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La abolición del envejecimiento: La radical extensión de la longevidad saludable humana que está por venir
La abolición del envejecimiento: La radical extensión de la longevidad saludable humana que está por venir
La abolición del envejecimiento: La radical extensión de la longevidad saludable humana que está por venir
Libro electrónico792 páginas8 horas

La abolición del envejecimiento: La radical extensión de la longevidad saludable humana que está por venir

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David Wood ha creado el manual definitivo de argumentos en favor de la detención, reversión e incluso eliminación del envejecimiento. Wood lucha contra los 'defensores de la muerte’ igual que Tomás de Aquino luchó contra los infieles. Aunque la base del libro es científica, su característica más impactante es la fe que tiene Wood en la capacidad de las democracias liberales para afrontar el reto y ganar la batalla a la mortalidad. Una lectura obligatoria tanto para creyentes como para escépticos.

Prof. Steve Fuller, sillón Auguste Comte en epistemología social de la Universidad de Warwick
IdiomaEspañol
EditorialLola Books
Fecha de lanzamiento12 jun 2017
ISBN9783944203300
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    La abolición del envejecimiento - David W. Wood

    atención.

    1.UNA POSIBILIDAD IMPACTANTE

    Vivimos en una era de profundos cambios. Todos los días nos llega una nueva oleada de noticias por internet que informa sobre supuestos descubrimientos hechos por científicos e ingenieros. Estas noticias destacan la aceleración del progreso en numerosas áreas tecnológicas. Las capacidades humanas están dando un salto adelante en campos como la manufactura a nivel atómico (nanotecnología), el análisis y síntesis genéticos (biotecnología), el procesamiento masivo de datos (tecnología de la información) y la mejora cerebral (tecnología cognitiva). Estas tendencias nos llevan a anticipar la creación inminente de nuevos tipos de máquinas, nuevos tipos de formas de vida, nuevos tipos de algoritmos y nuevos tipos de mentes.

    Una extrapolación más profunda de estas tendencias nos conduce a conclusiones todavía más llamativas. Los robots y el software que los humanos estamos creando es posible que acaben dominando tareas con las que solíamos ganarnos la vida. El desempleo tecnológico a una escala sin precedentes es posible que muy pronto sea una realidad. En ese caso tendríamos que desarrollar sistemas que satisficieran nuestras necesidades básicas, incluso en el caso de que no tuviéramos ningún ingreso. También tendríamos que aprender a encontrar significado en otras actividades que no fueran empleos remunerados.

    De hecho, es posible que muy pronto nuevas formas de inteligencia artificial se vuelvan mucho más listas que los humanos de nacimiento. Potencialmente, esto nos relegaría al estatus de segunda especie más inteligente del planeta y languideceríamos por detrás de nuevas superinteligencias. Por otra parte, si los humanos fuéramos capaces de absorber tecnología en el interior de nuestros cuerpos y cerebros de manera correcta, es decir, si pudiéramos fusionarnos con la tecnología, entonces la amenaza de vernos desplazados podría aminorarse. En vez de ser subordinados de superinteligencias artificiales, los humanos podríamos convertirnos en superhumanos, manteniendo así el control sobre nuestro propio destino.

    Estas modificaciones de nuestros cuerpos y cerebros podrían ir más allá y no limitarse tan solo a hacernos más fuertes e inteligentes, sino que podrían alterar nuestro ser más profundo. En otras palabras, es posible que dentro de poco tengamos la capacidad de, no solo para alterar la naturaleza, sino de alterar la naturaleza humana. Así, en vez de seguir estando dirigidos por nuestros actuales deseos y esperanzas de origen biológico, tendremos la oportunidad de reconfigurar profundamente nuestros cerebros, ya que nos guiarán nuevos conjuntos de deseos y esperanzas. No solo tendremos que afrontar la cuestión de ¿qué queremos? sino de ¿qué queremos querer?

    Quizás lo más impactante de todo sea la posibilidad de adquirir la capacidad que representa el tema principal de este libro, la capacidad de revertir e incluso abolir el envejecimiento. Si así lo quisiéramos, podríamos ser jóvenes durante un tiempo indefinido.

    Más allá del shock del futuro

    Como futurista, cuando hablo en público sobre las implicaciones de la aceleración de la tecnología estoy acostumbrado a presenciar ciertas reacciones impactantes. Algunas de estas reacciones son intensamente positivas: "vaya, eso sería genial; me encanta. Otras son intensamente negativas: Oh no, eso sería terrible; lo odio". Ambos conjuntos de reacciones, las de excitación y las de angustia, son variaciones del shock que representa el futuro.

    Como futurista, una de mis tareas es calmar a las personas para que superen el shock del futuro. En mi opinión, nuestra valoración de posibles escenarios futuros, que a veces pueden parecer disparatados, debería estar guiada, no solo por nuestra inicial reacción emocional, sino por los cautos pensamientos que solo son posibles una vez que, por lo menos temporalmente, las emociones son dejadas de lado.

    Nuestras ignorantes reacciones viscerales cuando oímos hablar de inesperados escenarios futuros tienden a llevarnos por el mal camino (muy mal camino). Los principios evaluativos que en el pasado nos fueron útiles pueden perder su aplicabilidad en circunstancias futuras que pueden ser muy distintas. De manera que, en calidad de futurista, pido una cosa a mi público: evitemos juicios apresurados. Estemos dispuestos a liberarnos de lo que en el pasado dábamos por hecho. Estemos alerta contra las esperanzas basadas en quimeras¹ y contra cualquier sobredosis de cinismo. Preparémonos para evaluar el potencial que nos ofrecen nuevos escenarios y para percibir más claramente tanto los aspectos positivos como los negativos.

    Por tanto, tratemos de valorar esta posibilidad con clama: es posible que terapias funcionales para conseguir la completa reversión del envejecimiento humano estén a la vuelta de la esquina.

    Mi opinión, cuidadosamente meditada, es que dentro de 25 años, es decir, hacia el año 2040, es posible que la ciencia nos haya dotado de los medios para extender radicalmente la longevidad humana. En las páginas siguientes voy a describir cómo, administrados con regularidad, un conjunto de tratamientos de rejuvenecimiento podrían deshacer periódicamente el daño acumulado debido al envejecimiento, tanto en el cuerpo como en el cerebro. Como consecuencia de esto, la esperanza de vida se disparará. Poco después, más y más gente empezará a batir el actual récor mundial de longevidad humana verificada, obtenido por la francesa Jeanne Louise Calment (2), que vivió 122 años y 164 días (desde 1875 hasta 1997).

