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Ecos de la Muerte
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Libro electrónico366 páginas5 horas

Ecos de la Muerte

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Abordar el tema de la muerte en la academia es fascinante. Su discusión a partir de nichos especializados del conocimiento permite analizar formas de pensar y planteamientos distintos respecto de ella. Y esta es la idea, reunir en este libro diversos textos académicos de profesores-investigadores que desde su peculiar manera de reflexionar dan origen a una riqueza textual donde la muerte es la protagonista.
En su aportación a la literatura universal, Octavio Paz escribió que la muerte es el espejo de la vida de los mexicanos y un desprecio hacia ella, pero al mismo tiempo le profesamos culto a través de variadas formas de nuestra experiencia cultural, así, por ejemplo, en la letra de las canciones su presencia es inevitable. El desprecio y el enlace de la muerte con el desamor nutrió la música de José Alfredo Jiménez, en El Jinete es el canto a la ausencia de la amada, por eso dice: “y va deseando la muerte...por eso lleva una herida y va buscando la muerte... y pidiéndole a Dios que se lo lleve con ella”. La ausencia de la amada es la expresión máxima del dolor, no hay otra forma de confortar, solo una, “que se lo lleve con ella” para liberarse de la carga que lastima el sentimiento, así, El Jinete no le importa que la muerte lo lleve al lado de su amada, por eso, cabalga por la lejana montaña.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento14 ago 2017
ISBN9781938038419
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    Ecos de la Muerte - Fabro Editores

    Ecos de la muerte 

    Coordinadores

    Rutilio García Pereyra

    Magdalena Jaime Cepeda

    Jorge Lainez Jamieson

    Tabla de Contenidos

    INTRODUCCIÓN

    LA FOSA COMÚN Y LA MUERTE

    LA MUERTE Y RECONSTRUCCIÓN DEL ESPACIO EN CIUDAD JUÁREZ 1938 - 1940

    CEMENTERIO GENERAL DE LA CIUDAD DE MÉRIDA, YUCATÁN, EXPRESIÓN URBANA ARQUITECTÓNICA DE LO SOCIAL Y CULTURAL DE LA VIDA EN LA MUERTE.

    LA RITUALIDAD Y LA ESPIRITUALIDAD DEL PUEBLO PURUHUÁ

    TRANSFORMACIONES EN EL RITUAL FUNERARIO DE LOS MENONITAS EN CIUDAD CUAUHTÉMOC, CHIHUAHUA

    SUBIR AL CIELO: RITUAL FUNERARIO RARÁMURI

    EL AUXLIO A LOS MORIBUNDOS: LOS RITOS DE AGONÍA Y MUERTE ENTRE EL CAMPESINADO JALISCIENSE EN EL SIGLO XX

    FALSOS POSITIVOS, LA CONDICIÓN NECROPOLÍTICA DE LA DEMOCRACIA EN COLOMBIA

    REGISTRO, REPRESENTACIÓN Y SIMULACRO FOTOGRÁFICO

    LA MUERTE NUESTRA DE CADA DÍA: NATURALIZACIÓN Y TRIVIALIZACIÓN DEL HORROR COTIDIANO EN CIUDAD JUÁREZ

    LA REPRESENTACIÓN GRÁFICA DE LA MUERTE EN LOS JUEGOS TRADICIONALES

    LOS TRATAMIENTOS FUNERARIOS DE LA COMUNIDAD JUDÍA DE GUADALAJARA

    EL LENGUAJE DEL COLOR Y LA MUERTE

    ELEGÍA EN EL DESIERTO IN MEMORIAM

    PETITE MORT DE JIRÍ KYLIÁN

    MUERTE Y POSMODERNIDAD EN EL ARTE

    APARIENCIA DE LA MUERTE EN LOS CUENTOS DE JUAN RULFO

    Fabro Editores

    3240 Isla Banderas Way

    El Paso, TX.

    www.fabro.com.mx

    E-mail: hola@fabro.com.mx

    Para reportar errores, envianos una nota a errata@fabro.com.mx

    Copyright © 2017. Rutilio García Pereyra 

    Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del copyright, bajo las sanciones establecidas por las leyes, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la repografia, y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de aquella mediante alquiler o prestamos públicos.

