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El devastador Holocausto Nuclear
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Libro electrónico324 páginas5 horas

El devastador Holocausto Nuclear

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Les gustaría saber cómo pudieron llegar a sobrevivir un centenar de personas en las profundidades de la tierra, sobre los túneles del metro durante más de dos años, por consecuencias de una explosión nuclear de gran potencial sobre una ciudad de más de tres millones de habitantes, este y otros relatos se los plasmamos en este manuscrito.

NADIE VALORA LA VIDA
HASTA QUE LE FALTA
LO QUE TANTO ANHELA

Este manuscrito está dedicado a aquellos seres que por culpa del equivoco progreso, donde millones de personas, sufrieron las anómalas consecuencias que la ciencia mal desarrollada, llegó a provocar tanta muerte y sufrimiento como la deformación sobre su carne y descendientes, en ciudades tan importantes como chernóbil, hiroshima y nagasaki, que la desafortunada mala intervención de la mano negra del ser que somos, concluyó en la descomposición del átomo llegándo llegando a generarse la incontrolable contaminación nuclear, destruyendo a su paso la vida de todo ser viviente. Y la amenaza continua en cualquier lugar como en todo tiempo, sin llegar a avisar, como también ocurrió en esta gran ciudad, que a continuación les doy a conocer dicho acontecimiento irreal sobre esta, como en otro cualquier lugar que puede llegar a originarse realmente y sin avisar, que después llegarían las lamentaciones.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento8 jun 2018
ISBN9780463624951
El devastador Holocausto Nuclear

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    El devastador Holocausto Nuclear - Fernando M. Cantos

    EL DEVASTADOR HOLOCAUSTO NUCLEAR

    FERNANDO M. CANTOS

    EL DEVASTADOR HOLOCAUSTO NUCLEAR

    Les gustaría saber cómo pudieron llegar a sobrevivir un centenar de personas en las profundidades de la tierra, sobre los túneles del metro durante más de dos años, por consecuencias de una explosión nuclear de gran potencial sobre una ciudad de más de tres millones de habitantes, este y otros relatos se los plasmamos en este manuscrito.

    NADIE VALORA LA VIDA

    HASTA QUE LE FALTA

    LO QUE TANTO ANHELA

    EL DEVASTADOR HOLOCAUSTO NUCLEAR

    Fernando M. Cantos

    ESTE MANUSCRITO ESTÁ DEDICADO A AQUELLOS SERES QUE POR CULPA DEL EQUIVOCO PROGRESO, DONDE MILLONES DE PERSONAS, SUFRIERON LAS ANÓMALAS CONSECUENCIAS QUE LA CIENCIA MAL DESARROLLADA, LLEGÓ A PROVOCAR TANTA MUERTE Y SUFRIMIENTO COMO LA DEFORMACIÓN SOBRE SU CARNE Y DESCENDIENTES, EN CIUDADES TAN IMPORTANTES COMO CHERNÓBIL, HIROSHIMA Y NAGASAKI, QUE LA DESAFORTUNADA MALA INTERVENCIÓN DE LA MANO NEGRA DEL SER QUE SOMOS, CONCLUYÓ EN LA DESCOMPOSICIÓN DEL ÁTOMO LLEGÁNDO LLEGANDO A GENERARSE LA INCONTROLABLE CONTAMINACIÓN NUCLEAR, DESTRUYENDO A SU PASO LA VIDA DE TODO SER VIVIENTE. Y LA AMENAZA CONTINUA EN CUALQUIER LUGAR COMO EN TODO TIEMPO, SIN LLEGAR A AVISAR, COMO TAMBIÉN OCURRIÓ EN ESTA GRAN CIUDAD, QUE A CONTINUACIÓN LES DOY A CONOCER DICHO ACONTECIMIENTO IRREAL SOBRE ESTA, COMO EN OTRO CUALQUIER LUGAR QUE PUEDE LLEGAR A ORIGINARSE REALMENTE Y SIN AVISAR, QUE DESPUÉS LLEGARÍAN LAS LAMENTACIONES.

