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Fragmentos de Gracia
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Fragmentos de Gracia
Libro electrónico560 páginas9 horas

Fragmentos de Gracia

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Descripción del Libro

1291 A.D. – Keir St. Hever es un poderoso comandante de guarnición para el Coverdale al borde de los valles de Cumbrian. Mientras atendía a una batalla, el recibe palabra de que su propio Castillo está bajo ataque. Keir regresa al Castillo de Pendragon para descubrir que su esposa e hija habían sido asesinadas, y su pequeño hijo está perdido. Entonces Keir empieza a descender al infierno y desesperación.

Tres años después, Keir aun busca por su hijo mientras es llamado a rescatar la familia de un aliado cuyo Castillo estaba bajo asedio. Una vez que Keir pelea su camino hacia el interior, la damisela que se suponía que salvara no le cree que él está ahí para ayudarle y una gran batalla sigue. Pero en algún punto durante esa batalla, Keir encuentras una extraña e incontrolable fascinación por la Señora Chloe-Louise de Geld. Cuando ella no está tratando de sacarle los ojos, el atrapa vistazos de una mujer de magnifico cabello rojo, piel de porcelana, y delicados rasgos. Entonces, la historia de amor comienza….

Chloe es una belleza muy buscada, brillante, dulce y luchadora. Ella despierta en Keir emociones largamente durmiendo, sentimientos que él pensó habían muerto cuando su familia pereció. Él no quiere amar a Chloe pero no puede evitarlo. Su atención debería estar en encontrar a su hijo perdido pero se encuentra desviado por una mujer de la cual se está enamorando cada día más.

En vecino vengativo y malvado, sin embargo, quien ha querido a Chloe para sí, descubre el interés de  St. Hever y usa mentiras y manipulación para convencer a Keir de que él tiene al largamente perdido hijo Keir. El propone un trato– Chloe por el niño. Antes de que Keir pueda tomar una decisión, Chloe toma el asunto en sus propias manos y la situación se vuelve horriblemente mala.

A través de la muerte, batallas, vengativos enemigos y fantasmales visitantes, el amor de Keir y Chloe permanece fuerte e inquebrantable, y al final Keir tiene una vez más que blandir su espada para salvar a la mujer que ama. Con visiones de la familia que el no pudo salvar, ¿Sera demasiado tarde?

IdiomaEspañol
EditorialBadPress
Fecha de lanzamiento10 jun 2018
ISBN9781547529827
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    Fragmentos de Gracia - Kathryn Le Veque

    FRAGMENTOS DE LA GRACIA

    Una Novela de Romance Medieval /Precuela de la Triología de La Espada del Dragón

    Por Kathryn Le Veque

    Copyright 2012, 2014 by Kathryn Le Veque

    Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser usada o reproducida de ninguna manera sin permiso escrito, a excepción de breves citas incluidas en críticas y reseñas.

    Printed by Dragonblade Publishing in the United States of America

    Text copyright 2012, 2014 by Kathryn Le Veque

    Cover copyright 2012, 2014 by Kathryn Le Veque

    Library of Congress Control Number 2014-041

    ISBN 9781495949944

    Otras Novelas por Kathryn Le Veque

    CAPITULO UNO

    Castillo Pendragon, Cumbria

    Año de Nuestro Señor 1291 D.C.

    Keir, ¡Tú no tienes que!

    Un gran caballero con una ensangrentada, bien usada armadura estaba parado en su camino, bloqueándole el  paso para seguir escaleras arriba. Estos eran estrechos, empinados peldaños que Keir conocía extremadamente bien, considerando que este era su castillo. En este momento, su amigo más cercano se paraba entre él y lo que había escalas arriba. Keir St. Héver estaba tan imbuido en la angustia y el pánico que arremetió con su enorme puño, golpeando al caballero en la mandíbula y enviándolo contra el muro. Keir trato de abrirse camino más allá del hombre pero el caballero no se movió. El agarro a Keir mientras el intentaba pasar.

    No, respiro el caballero, sus ojos de color azul aciano intensos. Keir, por favor no. Tú no tienes que....

    Keir gruño con frustración, atravesando, subiendo las escalas ahora sobre sus manos y rodillas porque Michael de Pembury no lo dejaba ir. Michael se agarró de la pierna de Keir, tratando de evitar que el hombre viera lo que había escalas arriba. Pero Keir no sería detenido – el pateo a Michael, su amigo más cercano, un hombre que solo está tratando de protegerlo.

    Que Dios lo ayude, Keir lo sabía. Él sabía que Michael solo estaba tratando de evitárselo. Pero él tenía que ver por sí mismo lo que Michael había visto, lo que algunos de sus soldados habían visto, cuando ellos finalmente habían recuperado el castillo de Keir he ido en busca de su joven familia. Su esposa y dos pequeños niños habían estado en el castillo cuando había sido penetrado por un envidioso y vicioso vecino. El hombre había esperado hasta que Keir hubiera tomado más de la mitad de su ejército a una misión en un feudo vecino antes de actuar sobre sus celos.

    Palabra había llegado a Keir de la traición y él se había apurado en regresar al Castillo de Pendragon, su guarnición, para solo descubrir el castillo en un estado de caos. El humo de los quemados rastrillos flotaba en el aire, un desastre retorcido carbonizado como una marea de soldados enemigos inundo el patio fortificado y la fortaleza. Keir y sus hombres habían tenido que pelear su camino hasta el patio fortificado, dándose cuenta que los hombres  que él había dejado de remanente estaban muertos o muriendo, habiendo sido asesinados y quemados por los invasores. La fortaleza, también, estaba llena de enemigos, saqueando todo lo que Keir había trabajado tan duramente por acumular.

