a una simple tecnología. Algo que puede revolucionar el mundo científico y tecnológico y la civilización actual en general.

    Los agentes intercambiaron entre sí una mirada mezcla de incredulidad y sorpresa, pero volvieron la vista hacia David Edwards en señal de que prosiguiera. El caso comenzaba a ponerse interesante pero eso a su vez, implicaba un mayor grado de dificultad para su resolución, si es que eso llegaba a ocurrir. Para ellos era un reto fenomenal, en caso de tener éxito se volverían un par de celebridades en el Bureau y con seguridad eso les llevaría a una posición en donde podrían escalar puestos de mayor responsabilidad. Los oficiales eran neófitos en las ciencias exactas y por ello necesitaban escuchar la explicación de dos expertos como David y James Edwards, dos brillantes científicos e ingenieros, que aparte de empresarios se dedicaban a dar clases de física en la Universidad de California, en Los Ángeles sin recibir paga alguna, lo hacían por amor a la juventud y a la ciencia.

    —Como les decía, Eltech viene desarrollando un proyecto de mucho más envergadura—dijo David Edwards después de hacer una breve pausa al percibir la sorpresa de Hayes y Connor—¿Han escuchado hablar sobre la Teoría del Campo Unificado?

    Nuevamente los oficiales intercambiaron una mirada pero esta vez para compartir la sensación de vergüenza al desconocer una sola palabra sobre el asunto.

    —No señor Edwards, no conocemos nada sobre el asunto, de lo contrario no estaríamos aquí realizando esta investigación—contestó Hayes tratando de poner un poco de humor en el asunto.

    —Bien, no tienen porqué saberlo—dijo David Edwards en tono amable y comprensivo—lo pregunté para saber por dónde empezar y qué tanto abarcar sobre el tema. Es obvio que ustedes se dedican a otra actividad, pero supuse que tal vez lo escucharon en alguna clase de física de la preparatoria. En fin, la Teoría del Campo Unificado busca integrar en una sola explicación la fuerza gravitacional y la fuerza o energía electromagnética. Eso en un principio, ahora se pretende integrar también lo que se conoce como interacciones subatómicas débiles y fuertes, es decir la fuerza que provoca el movimiento de las partículas que conforman un átomo. En Eltech llevamos años investigando sobre estos fenómenos físicos y hasta ahora hemos conseguido, gracias a los avances de nuestros investigadores, desarrollar una serie de complejas tecnologías que pueden controlar la energía electromagnética, gravitacional y atómica. Y de las tres la más desarrollada es la tecnología para controlar la energía electromagnética. Esto nos facilitó el desarrollo del dispositivo de transmisión de energía eléctrica inalámbrica.

    David Edwards hizo una breve pausa al percatarse de las expresiones de no entiendo nada de los agentes del FBI.

    —¿Hasta ahora tienen alguna pregunta?

    Con un ligero rubor en el rostro el agente Hayes, después de echar un breve vistazo a su compañero respondió:

    —Tratando de recapitular—dijo y luego de pasar saliva agregó—ustedes están desarrollando tecnología para controlar las fuerzas que conforman la Teoría del Campo Unificado, ¿correcto?

    James y David Edwards esbozaron una ligera sonrisa de beneplácito al comprobar que años de investigación en esa disciplina, junto con los años en la docencia les habían servido para explicar el asunto de una forma tal, que incluso un niño de seis años lo pudiera entender.

    —Es correcto teniente—agregó James.

    —Lo que acaba de explicarnos es muy interesante señor Edwards—intervino Connor—¿pero esto en que nos ayuda al desarrollo de nuestras pesquisas?

    —Es muy simple señores, lo que queremos decirles es que las personas o la organización que atacó nuestras instalaciones tal vez volverá a hacerlo—afirmó David Edwards.

    Hayes y Connor miraron a los Edwards buscando una luz en lo que acababan de escuchar.

