Crónica financiera y delictuosa de una mujer casada

Por María Matienzo

Reseña de un relato cuyo título “Crónica financiera y delictuosa de una mujer casada” no es del todo adecuado.
¿Y eso?
Según el diccionario, “crónica” significa la exposición de acontecimientos por el orden en que han ocurrido. Sin embargo, en el presente texto, los aconteceres se van alternando a brincos de atrás para adelante y viceversa.
Entonces, ¿merece el nombre de crónica?
Continuando con el glosario: “Financiera”, o sea, de finanzas, es el conjunto de actividades relacionadas con dinero.
¿Será propio emplear tal vocablo aquí, donde más bien se narra una pugna empecinada por salir adelante?
Luego viene “delictuosa”, que se define como “acción penada por las leyes por ser contraria a lo establecido en ellas”. Y esto, vergonzosamente, sí aplica, como podrán comprobar las  vicisitudes -quien le manda- de la protagonista.
Quien, por cierto, es mujer y es casada.

• Idioma: Español
• Editorial: GRP
• Fecha de lanzamiento: 3 dic 2018

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© María Matienzo.

© Grupo Rodrigo Porrúa, S.A. de C.V.

Lago Mayor No. 67, Col. Anáhuac,

C.P. 11450, Del. Miguel Hidalgo,

Ciudad de México.

(55) 6638 6857

5293 0170

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1a. Edición, 2018.

ISBN:

Impreso en México — Printed in Mexico.

Prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio

sin autorización escrita del titular de los derechos patrimoniales.

Características tipográficas y de edición:

Todos los derechos conforme a la ley.

Responsable de la edición: Rodrigo Porrúa del Villar.

Corrección ortotipográfica y de estilo: Graciela de la Luz Frisbie y Rodríguez /

Rodolfo Perea Monroy.

Portada: Autorretrato María Rosa Matienzo.

Diseño editorial: Grupo Rodrigo Porrúa, S.A. de C.V..

Usted hubiera preferido que, en lugar de una experiencia particular camuflada en tercera persona, el presente texto resultara un manual de aprendizaje compartido. Sin embargo, recuerda a tiempo que abrumar con el mazo de su dogma a cualquier hijo de vecino, con su permiso o sin él, (más bien sin él) para hacerle entender lo que, a todas luces, (de usted) es lo elemental Watson querido, lo obvio, lleva, casi sin excepciones, a ser amablemente o sin amabilidad, enviada a la goma.

De ahí que opte por suprimir los preámbulos y adentrarse en su historia o historieta o lo que resulte, confiando en que el lector, preferentemente iluminado, concluya lo que le dé la gana concluir.

Al grano pues, a lo siguiente:

Erase que se era una persona feliz:

Usted.

Superfluo resulta aclarar que su felicidad tenía los asegunes propios de la vida cotidiana, más al inicio de este relato, cuando contaba con un envidiable empleo, con una libertad al alcance de sus aspiraciones, con un grupo de nuevas amistades, es decir, con un escenario prácticamente ideal, el destino le jugó la jugada o más bien la jugarreta, de presentarle a un galán.

Se verá a posteriori que la jugada era para usted y la jugarreta para el galán. Mas en aras de la comprensión, continuemos en secuencia:

Para comenzar fueron dos los candidatos. Sin embargo, al ser el segundo gringo y aportar un entorno y una estructura de razonamiento y verbo que le resultaban totalmente alienígenos, servirá para otro capítulo y otro momento.

El prospecto que obtuvo la primogenitura había nacido en provincia y después emigrado a la capital. Educado o sea de buenos modales, porque Dios te libre de algún patán, hijita. Católico tirando a mocho (mocho de religión, no de los que mochan para otorgar prebendas) y eso que no era de la linda y chula Puebla Angelical, como vuecencia. Además, universitario porque hay que prevenir el futuro, no vaya a ser la de malas o la de peores. (Ni manera de imaginar entonces que el título y el desempleo pudieran compaginarse).

En resumen, cumplía con el perfil requerido para sopesar la posibilidad de un cambio de estado civil. Y el cambio se fue gestando, dijera su boca de usted, bastante gentilmente.

Hasta que llegó el momento de la presentación familiar, la política to be, la de él. Ahí fue donde la burra torció la faz, porque eso del rabo no suena precisamente correcto. Es decir, donde ocurrió el primer desatino a todas luces no forwardeado.

A saber:

Usted que se pone sus mejores galas y su mejor sonrisa.

Que se