    Pero la pérdida de posesiones no le molestaba. Era de su familia de lo que él estaba preocupado, su esposa Madeleine y sus dos pequeños niños, su hija Frances e hijo Merritt. Él los había dejado ahí, abotonados a la sólida fortaleza de Pendragon, protegidos hasta su regreso. Pero esos planes se habían tornado horríficamente en él y mientras el corría a la fortaleza, lo único que podía hacer era mantener su pánico a raya. Él sabía que si sus emociones lo consumían, el seria de ningún uso para su familia. Él tenía que salvarlos.

    Pembury había entrado a la fortaleza antes que Keir pudiera, corriendo arriba de la estrecha escala de caracol que podía ser muy traicioneras, hasta que llego al piso superior donde estaba el cuarto de la familia. Él estaba horrorizado de ver que ambos cuartos habían sido penetrados, restos retorcidos de las puertas, y aún más horrorizado de ver lo que yacía al interior. Él había mirado a la vista, difícilmente creyendo lo que él estaba viendo, antes de volver a bajar las escaleras para alejar a Keir. Él no quería que el hombre viera lo que había visto. Ningún hombre debería ver tales visiones del infierno.

    Pero Keir no sería detenido. Él se arrastraba escaleras arriba ahora porque Pembury colgaba de sus piernas, rehusándose a dejarlo ir más allá. Keir pateo a Michael, peleando por sacarlo, perdiendo su batalla con su pánico en el proceso. El empezó a sollozar pesadamente mientras arañaba su camino escaleras arriba. Colgado en sus piernas, Michael dejo escapar sollozos propios. El dolor era demasiado grande para ellos dos . Lo que Michael había visto, Keir ya lo había asumido. Él sabía lo que había ahí arriba.

    Keir era un hombre poderoso, antinaturalmente poderoso mientras clavaba sus dedos enguantados en la piedra, un paso a la vez, peleando por subir las escalas aun cuando Michael trataba de detenerlo. Él podía ver el descanso ahora y las puertas de los dos cuartos abiertas, el olor a humo y muerte llenando sus fosas nasales. Apenas podía ver a través de sus lágrimas o respirar a través de sus sollozos, pero él tenía que ver lo que Michael estaba tratando tan duramente evitar que viera. Solo un pasó más... y uno más....

    Keir estaba casi arriba de su dura lucha por trepar cuando el pauso lo suficientemente largo para patear a Michael en la cara y mandar al hombre tambaleándose fuera de él. Luchando por ponerse de pie, Keir logro trepar los peldaños a la cima de la escala, empujándose a sí mismo dentro de la recamara principal, sus ojos azul hielo buscando a su esposa e hijos. Era un cuarto relativamente pequeño asique no era difícil el evaluar la situación de todo el cuarto en un instante. Y entonces, él lo vio, mirando a través del humo como una macabra  visión de las obscuras profundidades de una pesadilla. La visión lo envió de vuelta a sus rodillas.

    El solo se quedó ahí en sus rodillas, llorando lastimosamente al horro enfrente de él. El hombre más fuerte de Cumbria, un hombre con la reputación de poder y equidad e inteligencia, se redujo a escombros llorando. Keir St. Héver miraba al cuerpo de su mujer mientras ella yacía arrugada contra la pared, ardiendo en la esquina con el cuerpo de un pequeño niño. Keir cayo hacia delante, terminando e n sus rodillas y manos, arrastrándose hacia las humeantes ruinas de las personas que el más había amado en el mundo. El pesado, grasoso olor de carne quemada lleno el cuarto.

    El cayo hacia delante sobre su estómago, extendiendo una mano para agarrar el pie de Madeleine. El sollozaba tan pesadamente que el término vomitando, escupiendo el contenido de su estómago sobre el piso de madera. La cama detrás de él había sido quemada a medias al igual que una porción del piso, ahora negro con hollín y carbón. Quien quiera que allá matado a su esposa e hijos había tratado de quemar el cuarto también. Keir se empujó a sí mismo y fue hacia su señora, tratando de tomarla en sus brazos pero ella estaba rígida y humeante. El la recordó dulce y suave. La angustia lo abrumaba.

    La cara de Madeleine no había sido tocada por las llamas pero su hermoso cabello negro había sido chamuscado. El intento sostenerla, de decirle cuanto lo sentía y cuanto él la amaba, pero su dolor lo inundo y no pudo hablar. El solo podía llorar. Fue entonces cuando el dio una mirada más cercana al pequeño cuerpo envuelto en el regazo de Madeleine. La pequeña Frances estaba fusionada a la carne de su madre.

    Mientras Keir se sentaba en el suelo con los cuerpos en sus brazos, Pembury llego escaleras arriba y se paró en la entrada, viendo la insoportable escena. Él estaba devastado con lo que veía, Sintiendo el dolor de Keir dentro de sus propios huesos, pero mientras él veía la escena, se le ocurrió a el que uno de los hijos estaba perdido  . Si el otro hijo de Keir aún estaba con vida en algún lugar, Michael lo encontraría. Con renovado vigor, Pembury salió del cuarto a la búsqueda.