    Pero estas nuevas cotas de longevidad se alcanzarán no mediante la extensión del periodo de debilitamiento y decrepitud del final de la vida, sino manteniendo a las personas sanas y vigorosas tanto tiempo como ellas deseen. Esto supondrá una extensión no solo de la esperanza de vida, sino de la esperanza de vida sana.

    Además tenemos que tener en cuenta que a medida que pasen los años la calidad de vida mejorará. Con una edad cronológica de sesenta años puede que haya personas más resistentes, más capaces y con más energía que cuando tenían cincuenta. Cuando lleguen a los setenta es muy posible que estén igual de sanos que cuando tenían treinta (y además serán mucho más sabias).

    Esta es la perspectiva del rejuvenecimiento biológico. Al programa para conseguirlo podemos darle el nombre de ingeniería del rejuvenecimiento (3).

    Se trata de un programa controvertido. De todos los temas que expongo como futurista, este es el que tiende a generar mayor conmoción. Las cejas se arquean. Los pechos se inflaman. Se oyen risitas nerviosas. Las miradas se desvían hacia otra parte implorando en silencio que la conversación se desplace hacia algo diferente que resulte menos delicado.

    Aunque algunas personas evitan cualquier intercambio de opiniones sobre esta cuestión, otras se lanzan a dicho intercambio batiendo los puños. Revertir el envejecimiento es simplemente imposible, llegan a decir. La idea en sí es antinatural. Es una quimera. No va a pasar ni en cien años, ni probablemente en mil. Los que digan otra cosa son unos charlatanes. Es una estratagema para ganar dinero. Es una fantasía egocéntrica y narcisista. Sería un enorme derroche de recursos destinados a la investigación. "Incluso si pudiera hacerse, los efectos colaterales serían con toda seguridad terribles. Las contrapartidas superarían cualquier bondad que pudiera conseguirse". Con esto se puede usted hacer una idea.

    Después de todo, si el programa de la ingeniería del rejuvenecimiento tiene éxito, podemos anticipar una sociedad repleta de gente perpetuamente joven. Eso va a ponerlo todo patas arriba.

    Por consiguiente, igual que en este libro se estudian las posibilidades de éxito de la ingeniería del envejecimiento, también se estudia cómo podrá la sociedad hacer frente a una situación en la que todo se pusiera patas arriba.

    En el camino de una discusión seria sobre estas cuestiones se interponen muchos obstáculos. La propia idea de la ingeniería del rejuvenecimiento no solo despierta objeciones, sino también hostilidad emocional. A medida que, en las páginas que siguen, me adentro en estas objeciones e intento apaciguar la hostilidad para persuadir a las mentes más calmadas, nos encontraremos con mucho rencor. También nos encontraremos con mucho desacuerdo intelectual honesto. Apoyándome en mis décadas de experiencia como facilitador de discusiones sinceras, haré todo lo que pueda para arbitrar y arrojar luz sobre las pasiones.

    Dulzuras y mentiras

    Comencemos por hacernos una pregunta incómoda: ¿Quiere usted morir?

    En otras palabras: ¿Anhela usted la desintegración de su ser, el cese permanente de sus pensamientos, de sus recuerdos y de sus sentimientos, así como la conclusión de cualquier posibilidad de pensamientos, acciones y experiencias en el futuro?

    Voy a hacer una concesión. A veces, la respuesta puede ser . A veces, la muerte puede ser algo dulce.

    La muerte puede reportar un cierto tipo de alivio anhelado tras un largo periodo de sufrimiento. Este sufrimiento puede deberse a la pena que supone el deterioro personal, al horror de la senilidad, a la escalada de gastos destinados a tratamientos, a sentimientos humillantes debidos a incapacidades corporales o al escalofriante sentimiento de ser una carga para nuestros cuidadores.

    Es más, la muerte puede suponer un nuevo comienzo, ya que los parientes y amigos de los difuntos, tras un dilatado periodo de extenuante incertidumbre, rehacen sus vidas y pasan a una nueva fase vital.

    No obstante, remontémonos hasta un periodo anterior a la aparición del largo sufrimiento, del deterioro personal, de la vergonzosa incontinencia, de la demencia senil y del aumento de los gastos en tratamientos médicos. Volvamos a un periodo de relativamente buena salud. ¿Fueron bienvenidos los primeros síntomas de decaimiento hacia la mala salud y la muerte? ¿Fue causa de celebración cada nuevo paso en ese camino, cada nueva vuelta de tuerca hacia el colapso corporal? Seguramente no.

    La única razón por la que a veces la muerte es algo relativamente dulce la encontramos en todos los amargos trances por los que hemos tenido que pasar durante el penoso descenso desde un estado de buena salud hasta otro que anticipa la muerte.

    El objetivo de la ingeniería del rejuvenecimiento es prevenir (o revertir) estos primeros achaques, y por tanto evitar por completo cualquier aceptación de la muerte tras un sufrimiento prolongado.

    Los ingenieros del rejuvenecimiento nos invitan a imaginar el envejecimiento como algo opcional. Si hubiera que elegir entre la senilidad mental y una mejora de nuestro vigor cerebral ¿con cuál nos quedaríamos? Si hubiera que elegir entre el decaimiento corporal y una nueva ráfaga de energía ¿quién optaría por el decaimiento? Si hubiera que elegir entre la espiral que lleva a la desintegración física y el rejuvenecimiento personal ¿quién elegiría la desintegración? Los jóvenes no. Las personas de mediana edad tampoco. Ni siquiera los ancianos, en el caso de que pudieran elegir libremente, sin el peso que les imponen poderosas expectativas sociales y psicológicas en sentido contrario.

    Todos nos lamentamos cuando alguien muere en la flor de la vida, cuando alguien se va antes de tiempo. Sobre todo nos consternan las muertes de jóvenes a los que se les priva de la oportunidad de experimentar todo aquello que una vida plena les hubiera deparado. Pierden la oportunidad de enamorarse, acaso de contraer matrimonio, de ver crecer a sus hijos y de conocer a sus nietos. Pierden la oportunidad de progresar en sus carreras, de convertirse en expertos en sus campos de investigación y de conocer mundo. No es de extrañar que ante la muerte de jóvenes exclamemos qué desperdicio, qué pena. En dichas circunstancias, pocos críticos serían tan osados de preguntar ¿qué hay de malo en la muerte?

