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Coordenadas desordenadas
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Libro electrónico216 páginas2 horas

Coordenadas desordenadas

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Información de este libro electrónico

El universo es un lugar complejo, lleno de luces y oscuridades, pero solo si alguien mira.

Dos cazadores de tesoros a la caza de un mito, un ángel custodio sin planeta ni habitantes que custodiar, un humano cualquiera, una patrulla de la guardia intergaláctica en busca de criminales, dioses, mecánicos, hippies, satélites, planetas, naves, el universo interminable, en fin, una aventura que hace cabriolas sobre un fondo tan negro como el cosmos, o eso o un road book, no estoy seguro.

IdiomaEspañol
EditorialCaligrama
Fecha de lanzamiento3 mar 2016
ISBN9788491124207
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    Coordenadas desordenadas - Roberto Moreno Fernández

    Título original: Coordenadas desordenadas

    Primera edición: Marzo 2016

    © 2016, Roberto Moreno Fernández

    © 2016, megustaescribir

                 Ctra. Nacional II, Km 599,7. 08780 Pallejà (Barcelona) España

    Esta es una obra de ficción. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. Todos los personajes, nombres, hechos, organizaciones y diálogos en esta novela son o bien producto de la imaginación del autor o han sido utilizados en esta obra de manera ficticia.

    Quedan prohibidos, dentro de los límites establecidos en la ley y bajo los apercibimientos legalmente previstos, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, ya sea electrónico o mecánico, el tratamiento informático, el alquiler o cualquier otra forma de cesión de la obra sin la autorización previa y por escrito de los titulares del copyright. Diríjase a Thinkstock, (http://www.thinkstock.com) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.

    ISBN:   Tapa Blanda         978-8-4911-2419-1

               Libro Electrónico    978-8-4911-2420-7

    Contents

    Libro primero

    Libro segundo

    Libro tercero

    Sobre el autor

    Libro primero

    Hay momentos en la vida

    en los que no pasa nada.

    Y luego hay otros en los que…

    sencillamente pasan cosas.

    .

    Serafín era el ángel encargado de los ángeles custodios de Dijous beta, y, como todos los jueves, estaba jugando a la brisca con cuatro de sus compañeros. Iba ganando, cosa que no solía ocurrir, pero claro, como la suerte viene y va… una pequeña explosión les sobresaltó a todos. Se miraron con la intención de preguntarse qué había ocurrido cuando una segunda detonación suspiró con viento cálido. Los ángeles comenzaron a escuchar en sus cabezas las suplicas de miles de personas en su mundo, se levantaron de las sillas y se asomaron a la nube, pero en ese mismo instante, con el tercer estallido, todo se puso muy negro, literalmente, negro y espeso.

    Serafín abrió los ojos, había destellos lejanos. Al parecer estaba en medio de una nada absoluta. Miró en busca de… algo, pero solo halló la inmensa negrura del universo y los puntos lejanos. -¿El planeta se ha esfumado? ¿O me he esfumado yo?- se preguntó. Miró a un lado, luego al otro, luego a otro y a otro más. Echó un último vistazo hacia atrás, le pareció ver una estrella que antes no estaba allí. Se fijó en ella. La estrella estaba creciendo, se hacía más grande por segundos. –¿Pero qué…?- comenzó a preguntarse, pero la estrella ya estaba lo suficientemente cerca como para ver que no era una estrella, sino una nave interestelar. Se le ocurrió que podría pararla y pedir que le llevasen, así que extendió los brazos, extendió las alas y… la nave le dio las largas.

    .

    –¿Qué ha s-s-sido eso?

    –Un pájaro.

    –Señor, estamos ennnnn… en el espacio…

    El señor se quedó esperando alguna explicación más concreta.

    –…aquí no hay pájaros.- aclaró el ayudante.

    –Pues una roca, yo que sé, un meteoro… lo que sea, ¿a quién le importa?. Dime- continuó al cabo de unos segundos –¿Cuánto queda para llegar a Onhi-Hagi Eltresor?

    –Alrededor deeee- de de de… un lustro, señor.

    –Uf, me temo que vamos a tener que parar en la próxima galaxia, me apetece ver un poco de vida inteligente, no te ofendas. Dar un paseíto… ir a alguna fiesta quizá… Por cierto ¿cómo están los tanques?

    –El depósito de excrementos está q-q-q-q… q-que no cabe un alfiler- tartamudeó el pequeño ayudante.

    –¿Nos pilla algún planeta vertedero de paso?

    –Hace siglos que pro-pro-pro-hibieron los planetas vertedero, señor, ahora hay que echarlo al alcantarillado de alguna ciudad moderna, ennnn algún planeta habitado porrrr…- hizo un par de gestos convulsos y continuó –por robots depuradora.

    –¿Y hay alguno de camino?

    –En la próxima galaxia.

    –Bien, y… ¿nos queda luz?

    –Sí, señor, aunque no mucha.

    –Estoy pensando que un combinado de luz con te y hielo picado no me vendría nada mal.

    –Ahora mismo se lo preparo- se ofreció después de que una sacudida muscular le agitase el rostro.