    El busco bien dentro del día hasta la noche, pero no había señales del hijo de dos años de Keir. Eventualmente, Michael regreso al cuarto en la fortaleza, ese cuarto de horrores, donde Keir aún estaba sentado con su mujer muerta y su hija en sus brazos. Él había dejado de llorar y ahora se sentaba contra la muralla como una estatua aferrándolas a ellas dos en contra suyo. Era una visión patética y angustiosa. Les llevo a Michael, dos caballeros y tres soldados para apartar a Keir lejos de su familia. Incluso entonces, Keir se enojó. Michael y otro caballero, Señor Lucan de Velt, fueron forzados a restringir a Keir así él no se lastimaría a sí mismo. El hombre estaba decidido a suicidarse, perdido en un mundo do dolor que nadie podría comprender.

    Después de eso, algo estaba muerto en el hombre, algo que había muerto en el momento que su señora e hija lo habían hecho. La única cosa que lo mantenía andando era el hecho de que su hijo aún no había sido encontrado. De algún modo, de alguna forma, Merritt St. Héver estaba ahí afuera. Él estaba convencido de que el pequeño había sobrevivido, una creencia inherente que alimento su corazón, alma y mente. Él sabía que su hijo estaba vivo, esperando que su padre fuera por él.

    La pregunta se mantenía... ¿Dónde estaba el?

    CAPÍTULO DOS

    Tres años después, Septiembre 1294 D.C..

    El asedio del Castillo de Exelby

    Usted tiene sus órdenes, St. Héver, un más viejo, y mucho más enlodado guerrero le chasqueo a Keir. Empieza a moverte.

    La quijada de Keir se tensó pero era difícil ver debajo de su mojada y sucia cota de malla. El no dijo nada en respuesta, sabiendo que su señor sabía cómo se sentía pero haciendo caso omiso a sus sentimientos por completo. Ellos tenían un trabajo que hacer.

    Había estado lloviendo pesadamente por tres días, haciendo del suelo dentro y alrededor del Castillo de  Exelby  un cenagal de pútrido estiércol.  El ejército del Castillo de Aysgarth, asentamiento del Barón de Coverdale, estaba bien familiarizado con el barro y su detrimento a un asedio exitoso. El poderoso ejército del barón no podían mover sus cinco grandes máquinas de asedio en posición porque el barro era demasiado grueso, así que los arqueros habían tenido que disparar proyectiles fuertemente engrasados al muro con la esperanza de que ardieran lo suficientemente en la pesada lluvia para hacer algo de daño. Esta locura había durado dos días.

    Keir se hizo cargo del rastrillo y la gran reja de hierro y madera había sido fuertemente bombardeada por las llamas, seguido por un ariete para doblar el hierro caliente. Keir era metódico y hábil en su acercamiento y se aseguró de que mantener a los soldados enemigos en las almenas sobre la puerta fuera de alcance por barreras regulares de los arqueros. Durante el curso de los dos días, viento salvaje y lluvia torrencial, Keir y sus hombres fueron capaces de doblar el rastrillo lo suficiente para que dos hombres por vez pudieran escurrirse adentro, y eso era exactamente lo que el Barón de Coverdale tenía en mente.

    Al amanecer del tercer día, el Castillo fue finalmente penetrado. Ahora, Coverdale estaba gritando órdenes a Keir quien estaba extremadamente renuente a hacer lo que se le había dicho. Pero el Barón de Coverdale, Señor Byron de Tiegh, no estaba de ánimo para caballeros desobedientes. Él estaba listo para terminar con este apoyo obligatoria a Exelby y regresar a casa a un fuego caliente y su joven esposa con su grandes, cálidos pechos.

    Lleva a Pembury y de Velt contigo, Coverdale gruño nuevamente, rascando a su sucio, mojado cuero cabelludo antes de volver a colocarse su cota de malla. Anda adentro y trae a esas mujeres o el Señor de Geld va a perder toda su familia. De toda la gente, seguramente tu puedes entender lo que significa enfrentar la perdida de la familia, St. Héver.

    Fue un comentario sin tacto, uno que hizo que el inusualmente tranquilo temperamento de Keir se alzara. Él se sentía disgustado y enfermo. Coverdale era un buen comandante pero un hombre insensible. Frustrado pero guiado por su sentido del deber, Keir irrumpió con Pembury y de Velt a la siga, marchando a lo largo del estiércol, charcos de orina y ríos de sangre, hasta que llego al rango de la puerta de entrada. Los hombres de Keir ya estaban reunidos ahí, todos los ciento nueve de ellos, esperando la dirección de su señor.

    Keir llego a sus hombres, parándose debajo de un par de robles desnudados, y les dio las órdenes a ellos, cortesía de Coverdale. Ellos estaban por asediar la fortaleza y encontrar la señora y dos hijas del Señor de Geld. De Geld das el señor de Exelby, su Castillo había sido atacado e invadido casi de la misma situación que Pendragon había sido todos esos años atrás. Un señor de la guerra vecino, codicioso del muy rico castillo y tierras de de Geld, había esperado a que el anciano estuviera de viaje en un negocio antes de asediar y conquistar. Coverdale, un viejo amigo de de Geld, había tenido al tarea de recuperar la fortaleza.

    Enfurecido y agotado, St. Héver fue el primer hombre a través de los restos torcidos del rastrillo. Él fue inmediatamente atacado por los defensores pero Keir tenía la ventaja de su gran tamaño, fuerza y altura. Él era moderadamente alto, pero la amplitud y circunferencia de sus brazos y su caja lo hacían un hombre por sobre los hombres. Mientras se abría paso a través de la puerta de entrada, uso su espada y puños para alejar a los atacantes. Pembury y de Velt estaban justo detrás de él, poderosos y habilidosos hombres por derecho propio.