    EL DEVASTADOR HOLOCAUSTO NUCLEAR

    Aquel atardecer de un día primaveral como tantos otros, se dejaba sentir con matices de tranquilidad y sosiego sobre el ambiente, parecía que la gente era algo más feliz de lo normal y mejor predispuesta para abrir sus corazones y hallar en lo posible, una mayor fraternidad comunicación y amistad, quizás la comprensión que su humilde corazón necesitaba entre toda la masa de humanidad, quizás también un posible mejor candidato con buen semblante de sonrisa en la comisura de los labios, y salir de lo monótono para realzarse sobre un mundo y ser algo más feliz. Parecía que la entrada de aquella estación primaveral, aportaba al espíritu nuevas sensaciones de elevada magnitud positiva, porque así lo requería el ambiente de la mano de la propia naturaleza, después de haber acabado aquel duro invierno tan frío y cargado de tanto desastre natural, con tantas tremendas inundaciones ocasionadas por las inclemencias del tiempo, que parecía estar loco o que había llegado el fin del mundo, con fuertes tormentas torrenciales y tornados, que nos habían visitado dejándonos algo desamparados con mucha desolación y miedo al unísono, una vez que el cielo parecía romperse en mil pedazos.

    A todo ello se sumaron inesperadas enfermedades contagiosas como procesos gripales y otras, que nos habían azotado tan brutalmente nuestros cuerpos, que muy pocos se escaparon de sufrir algún mal estado febril y otras consecuencias, con abundantes residuos de farmacia incluidos, que nos llegó a ocasionar esta vez, mucha devastación humana, con su paso anómalo por todos nosotros como víctimas del momento. Pero a pesar de todas las anomalías sufridas, en estos momentos compensaba un poco lo recibido sobre el medio ambiente. Se escuchaba el murmullo alegre como una exaltación de júbilo que se mezclaba con el paso de los vehículos, dejando aquel aroma de gasolina quemada, acompañada del ruido que producían sus motores por la velocidad desenfrenada, que además de molestar, suponía un verdadero incordio, era la hora punta de la salida del trabajo en que las gentes acudían a sus hogares, y de paso tomar algún refrigerio en el bar de costumbre, o simplemente pasear con sus máquinas, algunas de ellas recién compradas, para lucirlas ante la mirada de los demás, como a su vez, inyectar el bum-bum de los altavoces a todo volumen que daban sus amplificadores de potencia, que parecía que se iban a desencajar aquellos medios de locomoción.

    Parecían dar saltos de alegría al compás de aquella música desenfrenada, que más que música era un concierto de bombo, porque era el único instrumento que se escuchaba, de vez en cuando acompañaba al unísono el chirrido de las ruedas patinando sobre el asfalto, dejando marcas en el suelo y levantando un humo quemado de la fricción de estas, con el olor a goma quemada, que un poco se confundía con el tueste del café, en las inmediaciones de alguna empresa dedicada a estos menesteres. Afortunadamente todas estas mezclas nos proporcionaban un estatus muy especial, que se quedaría grabado en el interior de nuestro inconsciente, que con el tiempo afloraría en un futuro coincidiendo con un ambiente parecido si se volvían a dar estas circunstancias, aunque deberíamos de saber que todo es un ciclo que siempre se repite con el paso del tiempo y de los siglos, pero nunca de la misma manera porque todo sigue evolucionando dejando el pasado atrás, dando prioridad al futuro.

    Por el reblandecido asfalto debido a la alta temperatura que reinaba en aquel atardecer, las gentes se evadían de éste para pisar la arena de aquel pequeño y acogedor parque, donde jóvenes y mayores frecuentaban a diario sobre todo cuando el sol se ocultaba sobre el horizonte, y el anhelo de las gentes estaba enfocado en poder hallar banco libre para descansar un poco, y deleitarse del acogedor sosiego que se originaba sobre este lugar.

    El canto de las golondrinas amenizaba aquella armonía en son de paz, salpicada con alguna risotada de alguna muchacha que se pronunciaba quizás al escuchar la gracia que debía tener la anécdota o el chiste que le estaban comentando sus amigas, que se encontraban sentadas en un banco cercano al que yo ocupaba. Eran sobre las veintiuna horas del risueño y esplendoroso crepúsculo, que invitaba a dar rienda suelta a la imaginación de algún artista poeta o pintor, aunque no tanto para aquel niño que lloraba a gritos, dentro del cochecito que su madre empujaba con algo de prisa al mismo tiempo que miraba el reloj, mientras la noche empezaba a ganarle la partida al día que éste se resistía a abandonar, pero no tuvo más remedio que ceder, porque las luces de las farolas dieron la orden con su incandescente luminaria, exigiendo a este cansado día que abandonara el lugar.