    —¿Quieren decir que regresarán cuando ustedes hayan concluido el desarrollo de la tecnología que controle las demás energías que conforman la Teoría del Campo Unificado?—preguntó Hayes con cautela.

    —Es muy probable—contestaron al unísono James y su padre.

    —Nuestro temor es que al concluir con nuestras investigaciones, ellos vuelvan y se lleven un dispositivo más sofisticado y poderoso—agregó David—. De alguna manera inexplicable, conocían el trabajo que habíamos venido desarrollando. Eran trabajos secretos, por tanto suponemos que hay alguien más de Eltech involucrado en todo esto, aparte del hombre que se hacía pasar por empleado de limpieza.

    —Seguro—afirmó Connor—conocían detalles de la organización e instalaciones de la empresa, por eso las cosas les resultaron relativamente sencillas.

    —Al intentar el nuevo ataque, dejarán rastros de quienes son y de esa forma podrían ser llevados ante la justicia—agregó James en un tono que reflejaba sus ánimos de justicia.

    —Buen punto señor James,—intervino Hayes—por eso debemos vigilar e investigar a las personas que laboran en la empresa así daremos con los demás involucrados. También será necesario reforzar la seguridad.

    —Bien señores—agregó David Edwards—al parecer tenemos mucho trabajo por delante. Pueden contar con nuestra colaboración para lo que sea necesario. James y yo estaremos pendientes en todo momento. Esta noche tenemos mucho que responder antes las autoridades por las personas que desafortunadamente perecieron. Vamos a seguir en contacto por algún tiempo. Buenas noches—y sin más dio por terminada la reunión.

    black.jpg

    Lisa García se enteró por medio de la televisión sobre el asalto ocurrido la noche anterior en las instalaciones de Eltech, la empresa donde trabajaba. Ella fungía como la asistente de investigación de James Edwards, quien coordinaba varios proyectos, entre ellos el llamado Electricidad Inalámbrica; del cual se habían robado el prototipo tecnológico durante la incursión que en ese mismo instante se reseñaba por un noticiario nacional. Había dejado sobre la mesa un sustancioso desayuno que consistía en huevos revueltos con jamón, jugo de naranja y unos panes tostados con mantequilla. El hambre era en ese momento un asunto de segundo plano. Miraba con interés y casi sin parpadear los pormenores del asunto en voz de una reportera situada justo en la entrada principal de la empresa, la cual lamentaba que la policía y el cuerpo de seguridad no les permitieran el ingreso a las instalaciones, razón por lo cual, ponía mayor énfasis al señalar los daños que eran visibles a simple vista.

    Lisa llevaba seis años laborando en la empresa Eltech y cuatro en el proyecto Electricidad Inalámbrica. Ella era física graduada con honores por la Universidad de California, en Los Ángeles, gracias a una beca que consiguió por su extraordinario talento en esta disciplina. Había desempeñado diversas funciones durante el desarrollo del prototipo para la transmisión de la electricidad inalámbrica. Desde el diseño, pasando por la fabricación del modelo de pruebas, y finalmente hasta el arranque exitoso del equipo apenas un par de días atrás. Etapa culminante que el grupo de trabajo festejó al ver coronado un esfuerzo de tantos años de arduo trabajo. Pero por lo que veía en ese momento todo se había desmoronado en tan solo una noche.

    Sin querer, sus recuerdos volvieron años atrás cuando el señor David Edwards, su profesor y tutor durante la época estudiantil, exaltaba sus cualidades y la invitó a trabajar en su empresa. Para ella, fue una sorpresa enterarse justo entonces que el señor Edwards, famoso por la autoría de diversos libros sobre física avanzada y proyecciones sobre tecnología del futuro, era además el accionista mayoritario de la empresa Eltech.

    —Le agradezco profesor—dijo tímidamente mientras estrechaba la mano de aquel hombre extraordinario—. Desde luego que acepto, será un honor trabajar para una empresa tan importante y vanguardista en el mundo de la tecnología. Será un privilegio poder aportar algo de lo que he aprendido durante tantos años.

