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Estrellas De Polvo
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Libro electrónico109 páginas1 hora

Estrellas De Polvo

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Ricardo Nola tiene un talento natural para equivocarse a la hora de elegir socios y compañeros de trabajo. Actor diplomado por la Escuela de Arte Dramático, su drama real es tener que ganarse la vida haciendo anuncios publicitarios gracias al pésimo trabajo que realiza su representante: Al Sapone. Aun así, sus amigos lo adoran, le envidian y se toman sus desgracias como si fuesen las aventuras de un explorador. El único motivo por el que Ricardo va a las fiestas de sus amigos es porque dan de comer, y cada vez que va, todos los asistentes tienen ansias de saber en qué lío se ha metido esta vez: un chat erótico junto con su amiga escritora Eva Pop. Aventura que, al igual que las otras, dura más bien poco. Por esta razón, Ricardo se ve obligado a alejarse de los escenarios para trabajar en el mercado, con el único propósito de poder sobrevivir al final de cada mes. Cansado de esta vida, se deja enredar, una vez más, por un proyecto misterioso que lleva a cabo su mejor amigo, Thomas Albergari de Polonghera, proveniente de familia noble y culta. El proyecto consiste en llevar a la escena (en realidad, se trata de teatro de calle) monólogos extraídos de un libro que trata sobre la Unificación de Italia, y recorrer las hazañas de Garibaldi. Sin embargo, mientras que el General consiguió unificar el país, los caminos de Thomas y Ricardo se separarán. Con tal de no tener que arrepentirse, está justificado sacrificar toda una vida. Pero por desgracia, el tiempo no es amigo de nadie.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento12 feb 2017
ISBN9781507160633
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    Estrellas De Polvo - Enrico Mattioli

    OCHO

    ESTRELLAS

    DE POLVO

    Enrico Mattioli

    Traducción: Yaiza Cañizares

    DEDICATORIAS

    Una aventura nos esperará lejos de casa. El cansancio sustituirá al hambre y al sueño. Solo quedarán las ganas de vagar sin rumbo. Solo, con la compañía de un cigarro. Una calle desértica.

    Cómo únicos compañeros los gatos, que durante las horas oscuras de la noche desprenden esa melancolía que se refleja en los negros escaparates. Agazapados en sus escondites esperan perennes su oportunidad para comer. Ellos no se preocupan por el descanso cuando disponen de siete vidas para gastar gracias al Todopoderoso. 

    El actor busca a su público como el gato que busca a su presa. Cada uno invita a sus amigos al evento y cambian sus roles: un día protagonista, al otro, espectador. Es el duro trabajo de tener que llenar una sala de corazones que no son los mismos cuando concluye la obra.

    NOTAS DEL AUTOR

    El proceso de la documentación encuentra muchos obstáculos. No todo el mundo ve con buenos ojos que un intruso se infiltre en ambientes ajenos y trate de imitarlos. Muchos opinarán que la calidad de los resultados será pobre y pondrán en duda la veracidad de lo expuesto. Estrellas de Polvo es una novela de narrativa.

    Ni las ilusiones ni las expectativas tienen cabida en la vida de Ricardo Nola, el protagonista de esta novela. La máxima de obtener el mayor resultado con el mínimo esfuerzo está tan extendida como una pandemia. Por eso, considero oportuno repetir que no siempre se consiguen los resultados deseados por mucho que se insista: es una ecuación errónea. Lamentablemente, hay veces que por mucho que nos esforcemos en conseguir algo, no sucede así por razones inesperadas o que desconocemos. Este libro es una reflexión sobre el esfuerzo, sobre la nostalgia, sobre la necesidad de buscar las razones que hagan falta para seguir adelante.

    Enrico Mattioli

    CAPÍTULO UNO

    A menudo, me quedo fuera de la escena para observar cómo mis amigos se roban el protagonismo unos a otros. Si dijera abiertamente que el talento, la preparación y el trabajo duro marcan la diferencia entre exhibirse e interpretar, me considerarían un creído y todos me odiarían.

    Llevo bostezando cinco veces seguidas porque desconozco el tiempo mínimo para que las uñas vuelvan a crecer, competencia necesaria para participar en la conversación de Willy. Colecciona cortaúñas y sets de estética, pero lo más insoportable es que le encanta compartir estos intereses durante las cenas, como aquella en la que nos encontrábamos. Además, cuando reserva mesa no permite a nadie pedir, pues se considera el único capacitado para relacionarse con los camareros porque suele ir mucho a todo tipo de eventos y sabe cómo funcionan las cosas.

    En cuanto a Mary, la prima de Willy, le toca ser la organizadora de las fiestas. Se ocupa de cada detalle y nos tiene a todos nosotros, los pringados, agarrados por las pelotas. Willy y Mary: el secreto está en que los dos nombres suenan bien. A Mary le gusta estar con gente y a Willy también le encanta la compañía. Es algo contagioso querer sentirse bien con los demás cuando uno no se siente bien consigo mismo.