    María se llamaba aquella niña de unos trece años que se sentó en el banco que yo ocupaba, era preciosa y parecía muy feliz por su sonrisa inocente y su forma de hablar, aunque yo lo puse un poco en duda al darme cuenta por el perrito que la acompañaba, que se trataba de un lazarillo de los que llevan las personas invidentes, y también pude apreciar que ella lo era aunque no me lo dijo, me habló de su fiel mascota y que estaba esperando a sus dos hermanas que estaban al llegar de un momento a otro, porque era cuando salían del instituto, y se marcharían después de tomar un helado a casa, era muy gracioso aquel animalito que jugueteaba con los cordones de mis zapatos, y con los niños que se entretenía con deseos de hacer amigos siguiéndolos con mirada al pasar estos y correteaba con pequeñas travesuras sobre la pequeña distancia que su cordón de sujeción le permitía, a la vez que era invitando por estos pequeños viandantes a golosinas, este animalito parecía agradecer aquellos gestos queriendo entregarse entre todos estos, pero no podía abandonar a María por mucho que lo hubiera deseado porque sabía que ella dependía de los ojos de este que la guiaban.

    No tardaron mucho en llegar sus hermanas con sus mochilas de libros a la espalda, mientras que una de ellas me saludó muy atenta, comentando a su vez a sus hermanas, este señor es amigo de papá, yo no las conocía a ellas, pero cuando la interrogué de quien era su padre, en efecto que lo conocía, se trataba de un amigo que de vez en cuando nos encontrábamos a la hora de tomar café en el mismo bar, y éramos vecinos próximos. Una de las niñas la mayor, se levantó para ir al kiosco habitual con el propósito de adquirir algún compuesto goloso para sus hermanas, sobre todo para una de ellas que todo se lo merecía, pero al parecer el producto elegido, se había agotado como casi todos los demás a consecuencia de la abrumadora petición de las gentes, que

    Les apetecían en estos tiempos en que el calor se dejaba notar, y era de buena degustación hidratar el cuerpo con alguna de estas bebidas refrescantes que siempre apetecían. Observé cómo se decepcionó aquella niña que se volvía de nuevo al banco derrotada por el fracaso de aquella hazaña, pero justo en aquel preciso momento, se escucho el ruido de una persiana metálica que estaba abriendo y pertenecía a un nuevo kiosco recientemente inaugurado muy cerca, que al parecer había sido un triunfo la implantación de este en el preciso lugar, con una amplia variedad de dichos compuestos, por un señor conocido del barrio, que anteriormente se dedicaba a ganarse la vida con un carrito manual, destinado a la venta de chuches, pipas, caramelos y otros etc.

    La temperatura reinante invitaba a la adquisición de estos refrigerios tan ricos en sabores, que eran un verdadero deleite sobre todo para los más pequeños, que ya querían estrenar la temporada de verano sin haber llegado todavía, pero el caso era que hoy hacía calor, porque según comentaban los mayores, el tiempo estaba loco y no era muy normal este ambiente reinante, que además a todos nos sorprendía, la gente empezó a acercarse a la estrenada dependencia para visualizar los recipientes llenos de dichas mezclas con diferentes sabores, y pocas de aquellas se resistían sin la adquisición de estos, otros que tal vez no contenían dinero en los bolsillos, se les notaban las ganas de la ansiedad frustrada, cuando se les veía volverse con las manos vacías, y en el rostro un carácter de pura derrota. Poco a poco se fue formando una larga cola, que con cierta seguridad iba a durar poco tiempo, aquellos riquísimos productos preparados, incluso el perfume que se desprendía de dichas mezclas gelosas como era la vainilla, la fresa y otros, que como reclamo invitaban a aproximarse al kiosco que estaba obteniendo un rotundo éxito, estaba casi enfrente a nosotros, y el dueño dependiente que era conocido mío y del barrio, cuando esta niña llegó a tocarle el turno del servicio, yo le hice señas con disimulo a dicho amiguete, para que no le cobrara los helados, cosa que éste con un gesto se dio por entendido aceptando la propuesta. Cuando vino la hermana de María del kiosco con unos cucuruchos rebosantes de sabores, tuvo detalles de agradecimiento por la invitación, y me dijo que lo había aceptado por ser amigo de su padre pero no aceptaban invitaciones de nadie, pues añadió que la confianza no llevaba a buen camino, interponiendo anécdotas sobre una compañera de clase, sobre ciertas cosas que le habían ocurrido por confiarse demasiado, que cada vez que tenia la necesidad de salir a la calle cada vez que anochecía, era un verdadero suplicio de horror con el que se veía envuelta, que prefería quedarse en el lugar si nadie la podía acompañar a su casa, y se ocultaba por cualquier rincón hasta que el nuevo día amaneciese.

