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El negocio de la enfermedad
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Libro electrónico433 páginas4 horas

El negocio de la enfermedad

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¿Por qué el cáncer se ha convertido en una epidemia mortífera? ¿Por qué España es el segundo país del mundo más consumidor de medicamentos? ¿Por qué algunos fármacos peligrosos y alimentos tóxicos que nos perjudican se siguen comercializando? El objetivo de esta obra literaria, basada en una investigación exhaustiva, es dar una respuesta a todas estas preguntas desde un lado crítico y desmontar muchos de los sucesos que ocurren en el sistema de sanidad actual.
Por desgracia, la medicina está más enferma que nunca. La corrupción y los conflictos de intereses abundan en un sector de vital importancia para los ciudadanos, que se ven obligados a gastar más a cambio de una peor calidad de vida, llena de efectos adversos e iatrogenia. El poder financiero mundial mueve los hilos de la industria farmacéutica, alimentaria y química con el fin de controlar la medicina y nuestra salud. La unión de estos tres sectores ha creado un «monstruo corporativo» que ha conseguido cronificar e inventar enfermedades, censurando al mismo tiempo, con total impunidad, la curación mediante el uso de la medicina natural.
Os invito a conocer y analizar toda la información que he recopilado a lo largo de años de investigación, para después sacar vuestras propias conclusiones sobre esta auténtica «conspiración de la salud». Porque la única forma de combatir este mal que nos domina desde las sombras, es mediante el saber. Solo la verdad nos hará libres.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento1 ene 2018
ISBN9788494802218
El negocio de la enfermedad
Autor

Óscar Fernández García

Óscar Fernández García nació en la idílica ciudad de Almería (España). Es especialista en medicina alternativa, titulado en naturopatía y en acupuntura. Ha sido colaborador, en lo que se refiere a temas de salud, en diferentes medios de comunicación: Naturalradiofm.es, Radio Mar fm 93,5 (Almería), Onda Cero y el periódico digital La Tribuna Económica. Comenzó a compartir sus conocimientos sobre salud a través de conferencias en centros terapéuticos y herboristerías. Además, es el autor de las obras literarias: La biblia de la medicina natural, El negocio de la enfermedad (Ediciones Arcanas, 2017), La semilla anticáncer (Ediciones Arcanas, 2019) y Antivirus. Cómo vencer al coronavirus (Ediciones Arcanas, 2020). Su dedicación a la medicina se inició a causa de una enfermedad grave y supuestamente incurable que padeció en el año 2012. Los médicos le comunicaron que no volvería a caminar, se trataba de espondiloartropatía indiferenciada, una clase de artritis reumatoide crónica, pero consiguió curarse como si fuese un milagro y a partir de ese momento su vida cambió. Actualmente permanece en contacto con sus seguidores y personas que tienen interés en llevar un estilo de vida saludable a través de su página web: www.oscarfernandezgarcia.com

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    El negocio de la enfermedad - Óscar Fernández García

    INTRODUCCIÓN

    Bienvenidos al descubrimiento de un mundo desconocido y silenciado.

    Desde hace décadas existen temas relacionados con la medicina que parecían simples misterios y conspiraciones. Con el paso de los años las conspiraciones se han convertido en realidades y los misterios se han resuelto con claridad. Por desgracia, todavía existen millones de personas que no conocen la verdad del funcionamiento oculto de la sanidad. Esta verdad incómoda de la que hablo, también afirmada por muchos otros expertos en salud, es culpable del dolor que padecen millones de enfermos, que al fin y al cabo son los grandes perjudicados.

    Hoy en día la muerte y la enfermedad tienen más valor que la vida, se han convertido en un negocio muy próspero. La enfermedad es el camino hacia una vida poco saludable y hacia la falta de felicidad plena que cada día asola nuestra sociedad y se hace más resistente, como si se tratase de un virus. ¿Por qué? ¿Por qué estar 100% sano se ha convertido en una rareza, cuando debería ser todo lo contrario? Gracias a los conocimientos adquiridos con el paso del tiempo, a los avances científicos, deberíamos tener una mayor capacidad para defendernos y combatir la enfermedad; evitar que ese mal persista. Sin embargo, ocurre todo lo contrario porque la industria de la salud es, en realidad, la industria de las nuevas enfermedades. Cada vez surgen más patologías nuevas sin ningún tipo de explicación. Y, por desgracia, sufrimos una de las mayores epidemias de ignorancia, miedo, indiferencia, egoísmo e infelicidad.