    Ecos de la muerte

    Primera Edición, Agosto del 2017

    ISBN: 978-1-938038-41-9

    FABROFB

    INTRODUCCIÓN 

    Abordar el tema de la muerte en la academia es fascinante. Su discusión a partir de nichos especializados del conocimiento permite analizar formas de pensar y planteamientos distintos respecto de ella. Y esta es la idea, reunir en este libro diversos textos académicos de profesores-investigadores que desde su peculiar manera de reflexionar dan origen a una riqueza textual donde la muerte es la protagonista.

    En su aportación a la literatura universal, Octavio Paz escribió que la muerte es el espejo de la vida de los mexicanos y un desprecio hacia ella, pero al mismo tiempo le profesamos culto a través de variadas formas de nuestra experiencia cultural, así, por ejemplo, en la letra de las canciones su presencia es inevitable. El desprecio y el enlace de la muerte con el desamor nutrió la música de José Alfredo Jiménez, en El Jinete es el canto a la ausencia de la amada, por eso dice: y va deseando la muerte…por eso lleva una herida y va buscando la muerte… y pidiéndole a Dios que se lo lleve con ella. La ausencia de la amada es la expresión máxima del dolor, no hay otra forma de confortar, solo una, que se lo lleve con ella para liberarse de la carga que lastima el sentimiento, así, El Jinete no le importa que la muerte lo lleve al lado de su amada, por eso, cabalga por la lejana montaña. 

    El desprecio a la muerte tiene distintos matices en José Alfredo. No solo se sufre de desamor, también se desprecia por honor, valentía, primero muerto que cobarde y se escuchó: grito de pronto el borracho la vida no vale nada…y borracho y cantinero los 2 estaban muriendo. Así es el mexicano de Paz, valiente no importa que la vida se pierda por banalidad, el macho no puede quedar como cobarde

    La muerte es predictiva y clasista en las canciones de José Alfredo. Es ironía y representación cómica como en las calaveras de Posadas, no importa donde naciste, al fin y al cabo: sabiendo que nacimos para morir iguales. Matizar que la clase social no implica diferencias a la hora de la muerte. Es recordar que el dinero no compra exclusividad cuando te mueres sino todo lo contrario para morir iguales. El sentimiento del amor y de la muerte son conjugación en la composición del mariachi. Es la manera en que la música se identifica con el pobre o el rico, no hay distancia, pues de todas maneras se muere igual.

    La muerte no vale nada. No importa cómo o cuando o el porqué, solo: que se me acabe la vida frente a una copa de vino. La idea que el vino ayuda aliviar el desamor está implícita en la letra del cantautor. José Alfredo compuso canciones para identificarse con el que sufre, con el macho, para aquel que la muerte no es para temerse, sino para afrontarla y escapar del sufrimiento. La riqueza en la música es inmensa, la recurrencia a la muerte es equiparable a la recurrencia del amor, el desamor. Sin embargo, la muerte tiene el significado de fin último, descanso eterno, el no sufrir.

    En la literatura la muerte se muestra magistralmente de distintas formas.  En la obra de Juan Rulfo: el viento, los personajes, el pueblo, todos están muertos. En Pedro Páramo, la muerte es metáfora: en Cómala ya no queda nadie, solo lamentos y quejas; las ánimas de los muertos que murieron sin saberlo…. El protagonista de la novela está presente, aún y cuando: Pedro Páramo murió hace muchos años.... Paz, Rulfo, Revueltas y Fuentes abordaron el tema de la muerte en sus magistrales obras. En Luto Humano Revueltas expone la muerte descarnada: Cecilia con el cadáver envuelto de Chonita donde son devorados por los Zopilotes tras su fallecimiento… Carlos Fuentes desdibuja la agonía tras la muerte esperada: en su lecho de muerte, durante su último medio día en el mundo, el anciano y enfermo Artemio Cruz…