    Fueron anécdotas desagradables por algún desaprensivo pederasta con intenciones muy deshonestas que casi llego a sufrir aquella su buena amiga que desde entonces, llego a desestimar acudir al instituto, pero fue su padre quien se llegó a tomar en serio el acudir todas las noches lloviera o nevaba y esperarla hasta que esta salía y se la llevaba a casa, los dos padre e hija cogidos de la mano andando por las calles oscuras por ciertos lugares donde la iluminación era carente quizás debido a alguna avería, o por circunstancias desconocidas, pero la realidad se basaba en que durante algo más de doscientos metros aquella penumbra provocaba la xenofobia mirando en todo momento con mucha desconfianza, por ser de este mismo lugar, donde ella sufrió el encontronazo.

    Me levanté del banco y me dispuse a despedirme de ellas, eran sobre las veintidós horas, la noche seguía su curso a paso lento y era un verdadero deleite el poder disfrutarla, pero para mí, era el momento de ir a reponer fuerzas con algún alimento en el interior de mi cuerpo, ¿saludar a vuestro padre? dirigiéndome a ellas les dije, ¿mañana a la hora del partido nos veríamos en el bar de Manolo que no se os olvide, decirle que soy Paco? Su padre se llamaba Alfonso, el caso es que éramos vecinos del mismo bloque de pisos y sin embargo yo no me acordaba bien de aquellas casi señoritas, que muchas veces no te tomas en cuenta del conocimiento de vecindario, cuando no tienes alguna motivación o interés, pasa lo mismo que cuando te estás cruzando casi a diario con las gentes de tus cercanías o puerta con puerta, que sabes que su cara es bien conocida, pero no existe ningún trato y la mayoría de las veces tampoco el saludo, y luego te las encuentras por vacaciones u otros motivos a cientos de kilómetros de alguna otra ciudad, que por la mera casualidad es cuando surge el saludo y la amistad y la presentación de toda la familia, pero en este mismo momento surgía alguna conversación del mismo tipo con una pareja que estaba sentada en otro de aquellos bancos cerca del que yo ocupaba con las niñas, y con la vista nos cruzamos el saludo que después yo acudía hasta estos, para proceder con mayor atención al saludo, ¿qué tal vecino?, este fue el mismo saludo en que unas semanas con anterioridad, nos encontramos en otra ciudad por posibles motivos de vacaciones que fue como llegó a surgir el saludo.

    ¡Sí, hombre, pero si yo te conozco de nuestra comunidad, si que nos vemos casi todos los días, que pequeño es el mundo! a propósito has venido para muchos días la mujer de éste también sale al paso con la misma exclamación, (a con razón yo también le conozco, el otro día me comentaba una amiga que a su vez es amiga de su ex mujer, y salió a relucir algo referente a los motivos de su divorcio y la verdad es que su ex, creemos que cometió la torpeza de tomar aquella decisión, muchas veces las personas nos equivocamos y tenemos que pagar después los errores que cometemos, estos y otros comentarios como si de críticas se trataran, surgen donde menos te lo esperas y por cualquier lugar del mundo menos por el barrio o incluso en la cancela del mismo edificio).