    —Tenemos varios proyectos en puerta Lisa—dijo su entonces profesor—, y vamos a revolucionar el mundo actual si tenemos éxito en ellos. Los avances en la física moderna nos permitirán dar un salto cuántico a una etapa superior del desarrollo de la humanidad.

    —Con ello me motiva más a trabajar con usted. Ya verá que no defraudaré la confianza que ahora deposita en mí.

    Un mes después Lisa se encontraba en Eltech poniendo en práctica sus conocimientos en pro de la tecnología y al servicio de la humanidad. La investigación especializada en esas disciplinas le pareció fascinante y desde entonces supo que aquello era su vocación.

    Recién llegó, provocó un revuelo mayor entre sus compañeros varones. Para ellos, resultaba placentero poder platicar de física avanzada con una mujer tan hermosa. Varios le invitaron a salir a tan sólo unas semanas de su llegada. Aceptó la invitación de un compañero de laboratorio de nombre Richard Martínez, de unos 28 años de edad, con quien compartía su afinidad por la música de moda y los autos. Le gustaba físicamente pues era un tipo apuesto, de ojos verdes, cabello castaño y cuerpo atlético, sin embargo, no pensaba en él para llegar a una relación más profunda. Le hacía falta un ingrediente que le era desconocido, algo que no alcanzaba a comprender con la exactitud que una ecuación matemática explica los fenómenos físicos.

    Lo entendió un año después, cuando conoció a James Edwards, el único hijo del señor David, quien se incorporaba a Eltech con el propósito de dirigir varios de los proyectos prioritarios de la empresa tras haber concluido estudios de postgrado en el Instituto Tecnológico de Massachussets. El señor David los presentó en una sesión que tuvo lugar en su despacho principal. Ella esperaba encontrar a un tipo con un físico desagradable y con una actitud arrogante; según le habían contado, se trataba de un tipo realmente brillante para las cuestiones tecnológicas y científicas. Resultó ser todo lo contrario; Lisa lo definió de una ojeada, en su vida había visto a un hombre tan apuesto: era de mediana estatura, cuerpo de proporciones simétricas y varonil, con cabello castaño lacio, ojos café claro y sexualmente atractivo, quien además traía de refilón un intelecto apabullante. Un físico poco común para una eminencia en ciencias. Según percibió, él también se sorprendió al conocerla.

    Se sintió cautivada por eso y por su sencillez. La trató con respeto y cierta camaradería, el señor David le había anticipado a James que ella formaría parte de su equipo de trabajo, por lo que supuso que él quiso generar una relación de confianza desde el principio. Semanas más tarde comenzaron a trabajar juntos, en un ambiente de total armonía; bastaron apenas unos días para que la relación se hiciera más estrecha. Casi siempre hablaban sobre cuestiones relacionadas con los proyectos pero de vez en vez James llegaba a preguntarle sobre aspectos personales. En una ocasión, la conversación tomó un cariz tan personal, que Lisa pensó que le preguntaría si tenía novio, pero una llamada urgente los interrumpió. En otra momento James le comentó la tristeza que aun sentía por la muerte de su madre cuando él tenía apenas doce años, según le reveló, a pesar del tiempo transcurrido, la seguía extrañando, había sido una mujer extraordinaria de la que recibió lecciones de vida que todavía recordaba y que habían servido para guiarle en momentos difíciles. Lisa pensó que toda la gente, incluyendo los ricos, no las tenían todas consigo y que la vida llegaba a ser dura sin distinción de clases.

    Sin darse cuenta se enamoró perdidamente de James, pero siempre mantuvo ese sentimiento oculto por que suponía que no la llevaría a ningún lado, sobre todo cuando una tarde, él le presentó a una hermosa joven llamada Catherine Ellison como su prometida, hija de Bernard Ellison, un magnate de las bienes raíces de la costa oeste americana. Al parecer estaban muy enamorados y pronto contraerían nupcias; por tanto, Lisa comenzó a luchar contra aquel sentimiento, trató una y otra vez de eliminarlo de su ser sin conseguirlo. Verlo a diario hacía más difíciles las cosas.