    No obstante, recurramos una vez más a nuestra imaginación. La muerte de un niño es una tragedia, pero también lo es la de un abuelo. La muerte de un abuelo es igual de excluyente en lo que se refiere a nuevas oportunidades que la muerte de un joven. Opinar de otra manera significa caer en una discriminación por edad², es decir, en un prejuicio contra alguien por el mero hecho de tener la edad que tiene. También significa creer que las personas mayores deben perder inevitablemente sus capacidades de innovación y por tanto renunciar a su derecho de reinventarse, derecho que sí tenían cuando eran más jóvenes.

    La única razón por la cual esta afirmación nos puede parecer extraña es porque hemos crecido con la idea de que la vida tiene una duración natural que es de más o menos tres generaciones. Pero ¿por qué no deberían los abuelos tener la oportunidad de renovarse también ellos con el objeto de dedicarse a nuevas pasiones, de adentrarse en nuevos campos por descubrir y de embarcarse en viajes cada vez más lejanos que incluyan tanto el espacio exterior como el interior? ¿Por qué ha de llevarse el decaimiento y la muerte toda la sabiduría de sus cabezas y su capacidad para inspirar y ayudar? ¿Qué no podrían lograr estos abuelos si pudieran rejuvenecer, tanto corporal como mentalmente? ¿Qué nuevas materias no podrían aprender? ¿Qué nuevas capacidades no podrían adquirir? ¿Qué nuevas experiencias no podrían acumular? ¿Qué nuevos dones no nos iban a ofrecer? ¿Qué nuevas contribuciones no podrían hacer en el tapiz que conforma la humanidad?

    Tal y como he dicho anteriormente, existe la opinión profundamente arraigada de que la esperanza de vida está sujeta a cierto tipo de límite natural. Dicha opinión nos dice que, en cierto sentido, morir dentro de unas cuantas décadas es el destino apropiado de todos nosotros. De hecho, nos dice que la muerte puede incluso ser algo dulce.

    Esta idea es muy antigua y se presenta de muchas maneras. El poeta romano Horacio, que escribía en latín en el siglo I antes de Cristo, acuñó la famosa frase dulce et decorum est pro patria mori. Es dulce y honorable morir por tu país. Estas belicosas palabras están inscritas sobre la entrada al anfiteatro conmemorativo del Cementerio Nacional de Arlington, en Virginia (EE.UU.). También pueden verse en la capilla de la Real Academia Militar de Sandhurst, Reino Unido, y en muchos otros lugares del mundo. Resulta evidente que la emoción que despierta está muy extendida. Ayuda a los espectadores a encontrar una especie de significado en la trágica y prematura muerte de los soldados. Sin embargo, otro poeta llamado Wilfred Owen se opuso a esta idea. Owen, que escribió en medio de la carnicería que supuso la Primera Guerra Mundial, tildó la frase de Horacio como la vieja Mentira, con una enfática ‘M’ mayúscula.

    Owen no fue ningún cobarde. Recibió la Cruz del Mérito Militar en reconocimiento a su valor en el ataque, liderado por él, contra el pueblo de Joncourt, Francia, en octubre de 1918, un ataque en el que capturó la ametralladora de una unidad alemana y la utilizó contra los combatientes enemigos. Por desgracia, se trató de un reconocimiento póstumo. Owen murió en el campo de batalla tan solo unos días después, el 4 de noviembre, durante otro ataque también liderado por él. La familia de Owen recibió la terrible noticia una semana más tarde, en el emotivo día en el que se firmó el armisticio (4). En el momento en el que su familia abría el telegrama que informaba sobre la muerte de Owen, las campanas de la iglesia empezaban a celebrar la paz. El armisticio llegó demasiado tarde para Wilfred Owen. Tan solo tenía 25 años.

    Un poema de Owen, que recupera la frase Dulce et decorum est en su título, describe de forma desgarradora la forma en la que una persona muere durante un ataque de gas (5):

    ¡Gas! ¡Gas! ¡Gas! ¡Gas! ¡Rápido, muchachos! – Un éxtasis de confusión,

    nos pusimos justo a tiempo las burdas máscaras;

    pero alguien estaba aún gritando y dando traspiés,

    y luchando por respirar como si estuviera quemándose en el fuego o en la cal…

    A través del cristal empañado, bajo una luz gruesa y verdosa,

    como en el fondo de un verde mar, vi cómo se ahogaba.

    En todos mis sueños, ante mi vista indefensa,

    él se lanza sobre mí, borboteando, ahogándose.

    Si en algún sueño asfixiante pudierais también vosotros caminar

    detrás del coche en donde lo arrojamos,

    y contemplar los ojos blancos retorciéndose en su rostro,

    su cabeza colgando, como el vómito diabólico del pecado;

    Si pudierais oír, a cada sacudida, la sangre

    salir bullente de los pulmones anegados de espuma,

    obscena como un cáncer, amarga como la pasta rumiada

    de llagas viles, incurables, en lenguas inocentes,

    amigo mío, entonces no dirías con tanto entusiasmo

    a los niños que anhelan una desesperada gloria,

    la vieja Mentira: Dulce et decorum est

    pro patria mori.³

    Imaginemos con Owen que las muertes militares dejaran de ser elogiadas como dulces y honorables pese a los siglos de demagogias nacionalistas. Vayamos todavía más allá: imaginemos que, cien años después del prematuro fallecimiento de Owen, todas las muertes humanas se convirtieran en algo profundamente lamentable que hay que prevenir. La ingeniería del rejuvenecimiento opina que todas las muertes son prematuras: toda muerte extingue irrevocablemente posibilidades vitales y trunca oportunidades. Tomando los adjetivos usados por Owen, toda muerte es obscena y amarga. Por tanto, la muerte no es dulce en ningún caso.

    En el fondo de su corazón, la gente suele intuir esta terrible verdad. Pero, casi igual de frecuentemente, evitan pensar en ella. En un momento en el que no hay ninguna perspectiva realista de rejuvenecimiento, se convierte en una verdad frustrante, desmoralizadora y terrorífica. En consecuencia, esta verdad se envolvió en enormes revestimientos culturales que amortiguaban el pensamiento de la venida de la muerte para todos y cada uno de nosotros (y de nuestros seres queridos). Reforzados por el arte, la narrativa, la fantasía y la religión (y sí, también por la poesía) hemos desarrollado patrones de pensamiento que, de diferentes maneras, nos dicen: la muerte no es tan mala; la muerte es natural; la muerte puede ser dulce. Hemos venido tranquilizándonos mutuamente diciéndonos que podemos (y debemos) acostumbrarnos a nuestro deterioro físico y a la idea de la muerte, incluso que debemos dar la bienvenida a la muerte como parte necesaria de la existencia humana.