    Para los mexicanos el 2 de noviembre es símbolo y representación de culto a los muertos. Aquellos que se fueron, pero todavía están aquí. Es regresar del más allá, es la noche donde las animas son invocadas por sus deudos. Es comida que degustó en vida, su música, acompañado de rezos, cantos y plegarias, el alma del difunto es objeto de culto, es arrancarle a la muerte a todos aquellos que se llevó. El rito mágico los trae de nuevo a este mundo de vivos. En su Laberinto de la Soledad, Paz describe este culto arraigado en los mexicanos que lo celebran con: Calaveras de azúcar o de papel de China, esqueletos coloridos de fuegos de artificio, nuestras representaciones populares son siempre burla a la vida…comemos el día de los Difuntos panes que fingen huesos y nos divierten canciones y chascarrillos en los que ríe la muerte pelona… O el temor a la muerte en Rulfo: ¡Diles que no me maten, Justino! Anda, vete a decirles eso…" Es la dialéctica de la muerte entre los mexicanos. Confrontación de temor y menosprecio. 

    Rutilio García Pereyra en La fosa común y la muerte indigna, una visión desde la pérdida identidad-diseño mediante trabajo de campo en el panteón San Rafael de Ciudad Juárez, recorre tumbas sin nombre, seres anónimos signados por un número pasan a ser parte de la fosa común. Desde el diseño espectacular que caracteriza a tumbas de panteones mexicanos, discute que aquellos de la fosa común son unicamente tierra acumulada que cubre sus cuerpos, no existe elementos de diseño que conformen una identidad que los otros muertos si poseen. Carmen Zetina, Cristina Macías Domínguez y Sergio Chaves Domínguez en La muerte y recosntrucción del espacio en Ciudad Juárez 1938-1940 abordan cambios significativos consecuentes de la transformación de los espacios urbanos en la ciudad fronteriza. El análisis que realizan muestran lo que ellos llaman la muerte de una forma de apropiación del espacio y la creación de nuevas formas de uso.

    En Cementerio general de la ciudad de Mérida, Yucatán, expresión urbana arquitectónica de lo social y cultural de la vida en la muerte María Elena Torres Pérez aporta enfoques para el estudio de los cementerios como punto de convergencia entre vida y muerte. Bacilio Pomaina Pilamunga realiza una reconstrucción histórica del Puruha-Sicalpa a partir de principios, símbolos, espiritualidad, saberes y valores, es por ello que, el autor se propone en La ritualidad y la espiritualidad del pueblo Puruhuá reflexionar y exponer los templos y lugares sagrados que fueron de mayor conglomeración ritual y espiritual. Con el título Transformaciones en el ritual funerario de los menonitas Lucero García Reyna destaca en su texto que los menonitas de Chihuahua cuando muere un familiar hacen una fiesta y cuestiona: ¿Es cierto que organizan reuniones en las cuales se celebra la muerte? ¿Cómo entierran a sus muertos y de qué forma están organizados los cementerios? ¿Su forma de velar a los difuntos se parece a los rituales mexicanos? La respuesta puede encontrarse, según la autora, en las creencias religiosas y su estilo de vida tradicional.

    Salvador Sánchez en Subir al cielo: ritual fuenrario rarámuri agrega que para el rarámuri la muerte debe ser aceptada con serenidad porque obedece al llamado que realiza el de arriba y señala que aunque es más por tradición, si bien la muerte de un ser querido es un acontecimiento triste y penoso, el dolor no se manifiesta de forma inmediata en ninguno de los parientes. Francisco Javier Velázquez Fernández con su escrito que titula El auxilio a los moribundos: los ritos de agonía y muerte entre el campesinado jalisciense en el siglo XX destaca el cúmulo de creencias que otorgan identidad a grupos sociales determinados en regiones particulares de México. Velázquez Fernández trae a discusión un conjunto de creencias que campesinos tenían respecto del momento final de su existencia. Mediante una acusiosa recopilación de datos a través de historias de vida, el autor rescata valiosas ideas relacionadas al momento final de la vida. Historia oral de hombres y mujeres que nacieron a finales del siglo XIX y principios del XX aportan un conocimiento invaluable en el campo de las creencias y la religión Católica en México.