    El sonido del teléfono la sacó de sus recuerdos, a tientas y casi sin voltear descolgó el aparato.

    —Lisa, soy Richard ¿has visto las noticias? Es terrible lo que ocurrió en Eltech.

    —Sí, en este momento aun transmiten la nota por televisión—contestó ella.

    —Nos esperan días difíciles. Al parecer tendremos que rehacer mucho trabajo—agregó Richard.

    —Me temo que así es, tendremos mucho qué hacer. Por lo pronto tenemos que comunicarnos con James o con su padre, ellos nos darán instrucciones.

    —Tienes razón preciosa, hasta ahora no he recibido noticias de ellos, con seguridad estuvieron muy ocupados con las autoridades.

    —Richard, debo cortar. Tengo que desayunar algo y tomar un baño. Seguimos en contacto.

    —Bien Lisa, nos veremos después.

    La joven apagó el televisor, desayunó de prisa y luego de ducharse se alistó para salir de su apartamento rumbo al Eltech.

    black.jpg

    Las instalaciones regionales del FBI en Los Ángeles se localizan en el número 11000 de la Avenida Wilshire de esa ciudad. Se trata de un enorme edificio rectangular con estructura metálica rodeado de extensas zonas verdes. Nada especialmente espectacular, a pesar de las dimensiones. En estas oficinas, ocupando un piso completo del edificio, se encuentra la División de Contraterrorismo que tiene jurisdicción para investigar actos terroristas cometidos en perjuicio de ciudadanos o instalaciones de los Estados Unidos de América ya sea en su propio territorio o en el extranjero.

    Horas después de su visita a las instalaciones de Eltech, Hayes y Connor se encontraban disertando sobre las tareas que se avecinaban, precisamente en una pequeña estancia de la División de Contraterrorismo. Su primer tarea consistía en entablar comunicación con los equipos de trabajo conocidos como Joint Terrorism Task Force (JTTF) a través de los cuales se coordinarían los recursos de investigación en al ámbito federal, estatal y local sobre el caso Eltech. La Oficina Regional del FBI en Los Ángeles contaba con cuatro JTTFs localizados en Santa Ana, Riverside, Long Beach y otra precisamente en Los Ángeles. De manera que se trataría de una labor ardua y extenuante.

    Por otro lado, tendrían que coordinar y organizar la investigación en Eltech, lo cual implicaba permanecer más tiempo en sus instalaciones, ello en virtud de la serie de interrogatorios que tendrían que practicar al personal que consideraran sospechoso o con comportamientos o antecedentes poco comunes. Les habían informado que la persona que les ayudaría por parte de Eltech sería Robert Edwards, quien a pesar de poseer una cantidad menor de acciones y no figurar en el consejo de administración, tendría esa responsabilidad por ser hermano del accionista mayoritario David Edwards y porque se desempeñaba como director de recursos humanos de la empresa. Robert les había ofrecido todo su apoyo e incluso les adelantó que podrían investigar a todo el personal, incluyendo a los trabajadores de limpieza, por el caso de Juan Alvarez, quien había hecho la función de espía y era el responsable directo del robo de información; también era cierto que él recibía órdenes del grupo armado que le había ayudado a escapar y que con seguridad, era el responsable de su asesinato.

    Recién llegaron al cuartel de FBI, les informaron que el cuerpo de Juan Alvarez había sido descubierto por la policía no muy lejos de Eltech, lo cual empezaba a complicar la investigación o a decir de Hayes, comenzaba a ponerla interesante.

    —Analizaremos la información que sobre Juan Alvarez nos proporcionen en Eltech, quizás encontremos algo que nos pudiera conducir a una pista más consistente—dijo Connor al tiempo que ojeaba un reporte que había sobre su escritorio—. Con seguridad le habían ofrecido alguna recompensa económica por la información sobre el aparato que revolucionará al mundo—agregó Hayes mientras abría su correo electrónico desde una laptop.