    Milagrosamente, ellos a travesaron la puerta de entrada sin ninguna herida. Considerando que los que retenían el castillo estaban usando los agujeros de asesinato en la entrada de la puerta para su ventaja,  fue una hazaña. Estallando en el patio fortificado abarrotado y fangoso, que estaba extrañamente vacío, Keir direcciono más de la mitad de sus hombres a tomar las murallas mientras él tomaba otros veinte hombres con él y se dirigía hacia la fortaleza.

    Ellos lucharon su camino a través de los soldados enemigos, apareciendo sorpresivamente al interior de la fortaleza. Los soldados corrieron apurados hacia ellos desde la entrada del castillo, abajo de las estrechas escalas retractiles de madera que estaban a medio quemar, y Keir se encontró a si mismo golpeando a los hombres en la cara  y arrojándolos sobre la barandilla.

    Porque la escala era tan precaria, ellos solo podían montarla en una sola fila y Keir estaba a la cabeza, tomando la peor parte de los soldados que venían hacia ellos. En algún punto, un soldado enemigo se las arregló para sacarlo de balance y él se agarró de la barandilla, casi cayendo quince o algo así pies abajo hacia el lodoso patio fortificado, pero se las arregló para agarrarse en la rota barandilla aun en la mojada lluvia que hacia todo peligrosamente resbaladizo. Pembury, una montaña de hombre con puños enormes, empujo hacia delante y tomo la cabeza, tirando hombres a un lado con su colosal fuerza. De Velt tiro a Keir lejos del borde y lo estabilizo y los tres caballeros, junto con sus hombres en armas, continuaron escalas arriba y eventualmente hacia el interior de la fortaleza.

    Mientras Keir golpeaba hombres con sus grandes puños y peleaba contra las espadas que volaban hacia él, el dejo su furia y frustración llevarse lo mejor de él. Él no quería estar ahí en medio de esa estúpida escaramuza y ciertamente no quería tener la tarea de rescatar mujeres. Él no quería rescatar a nadie. Él quería salir de ese lio y regresar a Pendragon y retomar sus patrullas para Coverdale. Un asedio era la última cosa en la que él quería participar, mucho menos a cargo. Mientras él se abría camino dentro de la fortaleza y se encontró con más violenta resistencia , el solo podía pensar en una sola cosa.

    Maldito Coverdale, el siseo para sí mismo. Maldito el hombre hasta el infierno.

    ***

    Ella los estaba esperando.

    Apoyada en el gran dormitorio en la parte superior de la imponente torre de la fortaleza de Exelby, ella estaba esperando con un enorme pedazo de madera en sus manos, la única arma que podía encontrar en el cuarto. Era el cuarto de sus padres, un lugar lujoso con finas sedas, muebles y bajo circunstancias normales, un cálido fuego, pero este día el cuarto se vio algo sombrío y temeroso.

    Chloë de Geld podía oirá los hombres al otro lado de la puerta del cuarto. Ellos habían estado intentando de abrir por la mayor parte de los dos días pero el panel estaba hecho de pesado roble reforzado con tiras de hierro,  atornillados juntos para que formaran un tipo de red. El enemigo había intentado quemar una parte de la puerta pero era tan densa y vieja que simplemente  ardía y brillaba, cayendo pedazo a pedazo y llenando al cuarto con una fina capa de humo que se colgaba del techo. Aun cuando a puerta se iba quemando, las tiras de hierro se apretarían rápidamente y permitiría que la puerta fuera abierta. Al menos, esa era la teoría. Hasta hoy, la teoría nunca había sido probada.

    Entonces Chloë se paró contra la muralla cerca de la puerta, garrote en mano y listo y luchando por mantener su hermana calmada. Cassandra era del tipo asustadizo, como su padre, mientras que Chloë era calmada y compuesta, como su madre. Aun ahora, Señora Blanche de Geld se sentaba en la esquina y trabajaba su aguja e hilo en contra de una elaboradamente bordada pieza de lino, tan tranquila como un gato flojo en un cálido día de verano.

    Chloë se paraba cerca de la puerta, preparándose a golpear hasta la muerte a cualquiera que entrara al cuarto y preguntándose si su madre si quiera entendía lo que estaba pasando. Había una calmada compostura y luego había pura apatía. Chloë tenía que sacudir su cabeza a su madre, preguntándose cual realmente era.

    El panel de la puerta de repente se sacudió fuertemente, como si algo hubiera sido arrojado en contra de él. Chloë y Cassandra chillaban de miedo mientras su madre apenas levantaba su vista de su costura. La puerta volvió a traquetear y una gran parte se desprendió, revelando a aquellos a ambos lados de la puerta. Dedos enguantados empezaron a meterse a través de la rejilla de hierro, moviéndose a la cerradura, y Chloë empezó a golpear los dedos con salvaje abandono.

    Alguien al otro lado de la puerta gruño con dolor mientras sus dedos eran aplastados. El trato de meter sus dedos nuevamente y Chloë golpeo sus dedos furiosamente.

    ¡No! ella chillo, puntuando cada palabra con un golpe del garrote. "¡No, no, no!"

    ¡Señora! el caballero al otro lado de la puerta gruño. ¡Deténgase! ¡Yo estoy aquí para rescatarla!

    Chloë no le creyó por un momento. Más de dos estaban apareciendo a través de la rejilla y ella le golpeo como si matara una horrible araña en el muro. ¡Golpe, golpe, golpe!

    ¡No! ella ladro. ¡Ándate!

    Mientras Chloë golpeaba en la rejilla con su garrote, convencida de que ella era la única cosa que se paraba entre su familia y la completa destrucción, Keir estaba cansado de que le golpear los dedos así que el  hecho a de Velt por delante.

    Abre la puerta, el gruño.

