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La Misericordia de Dios
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Libro electrónico57 páginas30 minutos

La Misericordia de Dios

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El regreso de los tres inusuales vampiros bajo la mirada de Dios.

El regreso de los tres vampiros en una pequeña ciudad sin nombre de la profunda Transilvania. Uno de ellos de inusual apariencia. Cuarenta años han pasado desde el día en que la condesa Zejna ha encontrado una nueva vida en su aparente muerte. Alguien se pregunta por la crueldad de una bestia, bestia que ayuda  a consumir un drama a expensas de los inocentes. Cual salvación es posible y especialmente a quien... se le dará la misericordia de Dios, pero Dios la tiene?

IdiomaEspañol
EditorialBadPress
Fecha de lanzamiento23 jul 2016
ISBN9781507147405
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    La Misericordia de Dios - Barbara Risoli

    Barbara Risoli

    ––––––––

    LA MISERICORDIA DE DIOS

    ––––––––

    Novela corta

    Generalmente paranormal

    Derechos de autor 2015 Barbara Risoli

    Reservados todos los derechos

    ––––––––

    - 1 -

    Viajaban juntos la mujer, el hombre y el perro. Viajaban sin paradas y sin rumbo. Cruzaron el mundo que era indiferente a la frenética búsqueda de una vida que no le pertenecía más. Distante de Dios que los había abandonado para siempre, como a la mayor parte de los ángeles caídos, vacíos de aire y llenos de maldad, apareció bella rebelde y deslumbrando fácilmente a los ojos incautos que descansaban sobre su rostro perfecto. Era hermosa y tan fácil de amar, fácil de querer, para invitar  a lo inevitable.

    Y estaban de vuelta donde se habían convertido en las inseparables familia absurda y perpetua, en ese pueblo de la Transilvania solitaria y remota donde el tiempo era algo injusto en personas temerosas y tímidas. Nada había cambiado en los cuarenta años de su ausencia, nada excepto la memoria. El gran palacio de la joven condesa solo al mundo no había cambiado, incluso solo fue tocado un poco por los que estaban acostumbrados a atacar todo, envuelto en su suntuosa  maldición. Llegaron a la caída final del sol, cuando la oscuridad no es oscura y la luz ya no es luz. Protegida por el carruaje blanco tirado por caballos como ellos, infernales, que habían llegado a la gran plaza que estaba en manos de la naturaleza. Silenciosos los pasos de los caballos se detuvieron con una orden mental de quien más se parecía a ellos, el magnífico perro negro que se llamaba Vuk. Zejna, salvada por la bestia que le acompañaba, descendió lentamente, el vestido bourdeaux que nunca se rindió, de ​​aspecto perfecto en detalle, la belleza de la deslumbrante mortalidad hizo abrumadora la inmoralidad que le había sido reservada. Detrás de ella Rudolph, compañero perfecto, como si el cielo, a pesar de todo, le hubiera diseñado tan excelente emparejamiento.

    Las tres figuras, suspendidas en una dimensión desconocida, subieron la larga escalera que conduce a la gran puerta de entrada chirriante al menor contacto de la brisa de la tarde. Un lejano aullido los puso en estado de alerta, sin asustarlos, la noche era su elemento y las heladas ya atacaron las tierras que permanecen postradas a ellos, no regalaban escalofríos. Rudolph puso la mano  sobre la madera pesada y la puerta se abría en un saludo espeso que Zejna parecía recordar. Esa puerta había estado cantando una melodía inquietante, que nunca tuvo la diligencia de

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