    —Debe ser cierto amigo—comentó Connor—con seguridad los tipos que lo robaron utilizarán esa información en beneficio propio; lo más probable es que le den un uso criminal; dudo que en un par de meses saquen a la venta el transmisor de electricidad inalámbrica o como sea que se llame el equipo.

    —Debemos solicitar que rastreen los alrededores del área donde dejaron el cadáver del trabajador de limpieza—interrumpió Hayes sin festejar lo que consideró una pésima broma de su compañero de trabajo—. No creo que en la noche algún conductor de la interestatal hubiera visto el Mercedes Benz. A esa hora sólo circulan los camiones pesados y no creo que sus conductores, que con frecuencia manejan cansados recuerdo algo semejante, lo más seguro es que pasó desapercibido.

    —Pues entonces camarada—dijo Connor con una expresión pesimista—. Creo que será un trabajo difícil. No sabemos por dónde comenzar.

    —Me temo que tienes razón, pero podemos seguir alguna otra línea de investigación; se me ocurre que podemos investigar algunas otras empresas de alta tecnología, quizás algunas de ellas sea la responsable de este asunto o por lo menos esté involucrada.

    —Es una buena idea—asintió Connor con la cabeza—. En esta época la competencia por dominar los mercados de la alta tecnología se ha vuelto cada vez más dura. Quizás por ese camino encontremos algo relevante.

    —Organiza al personal para que investiguen a empresas de ese tipo, primero en California, después en todo el país y también a nivel mundial—dijo Hayes—. No podemos descartar que algún corporativo extranjero esté involucrado.

    —De acuerdo—dijo Connor—y es necesario investigar en Eltech cuáles fueron las empresas que tuvieron tratos con ellos. Probablemente a través de esas relaciones pudo haberse filtrado información sobre sus desarrollos tecnológicos.

    —Buena observación—contestó Hayes—, con esa información y las de los empleados podremos empezar a establecer relaciones. Por ello debemos empezar a trabajar cuanto antes. Encárgate de poner todo esto en marcha; el Agente Especial a Cargo de la División nos pedirá un reporte de la visita a Eltech y no dudes que en un par de días empezará a pedirnos resultados.

    —Tienes razón—dijo Connor al tiempo que levantaba las cejas—la presión estará fuerte, el Director del FBI local tiene encima a los medios de comunicación y Washington no tardará en pedir cuentas.

    En esos momentos, el teléfono de la oficina comenzó a sonar y Hayes lo contestó sin demora. Mientras hablaba en monosílabos miraba de reojo a su compañero. Una vez que colgó, se levantó de su lugar y dijo:

    —Es el Agente Especial a cargo, quiere verme en este momento, nos vemos más tarde—dijo y luego salió por la puerta.

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    Más tarde, Michael Flint caminó despacio por el largo corredor que conducía hacia los elevadores de la Torre. Iba al encuentro del Líder Supremo para hablar sobre la información que había sido extraída de Eltech y para recibir indicaciones. Era presa de la ansiedad, se moría por saber lo que opinaba sobre lo que a su juicio había sido una exitosa misión. Sabía que el Líder Supremo no se desvivía en halagos y exaltaciones, pero esperaba un modesto reconocimiento por el buen desempeño.

    Las puertas del moderno elevador se abrieron en silencio y Michael se encontró frente a una enorme sala circular rodeada por elegantes asientos negros de piel, el techo estaba conformado por una bóveda cristalina que permitía ver un hermoso cielo estrellado. En el centro había una mesa de metal con un cilindro de plástico transparente a través del cual se veía fluir un líquido de abajo hacia arriba. Avanzó unos cuantos pasos y escogió para sentarse un lugar justo frente al cilindro. Sacó del bolsillo de su pantalón un pequeño aparato similar a un teléfono celular y oprimió un botón. Acto seguido, el cilindro se tornó blanco y poco a poco se empezó distinguir el contorno de una figura humana. Era la imagen de un hombre que portaba una máscara metálica de color negro. Estaba sentado frente a un elegante escritorio, al parecer de madera. Con voz grave pero distorsionada por el aparato receptor, el hombre de la silueta saludó a Michael y le dio la bienvenida a la Torre. Era el Líder Supremo.