    Alexandra Agudelo López reflexiona el conflicto, La violencia y la desigualdad como fuentes de manipulación política, medíatica y económica de poblaciones de Colombia para externar que la muerte se convierte en demostración de eficiencia política y en negocio rentable. Salvador Salas Zamudio aporta con Registro, represetnación y simulacro fotográfico una interesante discusión en la significación indicial de los retratos fotográficos de cuerpos inertes extraídos de archivos forenses. Jorge Balderas Domínguez aborda La muerte violenta ocurrida en distintos ámbitos cotidianos de Ciudad Juárez. Se detiene en los años que van de 2008 a 2011 periódo en que se visualiza a la ciudad como la más violenta del mundo. Reflexiona en torno de la sacralidad de la muerte, derramamiento de sangre, trivialización del horror, masacres  y crueldad extrema, todo ello desde un enfoque socio-antropológico.

    La representación gráfica de la muerte en los juegos Tradicionales texto de Víctor Manuel Collantes Vázquez agrega que la relación entre la vida y la muerte era vital para los pueblos de Mesoamérica, pues al hombre le correspondía proporcionar el alimento para que dioses continuaran desempeñándose como generadores de los bienes de la naturaleza y de la estabilidad del universo. Los juegos con sacrificio son el mejor ejemplo de este concepto. Jessica Saraí Santibañez Varela se acerca a Los tratamientos funerarios de la comunidad judía de Guadalajara para destacar que el cuerpo del difunto es representación y símbolo de putrefacción y destrucción. 

             En Apariencia de la muerte en los cuentos de Juan Rulfo Margarita Salazar Mendoza realiza un recorrido en las distintas formas en que se presenta la muerte en las historias de Juan Rulfo. Para la autora, por ejemplo, en El Llano en Llamas, los personajes son seres solitarios, silenciosos y miserables, por tanto, en esas tristes historias está presente la muerte. Fausto Aguirre y Monica Cuvelier exploran la dualidad color muerte en el texto El lenguaje del color y la Muerte. Destacan que el color es signo convencionalizado al relacionarlo con el poder, estatus social, ideología y diferenciación en creencias religiosas, el color es simbólico en el entramado cultural.

               La poeta Micaela Solis en su texto Elegía en el desierto in memoriam dice "Fue una mañana del mes de febrero, cuando al abrir el periódico apareció la mano de Cecilia en la arena de un campo de futbol de Ciudad Juárez. Era el año de 1997. Me horrorizó la imagen, pero me horrorizó aún más la apatía ciudadana. Los crímenes de mujeres se venían sucediendo desde cinco, seis años atrás. Entonces decidí elaborar un trabajo con una intención sensibilizadora. Escribí un poema extenso al que concebí como poesía de crisis. En PETITE MORT DE JIRÍ KYLIÁN" Segundo centenario de la muerte de Mozart, Pablo Alonso Herraiz señala que "Conviene mencionar en un principio, que el título de esta coreografía se traduce como pequeña muerte, muerte chiquita, (México) que hace referencia al breve e intenso periodo conocido como refractario que tiene durante y sobre todo después del orgasmo genera una pérdida del estado de conciencia o desvanecimiento post-orgásmico que sufrimos las personas en las experiencias sexuales." Roberto Sánchez Benítez en Muerte y posmodernidad en el arte discute posturas relativas al arte contemporáneo. Enfatiza que es común escuchar que el arte es aburrido, no produce emoción desde la estética del perceptor y critica al mismo tiempo que obras de arte han sido postradas de manera comercial. Es este conjunto de juicios que Sánchez Benítez analiza con sumo cuidado para conocer que se piensa actualmente respecto del arte contemporáneo.

