Imagina la siguiente escena: despiertas una mañana y descubres que ya se te hizo tarde para ir a la escuela. Tu despertador nunca sonó, porque estaba en la alarma de tu teléfono y… ups, no hay Internet. Al principio crees que el problema es temporal, e intentas enviar un email a tus profesores para explicarles lo que sucedió, sólo que… ah, exacto, ¡no hay Internet! El correo electrónico está fuera de tu alcance. ¿Cómo sería el resto de esa jornada desconectados? Veamos.
¿DÓNDE ESTÁN TODOS?
Te mueres de ganas por preguntarles si a ellos también se les cayó el Internet; Lástima que… no Nada. Es como si te hubieran exiliado a una isla desierta.