    Lucan lo miro como si él estuviera enojado. "No, tu abre la puerta. No quiero que me rompas los dedos ."

    Frustrado, Keir lo agarro por el cuello mientras Pembury cargaba la puerta, empujándolo a ellos dos fuera del camino. El agarro la rejilla de hierro y sus dedos fueron golpeados por su problema. El saco sus manos, sacudiendo sus aplastados dedos.

    Moza tonta, le grito a Chloë. Eso malditamente duele.

    Al otro lado del negro hierro, Chloë no se arrepentía. Toca esta puerta nuevamente y hare polvo tus dedos.

    Michael la miraba incrédulo, él podía ver una porción de su cara a través de la rejilla y una larga, y brillantes sabanas de cabello rojo profundo. Un gran ojo café lo miraba de vuelta.

    ¿Tu no entiendes que intentamos salvarte? el pregunto, incrédulo.

    En el otro lado de la puerta, Chloë movió su cabeza, agarrando el garrote con nudillos blancos. Estas tratando de obligarme a abrir esta puerta, ella escupió. No soy tan idiota para creerte.

    Pero es verdad.

    ¡Mentiroso!

    Michael puso sus manos en su cintura, mirando a Keir. ¿Bueno? el levanto una mano frustrada a la puerta medio demolida. ¿Qué quieres hacer?

    La frustración de Keir fue impulsada más allá de la resistencia. Él estaba luchando por cumplir una asignación no deseada y se ha encontrado con gran resistencia. Habría sido tremendamente fácil el alejarse y decirle a Coverdale que las mujeres estaban más allá de la recuperación. Pero el hizo un último intento. Ya había llegado tan lejos. Aun más, él no estaba acostumbrado al fracaso y el irse significaba rendirse. Él se movió hacia la rejilla, haciendo a Michael a un lado.

    Escúchame y escúchame bien, él le gruño al ojo café que lo miraba. Mi nombre es Keir St. Héver y he estado batallando para librar Exelby por la mejor parte de dos días. Nosotros hemos perseguido, matado o capturado la mayor parte de los tontos que invadieron tu Castillo y lo último que necesito es una moza tonta resistiéndose a mis esfuerzos de ayudarla. Yo puedo fácilmente irme y dejarte aquí a que te pudras si eso es lo que deseas.

    ¡Ándate, entonces! ¡Nosotros no necesitamos no queremos tu ayuda!

    Keir apretó sus dientes, luchando con su rabia. Tú te estas comportando de lo más desagradecida hacia los hombres que han arriesgado su vida para salvarte.

    Mientras Keir hablaba, Lucan se movió a su derecha y, con sigilo, alcanzo la rejilla de hierro. Mientras Keir mantenía la atención de la asustada señora, Lucan se las arregló para pasar sus dedos a través de la rejilla con gran cuidado levanto el cerrojo. Keir apenas había terminado con lo que él tenía que decir cuando Lucan repentinamente tiro su gran hombro hacia la puerta y el panel cayó abierto.

    Cassandra grito mientras Chloë empezó a abanicar el garrote con todas sus fuerzas. Ella le dio a Lucan por detrás de su cabeza, enviando el hombre al suelo.

    Keir cargo y lanzo un golpe al arma, pero Chloë era rápida y ella  salió corriendo de su alcance, saltando en la esponjosa cama en medio del cuarto y abanicando el garrote con todas sus fuerzas. Keir puso arriba una mano para repeler el golpe pero ella aun así se las arregló para cortar no solamente su codo sino que también su cabeza.

    Furioso, Keir agarro el garrote de su mano y lo tiro lejos, pegándole a Pembury en el proceso. Mientras Michael gruñía por el golpe en su pecho, Keir salto sobre la cama mientras Chloë intentaba saltar al suelo. El la agarro por lo cintura, un manojo de mujer con una cabeza llena de intenso cabello rojo que cayó de rodillas. Las lisas, sedosas tiras estaban sobre ellos dos ya qué el perdió su equilibrio y cayó de vuelta a la cama llena de paja . De hecho, había cabello en su boca y por toda su cara mientras el luchaba de agarrar a Chloë mientras ella luchaba por su vida.

    Señora, el gruño mientras ella se retorcía y peleaba . Deje de luchar. Le juro que no se le hará daño. Nosotros servimos al Señor Coverdale y hemos venido a rescatarla.

    Chloë estaba en un mundo de pánico. El caballero que la sostenía era fácilmente tres veces su tamaño y ella se las arregló para darse vuelta en sus brazos, tirando una mano a la placa frontal abierta de su visera. Golpeo en la cara con su puño, Keir no hizo nada más que gruñir. Intento pararse con el gruñente gato salvaje en su agarre pero el término tropezándose en su sobretodo y ambos cayeron al piso.

    Keir cayó sobre Chloë, quien termino sobre su espalda. Era una caída dura que la dejo atónita momentáneamente. Aún más, Keir era un hombre enorme y todo su peso cayó sobre ella, armadura y todo. De repente, ellos estaban en una posición muy íntima y cuando Chloë recupero sus sentidos, ella se enojó, golpeado su cabeza y hombros con sus pequeños puños.

    ¡Sale de arriba mío! ella aulló. "Tu bestia, ¡ Sale!"

    Keir estaba tratando de capturar las cincuenta manos que estaban volando a su cara desde todas direcciones. Se las arregló para capturar una solo para ser golpeado por la otra. Chloë comenzó a arrancarle los ojos y el cerro ambos, presionando su cara contra su pecho mientras el agarraba su última mano en la obscuridad. Debajo de él, el cuerpo de la señora era suave y flexible, pero él no pensaba en eso. Él pensaba en tratar de no quedar ciego con sus frenéticos dedos.