    Dr. Rutilio García Pereyra

    LA FOSA COMÚN Y LA MUERTE

    INDIGNA, UNA VISIÓN DESDE LA PÉRDIDA IDENTIDAD-DISEÑO

    Rutilio García Pereyra

    Cientos de personas son sepultadas en la fosa común del panteón San Rafael de Ciudad Juárez. Son desconocidos según el registro forense. Desconocidos porque luego de tres meses nadie los identificó en la morgue. La mayoría de ellos fallecieron a consecuencia de hechos violentos con armas de fuego en la guerra contra el crimen organizado que inició el presidente Calderón en el 2007. Nadie reclama sus cuerpos, entre sus ropas no traían identificación que acreditara quienes son, cualquier signo indicial que diera pista de su origen, está ausente. La autoridad se limita a decir de los desconocidos que no son originarios de la región, son de otros estados de la república, se dijo que estos pudieran ser contratados como sicarios o vendedores de drogas y ahora, no son reconocidos por ningún familiar. (1) 

    Este fenómeno de los muertos desconocidos sugiere que el problema se observe en dos vertientes: primero, el ser humano pierde su identidad asignada desde su nacimiento, pues al no existir documento que suscriba nombre y lugar de nacimiento significa la pérdida del quien soy, mientras que la segunda se suscribe a la identidad cultural para expresar que existe una pérdida de la nación, sometimiento cultural y religioso y una condición social subordinada(Valenzuela, 2003: 34). Para clarificar cada uno de los conceptos y entenderlos en su justa dimensión, la fosa en su definición simple refiere a sepultura o fosa donde se entierra el cadáver (Larousse, 1983: 532) y fosa común lugar donde se entierran juntos los cadáveres que no tienen sepultura particular(2) La fosa común en el panteón San Rafael es individual, cada uno de los desconocidos es enterrado en una sola fosa en una misma sección que los separa del resto de las sepulturas, si se le quiere llamar formales, que contienen un tipo de estructura sobre la tierra y un conjunto de símbolos que unidos integran la significación de identidad de los difuntos que bien puede definirse como un tipo de diseño que estudia el comportamiento de las formas, sus combinaciones, su coherencia asociativa, sus posibilidades funcionales y sus valores estéticos captados en su integridad (Vilchis, 2002: 70-102). 

    Diferenciar qué se entiende por fosa y qué por fosa común tiene el propósito de marcar o enfatizar el camino del presente trabajo. Acotados los términos, el eje que sigue este artículo es, como ya se dijo, exponer que los individuos que fallecieron por diversas causas, -enfatizamos en los que murieron por causas de la guerra contra el crimen organizado-, no solo se les puede ubicar en la categoría de desconocidos en alusión a la identidad personal, sino también por causa de lo desconocido no son recordados en la festividad del día de muertos como un indicador de la identidad nacional.

    Claudio Lomnitz distingue un tipo de muerte digna (Lomnitz, 2006: 456) para referirse a la festividad del día de muertos en México que según el investigador data de la segunda mitad y finales del siglo XX. La muerte digna de Lomnitz se enmarca en lo que significa la formalización representada en trámites y certificados y marcha fúnebre hasta el destino final del muerto; el panteón, donde es despedido entre rezos y llantos por sus deudos. Por supuesto que la muerte digna implica que cada 2 de noviembre sus deudos regresen al panteón y lo recuerden con atavíos que colocan en la superficie de la sepultura para responder al rito que suscribe la Tradición.

    Para el muerto de la fosa común en contraste a la muerte digna de Lomnitz, el individuo sepultado en calidad de desconocido corresponde a la categoría de muerte indigna pues carece de un nombre y de la formalización que implica el trámite de certificados de causas de defunción, además no tendrá rezos, llantos y despedida de sus deudos. El ritual de la festividad del día de muertos, estará ausente. La comida y bebidas que el muerto en vida degustó, su espíritu no las disfrutará, entonces ¿también serán espíritus desconocidos?