    El que no tiene tiempo para cuidar de su salud, algún día tendrá que tener tiempo, dinero y paciencia para cuidar de su enfermedad.

    En la sociedad actual la salud eterna parece una utopía porque está siendo censurada por el monopolio de la enfermedad. Este imperio coordinado, con una gran base estructural y piramidal, lleva a cabo estrategias continuas y renovadas con el fin de que todo siga igual. Su poder es infinito y controla instituciones, grandes medios informativos, la formación sanitaria, médicos, organismos de regulación de sanidad y alimentación, e incluso ejerce su influencia sobre algunos gobiernos. Todos van cogidos de la mano. Estamos ante un sistema muy bien organizado y controlado desde una sombra inmensa que planea sobre el mundo. Pero, a cada día que pasa, más profesionales médicos y ciudadanos abren sus ojos ante este sistema moderno de esclavitud que está dejando grandes secuelas en nuestra sociedad.

    La medicina moderna es un negocio. Su fin no es el de servir a la salud humana, sino a sí misma como institución. Por eso existe más gente enferma que sana. Los enfermos necesitan medicinas y las medicinas cuestan dinero.

    El sistema organizado de la enfermedad desprestigia a la multitud de terapias alternativas naturales (medicina holística) que han mejorado y curado la vida de millones de personas; y que además son baratas. No podemos ni imaginar cuántos esfuerzos han hecho algunas multinacionales relacionadas con la salud para silenciar y boicotear la curación de algunas enfermedades que, a día de hoy, el sistema oficial de sanidad de muchos países considera incurables. Y sin embargo, cada vez más médicos están utilizando la medicina holística. ¿Por qué? ¿Por qué utilizan algo que nadie les ha enseñado en las universidades? Parece algo incomprensible, dado que el sistema oficial de salud intenta ocultar y desprestigiar esas terapias naturales. Tal vez la respuesta a esa pregunta sea algo tan sencillo como que las utilizan porque funcionan y son muy beneficiosas para las personas. A fin de cuenta, medicina y salud deben ser un matrimonio inseparable. Curar también es conservar la salud, no solo recuperarla.

    Esos doctores utilizan las mismas herramientas que un naturópata, pese a que la profesión de naturopatía ha estado siempre relegada a un segundo plano y se la ha desprestigiado mediante regulaciones injustas. Por desgracia, en el sistema actual de sanidad también ejercen su profesión algunos doctores que intentan apartar a esos médicos y profesionales sanitarios que intentan ser honestos y denunciar las cosas que se hacen mal. Estas voces críticas son perseguidas por sus propios compañeros de profesión, pero gracias a ellas conocemos algunos de los riesgos que se corren con protocolos innecesarios y medicamentos peligrosos. Estos mismos médicos protestan contra los recortes sanitarios a gran escala que terminan degradando el sistema público de salud.

    «No cambies la salud por la riqueza, ni la libertad por el poder.»

    Benjamin Franklin.

    Nuestro organismo es nuestra defensa. Parece que hemos olvidado que nuestro cuerpo tiene la capacidad y los mecanismos de defensa necesarios para curarse a sí mismo. La medicina ayuda al cuerpo a defenderse en casos de emergencia. Cuando tenemos fiebre, nuestro cuerpo avisa a las defensas de que deben protegerlo ante una posible enfermedad. Contrario a lo que se cree, la fiebre no es mala; solo es conveniente reducirla si empieza a elevarse demasiado o si persiste por muchos días.

    Una gran parte de los ciudadanos españoles, y de muchos otros países, pecan de un consumo excesivo de medicinas. Cuando notan alguna molestia mínima acuden al médico o van a comprar un fármaco sin saber siquiera cuáles son las causas de los síntomas. No llegan a escuchar a su cuerpo y no dejan que los mecanismos de defensa empiecen a actuar.

    El sistema sanitario regulado ataca a la enfermedad por sus síntomas, a diferencia de algunas terapias alternativas que pueden atacar la raíz o la causa directa del problema. Conforme pasan los años, cada vez existen más enfermedades y consumidores de medicamentos —en algunos casos placebos— y los ciudadanos no se preocupan por averiguar cuál es la razón de su problema. No pretenden cambiar de hábitos, alimentación ni enterarse de los tóxicos que les producen las enfermedades. Solo se preocupan de tener el remedio rápido para mejorar su salud. Por desgracia, solo reprimen la patología por un tiempo. El desconocimiento y el asesoramiento médico son claves para seguir con estas costumbres inútiles y, en muchos casos, poco eficaces.

    Existe una epidemia de enfermos provocada y vivimos en un país sobremedicado.