    Pero ¿qué pasaría si la ciencia estuviera a punto de permitirnos rejuvenecer biológicamente? En ese caso, tendríamos que levantarnos colectivamente y protestar: decir que la muerte es natural, necesaria, en cierta manera dulce u honorable no es más que una vieja mentira. La humanidad puede aspirar a algo mejor.

    Complicaciones y perspectivas

    Por supuesto, la hoja de ruta hasta llegar a una meta tan transformadora está plagada de complicaciones. En las páginas que siguen estas complicaciones aparecen por todos los sitios. Nos detendremos en cuestiones relacionadas con la biología, la ingeniería, la ética, la religión, la política y la economía. Mi cometido es guiar a los lectores a través de las complicaciones que surjan. Por el camino, intentaré diferenciar entre las cuestiones que siguen abiertas (temas en los que reputados expertos pueden legítimamente disentir) de otras en las que debemos llegar a conclusiones claras.

    Un área en la que debemos llegar a una conclusión clara es esta: el momento en el que tenemos que tener esta discusión es ahora. Ya no es de recibo reírse de los ingenieros del rejuvenecimiento o ignorarles, ni tampoco lo es descartar la cuestión en su conjunto como si del patio de recreo de chiflados, soñadores y charlatanes se tratara. Cada vez más informes están dando pistas prometedoras sobre el progreso hacia el rejuvenecimiento. Detrás de estos informes se esconde ciencia real y novedosa. Alrededor de estos informes se están aglutinando movimientos online que se fracturan para luego volver a fusionarse todavía con más fuerza, y que están empezando a afectar al zeitgeist de la opinión pública. Estos movimientos canalizan poderosas energías. Por consiguiente, grandes corporaciones están empezando a realizar importantes inversiones en tecnologías relacionadas con la longevidad humana.

    Aunque a veces a algunos entusiastas de la ingeniería del rejuvenecimiento se les nubla el juicio y caen víctimas de su propia excitación, ya que sus esperanzas van muy por delante de lo que aconseja la prudencia, también es verdad que al decir lo que dicen tienen un mérito considerable. En este libro doy la palabra a esos pioneros, así como a sus críticos, y explico las razones por las que creo que este campo dará sus frutos. También dejo claro que el resultado final de este programa está lejos de ser evidente.

    Por tanto, las páginas que siguen proporcionan información a vista de pájaro sobre los límites del nuevo campo que representa la biología del rejuvenecimiento y me centro en:

    •Los objetivos y las motivaciones de los principales actores en este campo.

    •El rápido progreso que se ha producido en los últimos años.

    •Los desafíos que amenazan con desbaratar desarrollos futuros.

    •Las cuestiones críticas a las que todavía nos tenemos que enfrentar.

    Este libro contiene material extraído de mis discusiones con más de una docena de investigadores, ingenieros, emprendedores y humanistas que han hecho del rejuvenecimiento humano la razón de su vida. Sinceramente, les doy las gracias a todos por tomarse la molestia de hablar conmigo.

    Lo que yo aporto al libro es una combinación de cinco perspectivas diferentes:

    1. Mi historial como investigador doctoral en los campos de la historia y de la filosofía de la ciencia en la Universidad de Cambridge, donde me las vi con la espinosa cuestión de cómo distinguir entre ciencia buena y mala (pseudociencia), es decir, de cómo distinguir a los inconformistas ilustrados de los incompetentes fantasiosos. Esta cuestión ha estado presente en mi mente durante todas las décadas que han pasado desde entonces.

    2. Mi carrera profesional de 25 años en la industria de los teléfonos móviles, donde vi nacer muchas esperanzas con respecto a los avances que la aceleración tecnológica nos podría brindar. Estas esperanzas se basaban en que la tecnología podría hacernos más listos, no más jóvenes, pero de todas maneras se pueden establecer muchas similitudes. Muchas esperanzas puestas en la industria de los teléfonos móviles también sufrieron duras críticas antes de ser ampliamente reconocidas como de sentido común.

    3. Mi experiencia como escritor, presentador y bloguero, mediante la cual he aprendido (según me dicen) a explicar cuestiones complicadas de una manera relativamente sencilla a la vez que sugerente.

    4. Los ocho años en los que he tenido el privilegio, en calidad de presidente de London Futurists, de organizar encuentros en Londres dedicados a temas futuristas y tecnoprogresistas. En estos encuentros me he enfrentado a una gran variedad de actitudes y opiniones, que en ocasiones han tenido que ser sometidas a un importante arbitraje.

    5. Mi voluntad humanista por investigar tanto las ventajas como los inconvenientes de los cambios tecnológicos para así colocar a posibles avances de ingeniería (como por ejemplo la biotecnología del rejuvenecimiento) en un contexto social más amplio.

    Aceptación y cambio

    A primera vista, los ingenieros del rejuvenecimiento parecen oponerse en gran medida a la sabiduría humanista expresada entre otros por Gautama Buddha, el defensor del estoicismo del siglo II Marco Aurelio y el teólogo protestante americano del siglo XX Reinhold Niebuhr.

    Dicha sabiduría insta a la serenidad y a la aceptación frente a los profundos desafíos de la vida. No hay virtud en inquietarse innecesariamente sobre una cuestión, como por ejemplo el inicio del envejecimiento, si no se puede hacer nada para evitarlo. ¿Para qué discutir un problema doloroso si no se puede cambiar el resultado? ¿Para qué lamentarse si no hay solución?

    Esto se expresa en las primeras líneas de la famosa plegaria de la serenidad de Niebuhr (6), una plegaria de la que todo el mundo puede disfrutar sin necesidad de creer en una deidad sobrenatural.

    Dios, concédeme

    La serenidad de aceptar las cosas que no puedo cambiar…

    En el corazón del budismo encontramos un pensamiento similar. El budismo (7) sostiene que el sufrimiento surge del apego a los deseos y que el sufrimiento cesa solo cuando el apego a los deseos también cesa. Para trascender la omnipresencia del sufrimiento tenemos que aprender a aceptar la vida como es y dejar a un lado el deseo, como por ejemplo el deseo de conseguir mayores posesiones materiales, un mayor placer, más seguridad o una vida más larga.

    La filosofía vital estoica, desarrollada en la antigua Grecia y Roma, también enfatiza una actitud de aceptación. Según Epicteto, 55–135 DC (8)

    La libertad se consigue no mediante la culminación del deseo, sino mediante la eliminación del mismo.