    –Gracias Ratón, eres un gran ayudante. Échale un poco de ron también, porfa.

    –Es un placer servirle Don Braçánic, fue un placer servir a su padre y es un placer servirle a usted- agregó mientras se marchaba al mini mega bar de la nave, que estaba en esa misma sala- Hazme un long light ice tea- se le escuchó ordenar a la licuadora.

    .

    Solipandi3, antes de ser descubierto, era el planeta con la vida menos inteligente del universo conocido. Luego del descubrimiento fue establecido como colonia penitenciaria. Gracias a las técnicas avanzadas de conmutación de cerebros, la conciencia de los presos se introducía en el cerebro de cualquier animal que ya habitase el planeta. Por supuesto sin tener control del cuerpo, es decir, que el preso veía, oía y, en definitiva, sentía lo que sentía el animal mientras que este hacía su vida. Y esa era su prisión.

    Ass S. Humit era uno de esos presos. Llevaba treinta años y aún le quedaban otros setenta. Antes de eso había sido el general del ejército de Lodus Brown, un planeta de seres de fango no muy dado a la guerra. Ass se vio afectado por el poder y reunió unos cuantos escuadrones dispuestos a hacerse con el control de toda la galaxia. Contra todo pronóstico, se llegaron a hacer con el planeta. Lo estaban haciendo bien, hacían el mal pero lo hacían bien. El fin de la historia llegó el día que el equipo de footfotón, los Supinos de Amberes, ganaron las olimpiadas galácticas y en su tercer día de celebración impactaron por casualidad contra la nave de Ass S. Humit que se dirigía a pasar el fin de semana en una ciénaga que tenía alquilada en un satélite cercano. Ellos iban bastante bebidos, pero no solo se libraron de la denuncia, sino que les otorgaron una medalla a la casualidad heroica. Desde entonces Ass estaba en aquel planeta, viviendo en primera persona la vida del pollo negro y gordo que hospedaba su conciencia.

    Sintió como el pollo se encontraba una babosa y la engullía, luego sintió un retortijón y sintió como picoteaba el excremento. Ese no era ningún problema ya que Ass en su vida anterior había mantenido relaciones sexuales con hembras de fango que tenían peor aspecto que aquello, incluso a veces peor olor.

    Cuando la mierda estaba a medio picotear, un estallido sobresaltó al pollo y a su inquilino, el estruendo venía del cielo, sin embargo el animal jamás había mirado hacia arriba, y tampoco lo iba a hacer, hasta ahora le había ido bien lo de correr en línea recta. Ass estaba gritándole pensamientos groseros al cerebro primario del ave.

    –¡Mierda, quieres mirar hacia atrás jodido pajarraco! ¡Eso suena como una maldita nave espacial! Estúpido pollo de las…

    .

    El ruido cesó, se abrió una compuerta y de ella salió un ser antropomorfo con el pecho como un toro de Sión, un brazo mecánico, unas mallas muy prietas y el pelo despeinado. Detrás de él apareció un hombre más pequeño, un hombrecillo vestido con una túnica negra, que no paraba de gesticular, como si tuviese un tic.

    –Señor, en este planeta nnnnnno podemos vaciar el tanque.

    –Ya me lo has dicho tres veces, Ratón, no te preocupes, solo voy a echar una meada. Y te recomiendo que hagas lo mismo- continuó –porque la última vez que he intentado ir al baño, la tapa no se abría y el lavabo me ha dicho que se había puesto en huelga, dice que hasta que no la evacúen no se abre.

    –En ese caso… si-si-si-si no le importa… me voy a meter entre esos arbustos para…

    -Sin problema, Ratón, no tengas prisa por volver- dijo bajándose la cremallera del pantalón.

    Diez minutos después, mientras Ratón volvía a la nave, se cruzó con un animalillo, en un rápido movimiento, lo agarró del cuello y se lo llevó entre los brazos, el pollo le llegaba por la cintura y pesaba más o menos lo mismo que él, pero Ratón tenía fuerza.

    –¿Dónde vas, bonito? ¿Eres un pollito muy gracioso, sabes?- le canturreó Ratón mientras acariciaba su negro plumaje.

    Se adentró en la nave con aquel animalillo tan salao, Braçánic estaba en la ducha. Cerró la puerta de la nave y soltó al pollo. Ass S. Humit sonreía mentalmente mientras el ave se iba directamente a picotear el bajo de los muebles (en la historia del universo se han creado robots que limpian el suelo, productos que eliminan el polvo, cocinas anti chorretes… pero a nadie le había dado por inventar un sistema de limpieza para el bajo de los muebles de cocina). Avar Braçánic salió del baño con una toalla enrollada en la cintura, vio que un negro pollo se colaba en el baño dando brincos, e intentaba forzar la tapa del retrete.

    –¿Qué diantres…?

    –¡Ah!, señor, he encontrado a este pobre animal, señor, y me pregunta-ta… me preguntaba si podría quedármelo- una contracción le cruzó la cara.

