ASISTENTE DE FOTO: CURTIS MCELHINNEY
MODELO: GERON MCKINLE Y / WRENN MANAGEMENT
GROOMING: SARA DENMAN / CELESTINE AGENCY
CASTING: STEPHAN DIMU
PRODUCCIÓN: PETER MCCLAFFERTY
EN LA OPINIÓN DE ESQUIRE hembres con lemiles secretus
–el resultado de un hombre con vida doble, involucrando a dos hogares que no están conscientes de la existencia del. Dos esposas, dos casas. Es demasiado, pero escúchanos bien: nosotros jamás lo haríamos. No aprobamos a los despreciables infieles que cometen tales decepciones colectivas, y nos referimos a todo el espectro, desde una aventura de una noche hasta aquellos narcisistas que odian limitar sus encantos a una sola persona. La duplicidad –de manera frecuente– dura varias décadas, comúnmente reveladas solo al ocurrir cierto accidente: un encuentro casual o la confusión con la fecha de entrega de algún producto. Pero dejemos de lado su libertinaje y preguntémonos si estos hombres –cuando son vistos con el enfoque adecuado– resultan genios de la logística. Es casi imposible evitar maravillarnos con aquel hombre que tiene una familia secreta. En primer lugar, ¿cómo demonios puede costear todo lo que debe pagar? Dos hipotecas, dos consumos de luz, dos rentas, sin mencionar los impuestos y los seguros. Las cargas son abrumadoras y, de alguna manera, ¡lo consiguen! ¿Y cómo no se equivocan? ¿Qué cuenta está por vencer? ¿Cuáles llaves son de cuál casa? ¿Tendrán una tabla de Excel? Ahora imagínate, solo por un momento, que también fuera posible separar al infiel del experto administrativo, y así encargar a ese hombre como responsable de los gastos del gobierno, o del suministro nacional de la luz, o de nuestros viajes. ¡Quién sabe! No suena descabellado pensar que en unos cuantos años, con la correcta organización en los controles, se llegaría a eliminar el déficit y convertirnos en una superpotencia mundial. Si este tipo de hombres fueran capaces de enfocar su energía en el bien común, alcanzaríamos todo. Solo son ideas, pero los puestos gubernamentales podrían ofrecerse como un tipo de recompensa de un programa de rehabilitación para aquellos hombres con dos hogares, o si eso no funciona, quizás existiría un servicio de extracción al estilo CIA, a través del cual una repentina reubicación gubernamental sería explicada a todos los miembros de las familias abandonadas y, al mismo tiempo, ofrecerles una fabulosa historia digna de una portada de revista (no sería la primera vez). Los mecanismos quizás mejorarían, pero aprovechar esa aptitud y descaro inherente en la exitosa operación de una familia secreta, tiene el potencial de brindar recompensas para los causantes y las víctimas, todo mientras sirven al interés público. Guíar a estos hombres lejos de los engaños de dos casas –y hacia un problema de inflación– no será fácil, pero sus talentos únicos y no descubiertos podrían ser clave de un gran experimento social. Solo tenemos que asegurarnos que esta grandiosa idea no la estén llevando ya a cabo en otro lugar.