    Marco Aurelio (121–180 DC), defensor del estoicismo y emperador de Roma durante sus últimos 19 años de vida, formuló las siguientes cuestiones en sus Meditaciones (9):

    ¿Por qué ansiáis tener más días? El sentido de la vida es seguir a la razón y al espíritu divino, y aceptar todo aquello que nos depare la naturaleza. Vivir de esta manera es no temer a la muerte, sino despreciarla. La muerte solo les produce terror a aquellos que no son capaces de vivir el presente. Por tanto, recorre tu camino con una sonrisa, la sonrisa de aquel que te invita a irte.

    La admiración por la calma estoica persiste hasta nuestros días. El expresidente de los EE.UU. Bill Clinton (10) ha declarado que Meditaciones de Marco Aurelio es su libro favorito. Asimismo, el estoicismo es puesto en valor por el defensor de la autoeducación Paul Jun (11):

    La filosofía no solo nos enseña cómo vivir bien y mejorar como seres humanos, sino que también puede ayudarnos a superar las dificultades y tribulaciones de la vida. Algunas escuelas de pensamiento optan por un pensamiento y un debate más abstracto, otras son herramientas eminentemente prácticas para nuestros proyectos.

    Quizás, los principios del estoicismo sean los conjuntos de reglas más importantes y prácticos para emprendedores, escritores y artistas de todo tipo. Los estoicos se centran en dos cosas:

    1.¿Cómo vivir de forma plena y feliz?

    2.¿Cómo podemos convertirnos en mejores seres humanos?

    El objetivo del estoicismo es conseguir la paz interior mediante la superación de la adversidad, la práctica del autocontrol, la toma de consciencia de nuestros impulsos y la compresión de nuestra efímera naturaleza, así como del poco tiempo que se nos ha asignado. Todo esto estuvo sujeto a prácticas meditativas que les ayudaban a vivir acorde a su naturaleza, no contra ella.

    A la luz de estas filosofías de la aceptación madura (filosofías que enfatizan el reconocimiento resignado de nuestra finitud y nuestros límites), los ingenieros del rejuvenecimiento pueden ser vistos como arrogantes, codiciosos y pueriles. Los ingenieros del rejuvenecimiento se atreven a quejarse ante lo que ellos consideran el insulto del deterioro causado por el envejecimiento. Los ingenieros del rejuvenecimiento tienen el arrojo de imaginar una situación inviable en los tiempos de los grandes hombres del pasado, entre los que encontramos a gigantes como Marcos Aurelio, Reinhold Niebuhr y Gautama Buda, y describen una situación en la que, personas corrientes de hoy en día, podrán optar dentro de poco por ser joven durante tiempo indefinido. Según esta línea de pensamiento, los ingenieros del rejuvenecimiento carecen de una autoconciencia que les haga comprender lo irracional de su ambición. De hecho, la presunción de los ingenieros del rejuvenecimiento puede parecer absurda.

    Sin embargo, las citas dadas anteriormente solo cuentan una parte de la historia. Por ejemplo, el budismo encierra algo más que aceptación. El entrenador en conciencia plena (mindfulness) Sunada Takagi (12) escribe:

    La aceptación es el primer paso hacia el cambio

    Recientemente, unas cuantas personas me han expresado sus dudas acerca de la idea budista de aceptar las cosas como son. ¿No se trata de algo demasiado pasivo? ¿Qué ocurre si nos encontramos en una situación que es realmente inaceptable?

    Recientemente me he encontrado en situaciones así. Cada persona lo expresa de manera un tanto diferente, pero básicamente todas dicen lo mismo. Aceptar las cosas como son no equivale a consentimiento pasivo. Muy al contrario, solo es el primer paso hasta llevar a cabo un cambio real y permanente […].

    De manera que aceptar las cosas como son no tiene nada que ver con la pasividad. Tiene que ver con la visión clara […]. Paradójicamente, solo cuando asumimos la responsabilidad de nuestros propios fracasos y dificultades, o de aquellos fracasos y dificultades que atañen al mundo que nos rodea, es cuando el verdadero proceso de cambio puede empezar a producirse. A esto lo considero un punto de partida esencial de todo aquello que queramos emprender en la vida.

    Paul Jun, el escritor que he citado anteriormente en relación a la filosofía estoica, también adopta una postura eminentemente en favor de la acción. Para él, ser estoico dista mucho de ser pasivo. Por el contrario, puede ser el preludio de apremio tal y como él lo expresa (13):

    Recuérdese a sí mismo que el tiempo es nuestro recurso más preciado

    Lo que yo particularmente amo y considero estimulante sobre el estoicismo es que la muerte se encuentra en el primer plano de sus pensamientos. Los estoicos se dan cuenta de la naturaleza efímera de los humanos y de cómo esto se refleja en muchas facetas de la vida.

    Darse cuenta de que has vivido un determinado número de horas y de que las horas que te quedan no están garantizadas, te hace sentir cierto apremio. Cuando pienso sobre esto, me doy cuenta de que ciertamente todos los días son una oportunidad de mejora, no como nos lo pintan los clichés, sino en el sentido de aprender a apreciar honestamente lo que somos capaces de conseguir y de darnos cuenta de cómo somos los responsables de la calidad de la vida que llevamos.

    Esto hace que nuestro respeto por nosotros mismo, nuestra ética de trabajo, nuestra generosidad, nuestra autoconciencia, nuestra atención y nuestro crecimiento personal se vuelvan todavía más importantes. Lo último que querría cada uno de nosotros es morir con remordimientos, por lo tanto ser fieles a los principios del estoicismo nos hace ver la vida en perspectiva. Nos hace ser más humildes y nos debería motivar enormemente.

    Esto nos devuelve a la plegaria de la serenidad de Reinhold Niebuhr. Anteriormente he citado la primera oración de la plegaria, la llamada plegaria de la aceptación. No obstante, hay dos plegarias más: una plegaria de la acción y otra de la sabiduría. He aquí la plegaria entera:

    Dios, concédeme

    la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar,

    el valor para cambiar las cosas que puedo cambiar

    y la sabiduría para conocer la diferencia⁴.

    Igual que a la gente se le puede tildar (con razón) de imprudente por intentar cambiar algo que no puede ser cambiado, también se le puede criticar (de nuevo con razón) por aceptar pasivamente un gran error o deficiencia evidente que además esté en su mano reparar.

    Se puede decir que en esta plegaria la oración más importante es la oración de la sabiduría. Si, de forma objetiva, podemos saber si algo está dentro de nuestras capacidades colectivas, lo fundamental entonces es determinar si lo correcto es optar por aceptarlo o intentar cambiarlo.