    La prevención es la palabra clave cuando hablamos de la salud. Sin embargo, los gobiernos no parecen muy interesados en prevenir la enfermedad. ¿Por qué? La respuesta es muy simple: porque eso no produce dinero. Piensen en los beneficios millonarios que obtienen gracias a la venta de bebidas alcohólicas y tabaco. Todo reduce al dinero y a si produce o no votos para continuar en el poder. La medicina preventiva y natural no otorga ninguna de esas dos cosas.

    Llevo investigando desde el año 2012 sobre temas relacionados con la salud, y para buscar la verdad he tenido que superar grandes obstáculos; he tenido que quitarme muchas de las vendas que me impedían ver con claridad lo que sucede día a día a nuestro alrededor. Tengo que reconocer que al principio me sorprendí. No podía creer todo lo que estaba sucediendo, y analicé y comprobé la información a través de todos los medios que tenía a mi alcance. No me he inventado nada de lo que voy a exponer en este libro, toda la información ha sido contrastada. No busco vengarme de nadie ni quiero iniciar alguna clase de conflicto con las multinacionales de la salud. Solo quiero compartir todos los conocimientos adquiridos con la gente que, como yo, merece conocer la verdad.

    Yo me dedico a la medicina holística porque la académica deja mucho que desear. Gracias a que descubrí y estudié las diferentes alternativas naturales, conseguí curarme en el pasado de una enfermedad incurable para la medicina oficial. Esa enfermedad me provocó mucho sufrimiento y dolor, por suerte fui capaz de superarla. No soy una persona radical en este tema. Soy consciente y agradezco los grandes logros que nos ha ofrecido la medicina convencional y los grandes profesionales de la salud, que con sus innovaciones han podido curar a millones de personas; pero, ¿a qué precio?

    Hoy en día la salud tiene un precio elevado, y no hablo solo del económico. ¿Cuántos medicamentos causan efectos adversos graves en el organismo? ¿Cuántos remedios han resultado ser peores que la enfermedad? La balanza se inclina hacia un único lado…

    Los métodos modernos de curación se basan en el falso principio de utilizar «veneno contra veneno». Muchos fármacos que tomamos son sustancias que no forman parte de nosotros; son moléculas y compuestos químicos extraños y nocivos. El organismo debe hacer un gran esfuerzo para procesarlos y eliminarlos. En cambio, los remedios más sencillos de prevención y las medicinas naturales contienen sustancias que sí forman parte de nosotros, y por ende su efectividad a medio plazo es mayor. Esto preocupa a muchos científicos, por eso se dedican a criticar las terapias holísticas. Las denominan: pseudociencia. En mi opinión, cuestionar algo cuya eficacia está probada desde hace siglos no tiene sentido; es absurdo. Lo único que buscan estos señores es impedir que sigamos los caminos saludables que tenemos a nuestro alcance, y que pueden debilitar al sector farmacéutico.

    Las consecuencias de todo esto son, por desgracia, muy graves. Las enfermedades de toda clase van en constante aumento y las epidemias llegarán a extenderse de tal manera que será muy complicado detenerlas. Algunos deben de estar frotándose las manos, no tengáis la menor duda. De esta manera se seguirán sirviendo vacunas, sueros y fármacos preparados por la ciencia médica oficial. Y se seguirán llevando a cabo investigaciones para curar enfermedades que no deberían ni existir. Una excusa perfecta para blanquear capitales y sacar fondos monetarios de las cuentas públicas. Todo esto es consecuencia del equivocado modo de vivir y de los tóxicos que consumimos o que tenemos a nuestro alrededor. Tóxicos que nuestros políticos autorizan, consienten y no prohíben por razones que solo ellos conocen.

    Estoy seguro de que, cuando terminéis de leer esta obra, muchos pensaréis diferente. Frases como «mejor prevenir que curar» o «es peor el remedio que la enfermedad» empezarán a tener sentido. Otros quizás no asimilaréis la verdad de lo que sucede y pensaréis que esto es una historia de ciencia ficción. En cualquier caso, solo espero que la información que contiene este libro sirva para al menos haceros reflexionar. No quiero que penséis como yo, solo quiero que penséis.

