Sería muy osado suponer que puede hacerse un resumen sistemático de las prácticas y usos sexuales de la antigua Roma, sin considerar la heterogeneidad a lo largo y ancho del Imperio. Sin embargo, un acercamiento a lo que estaba aceptado y lo que no en el sexo nos permitirá aproximarnos a las estructuras de dominación social de la época.
ACTIVO Y PASIVO: ROL Y POSICIÓN
El sexo y la política en la antigua Roma mantuvieron una relación de simbiosis. Así lo vemos en la violación y posterior suicidio de Lucrecia, que supuso el final de la Monarquía, pero también cuando Trajano favoreció al rey de Edesa por el afecto que profesaba a su joven hijo. Roma, en su origen mitológico, se fundó al auspicio del rapto y el estupro, puesto que Rómulo es fruto de la violación de Marte a una vestal y el origen de la misma sociedad romana surge del rapto de las Sabinas. El sexo se entendió en numerosas ocasiones como una continuación de la política, por otros medios, puesto que ambos suponen una relación de dominación, del hombre virtuoso y viril, como ya apuntara Foucault.
Roma heredó del sistema pedagógico griego, de claros componentes jerárquicos y militares, la relación de sumisión a la que el joven (erómeno) era sometido por el maestro (erastés).