Mi hijo pródigo

Por Mireya Pérez Rodríguez

La historia de una madre que luchó contra el mundo de las drogas, donde su hijo se

había perdido, su hijo pródigo.

Lo más importante es perdonar, para poder hacer el milagro en nuestras vidas, si no perdonamos y nos cerramos en lo que pasó y lo que se perdió, no tendremos posibilidad de encontrar el camino a la curación de nuestro hijo y de nuestro entorno. Debemos empezar por perdonarnos a nosotros mismos, y dirán ustedes, ¿esta mujer está loca?, ¿cómo que debemos empezar por perdonarnos a nosotros mismos? Pues aunque no lo crean, si, hay que empezar a perdonarnos, sin que se hayan dado cuenta, ustedes en más de una ocasión se deben haber sentido culpables: porqué no llegué a tiempo a la clase de natación, porqué no le compré la bici, porqué no lo escuché pues me impedía ver el partido de futbol, tantos y tantos momentos en que se nos acercó para hablar y no tuvimos tiempo.

Eso si no tomamos en cuenta las veces que le dijimos que sí a algo que pedía, sin darnos cuenta de qué era lo que estaba pidiendo, siempre estábamos ocupados.

No hay nada más hermoso ni que nos haga sentir mejor, como el momento en que dejamos atrás el ego que nos aconseja empeñarnos en buscar culpables y empezamos a perdonar, hay una frase que dice «el perdón los hará libres», y es total y absolutamente cierta.

• Idioma: Español
• Editorial: Caligrama
• Fecha de lanzamiento: 22 abr 2015
• ISBN: 9788416339709

Vista previa del libro

original: Mi hijo pródigo

Primera edición: Abril 2015

© 2015, Mireya Pérez Rodríguez

© 2015, megustaescribir

Ctra. Nacional II, Km 599,7. 08780 Pallejà (Barcelona) España

Interior Gráficos / Arte de crédito: Marcas de agua,

Thinkstock: 523923255 y 101800755

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Índice

Dedicatoria

Prólogo

La Historia…

Capítulo Primero

Capítulo Segundo

Capítulo Tercero

Capítulo Cuarto

Capítulo Quinto

Capítulo Sexto

Capítulo Séptimo

Capítulo Octavo

Capítulo Noveno

Capítulo Décimo

Cartas

Tengan Siempre En Mente

Notas de la autora

Alma de mi Alma

Publicados en mi blog

Bibliografía

Dedicatoria

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Para todos los padres, madres, hermanos, que han sufrido, Y siguen sufriendo las secuelas de esta enfermedad tan cruel.

Prólogo

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Cuando era niña, en mi ciudad natal Caracas, mis padres me inscribieron en un colegio de monjas, ellas junto a mis padres, formarían mi carácter y mi vocación de madre, soy una mujer sencilla y trato siempre de ayudar a los demás en lo que puedo, tengo una Fe inquebrantable, y a pesar de las penas, siempre trato de esbozar una sonrisa, me gusta hacer reír a la gente con alguna frase y en lo posible brindar una palabra de aliento para el que lo necesite, todo esto forman parte de mi equipaje existencial, creo sin modestia, que es mi mayor virtud.

Sin embargo y a pesar de toda la formación recibida, de mis estudios universitarios y de la escuela de la vida, nada me prepararía jamás para los hechos que acontecerían cuando mi hijo menor cumpliría 18 años, razón de ser de este libro.

Recuerdo que al leer por primera vez la Parábola del Hijo Pródigo, tendría unos 7 años, en un libro que todavía conservo ¨La Historia Sagrada¨, me impresionó su mensaje, ajena sin embargo, de que sufriría en lo más profundo de mi amor de madre, lo mismo que el padre de esa Parábola de Jesús, tantas veces leída, y que con tanta razón demostraba el amor infinito de un padre a un hijo, sin importar el credo, raza o condición, todos los padres amamos a nuestros hijos hasta el punto del sacrificio supremo, salvo que haya alguna anomalía y ese padre sea un desnaturalizado, como desgraciadamente hemos visto en partes de la historia o en algunos periódicos. Pero en reglas generales, si habláramos con cualquier persona de los de a pié, nos dirían sin ninguna duda, que no dejarían de remover Cielo y Tierra para ayudar a un hijo.

Mi esposo que también estudió en un colegio de curas, y había trabajado desde muy joven, le tomó por sorpresa tanto o más que a mí, pero quizás a él le afectó más porque, la mentalidad de los varones es diferente a la nuestra, y al principio no podía creer lo que estaba pasando, y lo sufría en silencio, hasta que el destino le puso ante una prueba mayor, que le restaría fuerzas para luchar en los dos frentes que se nos presentarían, y que lo dejaría moralmente tocado e indefenso ante lo que nos ocurrió.

Nosotros lo hemos vivido y todavía lo estamos viviendo, lo peor es que la situación se escapó de nuestras manos y nos arrastró consigo como en un tsunami, devastando todo lo que conseguía a su paso, pero lo único que no ha podido quebrantar es nuestro afán de lucha y de lograr algún día el milagro maravilloso de ver volver a nuestro hijo, nuestro hijo pródigo, y hacer una fiesta ¨porque estaba muerto y ha resucitado¨.

Por él y por tantos padres, que como nosotros, no han perdido la esperanza, va este libro, donde detallo paso a paso el viacrucis que hemos sufrido, esperamos que si están a tiempo y en algún momento ven o reconocen algo de lo que están viviendo, puedan tomar las medidas pertinentes y lograr la curación a tiempo de sus hijos, no queremos que nadie pase por nuestro dolor y si en algo podemos ayudar con nuestro ejemplo y nuestras luchas, sabremos que no ha sido en vano.

Ojalá que nunca en ningún lugar u hogar de este mundo, las familias se vieran en este trance tan duro, pero con fe, con amor y con templanza quizás logremos alcanzar la cima y ver a lo lejos la figura de ese hijo que nos arrebató la droga o el alcohol y que regresa sano y con renovadas ganas de vivir y recobrar lo perdido. No importa que en el transcurso de este duro camino, lo hayamos perdido todo, lo importante es volver a tener en nuestros brazos y en nuestro hogar a ese hijo amado.

A todos ustedes, que Dios los Bendiga, que les de la fuerza para sobrellevar este duro trance, pero que por encima de todo nunca pierdan la Esperanza, es la que nos mantiene vivos y con ganas de seguir luchando.

Mireya Pérez R.

La Historia…

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Capítulo Primero

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Mi querido hijo, hoy hemos descubierto con asombro de nuestro corazón, que has estado haciendo cosas que desconocíamos, cuando te preguntábamos sobre esas fiestas, nos decías que eran sanas, que solo les daban agua, que lo que hacían era bailar y escuchar música. En nuestra ignorancia, y como nunca en nuestra presencia consumías ni siquiera una cerveza, creímos lo que nos contabas.

Yo quería conocer a esos amigos con quienes estabas saliendo y de ser posible también a sus padres, y de tanto machacar, al final lo hiciste, se que debí observar más, pero desconocía el mundo tan terrible en el que empezabas a entrar. En mi juventud había escuchado de la Marihuana, el LSD, la heroína, pero desconocía toda la variedad de infinitas drogas que hoy existen, incluyendo las de diseño, lastimosamente para nosotros las veríamos aparecer en el horizonte sin