EL HÉROE OLVIDADO DEL COVID-19
“Miro las noticias cada mañana y el 50% es sobre sus vacunas, están en todas partes. No tengo dudas de que en sus vacunas están usando la tecnología que desarrollamos”.
EN EL VERANO DE 2020, MIENTRAS LA PANDEMIA ARRECIABA, infectando a más de 200.000 personas por día en todo el mundo, el CEO de Pfizer, Albert Bourla, y el CEO de BioN-Tech, Ugur Sahin, abordaron un avión ejecutivo hacia la campiña montañosa de Klosterneuburg, en Austria. Su destino era una pequeña planta de producción en la orilla occidental del río Danubio llamada Polymun Scientific Immunbiologische Forschung. La misión de Bourla y Sahin era conseguir que la compañía fabricara la mayor cantidad de nanopartículas de lípidos para su nueva vacuna contra el Covid-19, que estaba muy cerca de recibir una autorización de emergencia por parte de la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA).
La vacuna de Pfizer-BioNTech se diseñó con tecnología de ARN mensajero (ARNm), que instruye al sistema inmunitario del organismo para combatir el coronavirus. Pero, para que el ARNm pueda introducirse de manera segura en las células humanas, debe estar envuelto en fragmentos microscópicos de grasa conocidos como “lípidos”. La planta de producción austríaca era uno de los pocos lugares en el mundo que fabricaba las nanopartículas de lípidos necesarias y Bourla insistió en que Sahin. “La plataforma completa de ARNm no consiste en cómo crear una molécula de ARNm; eso es sencillo –dice Bourla–. Consiste en cómo asegurarse de que la molécula de ARNm ingrese en nuestras células y dé las instrucciones”.
Sin embargo, nadie contó la historia de cómo Moderna, BioNTech y Pfizer lograron crear ese sistema de administración esencial. Se trata de una saga complicada que incluye 15 años de batallas legales y acusaciones de traición y engaños. Lo que resulta claro es que, cuando la humanidad necesitó encontrar la manera de introducir ARNm en nuestras células para frenar la pandemia, había un solo método confiable disponible… y era uno que no se había originado en el interior de Pfizer, Moderna o BioNTech.
Una investigación de Forbes revela que el científico
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