    Desde el punto de vista de la ingeniería del rejuvenecimiento, no me cabe ninguna duda de que lo correcto es intentar cambiarlo. De no actuar así estaríamos (utilizando un símil de la tradición cristiana) cambiándonos de acera para evitar cruzarnos con un desafortunado viajero que ha sido asaltado y al que le han rajado la ropa y dejado medio muerto. Al observar el desafortunado estado de todo aquel que ya está medio muerto debido a las enfermedades de la vejez, ¿quién de entre nosotros se comportará como el buen samaritano que ante una persona en apuros le proporciona una ayuda palpable? Por el contrario ¿quién se comportará como el sacerdote y el levita de la parábola bíblica, que pasan de largo mirando hacia otro lado preocupados con cualquier otra cosa que sí encaje en el paradigma de aceptación del envejecimiento?

    La furia y la calma

    El teniente Wilfred Owen, portador de una medalla de la Primera Guerra Mundial, no es en absoluto el único poeta que reaccionó con enfado ante la glorificación de la muerte. En 1951, el octogenario padre del poeta galés Dylan Thomas estaba en su lecho de muerte. Debido a su deterioro físico, Thomas padre, que fue durante mucho tiempo profesor de inglés en la escuela Swansea Grammar School, empezó a perder la visión. Estaba a punto de volverse ciego. Esto empujó a Dylan Thomas a escribir uno de sus mejores poemas, No entres dócilmente en esa buena noche (14). Empieza de la siguiente manera:

    No entres dócilmente en esa buena noche,

    Que al final del día debería la vejez arder y delirar;

    Enfurécete, enfurécete ante la muerte de la luz.

    Este poema no ofrece ningún consuelo. Evita decir que la ceguera y la muerte deban ser abrazadas. No recurre a ningún tópico reconfortante sobre la aceptación estoica del destino para guardar la compostura, ni sobre los buenos tiempos (aquellos en los que se estuvo en la cresta de la ola), ni sobre el respeto hacia el gran ciclo de la vida – todos ellos son clichés muy comunes en la educada sociedad británica que también se dan en otras partes del mundo.

    Por el contrario, el poema expresa una furia visceral contra la perspectiva de la muerte. Da igual que la persona que se está muriendo haya llegado a vivir muchos años, su muerte sigue siendo algo que merece nuestra furia.

    Thomas padre murió en 1952. Tan solo un año después, su hijo Dylan Thomas también moría, a la edad de 39 años.

    El gran poeta galés fue víctima de un estilo de vida no saludable, pero por desgracia también fue víctima de un diagnóstico médico incorrecto. Era conocida su afición a la bebida. Pocos días antes de morir, aseguró con cierto orgullo que durante una juerga había consumido 18 whiskies uno detrás de otro. Poco después, se quejó de dolores mientras entraba en su habitación de hotel en Nueva York, por lo que recibió cierta cantidad de esteroides suministrados por un médico local (15). Después se le sedó con morfina. Como su estado empeoró, fue ingresado en un hospital. En un principio, el personal médico sospechó la presencia de daños cerebrales producidos por el alcohol.

    Dylan Thomas murió sin haber recuperado la consciencia. Su autopsia deparó una sorpresa: la causa principal de su muerte fue una neumonía. Probablemente, el tratamiento de morfina que se le suministró fue desacertado, ya que pudo haber exacerbado sus problemas respiratorios. Su tendencia al alcoholismo fue probablemente una distracción que evitó un diagnóstico certero. Quizás, una mayor atención sobre la verdadera causa de su mala salud le habría evitado visitar la lápida de forma prematura. Para mantenerse más tiempo bajo la vigorosa luz de la vida no vale solo con la furia ni con la esperanza. También necesitamos los mejores consejos que el conocimiento médico nos pueda dar, sobre todo ante un fallo orgánico inminente.

    Sin embargo, un diagnóstico completo sobre la enfermedad que se padece a menudo ayuda poco a la hora de sobrevivir. Este fue el caso de otro renombrado escritor, el novelista escocés y autor de ciencia ficción Iain Banks. En 2013, a la edad de 59 años, Banks creía encontrarse en lo más alto de su capacidad para escribir, excepto por el hecho de que, de repente, le empezó a doler la espalda. Tal y como le dijo a Stuart Kelly para un artículo del periódico Guardian con el título Ian Banks: la última entrevista (16):

    En la mañana del 4 de marzo pensé que todo iba a las mil maravillas, excepto por el hecho de que me dolía la espalda y mi piel parecía un poco extraña. Ese mismo día por la tarde se me comunicó que me quedaban pocos meses de vida.

    Un mes después de estas asombrosas noticias, Banks hizo pública toda la información con una mezcla de calma y humor negro en Un anuncio (17):

    Estoy oficialmente Muy Enfermo…

    Cuando, a finales de enero, me empezó a doler la espalda, pensé que algo podía ir mal, pero lo achaqué a que había empezado a escribir a principios de mes y por tanto estaba todo el día encorvado sobre el teclado. A mediados de febrero, desaparecido el dolor, fui a visitar a mi médico de cabecera, que me detectó una ictericia. Análisis de sangre, un escáner por ultrasonido y después un escáner TC revelaron el alcance completo de esta esta macabra realidad a principios de marzo.

    Tengo cáncer. Se originó en mi vesícula biliar, ha infectado ambos lóbulos hepáticos y seguramente también mi páncreas y algunos nódulos linfáticos. Además, se ha formado un tumor alrededor de importantes vasos sanguíneos ocupando todo su volumen, por lo que queda descartada cualquier posibilidad de cirugía para extraer los tumores, ni en el corto ni en el largo plazo.

    Me temo que el resultado es que, en calidad de paciente de cáncer de vesícula en una etapa avanzada, se espera que viva durante ‘varios meses’ y es extremadamente improbable que viva un año más…

    Le he preguntado a mi compañera Adele si me hará el honor de convertirse en mi viuda (lo siento, pero el humor macabro nos sirve de ayuda).

    Banks no escatimó elogios hacia el personal médico que le trató:

    Me gustaría añadir que, desde mi médico de cabecera hasta el último miembro del personal médico que me ha tratado, la profesionalidad de los sanitarios (y la velocidad con la que se movilizaron los recursos del Servicio de Salud Nacional escocés) han sido ejemplares, y los estándares de atención han sido impresionantes. Todos lamentamos que el resultado no haya sido más alegre.