    ¡Deténgase! el finalmente gruño mientras capturaba la última mano errante. Él puso sus brazos a cada lado de su esbelto cuerpo, a atreviéndose a abrir sus ojos y mirara abajo a su cara cubierta de pelo. ¿Tu no me entendiste? Nosotros estamos aquí para rescatarte. No estamos aquí para herirte de ninguna forma pero por la forma en que peleas, lo más probable es quesea yo quien termine herido.

    Chloë no estaba lista para rendirse a un caballero extraño con una suave, profunda voz. "Quítate de encima," ella comando.

    No hasta que tu dejes de pelearme. Yo no tengo ningún deseo de ser mutilado por una niña tonta.

    Yo no soy tonta, ella gruño mientras trataba de zafarse.

    El miro su cara contorsionarse con el esfuerzo. Tú eres de hecho tonta cuando luchas en contras de alguien que está intentando ayudarte.

    Ella lo miro, mostrando sus dientes blancos y rectos. Yo no te conozco. Tu podrías estar mintiendo por lo que yo sé, un enemigo con la labia del diablo.

    Aún así yo no lo soy, él dijo mientras le levantaba una ceja a ella. Yo te dije quién soy – Yo soy Keir St. Héver, un guerrero muy decorado que ha servido a  Edward Longshanks en las guerras de Gales. Soy un honorable caballero de una larga línea de honorables caballeros y el que tú te reúses a confiar en mi palabra es un insulto directo. Yo no miento y ciertamente no le mentiría a una señora. De cualquier forma, tu estas atrapada por un hombre que es bastante más grande y fuerte que tu así que si fuera tú, yo no me seguiría resistiendo. Es inútil.

    La lucha de Chloë llega a detenerse y ella miro arriba a Keir con ojos siniestros. El solo podía ver dos grandes orbes café a través del desorden de pelo rojo que estaba sobre ellos dos. Keir podía ver la agitación en las profundidades marrones, girando como un torbellino, pero en ese mismo pensamiento, se le ocurrió a él que eran los ojos más hermosos que él había visto. El pensamiento lo asusto.

    ¿Tu entiendes lo que te he dicho? el pregunto de nuevo, algo menos hostil, preguntándose porque él estaba tan hipnotizado por esos ojos.

    Chloë asintió vacilante. ¿Me vas a volver a golpear? pregunto.

    Ella movió su cabeza. Keir dejo ir sus brazos inmediatamente y, por necesidad, empezó a tirar tiras de largo pelo rojo fuera de su cota de malla así él podría pararse y no tirar su pelo desde el cuero cabelludo. Chloë lo miro con algo de miedo mientras él se empujaba fuera de ella. Entonces él la tomo por la muñeca y la tiro sobre sus pies.

    Ahora que la atmosfera estaba algo más calmada y las mujeres se habían dado cuenda de que el enemigo no las había capturado después de dos días de infierno, Chloë parecía bastante débil y vacilante. Era como si la pelea hubiera tomado todo de ella. Ella se desplomo contra la pared, respirando pesadamente mientras empujaba su cabello fuera de su cara y trataba de organizarlo. El largo, lujoso cabello rojo era su orgullo y alegría, algo por lo que ella era casi tan bien conocida en la comarca como por su belleza. Para aquellos en Yorkshire Este, el resplandor de Chloë de Geld era materia de leyendas.

    Era algo que no había escapado de ser notado por Keir, él podría intentarlo. El aún estaba frustrado, enojado y exhausto, pero en algún lugar de la mezcla, él se dio cuenta de que él tenía interés en el buen aspecto de la señora. Rescatar a una bruja habría sido un deber pero rescatar un ángel era algo enteramente diferente. Debería tener la misma opinión para cualquiera, pero la verdad era que la mayoría de los hombres preferirían ser asociados con una encantadora joven señora que con una vieja demacrada. Era una bestialidad pero es verdad.

    La señora enfrente de él era de una altura media pero esbelta en su constitución, con grandes suaves pechos que él había sentido encontrar suyo cuando había caído sobre ella. Aun a través de la malla y capas de túnicas, él los había sentido. Su piel era pálida, como la crema, y ella tenía una cara perfectamente formada con piel de porcelana y labios rosados llenos. Pero los ojos que lo habían mirado de vuelta tenían su atención, un tono de marrón que era tan profundo y brillante como una piedra preciosa. Ellos eran grandes y hermosos. Keir miro a la mujer mientras ella trataba de recuperar la compostura.

    ¿Cuál es tu nombre? el pregunto finalmente.

    Ella lo miro hacia arriba. Yo soy la Señora Chloë de Geld, ella murmuro en una dulce, sedosa voz. Mi padre es Anton de Geld, Barón de Kirklington. Esta es mi madre, la Señora Blanche, y mi hermana, la Señora Cassandra.

    Chloë. Era todo lo que Keir escucho. El resto sonó como balbuceo después de eso – yo soy la Señora Chloë blah, blah, blah. Él le chasqueo los dedos a Pembury y de Velt, indicando que cada hombre tomara una mujer de la mano, y los dos se apuraron a ver quién sería el que escoltaría a la Señora Cassandra, una linda rubia con los grandes ojos marrones de su hermana. Michael era un poco más rápido que Lucan, tomando a la señora por el codo y burlándose de Lucan por sobre su cabeza.