    Capítulo 1

    La industria farmacéutica no es solidaria

    La industria farmacéutica es tan rica y tiene tanto poder que ha tomado el control de las instituciones de la sanidad pública y de los organismos que regulan los medicamentos y alimentos de los países desarrollados. Es muy común pensar en ellas como multinacionales muy beneficiosas para la vida y el ser humano. ¿Y cómo no íbamos a pensar de esa manera? Crean muchos puestos de trabajo y medicamentos para que podamos curarnos… Por desgracia, eso no es más que el envoltorio; lo que se ve a simple vista. Es algo muy parecido al papel del regalo. Si no lo arrancas y echas un vistazo al interior, jamás sabrás lo que esconde realmente.

    El dinero lo es todo para estas empresas. De ahí que se llamen así; empresas. Su propia definición nos indica cuáles son sus prioridades, pues una empresa es una entidad dedicada a actividades industriales, mercantiles o de prestación de servicios con fines lucrativos. Dicho de otro modo, las farmacéuticas, al igual que todas las empresas del mundo, buscan un beneficio económico. Y cuanto más alto, mejor. Pero, para llegar a tener beneficios, primero necesitan que haya una gran demanda de los productos que ofrecen. Y para ello son imprescindibles las enfermedades; y los enfermos.

    Las farmacéuticas no buscan salud, buscan más enfermedades; buscan dar continuidad a los síntomas. Si curaran todas las patologías, su negocio se desplomaría. Es por ello que, cuando generan un nuevo fármaco, no lo hacen por el bienestar de las personas, sino por los beneficios económicos que obtendrán. Esta es una de las causas de que no se investiguen curas para patologías muy raras que solo tienen un número muy bajo de personas. El coste para hallar un remedio sería muy elevado, mientras que los beneficios, al haber pocos demandantes del fármaco, serían prácticamente inexistentes.

    Basta tener en cuenta cómo funciona y cuál es el objetivo de toda empresa para comprender en qué consiste el negocio de la enfermedad. Los accionistas de una farmacéutica están interesados en que su negocio siga creciendo y prospere, produciendo beneficios millonarios cada año. Por tanto, su interés no es que exista un mundo sin enfermedad, sino todo lo contrario. Las epidemias de enfermos les proporciona clientes, y los clientes les permite convertirse en los ricos de la enfermedad. Por eso fabrican muchos medicamentos con la intención de solo tratar y no curar; de esa manera son más rentables.

    Cada vez más personas critican y muestran su desacuerdo con el funcionamiento del sistema sanitario y los organismos encargados de regular el control de los medicamentos y alimentos. Denuncian las cosas que se están haciendo mal porque saben que se pueden hacer bien, sin perjudicar a una gran mayoría de ciudadanos. Por desgracia, su lucha es prácticamente una misión imposible. El número de millonarios vinculados al sistema sanitario crece cada año gracias a la falta de salud. Es una cuestión de intereses. El bienestar de unos pocos a causa del malestar de muchos. Esa es la triste realidad en la que vivimos. Es cierto que la industria farmacéutica ha salvado muchas vidas a lo largo de su historia, pero también ha provocado graves efectos secundarios en las personas; e incluso fallecimientos.

    Son muy comunes las malas prácticas por parte de estas entidades, tales como ensayos clínicos defectuosos que omiten resultados desfavorables; enfermedades inventadas por intereses económicos; campañas de publicidad y marketing excesivo para consumir un determinado fármaco… Muchos médicos, científicos y académicos están en nómina para apoyar públicamente a estos fabricantes de medicamentos. Y esto es solo la punta de iceberg.

    El sector de la salud es muy complejo y peligroso. Estoy seguro de que la mayoría de las personas que trabajan para la industria del fármaco tiene un buen corazón y buenos valores. Creo que muchos desconocen, a través de la ocultación de datos, el verdadero funcionamiento de quienes les paga. Algunos profesionales médicos son víctimas del sistema organizado y controlado por el poder financiero mundial. Debemos decir todos juntos a los que tienen el poder de la medicina «que todo no vale». Que este modelo basado en tratar enfermedades tiene que cambiar. Son muchas las victimas que sufren con su patología, mientras ellos siguen llenando sus cuentas bancarias.

    Capítulo 2

    Los millonarios de la enfermedad

    La salud está en venta. La raza humana puede sobrevivir perfectamente sin un repertorio de fármacos nuevos, pero la industria farmacéutica no. Su crecimiento ha sido más que notable y se ha llegado a situar entre el tercer y segundo sector más rico de la economía mundial. Con el paso de los años ha superado el nivel de ingresos anuales de la industria del petróleo, la banca y el narcotráfico. El negocio de la enfermedad solo es superado con un gran porcentaje por el sector militar o, lo que es lo mismo, la fabricación y desarrollo de armas y artefactos explosivos.

