Después del código da Vinci… el encuentro con Dios, ¡una historia verdadera!
Por Antoine
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es mucho tiempo que trato de tener una salida en los medios con la credibilidad correcta para poder decir una cosa, pero no he tenido éxito y en muchos remar contra!
lee este libro y llegarás a la última página: ¡lo que logré mediar para todo el planeta, te lo diré! ¡Un proyecto alucinante que vino de mí! eso es todo, si ustedes otros dejan de matar (también y sobre todo animales) y Él dejará de matarlos a otros... ¡La muerte y la vejez prácticamente desaparecerán!
¡lee el libro y piensa en ello!
Antoine
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Después del código da Vinci… el encuentro con Dios, ¡una historia verdadera! - Antoine
2017/2018
PREFACIO
¿De verdad crees que este es el futuro en 2017?
El mundo tendría que estar repleto de naves espaciales; el universo, de un millar de planetas habitados. ¡Todos deberían ser ricos! ¿No te parece, sin embargo, que se ha convertido en una neoesclavitud?
¿No es acaso una condición que, prepotentemente, toma la pasión de cada uno de nosotros, exige nuestro arduo trabajo y nos impone una vida corta y miserable?
Clang.
Se cierran los barrotes.
Y así comienza una historia.
La mía. Una historia digna de un libro.
LA REVELACIÓN
Comencemos desde el principio: El código Da Vinci, de Dan Brown. Todo se originó cuando ávidamente leí ese libro.
El final fue sorprendente: descubrí que Jesús tenía descendencia, que su propia sangre todavía corre por las venas de personas que viven actualmente en nuestro planeta.
Como si me hubieran descubierto, empecé a sentirme extraño, como si todo el mundo estuviese hablando de mí…
Fue entonces cuando comencé a tener sucesivos problemas en el trabajo, donde una de mis colegas, desafortunadamente, era mi ex novia.
Yo era demasiado bueno en mi trabajo.
La gente me decía que, probablemente, tenía a Dios dentro de mí: solo de esta manera sería posible explicar mi rapidez y astucia para encontrar soluciones a los problemas. Soy un programador de computadoras.
Me sentí obligado a dejar mi empleo debido al constante escarnio que sufría; la oficina parecía un infierno, mis demoníacos colegas siempre estaban en contra de mí, Jesús.
No solo padecía sus bromas de toda clase o el robo de mis trabajos terminados, sino que además debía permanecer medio día sin hacer nada cuando, a último momento y acabado el turno, me encargaban con urgencia los trabajos. Terminaba retenido hasta muy tarde.
Casi enloquecí.
Junto con mi carta de renuncia, no pude evitar enviar una queja a la Dirección General, denunciando el proceder de mis superiores.
¿La respuesta?
La encontré en un puesto de periódicos: un videocasete porno, a la venta en toda Italia, cuyo título no dejaba ninguna duda del hecho que me concernía.
Mi ex —que en ese momento era mi novia— aparecía en la pantalla, enmascarada, con una actuación que me dejó petrificado. Pero, a pesar de todo, no podía dejarla: compartíamos el costo de la hipoteca y de la casa.
Intenté asumir las consecuencias y continuar como si nada hubiera sucedido. Sin embargo, cuando apareció mi hermano haciendo la publicidad del mismo videocasete, perdí la cabeza por completo.
Un spot circulaba en todas las emisoras nacionales, y mi hermano hacía su aparición. La ciudad entera se reía de mí.
Empecé a oír voces.
Siempre las escuchaba, independientemente de lo que estaba haciendo, incluso durmiendo.
¿Mi teoría?
Los siete masónicos secretos identificaron en mí al sucesor de Cristo, justo en esas oficinas donde ellos repetían que Dios estaba en mi cuerpo.
Eran ellos, me estaban destruyendo de todas las formas posibles. Querían evitar que tuviera éxito y, como si eso no fuera suficiente, también habían involucrado a mi propia familia para lograr su propósito.
Me parecía que estaba volviéndome loco. Perdí la cabeza.
La situación empeoró cuando se superó mi límite de tolerancia y... le arrojé un puñetazo a mi ex. Y uno a mi hermano.
Y así fue como terminé detrás de los barrotes.
EL CONTACTO
Estoy en mi apartamento y, como resultado de los sucesos anteriores, me encuentro bajo arresto domiciliario.
Día tras día continúo teniendo sensaciones extrañas; particularmente, sufro frecuentes sobrecalentamientos del cráneo. No obstante, al medir la temperatura de mi cuerpo para controlar una posible fiebre, el termómetro nunca supera los 36.8°.
Todo mi edificio zumba, como si estuviera bajo un tendido eléctrico de alta tensión; cada uno de mis pensamientos retumba en las habitaciones.
La sensación es similar a la de estar inmerso bajo una lluvia de ondas electromagnéticas de alta frecuencia.
Estoy tumbado en el sofá un rato, sobrecargado por un continuo agotamiento —creo que es por el campo electromagnético en movimiento presente en mi apartamento—, cuando, de repente, siento que me elevo algún centímetro. Asimismo, súbitamente percibo una comunicación extraña, muy distante e inestable. Mi mente está invadida por imágenes: una nave espacial se aproxima; representa 58 planetas. Son colonias de origen terrestre, todas provienen de un gobierno republicano; están buscando una tierra que pueda convertirse en su guía político-espiritual, y que comparta la forma de gobierno republicano.
Me están dando algunos obsequios, pero entienden que no pude lograr mi trabajo principal (me lo habían dado en contactos anteriores): tener una familia y un hijo. Ellos se entristecen.
La comunicación se interrumpe abruptamente y gran parte del zumbido cesa de repente... Recaigo como plomo en el sofá.
EL INICIO DEL FIN
Como resultado de