    Para cumplir con el objetivo del presente trabajo que consiste en explicar la manera en que el difunto de la fosa común pierde lo que arbitrariamente se la ha denominado identidad-diseño descrita a partir de elementos simbólicos que integran lo que en nuestra cultura se llama sepultura. La festividad del día de muertos en México es tierra fértil para el estudio de procesos de significación, comunicación y recepción de objetos símbolos que son dispuestos por un proceso de diseño. La fosa común como estructura simbólica que implica la festividad del día de muertos se reduce por la disposición mínima de símbolos, sin embargo contiene una riqueza de implicaciones sociales y culturales que son determinadas por la pérdida de la identidad-diseño que ubican al difunto desconocido en una posición de contraste de la muerte digna de Lomnitz. 

    Identidad-diseño de los muertos dignos

    La imaginería entendida como imágenes visionarias, disociadas del sujeto, que tienen una autonomía a medio camino entre lo material y lo espiritual y que sirven para hacerse presentes, en la conciencia, realidades ontológicas trascendentales (Wunenburger, 2008: 15) permite entender lo que Lomnitz explica y delimita por imaginería, que la asocia a un tipo de justicia después de la muerte y una vez que el difunto ha rendido cuentas de todos los pecados, grandes y pequeños; la intercesión de los santos lograba favores a la gente en este mundo y en el purgatorio, y la caridad con los pobres, las ofrendas a los santos y los sufragios por las ánimas del purgatorio eran vínculos clave en la procuración y representación de la justicia divina (Lomnitz, 2008a:253). Lomnitz enfatiza que la representación satírica e irónica de Posadas para que con sus catrinas satirizara la brecha profunda que existía entre las clases sociales en el régimen porfirista, se convirtió en un poderoso recordatorio de la igualdad frente a una sociedad profundamente jerárquica. El que esa estrategia perdiera de su fuerza es en cierta medida un resultado del éxito de la Revolución mexicana (Lomnitz, 2008b).

    No obstante que la sátira inmortalizada por Posadas en sus famosas calaveras sutilmente ataviadas (catrinas) haya dejado de convertirse en crítica, por efecto de la Revolución que daría origen a la constitución de 1917 y cuya esencia se finca en una sociedad igualitaria donde el Estado incorporará a clases desprotegidas, el diseño y la monumentalidad de las sepulturas en los panteones mexicanos, fueron signo característico de una diferenciación clasista que permeó en el régimen de Porfirio Díaz y que Posadas criticó en sus famosas calaveras. 

    Las criptas construidas en mármol o cantera blanca o de color rosa expresaban la holgura económica de las familias que querían honrar a sus muertos con este tipo de construcciones que obedecían a estilos artísticos con representaciones de figuras antropomorfas, de dolientes, almas y figuras angélicas, alegorías, animales y vegetales, emblemas, sudarios, etcétera, objetos simbólicos que más allá de su significado religioso, se ungieron como signos distintivos del poder económico.

    El arte funerario que se expresó en la monumentalidad de las criptas de panteones mexicanos correspondió a un valor de significación diferenciado al valor de uso que Llovet propone en la fase naturalista del diseño para distinguir tres tipos: de uso, cambio y de signo (Llovet, 1979: 52-59). Llovet explica que el valor de signo respondía a un significado religioso, pero por otro lado, también fue evidente el estatus y gusto de un tipo de arquitectura que definió el valor uso-funcional de la sepultura para adquirir determinada plusvalía que Llovet enmarca como valor estético (Llovet, 1979a).

    Los muertos dignos no solo usufructúan la monumentalidad de las criptas y el valor simbólico de los objetos que distribuidos en el espacio encajan en un sintagma visual que reúne una colección de signos organizados en una secuencia lineal (Crow, 2008: 41) y la pragmática enmarcada por la estética, la proporción, contraste, armonía, color y la iconografía representada por la fotografía del difunto y de santos reconocidos por el catolicismo, todo en conjunto reflejó ostentosas criptas que sobresalieron algunas de ellas por el buen gusto en estilos arquitectónicos y diseños objetuales materializados en vistosas esculturas. 