    Unos obtienen sus beneficios gracias a las balas y los otros gracias a efectos secundarios y sobredosis. Lo que tienen en común es que ambos son los responsables de causar sufrimiento y muerte.

    ¿Por qué enfermamos? La enfermedad, ¿un negocio de la industria farmacéutica?

    Cuando la medicina es un experimento industrial, la enfermedad es una realidad. Cuando en nuestro cuerpo se presentan congestiones, inflamaciones y procesos patológicos, casi siempre aparecerá el dolor como alarma e indicativo de una anomalía dentro del organismo; la sangre está contaminada, su suciedad se hace latente.

    Ante un síntoma que nos incomoda o nos limita para desarrollar nuestras actividades y nuestra vida con normalidad, recurrimos a los profesionales de la salud. Ellos encontrarán el fallo de nuestro organismo en poco menos de cinco minutos, sin evaluar ni analizar los síntomas con detenimiento. Acto seguido nos darán una prescripción de uno o varios medicamentos (drogas legalizadas). De esa manera obtendremos un alivio temporal y tendremos la sensación de que nuestra salud ha mejorado. Confiados, seguiremos con nuestros hábitos insalubres de siempre, sin reflexionar y sin pararnos a pensar detenidamente sobre qué estamos haciendo mal. Sobre porqué empieza a enfermar el cuerpo y muestra síntomas de debilidad.

    No somos conscientes de que la medicina convencional y académica es solo un simulacro aprobado por la ciencia; un protocolo médico regulado y generalizado para aliviar, no para curar. La medicina facultativa está constituida alrededor de unas leyes poco éticas y siembra su cultivo a base de un negocio sistemático, no en beneplácito de los pacientes. Ellos solo reciben una ridícula parte de información sobre su enfermedad. Se les hace creer que hay que medicarla «de por vida»; muchas veces con unas dosis terroríficas.

    La realidad es que en ninguna enfermedad es necesaria una medicación permanente. Lo único imprescindible son los mecanismos adecuados para detectar problemas de salud y las últimas innovaciones que nos ayudan a recuperarnos.

    Los propios médicos saben que, en algunos casos, no es necesario un arsenal de fármacos para el paciente, pero sí para la prosperidad del sistema al que representan o para el que trabajan. Así que, ¿a quién deben representar? ¿Al paciente? ¿A la sanidad? ¿A su propio futuro, convirtiéndose en una especie de «comercial de la industria del fármaco»?

    La medicina facultativa, con sus drogas legales, actúa en muchos casos con precipitación. ¿Dónde está la prevención de lo que nos enferma? Si tratamos los síntomas con medicamentos que provocan efectos secundarios a medio y largo plazo, la enfermedad se hará más fuerte y crearemos el caldo de cultivo perfecto para la existencia en nuestro organismo de unas células empobrecidas nutricionalmente. De esa forma damos pie a que las enfermedades crónicas se vuelvan una realidad que nos perseguirá en silencio durante el resto de nuestras vidas.

    Muchos se preguntan: ¿por qué enfermamos? Las causas pueden ser muchas y muy variadas. No existe una fórmula matemática precisa para responder a esa pregunta y, al final, la falta de salud no es más que el resultado de una serie de hechos concretos y preocupantes que se dan en el mundo que nos rodea hoy.

    La contaminación medioambiental y electromagnética es, sin duda, una epidemia silenciosa, un gran problema de cada vez más difícil solución por culpa de nuestro estilo de vida. Mientras que la alimentación insana se ha convertido en una pandemia del siglo XXI. Los aditivos de los alimentos, los agroquímicos, los efectos secundarios de la medicación excesiva, los productos químicos que tenemos en el hogar… todo «ayuda» para enfermar. También hay que tener en cuenta el estrés derivado de los problemas y las preocupaciones de nuestro día a día, que pueden llevar a un descontrol emocional que nos puede enfermar.

    Por último, y no los menos importantes, el alcohol, el tabaco y las drogas en general son capaces de producir muchos problemas de salud que pueden derivar en una muerte lenta y dolorosa.

    Por desgracia la contaminación (ya sea medioambiental, electromagnética o alimenticia), el cáncer y los virus suponen una fuente inagotable de ingresos para la industria farmacéutica. Y lo peor de todo es que los gobiernos lo permiten e incluso fomentan todo el sistema delante de nuestras narices. La ciencia va en muchas ocasiones de la mano de ideologías políticas, tal como hemos visto especialmente a lo largo del pasado siglo, por desgracia siempre tiende la mano hacia el sector de los grandes peces del sector económico; nunca hacia el bien

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