    Algo de pronto sobre aquél atardecer de tan acogedor ambiente, nos reclamaba la atención sobre un fuerte zumbido que provenía del cielo, que sin lugar a dudas se trataba de la trayectoria de barios aviones, que cruzaban por encima de los edificios, cosa poco habitual y además a muy baja altura, por el fuerte sonido producido de sus motores, no se trataban de aviones de combate porque además uno de ellos se le pudo captar gracias a la escasa luz que se reflejaba de la luna, que se trataban de bombarderos cuatrimotores, la escena duró unos minutos, suficientes para que aquellas gentes que se deleitaban de la paz que el medio ambiente producía, llegaran a alterarse y empezar a desaparecer de aquél parque, como lugar de reunión.

    Yo también abandone y me dirigía al bar de Maribel para adminístrame algo que llevar a la boca, de camino yo me preguntaba ¿cómo sabe esta señora los motivos que ocasionaron mi ruptura matrimonial y quien fue de los dos el que cometió el error? Que yo recuerde, aquella decisión fue tomada de mutuo acuerdo entre los dos, y no hubo perdedores ni ganadores, cuando una pareja no se entiende bien o se dan cuenta que aquella relación de amor que los unía se pierde, lo mejor es cortar dicha unión y después que cada uno comience a rehacer su vida como mejor pueda, y siempre se encuentra a alguien que sustituye el hueco que dejó el caminante anterior, pero me di cuenta que estaba hablando solo, porque dicho acontecimiento producido sobre aquellos aviones, fue el causante que originó el despliegue de casi todo el mundo, llegando a quedarme casi solo en medio de la calle. Es sorprendente lo que ocurre sobre estas anécdotas que en ocasiones suceden entre las gentes cuando se encuentran en la distancia y en otro lugar, que aparentemente nadie se conoce directamente de trato, pero que saben de ti y de tu vida casi mejor que uno mismo, hasta el color de los zapatos que utilizabas cuando ibas al colegio. Y esto que estoy afirmando con respecto al cotilleo, no tiene fronteras y es el sustento que alimenta la envidia y la incapacidad descerebrada sobre todo, cuando no se tienen otras cosas más importantes en que ocuparse, y cuando más de dos personas, da igual hombre o mujer, se encuentran en la peluquería o en la pescadería o en el bar, siempre surge algún tipo de crítica en contra de quien menos se lo espera, y si nos ponemos a hablar de fútbol o toros, incluso de los políticos, entonces la cosa toma otros derroteros y se nos pueden dar las tantas de la madrugada discutiendo sobre el tema y quien es el mejor, esto es algo de lo que padecemos casi todo el mundo.

    Como era habitual sobre estas horas, me dirigí al bar de costumbre para comer algo, me senté en un taburete de la barra y como siempre saludé a alguien que siempre conoces, y por supuesto a (ella), la dueña del bar, que fue la que me atendió, esta siempre con cierta ironía me sacaba de quicio qué, mi caballero andante, una cervecita como siempre, le contesté, sí, por favor, y de paso mira si tienes por dentro de la cocina, algo que me puedas preparar y apetecer, quizás algún pescado fresco, pero ella que ya me conocía porque siempre frecuentaba este lugar como cliente fijo me contestó con la confianza de siempre bromeando, hay macarrones que sobraron del mediodía, te los caliento un poco, respondía, esto era como una anécdota graciosa de ella porque sabía que los macarrones no me gustaban nada, quizá de esta manera se sentía más unida en familia con migo y quizás algo más feliz, aunque no hubiera macarrones en el menú ella siempre me los ofrecía en la comanda, era una amistad que existía de cliente y dueña, pero muy sana a pesar de que era una mujer excepcional y de muy buen ver.