    La disposición de objetos funerarios en criptas tiene similitud a un sintagma visual que reúne objetos simbólicos secuencialmente leídos como textos visuales que dotan de orden cuyo fin es generar un proceso de significación y una perspectiva artificial que responde a la búsqueda de una solución técnica para representar icónicamente los fenómenos de la tridimensionalidad del mundo natural (profundidad, volumen) en soportes bidimensionales (Zunzunegui, 2007: 48). La perspectiva superficial explica la naturaleza del arte funerario revelado en la monumentalidad de las criptas y al mismo tiempo determina la percepción de los usuarios mediante referencia al arte de representar los objetos sobre una superficie plana de tal manera que esta representación sea parecida  a la percepción visual que se puede tener de esos mismo objetos (Zunzunegui, 2007a).

    La Pragmática, tercera de las áreas de investigación semiótica, explica la relación del objeto con el receptor (usuario en términos de diseño) mediante la estética permeada por sintagmas objetuales y tridimensionales de naturaleza simbólica como cruces e iconos representados en fotografías de santos y del difunto, además de, familias tipográfica, flores, papel multicolor, coronas, que en conjunto forman un texto visual cuyo discurso es parte de la teoría de los objetos donde el aspecto semántico (denotativo), libremente explicable por el receptor; el aspecto estético o connotativo, construido sobre los armónicos del sentido, sobre los grados de libertad que la norma de la significación pura deja a las variaciones (Moles, 1975: 49).

    El difunto de la muerte digna, según la convención, es merecedor de reconocimiento, de seguir dotándolo de identidad después de muerto. El difunto con identidad es objeto de fiesta el 2 de noviembre. Es el pretexto para reunirse y exhibirnos como un pueblo ritual pero también es antítesis de desprecio que no riñe con el culto que le profesamos porque está presente en juegos, amores y en nuestros pensamientos, es la seducción que tenemos hacia la muerte como sostiene Octavio Paz en su espléndido libro El laberinto de la soledad y estamos tan cerca de ella que el mexicano la frecuenta, la burla, la acaricia, duerme con ella, la festeja, es uno de sus juguetes favoritos y su amor más permanente (Paz, 1985: 63). 

    La muerte indigna y la ausencia de identidad-diseño

    Del olvido no me acuerdo. La muerte indigna, concepto que se construye como contraposición a la muerte digna de Lomnitz, tiene el propósito de explicar que las personas que no son identificadas y son sepultadas en la fosa común, no son dignas de procesos simbólicos y significativos que implican los ritos y velorios, mucho menos de tumbas que diseñadas por deudos en la distribución de los objetos simbólicos revelan el carácter económico de los dolientes, o bien, la simplicidad que se manifiesta con una cruz vista como símbolo del cristianismo que remite a creencia religiosa y que en el centro de intersección de la cruz, para los que son dignos, se escribe el nombre, fecha de nacimiento y de deceso. Mínimas en su expresión visual, pero que dotan de identidad al difunto.

    El desconocido o el no reconocido por alguien, como todo ser humano independientemente de su creencia religiosa, le es otorgado el derecho de ocupar un lugar en el espacio de los panteones. El indigno, cuando menos, le es otorgado un lugar en el panteón en una sección denominada Fosa común separada de la sección formal del camposanto donde yacen los restos de los muertos dignos. Esta sección que es apartada, posiblemente responda a la facilidad de acceso hacia ella en caso de alguien llegara a reclamar los restos de un desconocido, sin embargo no deja de exhibir cierta dosis de discriminación que trasmite una sensación de soledad y de olvido.

    No obstante de cualquiera que sea la intencionalidad delimitada por el espacio asignado a la fosa común, el propósito es destacar que los sujetos en su calidad de desconocidos y desde una perspectiva del diseño en su modalidad de los objetos y su carácter simbólico implica la ausencia de la cultura funeraria y el rito

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