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Cómo Vivir Juntos: La pregunta de la escuela contemporánea
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Libro electrónico213 páginas2 horas

Cómo Vivir Juntos: La pregunta de la escuela contemporánea

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La escuela contemporánea alberga vínculos complejos, experiencias heterogéneas, otros modos de hacer y saber. Un nuevo emplazamiento para docentes y alumnos que generan incertidumbre y desvelo: ¿Qué hacer? ¿Cómo educar a alumnos inquietos? ¿De qué manera conquistar el tiempo acompasado que requiere la enseñanza en un mundo impaciente? Cómo vivir juntos. La pregunta de la escuela contemporánea es un ensayo engendrado en las aulas, en la experiencia de todos los días, en las nervaduras de lo que sucede. A través de un entramado conceptual preciso, Marcela Martínez reúne la emergencia de las nuevas condiciones históricas con la posibilidad de componer una práctica pedagógica intensa y con efectos éticos y políticos. No el desánimo o la queja por lo que ya no es, sino la armación, el decir sí. En denitiva, la escuela contemporánea como potencia de encuentro y prepotencia deseante, como una experiencia vital.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento12 abr 2016
ISBN9789876991681
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    Cómo Vivir Juntos - Marcela Martínez

    escuela.

    Cómo vivir juntos

    Ábrete aula

    Estamos embarcados en un proceso de división social general de la producción de subjetividad y no hay vuelta atrás. Pero, por eso mismo, debemos interpelar a todos aquellos que ocupan una posición docente en las ciencias sociales y psicológicas, o en el campo del trabajo social, todos aquellos cuya profesión consiste en interesarse en el discurso del otro. Se encuentran en una encrucijada política y micropolítica fundamental. O hacen el juego a la reproducción de modelos que no nos permiten crear salidas a los procesos de singularización o, por el contrario, trabajan para el funcionamiento de esos procesos en la medida de sus posibilidades y de los agenciamientos que consigan poner a funcionar. Eso quiere decir que no hay neutralidad en la relación, como la supuesta neutralidad analítica.¹

    Cerremos los ojos e imaginemos un aula. ¿Qué figura aparece? Una habitación, pizarrón al frente, hileras de asientos. Un adulto ocupa el centro de la escena y su posición determina las áreas de circulación; es decir, define un plano. Un grupo de jóvenes sentados en filas, no individuados, miran al único cuerpo que permanece de pie. No se desplazan, están quietos, con movimientos mínimos. El aula cliché –esa imagen preconcebida de cómo funciona una clase– organiza la distribución de cuerpos en la escuela. Es eso que imaginamos cuando cerramos los ojos, sin pensar demasiado. Esta disposición se ajusta a ciertos parámetros: un adulto conductor, alumnos conducidos. La naturalización de esta imagen funciona como un principio ordenador de los intercambios escolares.

    Difícilmente podríamos encontrar este modo de ocupar el espacio en las escuelas contemporáneas. Sin embargo, esta representación se mantiene activa. Es un fantasma que recorre las aulas y que se hace presente en los docentes de un modo indirecto: como lo que debería ser, como la referencia ideal, como un único modo de habitar el aula. En definitiva, como aquello que no ocurre y entonces la amargura, el fastidio, la desesperanza. Las salas de profesores propagan el eco de que ya nada es lo que era. ¿Cuánta información hay en ese lamento?

    Aula cliché es un concepto que acompaña la experiencia cotidiana en la escuela, casi trazado en la piel de los docentes y vuelto lamento por lo que ya no es. "La lucha contra los clichés es algo terrible", afirma Deleuze². Es decir, el cliché es un organizador de sentido, una orientación necesaria para la repetición de lo mismo que nos libra de la necesidad de pensar cada vez. Por ello fija las posiciones de los puntos dentro del plano: por un lado, el profesor-conductor parado al frente; por otro, los alumnos-receptores sentados. Cada cosa en su lugar, cliché de localización. El movimiento de los cuerpos está sujetado a determinadas posiciones. El efecto es que la naturalización de este esquema oculta las múltiples combinaciones que podrían asumir los mismos puntos en otro diagrama de relación.

    La obturación de nuevas formas clausura a lo ya conocido. El aula cliché vive en la mente de los docentes, saturando de ideas previas el encuentro real entre el maestro y los alumnos. Es un espectro continuo que necesita reconocer la misma distribución de los cuerpos, que se repitan los comportamientos conocidos sin que las posiciones no se alteren.

    Testimonios:

    El docente se ve desplazado de su autoridad como educador, ya no es más la persona altamente valorada por sus conocimientos y profesionalidad, ni la escuela es respetada como la ‘cuna del saber’.

    La tarea docente hoy es otra. Alumnos, docentes y directivos escolares están frente a una realidad que los avasalla. Hoy ya no es venir a dar clase..., hay que abrirse a todo aquello que no se ve, no se oye, pero que está allí, esperando a ser interrogado desde diferentes ángulos. Hoy tenemos chicos desmotivados, docentes que no encuentran el vínculo.

    El desencanto y la impotencia embargan. ¿Cómo contagio ganas, energía, motivación? Urge la necesidad de generar ALGO. Gestiono la agonía de la institución, terapia intensiva y con el peso emocional agregado, que administro la morfina. Intento un diálogo, pero no impacta, rebota, pica y no seduce, siempre consideré entre mis virtudes: la oratoria… Somos hijos del rigor, del control, de los mandatos… (Dice, la vice)

    La escuela no es la de antes, los alumnos no son los de antes, los padres no son los de antes, escuchamos en reuniones, en sala de maestros… ¡Y es verdad! Hablar de orden, de alumnos quietos, de verticalidad, es hablar de algo que ya fue… y vemos la escuela como un caos y un desorden, descubrimos que hay una crisis entre lo vivencial y nuestras representaciones, nuestros esquemas, vemos un vacío, nos da miedo… ENTONCES!!! ¿Por qué no preguntarnos? ¿Por qué no interpelarnos?

    Michel Foucault afirma que la disciplina procede, ante todo, de la distribución de los individuos en el espacio³. Su objetivo es la creación de vínculos basados en la obediencia; una relación de dominio que se inscribe en los cuerpos. Cualquiera sea los contenidos de la enseñanza –matemáticos, sociales o historia argentina–, lo que se repite en todas y en cada una de las clases es que los alumnos aprenden a estar en su lugar. Una mecánica del poder que asegura –en este caso, al maestro– el moldeado de cuerpos dóciles de sus

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