    —Buenas noches señor—contestó Michael esforzándose por contener su creciente nerviosismo—. Tenemos la información para construir el transmisor inalámbrico de electricidad, Tal como ordenaste destruimos el prototipo que tenían en Eltech.

    —Lo sé todo—contestó el Líder Supremo—. Sin duda un buen trabajo, pero deben evitar muertes y destrucción. Eso ha traído la atención de las autoridades y de la opinión pública.

    —Así será la siguiente ocasión—respondió Michael mientras escuchaba los latidos de su propio corazón—esta vez era necesario…

    —No te justifiques—interrumpió el Líder Supremo—. No era imprescindible matar a los guardias. Al único que había que eliminar era al espía, pero sin dejar rastros.

    Michael titubeó por un instante, luego agregó:

    —No hay datos consistentes de ese sujeto. No tenía familiares en Estados Unidos, ni en su país de origen. Sólo una novia que lo conocía con otra identidad. Por allí no encontrarán nada.

    —No es necesario hablar más sobre esto—le atajó el Líder Supremo—ahora debes concentrarte para vigilar la construcción del transmisor inalámbrico. También debes vigilar el entrenamiento del grupo de asalto. Muy pronto todos ustedes serán objeto de nuevos experimentos que los hará prácticamente invencibles. Es indispensable para alcanzar los propósitos del Plan Maestro.

    —De acuerdo señor, cumpliré al pie de la letra sus indicaciones—

    dijo Michael.

    —Es todo. En la siguiente ocasión te daré más indicaciones; sobre todo ahora que vigilaré a Eltech más de cerca, sigue habiendo un asunto pendiente con ellos.

    Instantes después la imagen se desvaneció.

    Capítulo 2

    Inrobot

    Durante cinco años, la empresa Inrobot alcanzó la producción más grande en Estados Unidos y a nivel mundial de una gran variedad de robots domésticos, militares, industriales y para los servicios de salud. Prácticamente eliminó del mercado a las empresas similares, gracias a la habilidad comercial de George Levin, su director y fundador. Una época gloriosa sin duda, sin embargo, había llegado a su fin. Las leyes antimonopolio comenzaron a propiciar su debacle, aunado a esto, los productos de esta empresa presentaban fallas en su funcionamiento dada la dificultad tecnológica para la recarga de sus baterías, que repercutía en que éstos no funcionaran de forma permanente. Sus áreas de desarrollo e investigación tecnológica habían dedicado mucho tiempo a buscar afanosamente alguna forma de solucionar este problema, sin conseguirlo. A través de complejos sistemas de espionaje les llegó la noticia de que Eltech estaba desarrollando la forma de transmitir la energía eléctrica de forma inalámbrica lo cual representaba una probable solución a su problemática. George Levin sabía que cuando esta tecnología estuviera disponible de manera comercial haría todo lo posible por adquirirla, aun con las dificultades económicas por las que atravesaban, era una pieza clave para la existencia de Inrobot.

    Una semana antes del asalto a Eltech, el señor Levin había recibido una extraña llamada de un sujeto que se identificó como el Líder Supremo y según le dijo, tenía como misión salvar el mundo del grave deterioro al que lo estaban arrastrando los actuales esquemas económicos. Los sistemas de rastreo de su empresa no pudieron identificar el origen de la llamada, pero la información que el desconocido le dio había sido por demás inquietante, le sorprendió que conociera la necesidad de In Robot por el transmisor inalámbrico de electricidad y que además supiera que ellos, a través del espionaje, sabían de los desarrollos de Eltech. Le aseguró que su organización tendría disponible esa tecnología en pocos días y se la ofreció a cambio de que le ayudara a conseguir los objetivos de su misión. George Levin, hombre poderoso y de gran experiencia a sus 60 años de edad, tomó el asunto como la osadía de un loco tratando de extorsionarle a través de una engañifa vulgar. No obstante, por precaución le solicitó al extraño le diera oportunidad de consultarlo con sus asesores y colaboradores cercanos, en breve le tendría una respuesta.