    La verdad era, Pembury era un hombre enorme de gran poder e incluso Lucan de Velt, un hombre de fuerza considerable  y habilidad el mismo, no se enredaría voluntariamente con él. Sí que el a regañadientes se hizo cargo de la madre, una mujer anciana que se había sentado en la esquina hacienda su bordado mientras la batalla rugía alrededor suyo. Durante todo ese tiempo que Chloë y Keir se habían peleado, la mujer no se había movido.

    Silenciosamente, Lucan ayudo a la anciana mujer a pararse, incluso la ayudo con su costura, lo cual el encontraba un hobby bastante ridículo en medio de la batalla, y siguió a Pembury fuera del cuarto. Él incluso se burló del hombre por detrás de la cabeza cuando nadie miraba.

    Con todos idos y el sonido de la batalla desvaneciéndose en la nada, el cuarto estaba de pronto muy quieto. Chloë aún se inclinaba contra la muralla, sintiéndose débil y cansada mientras Keir se movió hacia la puerta, ajustando el casco en su cabeza al que ella había golpeado tan furiosamente. Mientras él jugaba con la cota de malla debajo de él, ajustándola, él se giró hacia Chloë.

    Vamos, mi señora, dijo calladamente.

    Ella miro arriba desde donde ella había estado mirando el piso. ¿A dónde nos lleva?

    Eso es para el Señor Coverdale y tu padre de decidir.

    Ella suspiro suavemente y se empujó fuera de la muralla, mirando alrededor de la pieza buscando algo. Mi padre estaba en Darlington cuando todo esto comenzó, ella murmuro. ¿Esta el Castillo muy dañado?

    Keir dejando de tocar su malla cota. Lo suficientemente mal, le dijo. No es seguro como esta.

    Ella lo miro y noto la pena en sus ojos marrones. Eran ojos tan encantadores, él pensó, pero igual de rápido se sacudió a si mismo de esa línea de pensamiento. Lo había pensado una vez antes y eso era perdonable, una reacción natural. Pero pensarlo dos veces era desconcertante. Era demasiado choqueante y doloroso el solo considerarlo. Él no había pensado en  una mujer encantadora desde....

    ¿Quién nos atacó? Chloë pregunto.

    Keir se dio cuenta de que él no quería sentir nada suave o compasivo por la mujer. Era puramente basado en su belleza, él lo sabía, pero él estaba sintiendo algo cálido de cualquier forma. Estaba furioso consigo mismo, enfermo hasta sus entrañas, dándose cuenta de que él era débil y tonto por pensar tales cosas. Era ridículo. Tomando un gran respiro, el trabajo por sacudirse las dos la tontería y la fatiga.

    Ellos llegaron de Sandhutton, él dijo. Nosotros creemos que Ingilby está involucrado.

    Los grandes ojos marrones de Chloë se abrieron. Barón Ingilby de Ripon?

    El mismo.

    Su hermosa, formada boca se abrió en ambos horrorizada y sorprendida. Entonces ella cerró su boca y se giró, regresando con distracción a su búsqueda en el cuarto. Keir se paró junto a la puerta, mirándola, mientras ella se cruzaba con lo que aparentemente estaba buscando.

    Sacudió la capa que habías ido colocada detrás de la silla de costura de su madre, silenciosamente moviéndose hacia la puerta mientras la balanceaba alrededor de sus delgados hombros. Keir no la toco mientras precedía desde la habitación; no le dio el codo para tomar o el brazo para sostener. Él tenía miedo de lo que pasaría con sus pensamientos de agotamiento si la tocaba de nuevo.

    Justo cuando pasaban el umbral, pasado los restos retorcidos carbonizados de la puerta del cuarto, Chloë se detuvo de golpe y lo miro.

    ¿Yo lastime tus dedos? pregunto.

    Ella parecía bastante aburrida y sombría, para nada parecida a la despiadada que le había dado pelea momentos antes. El la miro fijamente.

    No, señora, no lo hizo.

    Ella simplemente asintió, mirándolo bastante arrepentida. Lo siento... bueno, si te lastime, ella se giró y se dirigió hacia la escala. Tú tienes que entender que extraños y violentos hombres han intentado entrar al cuarto por la mejor parte de dos días.

    El observo su exuberante cabeza roja mientras comenzaba a bajar las escaleras. Yo imagino que usted no se lo habría hecho fácil a ellos si se la arreglaban para a travesar la puerta.

    A pesar de su fatiga, Chloë sonrió débilmente. Un pedazo de madera no es rival para un hombre  con espada .

    Keir gruño en desacuerdo. Usted se subestima, señora, él dijo mientras llegaban al descanso del tercer piso. Usted es un enemigo formidable. Mis dedos pueden dar fe de ello.

    Su sonrisa se agrando y ella se giró a mirarlo. Usted igual se las arregló para capturarme.

    El corazón de Keir latía extrañamente a la visión de su sonrisa, tan hermosa y en forma como el resto de ella. Él se encogió de hombros, pelando afuera los confusos sentimientos que  se gestaban. Quizás, el murmuro. Pero casi perdí un ojo haciéndolo.

    Ese comentario la hizo mirarlo más de cerca, notando sus ojos azul hielo, tan pálidos que eran casi blancos. Uno de ellos está bastante rojo, ella admitió. Lo siento si lastime sus ojos.

    Keir casi dio un paso atrás cuando ella si inclino a dar un mejor vistazo a sus ojos, una reacción natural cuando algo perfecto e impresionante hace su presencia conocida. Ya, él estaba asustado de la mujer, una que podía revolver sentimientos en su pecho sin siquiera intentarlo. Él no quería tener nada que ver con ella pero por otro lado, en los pocos minutos que la había conocido, ella había capturado su atención sin importar que tan resistente él fuera. Era una extraña amalgama de curiosidad y miedo.