    Todos buscamos algo. Yo voy a las fiestas porque tengo hambre. En estas cenas, lo único que se decide es mi posición en la tabla de clasificación: zona de retroceso, salvación en el último momento y los innumerables campeonatos de vaivenes existenciales.

    No trabajaba desde hacía algún tiempo. Mi último trabajo fue un curso de interpretación coordinado con mi amigo Thomas Albergari. El primer mes era gratuito, durante el cual impartíamos una clase a la semana –preliminares de la técnica y dicción para captar el interés de los alumnos–, después se acordaba un precio asequible. Resultado: no volvía nadie. Eran jóvenes que se lanzaban a la piscina en busca de la fama televisiva. Eran grandes maestros en el teatro de la vida, interesados más en las habilidades sociales que en las habilidades artísticas.

    También, escribía guiones y obras de teatro. Les enviaba mi material a los directores a cuyas representaciones asistía como espectador en más de una ocasión, con el propósito de entablar amistad o de suscitar en ellos un sentimiento de reconocimiento a cambio de la fidelidad que les mostraba.

    La virtud fundamental que un artista ha de tener es mostrarse siempre ocupado, aunque sea con las obligaciones de la casa. Ellos siempre estaban ocupados con proyectos importantes, o por lo menos esa era la primera impresión que me daban. Intentaba apartar de mi mente la segunda hipótesis sobre si mi trabajo o mi persona se les hubiera, o no, indigestado, pero conforme pasaba el tiempo, más me convencía a mí mismo de haberla cagado de nuevo. 

    La vieja manía de americanizar los nombres no había cesado entre mis amigos. Willy era Guillermo, Al era Alberto y Rick era Ricardo, o sea, yo. Se analizaba esta tendencia y se comercializaba con ella. Como siempre, a las cosas más estúpidas se les dan más importancia.

    Ricardo Nola.

    Especializado en nombres artísticos, títulos de piezas musicales, títulos de novelas, cuartas de cubierta y obras intelectuales en general.

    ¿Has compuesto una obra de arte pero no encuentras el título idóneo?

    Escríbeme y lo encontraremos.

    La carta de presentación de una obra y su título son fundamentales.

    A los que visitaron mi página web, les pareció divertida esta nota:

    «La autoestima solamente se alimenta de las habladurías cuando su nivel está totalmente por los suelos». Mi buzón electrónico estaba lleno de invitaciones para espectáculos, pero vacío de proyectos. En mi camerino virtual había un espejo, ante el cual me paraba para observar con calma el carnaval de la existencia, sin ver cómo los días de júbilo sucedían.

    Anita, poetisa y de Forlì, me contactó por el chat al día siguiente del anuncio. Quería un nombre, no estaba contenta con el suyo. Pensaba que era por eso, por lo que las cosas iban de mal en peor, hasta la mala suerte se convertía en un clavo ardiendo al que agarrarse. Anita entendió que los vicios y las debilidades de los demás se usan sin escrúpulos porque constituyen una fuente de oportunidades. Trabajaba como correctora de textos, pero los errores germinaban en las hojas sin generar más folios y por eso, decidió asentarse en el negocio del chat erótico:

    -Entonces, ¿qué necesitas exactamente, Anita?

    -¿Entiendes de chats eróticos?

    -No. Pero podemos encontrar algún nombre para ti.

    -¿Tenías alguna idea?

    -Sí. Había pensado en... Eva.

    -¿Eva?

    -La pecadora por excelencia. Nombre de puta, ¿no?

    -Mi madre se llama Eva.

    -Ah, perdón...

    -No pasa nada. Es apropiado.

    -¿De verdad?

    -Sí. Está bien.

    -¡Genial! Entonces, propongo: ¡Eva Pop!

    -Eva Pop está bien.

    -Sí, Pop: amiga del arte pop y del arte porno.

    -¡Ahí la has dado!

    -Un pregunta: ¿por qué el chat?

    -¡Porque es un negocio de la leche!

    -¿Ah, sí?

    -¡No tienes ni idea de los desgraciados que hay en internet! La desgracia da dinero.

    -Bueno, me alegra haberte sido útil.

    -Solo una cosa más. Mi sexto sentido me dice que te lo tengo que preguntar.

    -Dime.

    -¿Te gustaría colaborar? Textos, indicaciones, servicios puntuales, por ejemplo: un trío, pagando el suplemento; cosas del estilo y otras que iremos haciendo sobre la marcha.

    -Pues, no sé cuánto tiempo podría dedicarle. Soy actor. Y si me surge un proyecto, ¿qué?

    -Te ofrezco el treinta por ciento. Yo pongo la web y me ocupo del resto. Al fin y al cabo, la idea es mía.

    Pasó el tiempo. Una noche convencí a Willy para que me acompañase al Testa

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