    Alguien irrumpía en el local con grandes motivos de preocupación, se trataba de un individuo que al parecer nadie conocía y llegó a ponerse cerca de donde yo estaba conversando con Maribel interrumpiéndonos, este dirigiéndose a mí en un estado de nervios se puso a confirmar a cerca de lo que había sucedido con anterioridad, se ha fijado usted en alguno de esos aviones, no mucho porque estaba oscuro, pero no se ha dado cuenta de que se tratan de los mismos que bombardearon que dejaron caer la bomba atómica, sobre el continente Asiático en Hiroshima y Nagasaki, que produjo miles de muertos instantáneos, y otros miles más después de la intervención producida, a consecuencias de las enfermedades que se sumaron por las mortíferas radiaciones. Yo como la mayoría de las gentes, conocía algo sobre dichos efectos y de la devastación que se llevó a cabo, y era preocupante solo con recordarlo, pero a esto se sumaban las noticias que a través de la radio y la televisión, se estaban difundiendo y sobre todo de que la ruta de dichos bombarderos, se encontraba delimitada por encima de nuestras cabezas, imagínense, que alguno de estos se avería al pasar por encima de nosotros, y cae al suelo con su arsenal de armamento cargado de posibles bombas o misiles nucleares, pero justo en aquel momento yo tenía toda mi atención concentrada sobre la imagen de esta mujer, y aquello de los bombarderos y la guerra, pasaba a un segundo plano sobre todo porque se trataba de un documental televisivo, que nada tenía que ver con la realidad ni con aquellos aviones. Puedo confesar sin llegar a arrepentirme, que yo me sentía muy atraído por Maribel, pero el respeto estaba por encima de todo y nunca hubo una insinuación ni palabra por mi parte, que pudiera enturbiar aquella fraternal relación, a pesar que se comentaba, que su marido la tenía muy poco valorada y muy abandonada de sus obligaciones conyugales, siempre estaba en la cocina y parecía estar ajeno a todo.

    Aquel día el cual yo iba envalentonado y de guapo, que cuando ella me atendió exclamó, ¿A dónde va el señorito tan guapo hoy, de boda o de ligue? yo le contesté, si tuviera una mujer como tú, es seguro que iba de boda contigo, pero a la iglesia vestida de novia y yo de novio, ella contestó, si quieres lo hablamos con Manolo para ver qué opina sobre tu proposición, (Manolo era como se llamaba su marido), y si él acepta por mí encantada". Yo sabía de antemano que solo era una broma y las palabras son solo eso palabras, pero hubo unas décimas de segundo que noté en su fuero de mujer, una chispa de sinceridad positiva, (entendí que para mí solo fue una minúscula revelación de sus sentimientos y necesidad que ella podría encerrar en su fuero), otra cosa era que estaba por encima de todo, el respeto y el comportamiento, sobre todo por mi parte y también el de ella, que no por existir algo de amistad y de confianza, tiene que ocurrir la falta de saber donde uno tiene que pisar, sin llegar a pasarse de la raya, aunque dicen que por algo se empieza, pero nada mucho más lejos de que yo pudiera hacerme algún tipo de ilusiones.

    Ella, además de ser una mujer que se hacía de respetar, además estaba comprometida y casada, y por mi parte, no había intención alguna de interponerme en medio de su vida conyugal, aunque tengo que confesar que si yo hubiese notado la más mínima leve insinuación por parte de ella, creo que me habría decidido a conquistarla a pesar de todo perjuicio y por mucha guerra que pudiera acontecer, pero no podía confundir la broma con la realidad, era mucho tiempo con el que se había fraguado aquella sana amistad no solamente con ella, también con Manolo, y algunos clientes como yo, éramos asiduos y aquel lugar que era como nuestra casa y ellos nuestra familia.

    Las noticias que se estaban emitiendo con ciertos motivos de preocupación que casi nadie se dio cuenta, Maribel subía el volumen porque llamaba la atención de que se trataba de algo importante, sobre el comienzo de una guerra sobre Oriente medio, y de la incursión de varios bombarderos con destino a dicho lugar que desde la base de donde partían, algunos pasaban por encima de nuestro cielo, pero sin peligro alguno según se afirmaba, esto venia a esclarecer la presencia de dichos aviones en grupo que habían cruzado nuestra cúpula celestial, y por consiguiente habría que acostumbrarse a la presencia de muchos de estos, con sus molestos ruidos y preocupantes alteraciones que nos producían cierto miedo, como le había ocurrido al señor que tras informarme de dichos aconteceres, mientras yo me estaba embelesando sobre los ojos de la mujer que me sacaba de quicio, desapareció del bar quizás para seguir informando por otros lugares, con el propósito de causar cierta atención.