    No obstante, sus comentarios en La última entrevista dejan claro que Banks se sintió agraviado por el hecho de que su vida se viera truncada. Sus lamentos abarcaron a los políticos escoceses, los futuros cambios en Edimburgo y alrededores y las perspectivas de comprender el espacio exterior con más detalle (recordemos que se trataba de un autor de ciencia ficción):

    En el improbable caso de que siga por aquí cuando se celebre el referéndum de independencia de Escocia, mi voto sería con toda seguridad ‘sí’. El año pasado dije que si no lo conseguimos en 2014, lo conseguiremos en algún momento de mi vida, y ahora resulta que mi vida puede no durar lo suficiente como para presenciar el referéndum. Eso es algo que simplemente no es justo…

    Estoy molesto por no poder votar en el referéndum. Estoy molesto por no poder montarme en un tranvía de Edimburgo y estoy molesto por no poder recorrer la nueva travesía de Fife (al norte de Edimburgo).

    Y… por no poder presenciar tantas cosas que deparará el futuro próximo. Me hubiera encantado ver lo que está por pasar, lo que ocurre en los océanos de la luna de Júpiter (Europa) y saber lo que encontraremos todavía dentro de nuestro sistema solar. Además, no nos queda mucho para poder analizar las atmósferas de los planetas que giran alrededor de otras estrellas, donde quizá detectemos signos de vida. Hay tantas cosas que me hubiera encantado presenciar.

    En un tono aparentemente más positivo, Banks expresó su agradecimiento al hecho de que su muerte le evitara pasar por la prolongada decrepitud que presenció en sus familiares más ancianos:

    Voy a visitar a mi (ahora muy mayor) madre en la casa de sus padres y esta mañana, después de mis análisis de sangre, fui a ver a mi tío Bob, que no se encuentra nada bien. Uno presencia la decrepitud de los muy viejos y enfermos y piensa que por lo menos me ahorraré eso años. Todo se habrá acabado muy pronto.

    Tal y como se temía, Banks no vivió lo suficiente como para votar en el referéndum escocés. Eso habría supuesto que viviera otros 18 meses más. Por el contrario, murió solo tres meses después de que se le detectara el cáncer. Incluso cuando su cuerpo se venía abajo, su mente se mantuvo llena de buenas ideas sobre fascinantes nuevos proyectos de escritura. Stuart Kelly, el periodista de The Guardian, expresó un lamento doble:

    Puede que esta sea mi última declaración pública ¿sabes?, me dijo Iain Banks por teléfono cuando estaba quedando con él para hacer esta entrevista. En aquel momento tal cosa no parecía ser algo probable: estaba lleno de ideas, de opiniones, de planes. Hace dos semanas me mandó un email diciendo que esperaba que al final de la semana pudiera dar un paseo de nuevo por el pueblo. De hecho, murió el 9 de junio…

    Una cosa es que le robarán los 30 años que creía que todavía le quedaban, pero otra cosa especialmente cruel es que le arrebataran los pocos meses que con toda cautela había previsto.

    Optimismo y fracaso

    ¿Cómo podría un programa de la ingeniería del rejuvenecimiento eliminar el destino especialmente cruel que sufren personas de todas las edades, de todos los ámbitos de la sociedad y de todo el mundo, cuando sus mentes están llenas de grandes ideas y sin embargo el cáncer (por nombrar una enfermedad asesina) acomete contra sus cuerpos y acaba con ellas? Es probable que muchos lectores estén pensando: ¿cómo demonios puede tener éxito la ingeniería del rejuvenecimiento si los avances hacia la cura del cáncer han demostrado ser tan imprecisos?

    De hecho, ya han pasado más de cuatro décadas desde que el Presidente de los EE.UU. Richard Nixon declarara en diciembre de 1971 la guerra al cáncer, que también se conoce como El compromiso para acabar con el cáncer (18):

    Estamos hoy aquí con el fin de firmar la ley contra el cáncer de 1971. Espero que en los próximos años volvamos la vista hacia este día y este evento y los consideremos la acción más importante llevada a cabo por esta administración. Es posible que lo sea, ya que si consideramos lo que el cáncer provoca cada año en los EE.UU., vemos que cada año muere de cáncer en los EE.UU. más gente que en toda la segunda guerra mundial.

    Esto nos muestra lo que está en juego. Nos dice también por qué a primeros de año mandé un mensaje al Congreso que llamaba a un compromiso nacional para derrotar al cáncer e intentar encontrar un cura para el mismo.

    Ahora, con la ayuda del Congreso, con la ayuda de muchas personas que están hoy en esta sala, ponemos en funcionamiento un procedimiento con el objetivo de lograr un compromiso a nivel nacional…

    Como resultado de lo ya realizado, como resultado de las acciones que se llevarán a cabo gracias a la firma de esta ley, el Congreso se compromete totalmente a proporcionar los fondos necesarios (sean los que sean) para derrotar al cáncer.

    Nixon fue muy ambicioso en esta batalla. Sus palabras recogían el eco de las palabras que otro presidente, John F. Kennedy, pronunciara nueve años antes en su épica declaración épica (19):

    Decidimos ir a la luna y hacer todo lo que hemos hecho en esta década no porque fueran cosas fáciles, sino porque eran difíciles, porque nuestros objetivos servirán para organizar y medir lo mejor de nuestras energías y capacidades, porque nuestro reto es un reto que estamos deseosos de afrontar y no queremos posponer, es un reto del queremos salir victoriosos…

    Mandaremos a la luna, a 240 000 millas de la estación de control de Houston, un cohete gigante de más de 300 pies de altura, con una longitud como la de este campo de fútbol, hecho de nuevas aleaciones metálicas, algunas de las cuales todavía no han sido inventadas, capaz de resistir un calor y un estrés varias veces superiores a los que nunca hayan sido experimentados, ensamblado con una precisión mayor que la del mejor reloj, portador de todo el equipamiento necesario para su propulsión, orientación, control y comunicación y dotado de la comida y artículos de supervivencia necesarios en una misión sin precedentes hacia un cuerpo celeste desconocido, y después lo devolveremos sano y salvo a la tierra tras su reentrada en la atmósfera a una velocidad superior a 25 000 millas por hora, lo cual generará un calor que alcanzará aproximadamente la mitad de la temperatura del sol… y todo esto lo haremos, lo haremos bien y lo haremos antes de que esta década llegue a su fin…

    No obstante, mientras que la declaración de Kennedy sobre el viaje a la luna forma parte ya de la leyenda, la guerra contra el cáncer de Nixon no tuvo su momento Apollo 11. Las aspiraciones de Nixon en 1971 demostraron ser desmedidamente optimistas. El Dr. Benjamin Neel, director del Instituto Oncológico de Ontario y veterano investigador del cáncer durante más de cuatro décadas, expuso de forma precisa lo que consideraba como una ingenuidad en el programa de Nixon (20). Dijo que la declaración de guerra contra el cáncer de 1971

    …era como si el intento de Kennedy de poner un hombre en la luna se hubiera producido en el 1600. No poseíamos el conocimiento básico de la enfermedad.