    Braçánic miró para otro lado intentando pensar en las consecuencias de adoptar un pollo enorme y negro. Entonces vio que la pierna de su sexomática 3000 asomaba sugerente por la puerta, sin duda se estaba frotando con el marco. Se había olvidado de apagarla.

    –Ningún problema, amigo, ese pollo es tuyo. Pero si no te importa, sácalo del baño antes de que rompa algo, o algo lo rompa a él, y no quiero ver excrementos de pollo nunca jamás- el retrete le estaba lanzando mordiscos y el pollo buscaba la forma de esquivarlos y llegar a su interior con una esperanza necia.

    La sexomática preguntó a Braçánic si le apetecía un poco de placer oral. La apagó, se puso unas mallas con relleno en la zona genital y una camiseta de tirantes que habría reventado por todas las costuras de haberlas tenido. Salió de nuevo a la sala de control.

    La nave comenzó a elevarse y debajo de una de las patas apareció la silueta de un ángel, de la silueta salió el ángel un poco dolorido, se había quedado enganchado a la nave cuando le golpeó. La nave comenzó a elevarse y Serafín se lanzó y se agarró con fuerza a un saliente del rotor izquierdo. Avar y Ratón se dispusieron a surcar el infinito en busca de otra galaxia que albergase un sistema solar con vida, ya no digamos inteligente, pero que al menos estuviese habitado por algo o alguien que fuese capaz de montar una fiesta más o menos decente, y de invitarles.

    –Según el ordenador, en Virgo 69 se celebra una- expuso Ratón –¿quiere que nos acerquemos a ver lo que se c-c-c-cuece?

    –¿Son humanoides? Me apetece una fiesta de humanoides.

    –Un momento…- consultó el ordenador –Aquí está… la fiesta se celebra en la ssssssuperficie de un cometa y…. y tiene una duración de dos años y tres meses, lo mismo que tarda en hacer su recorrido. Joder…- añadió mientras sus cejas hacían la ola y su nariz se contraía bruscamente –No, aquí está, Virgo 69: planeta habitado por entes gaseosos pacíficos, mmmmuy conocido por su fiesta de la co…copula, en la cual los entes se colocan en la cabeza del cometa JK2-Manfred, y tras la congelación de sus cuerpos se lleva a cabo el acto reproductor, aunque a día de hoy los jóvenes se cuelan en la fiesta para mantener relacciónnnes únicamente por placer.

    –Creo que no nos conviene subirnos a un cometa.

    –D-d-definitivamente.

    –Oye, ¿y qué me dices de ese planeta tan azul que veo en el LPU?

    .

    –¿¡Cómo es posible que haya escapado!?

    –Tenemos el video, señor mariscal, se lo llevaron en una nave.

    –¿¡Quien es el responsable!?

    –La nave está registrada con el nombre de Destraldeferro Q-Tallalcosmos, el dueño es Avar Braçánic, y su única tripulación son: él y un tal Míster Ratón, su ayudante. Bueno y ahora el pollo Humit.

    –Avar Braçánic… ¿De qué me suena ese nombre?

    –Fue brigadier en las tropas unidas, aquí pone que un Vellamb Espasa le arrancó el brazo izquierdo en la guerra de Defensión. Se hizo poner un brazo nano-tecnológico y después de aniquilar a todo el planeta con su ayuda, se cogió una baja y hasta hoy.

    –Creo que lo conozco de la escuela de oficiales. En cualquier caso no entiendo porque se ha llevado al pollo.

    –Lo más probable es que ignore que la conciencia de Ass S. Humit está dentro.

    –Eso, o que está planeando algo…

    –Sí, claro, también cabe esa posibilidad.

    –¡Yo mismo iré en su busca, prepara la nave y a cien hombres!

    –¿Cien hombres, señor?

    Al mariscal de campo no le hizo falta otra cosa que mirarle con su ojo bueno, el de cristal simplemente simuló la mirada, haciéndola más fría si cabe.

    –A la orden señor, en cinco minutos estarán todos a bordo.

    .

    –Por la gloria de mi madre, eso sí que es una juerga- dijo sobresaltado Avar Braçánic, que miraba por el maxiperiscopio de la nave. –El problema es que no vamos a poder aparcar ni de coña… ¿Funciona el radiotransportador cuántico?

    –Sí, lo arreglaron las mecánicas de Sálomon7, en la última revisión.

    –Perfecto, pues ve conectándolo. Nos vamos de fiesta.

    .

    Cuando abrió los ojos, Serafín se dio cuenta de que la nave estaba parada sobre un planeta bastante azul. Se estiró y voló hasta la compuerta principal. Toco el timbre un par de veces pero como nadie contestaba se bajó volando.

    .

    Era una celebración que se extendía por todo el país España, en el planeta Azul2, también conocido como la Tierra, aunque sólo por sus habitantes. El ordenador, tras unos cálculos, dictaminó que donde se hallaba la fiesta más grande era en Madrid, así que se radiotransportaron al baño de un bar en la explanada del rey, que es dónde estaba todo el meollo. Al salir comprobaron que eran los únicos que no llevaban una camiseta roja, pero eso les dio igual. De todas formas iban a llamar la atención, o tal vez

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