    Maribel, a pesar que yo la admiraba sobre la trastienda de mi consciencia, era una mujer única, excepcional, guapa, maravillosa, ejemplar único entre miles de millones, por lo bien formada que estaba, pero conservaba otros atributos que la hacían realzarse mucho más, era su atractivo físico y su gran personalidad, confieso que su gran encanto y realce femenino habían conseguido en mi interior, acaparar toda mi atención, produciendo en la pantalla de mi mente que solo existía ella como único ejemplar de mujer en el mundo, más de una vez quise desearla y poseerla en sueños, pero solo eran sueños de un pobre insignificante andrajoso que yo era, ante su majestuosa belleza, en una palabra para mí que entre ella y yo existía una gran diferencia la misma que entre la bella y el jorobado, yo ante ella me encontraba con cierto complejo de inferioridad, Maribel solo podría ser de un solo hombre con la seguridad de ser muy amada, porque ella lo valía además de que se lo merecía, y al parecer por las habladurías que se comentaban, ella posiblemente no era la mujer más feliz del mundo, pero esto solo eran eso, insinuaciones de poca monta, que no se podían tomar en serio, pero si realmente Maribel tenía esa carencia, no se merecía la vida de esclava que llevaba, porque tenía suficientes atributos, como para elegir al hombre que le apeteciese en su gusto personal, pero al parecer en ella, siempre estaba por delante la honestidad y su gran escala de valores como su propia dignidad. se dice que Dios le da pañuelos a quien no tiene narices y en este caso a Manolo le sobraban de estos, como sabanas de grandes, en cambio para otros, le faltaban no solamente pañuelos, también una mujer de estos valores como los de Maribel.

    EL FLECHAZO DEL AMOR

    Fue aquel día, uno de tantos sábados que yo irrumpía en una sala de baile con cena incluida y música en directo, yo me encontraba sentado en una mesa solo, y acababa de cenar y ya estaba con el cubata en la mano al compás de la música, cuando algo me llamó la atención a mis espaldas, al ver hacer acto de presencia por la entrada del salón a Maribel y a Manolo. Pasaron cerca de donde yo me hallaba, me saludaron atentamente, yo correspondí al saludo, siguieron en busca de una mesa libre, pero no debieron de encontrarla, a pesar de que yo les iba siguiendo con el rabillo del ojo para disimular mi sorpresa, se volvieron nuevamente a donde yo estaba, mis ojos no se apartaban de la figura de Maribel, que estaba radiante y guapa como nunca, se había adornado con toques de peluquería, maquillaje, y se había cubierto el cuerpo con ropa de boutique, su delantera eran dos pecados de punta declarando la guerra, su vestido negro que llegaba hasta los pies, abierto por un lado que se entreabría cada vez que avanzaba, escapándose por ella una parte de su maravillosa pierna, lisa como la piel de un niño, y proporcionada en acorde a los cuarenta añitos que debía de tener.

    Era la pierna más bonita y más delicada que nunca había visto, de color rosado como el vino bien conservado, en el rostro sus pómulos coloreados realzaban su belleza, y en sus ojos fileteados de negro, marcaban la ansiedad y la amargura que encerraba en el interior de su corazón, no es que me diera pena, pero si mucha rabia al ver que su acompañante esposo, no estaba a su altura ni acorde de su condición, como tampoco creo que se la mereciera, porque era una mujer de ensueño con todo el derecho a ser feliz, cosa que al parecer carecía de ello, porque hoy me estaba dando cuenta cuando descubrí, en una leve escapada de su mirada de ella hacia mí, cargada de ansiedad necesaria y sobre todo de mucho amor como de atenciones, que sin darse cuenta emitía telepáticamente la pena que encerraba en el interior de su gran personalidad, quizás era por eso y por otras tantas cosas que yo la admiraba y había soñado tantas veces con ella, y sin poderlo evitar y teniéndola ahora delante de mí, la imaginación me empezó a dibujar un paisaje de lujuria, que me hizo vibrar todo mi cuerpo sin quererlo.

    Me levanté de la silla para atenderlos, él avanzó su mano para estrechar la mía, yo correspondí con el mismo gesto,

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