    Este sentimiento nos sugiere que a lo mejor necesitemos todavía 300 años (el espacio de tiempo que separa 1600 de 1900) más de investigación y desarrollo antes de ser capaces de curar el cáncer por completo.

    Sin embargo, la ingeniería del rejuvenecimiento muestra en su complejidad un orden de magnitudes todavía mayor que la cura del cáncer. El programa de la ingeniería del rejuvenecimiento no solo tiene que curar el cáncer, sino que también tiene que curar un conjunto de enfermedades aparentemente intratables como la demencia senil, la enfermedad de la motoneurona, las enfermedades respiratorias, las enfermedades cardiacas y los accidentes cerebrovasculares. A medida que los asesinos actuales se vayan amansando, es posible que otras enfermedades ganen importancia.

    Dados todos estos retos, ¿cómo va a ser un programa de la ingeniería del rejuvenecimiento ni tan siquiera remotamente creíble?

    Fuerzas en conflicto

    Tal y como explicarán los siguientes capítulos de este libro, la respuesta a esta pregunta consta de cinco partes:

    1. Una revolución copernicana que cambia los papeles jugados por la enfermedad y el envejecimiento y en la que la lucha contra el envejecimiento se convierte en la solución clave contra numerosas enfermedades.

    2. Un progreso de aceleración exponencial propiciado por un número cada vez mayor de personas que cuentan con cada vez mejores herramientas con las que llevar a cabo sus investigaciones y descubrimientos,

    3. Una capacidad en aumento para rediseñar entidades biológicas con una precisión atómica, es decir, a nanoescala.

    4. El poder transformador de nuevos software de diversos tipos.

    5. El poder transformador de un profundo interés público en este campo que va en aumento.

    Cada uno de estos cambios es una revolución por sí mismo. Juntos y apropiadamente integrados pueden dar lugar a la mayor transformación en la historia de la humanidad.

    No obstante, los factores que podrían ayudar enormemente al programa de la ingeniería del rejuvenecimiento coexisten con otros factores que podrían desestabilizarlo en gran medida:

    1. El cada vez mayor caos y ruido que un número cada vez mayor de actores en este campo podrían producir sirviéndose de investigaciones de mala calidad.

    2. El potencial de efectos secundarios adversos no previstos derivados de las nuevas tecnologías cuyos tratamientos conlleven resultados perjudiciales en vez los resultados positivos esperados.

    3. Un optimismo desmedido, explicaciones simplistas, diagnósticos erróneos y expectativas incumplidas que podrían dar como resultado una reacción negativa de la sociedad en contra de la iniciativa en su conjunto y el comienzo de un invierno de la ingeniería del rejuvenecimiento similar a los periodos de invierno de la inteligencia artificial en los que la financiación de las investigaciones sobre inteligencia artificial cayó drásticamente.

    4. Un mal manejo de la comunicación con el público sobre los posibles impactos de la biotecnología del rejuvenecimiento, lo cual alejaría a potenciales simpatizantes en vez de animarles a poner en práctica sus buenos deseos.

    5. Una fragmentación y hostilidad social avivada por el aumento de las desigualdades y las turbulencias económicas, y quizás también por daños medioambientales producidos por la tecnología, lo cual daría como resultado una ralentización y una eventual destrucción de los motores de las innovación de los que depende la ingeniería del rejuvenecimiento.

    Si estos factores desestabilizadores son los que prevalecen, las audaces aspiraciones sobre la conquista de la salud y de la longevidad humana hechas por poetas y demás visionarios se quedarán simplemente en eso, aspiraciones incumplidas carentes de significado práctico, serán solo una oportunidad no aprovechada por nuestras capacidades colectivas.

    ¿Podemos pasar de la poesía a la sabiduría práctica? ¿Podemos hacer que la abolición del envejecimiento sea un hecho en vez de solo un eslogan? ¿Podemos aunar nuestras fuerzas en pos de la aceleración en el campo de la ingeniería del rejuvenecimiento a la vez que reprimimos las fuerzas negativas que podrían destruir el proyecto? Yo creo que sí, aunque el resultado dista mucho de estar decidido. Va a ser necesaria una gran cantidad de trabajo duro, quizás proveniente de personas que lean este libro y cuyos deseos se vean fortalecidos por ello.

    1 Wishful thinking en el original.

    2 Ageism en el original.

    3 Traducción de José Miguel Ridao (http://jmridao.blogspot.de/2011/12/wilfred-owen-dulce-el-decorum-est.html)

    4 Traducción de: http://www.codependencia.net/index2.php?option=com_content&-do_pdf=1&id=71

    2.DE TÚ A TÚ CON LA INGENIERÍA DEL REJUVENECIMIENTO

    Ha llegado el momento de plantear y contestar cuestiones que de otra manera no dejarían que algunos lectores se tomaran la cuestión de la ingeniería del rejuvenecimiento de forma seria. Para ello, este capítulo abordará lo que podemos llamar un de tú a tú con la ingeniería del rejuvenecimiento – la información introductoria que establece un punto de partida común. En capítulos posteriores nos adentraremos más en el debate sobre esta información.

    Probabilidades

    Cuestión 1: ¿En qué se basa el cálculo de 50 % de probabilidades de éxito de la ingeniería del rejuvenecimiento en el año 2040?

    Mi estimación de las probabilidades de éxito de la ingeniería del rejuvenecimiento es una cifra aproximada. No estoy asegurando que sea un 50,0 % exactamente. La cifra real podría ser de, digamos, entre un 25 % y un 75 %. Sin embargo, he elegido el 50 % para enfatizar que la cuestión se encuentra razonablemente equilibrada:

    •Hay muchas fuerzas que, aunadas de la manera adecuada, podrían acelerar mucho el progreso.

    •Hay muchas fuerzas que, por el contrario, si se convierten en las predominantes, podrían dar al traste con el proyecto en su conjunto.

    Al final del capítulo anterior, puse en una lista las cinco fuerzas más poderosas que se encuadran en cada una de estas dos categorías, lo cual nos da una idea de cuáles son las dos tensiones contrapuestas. Eso es señal de que la cuestión general está equilibrada. Si a cada una de estas fuerzas le otorgáramos un mayor o menor significado, obtendríamos una estimación diferente sobre las probabilidades de éxito del proyecto. Usted también tiene la posibilidad de aplazar la emisión de un juicio hasta que haya repasado los principales peligros a los que se enfrenta el proyecto y que trato en el último

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