Descubre este podcast y mucho más

Los podcasts se pueden disfrutar de forma gratuita sin necesidad de una suscripción. También ofrecemos libros electrónicos, audiolibros y mucho más por solo $11.99 al mes.

La vacuna patriótica

La vacuna patriótica

DeChiringuito digital


La vacuna patriótica

DeChiringuito digital

valoraciones:
Longitud:
41 minutos
Publicado:
25 nov 2020
Formato:
Episodio de podcast

Descripción

El número de tontos.

"En este mundo abundan los canallas especializados en vivir de los tontos, de los ignorantes y de los crédulos, como pasa en las redes y en las tele".

Contenía el Eclesiastés (en la Vulgata antigua; esta frase fue expurgada en el concilio Vaticano II) una sentencia que conviene no olvidar: Perversi difficile corriguntur et stultorum infinitus est numerus. Les traduzco: los malvados difícilmente se corrigen y el número de los tontos es infinito.

No estoy yo tan seguro de esa infinitud. Es cosa generalmente aceptada que, en nuestro país, entra un tonto por Finisterre y simultáneamente cae otro tonto al mar en Almería, lo cual nos da una idea de lo crecido de su número. Pero de ahí a la infinitud hay un trecho, sobre todo si tenemos en cuenta que la tipología (y por lo tanto la nomenclatura) de los tontos es abundantísima. El ilustre Delfín Carbonell, en su Diccionario sohez, recoge muchos más ejemplos de los que cabrían aquí. Desde el sencillo y cándido tonto de capirote hasta el irremisible tontoelhigho, que le gustaba usar a Antonio Gala, pasando por el tonto de baba, el tontolculo, el tonto esférico o prístino, el Abundio, el tonto escrotal (vulgarmente, tontoloscojones), el más reciente “tonto a las tres” y por ahí seguido hasta llegar al que en Andalucía llaman, barrocamente, 'tonto con balcones a la calle'. Durante años tuve a este último por el tonto máximo e insuperable, algo así como el doctor honoris causa de los tontos, hasta que me hablaron de otro aún mejor: el 'tonto con derecho a prestaciones sociales', que me parece, este sí, el cenit, la culminación, el diamante, flor y espejo de la tonticie.


Otros estaban en contra del virus, pero tampoco todos porque bastantes sostenían que el virus no existe, que es un invento de Pedro Sánchez y Bill Gates para controlar el mundo

Pero ¿infinitos? No, yo creo que no. Hace unos pocos días se reunieron en la plaza de Colón de Madrid apenas un par de millares de personas. Naturalmente para protestar, que es para lo que está la plaza de Colón. ¿Para protestar contra qué? Bien, pues eso es más complicado de entender. Muchos estaban en contra del uso de las mascarillas. Pero no todos, porque algunos las llevaban. Otros estaban en contra del virus, pero tampoco todos porque bastantes sostenían que el virus no existe, que es un invento de Pedro Sánchez para controlar el mundo. Otros clamaban que lo que estamos sufriendo no es una pandemia sino una plandemia o sicoplandemia terrorista, como cursimente la llaman; es decir, una engañifa urdida desde oscuros despachos y remotos desiertos para acabar con nuestra libertad, nuestra alegría, nuestra riqueza y nuestras ganas de irnos de vacaciones. Otros, muchos, sostenían (todo esto simultáneamente) que las vacunas matan (¡!), que la tecnología de los teléfonos móviles mata (¡!), que el confinamiento no salva vidas sino que también mata (¡!), que las mascarillas matan (ay, madre) que los rebrotes del virus no existen (los nuevos infectados se han multiplicado por once en un mes) y que los gobiernos criminales matan. En esto último hay que admitir que no les falta razón, pero es que no se referían al gobierno de Bielorrusia o Corea del Norte sino a todos los gobiernos (el nuestro entre ellos) que están haciendo cuanto pueden para doblegar al virus con criterios científicos.


Allí estaba, cómo no, el delincuente Josep Pàmies, un vivales que se está haciendo de oro vendiendo agua mezclada con lejía como si fuese la purga de Benito, y que animaba a todos los presentes a correr por campos y poblados anunciando la buena nueva: el virus no existe y él es una víctima de la conspiración universal contra sus lucrativas patrañas. Allí estaba, como es obvio, mucha gente de extrema derecha que insultaba al Gobierno, a los periodistas y a más gente que diré ahora. Y allí estaban muchos seguidores del último gurú de la necedad hispana: el pobre Miguel Bosé, un hombre en una edad muy difícil (la mía) que acaba de padecer pérdidas
Publicado:
25 nov 2020
Formato:
Episodio de podcast

Títulos en esta serie (100)

Un poco de todo: noticias, tecnología, libros, turismo, política, actualidad...