    Estoy bien, el reitero.

    Él la dirigió hacia el siguiente tramo de la escala de caracol de piedra, esta llevaba hacia el nivel de entrada de la obscura y ahumada fortaleza. Chloë tomo la delantera una vez más, seguida por Keir quien intentaba difícilmente no mirarla ni tocarla de ninguna manera.

    Yo no te he visto antes, ella hizo conversación con él, quizás por la culpa de casi haber cegado al hombre. Mi padre y el Señor Coverdale han sido aliados por años. Señor Coverdale nos visita seguido y yo pensé haber visto a todos sus caballeros.

    Keir tuvo que tomar el dobladillo de su capa para no pisarlo. Soy un comandante de guarnición para Coverdale, le dijo. Usualmente, yo estoy en mi puesto. Yo no hago del Castillo de Aysgarth mi hogar.

    ’ ¿Dónde está su puesto? ella lo miro, una pregunta inocente.

    El sostuvo arriba el borde de su capa mientras ella seguía por las escalas. La guarnición de Coverdale en Cumbria.

    Ella asintió en entendimiento. Ya veo, ella dijo mientras ellos llegaban al nivel de la entrada. ¿Él te llamo para ayudar a recuperar el castillo de mi padre?

    Keir dejo ir la capa, permitiéndose verla a la cara. Él podía sentir sus palmas empezar a sudar y sus latidos arremeter nuevamente al verla.

    Yo ya estaba en Aysgarth cuando uno de los hombres de tu padre llego con un pedido de llevar armas, le dijo. Mi presencia aquí es mera coincidencia.

    Chloë sonrió. Entonces somos muy afortunadas por sus asistencia, Señor Keir, ella dijo. Lamento el que hayamos tenido que conocernos bajo tan extenuantes circunstancias pero fue muy agradable conocerlo. Espero que usted no guarde los primeros momentos violentos de nuestra asociación en mi contra.

    Keir la miro. Ella era dulce, inteligente y bien hablada, algo que el encontraba tremendamente atractivo. Ella tenía una pequeña voz tan dulce, como el sonido de pequeñas campanas de plata, y el juro que podría escuchar esa voz por siempre. Mientras el abría su boca para responder, escucho un rugido a su izquierda y se volvió para ver a un soldado que no reconocía cargar desde la sombría alcoba, una gruesa espada nivelada.

    Keir agarro a Chloë y la alejo de la puerta, colocando su espalda detrás de él mientras el desenvainaba su espada. El llevo el arma arriba justo como el soldado llevaba su espada abajo, y chispas volaron como el metal se encontraba en la obscuridad del hall de entrada.

    Él estaba en desventaja con una señora a la que proteger en un espacio pequeño, pero el hizo lo mejor de eso. Arremetiendo una enorme bota, el golpeo al hombre en las piernas, enviándolo hacia atrás, y fue al ataque. Keir bajo su espada dos veces en pesada sucesión, eventualmente noqueando el arma de las manos de su más débil oponente. Entonces tomo al hombre por la cabeza, señalando con la punta de su afilada espada al cuello del hombre. Misericordia, mi señor, misericordia, el soldado levanto sus manos, rogando. ¡No me mate!

    Keir era sin emociones un profesional. Simplemente por el rudo patrón de la forma de hablar del hombre, él se dio cuenta que no era educado o un guerrero particularmente inteligente. Él era simplemente un sirviente, haciendo lo que le habían dicho. Un hombre más experimentado le habría dado una mejor batalla. Keir lo tiro al piso y puso una enorme bota en el cuello del hombre.

    ¿A quién sirves? pregunto.

    El hombre apenas podía hablar. Yo... yo....

    La presión de la bota si hizo mayor. Respóndeme o terminare con tu vida ahora.

    El hombre estaba luchando. In...gilby....

    A pesar de que ellos ya sabían tanto así, era una confirmación. Keir nunca saco los ojos de su cautivo.

    ¿Cuáles son tus ordenes?

    El hombre se retorcía, su cara tornándose tonos de rojo. Yo.... No....

    Keir puso más presión en el cuello del hombre. Tus ordenes o tu mueres.

    "La... ¡Diosa!" el hombre grazno.

    Keir levanto su cabeza. ¿La diosa? el repitió, confundido. ¿Quién es la diosa?

    Desde las sombras, los dos escucharon la respuesta.

    La diosa soy yo.

    CAPÍTULO TRES

    Keir miro hacia el sonido de la voz. Chloë estaba parada cerca de la escala donde Keir la había metido. Ella emergió del escudo de la obscuridad, envuelta en una empolvada capa café y viéndose bastante enferma. Cuando ella vio que Keir la estaba mirando, ella encontró su mirada con algo de renuencia.

    Soy yo, ella repitió suavemente. Así es como él me llama.

    ¿Quién te llama? Keir pregunto, confundido.

    Chloë suspiro débilmente. Barón Ingilby, respondió suavemente. El hombre ha estado demandando mi mano por dos años pero mi padre no está de acuerdo. Ingilby me llama la diosa. Supongo que estaba cansado del constante rechazo y pensó en tomar el asunto en sus propias manos.

    Keir miro una vez más al soldado antes de regresar su foco Chloë. ¿Es por eso que el ataco Exelby? pregunto. ¿Para tenerte?

    Chloë parecía vacilante, compungida. Es tan probable como respuesta como cualquiera.

    ¿Tú quieres casarte con él?

    Ella sacudió la cabeza.

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