    La noticia del asalto a Eltech conmocionó a la opinión pública californiana y de todo el país; mientras leía la noticia en la pantalla de su teléfono móvil, a la mañana siguiente del asalto, en el comedor de su elegante residencia; Levin supuso que quizá aquello tendría relación con la llamada del Líder Supremo y a la luz del modus operandi de los criminales aquello podría repetirse en In Robot; así que decidió reforzar los sistemas de seguridad de su empresa. Por fortuna él seguía siendo el presidente de la Asociación Americana de Innovación Industrial y podía exigirle directamente al gobernador de California mayor apoyo para la seguridad de sus agremiados. Por otro lado, dada la situación, en breve tendría que entrevistarse con David Edwards y en esa reunión se enteraría con mayor detalle de los sucesos en voz del afectado directo. También sería una oportunidad de conocer más a fondo sobre el proyecto tecnológico de Eltech; según los resultados del espionaje industrial, iba más allá del transmisor inalámbrico de electricidad. Pensó que si mencionaba la llamada de la semana anterior podría propiciar que David le diera mayor información, pero en virtud del rumbo que estaban tomando los acontecimientos lo mejor sería tomar las cosas con más cautela. No deseaba reconocerlo tan abiertamente, pero la conversación con el Líder Supremo había despertado su ambición, aunque era probable que aquello le pudiera traer consecuencias negativas. Estaba pues ante una disyuntiva mayor: ser ético y actuar a favor de uno de los agremiados más importantes de las Asociación, lo cual era su deber o coludirse con un extraño que encabezaba una organización criminal evidentemente poderosa y con recursos que le ofrecía una supuesta solución a su problema. También estaba la posibilidad de actuar en ambos bandos, después de todo podría sacar provecho al doble, se tomaría toda la noche para analizarlo con detenimiento.

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    Alrededor de la una de la tarde, en una sala aledaña a los laboratorios menores de Eltech se encontraba todo el equipo de trabajo del proyecto Electricidad Inalámbrica. Algunos se encontraban sentados alrededor de una larga mesa de madera y los restantes en sillas laterales pegadas a los muros. Eran seis científicos principales: Lisa García, Kenshi Higa, Andrey Kozlov, Kevin Turner, Janeth Reinhardt y Richard Martinez; además de otros diez colaboradores entre personal administrativo y técnico de apoyo. Esperaban con impaciencia el arribo de James Edwards. Suponían que su ánimo no era el mejor después de lo ocurrido la noche anterior. Ellos por su parte, deseaban saber cuál sería el rumbo que tomaría su trabajo dadas las circunstancias actuales, todos tenían sus propias hipótesis sobre lo que pasaría con el proyecto, tal vez algunas muy cercanas a las decisiones que tomaría su jefe pero deseaban saberlo con certeza. Habían sido cuatro años de labor ardua y el hecho que les hubieran robado el producto de todo ese esfuerzo les daba una extraña sensación de duelo y vulnerabilidad. Necesitaban escuchar palabras de aliento y apoyo, un liderazgo que esperaban de James, quien en circunstancias normales había demostrado saber llevar el timón, pero ahora la situación era adversa y es en esos casos donde un hombre demuestra su tamaño y entereza. Una prueba de fuego.

    James entró a la sala de reuniones vestido con los jeans y la camisa vaquera a cuadros que se había puesto a prisa durante la madrugada. Su semblante era cansado pero firme, no mostraba algún signo de angustia o molestia. Frente a su personal debía presentar una actitud positiva

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