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Entretejer espacios para aprender y convivir en el aula
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Entretejer espacios para aprender y convivir en el aula
Libro electrónico227 páginas2 horas

Entretejer espacios para aprender y convivir en el aula

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"Entretejer espacios para aprender y convivir en el aula" es una propuesta que desafía las concepciones tradicionales de práctica y formación docentes al ofrecer una mirada compleja, respetuosa y crítica de este quehacer. Desde el interaccionismo y la sociología crítica, las autoras desarrollan una propuesta para la formación inicial y continua de los profesores, que los ayudará a reflexionar, analizar y recrear la docencia con el fin de construir oportunidades para el aprendizaje y la convivencia de sus estudiantes.
Este libro es una nueva propuesta teórica y metodológica enfocada al trabajo en el aula; un texto indispensable para docentes, directivos escolares, formadores e investigadores interesados en mejorar las prácticas en el aula.
IdiomaEspañol
EditorialEdiciones SM
Fecha de lanzamiento17 sept 2018
ISBN9786072431058
Entretejer espacios para aprender y convivir en el aula

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    Entretejer espacios para aprender y convivir en el aula - Cecilia Fierro

    Entretejer espacios para aprender y convivir en el aula

    D. R. © Cecilia Fierro/Bertha Fortoul

    Primera edición digital, 2018

    SM de Ediciones

    Colección Aula Nueva

    ISBN colección 978-607-24-3014-1

    ISBN 978-607-24-3105-8

    Fundación SM de Ediciones México

    Colección Aula Nueva

    ISBN colección 978-607-8053-30-8

    ISBN 978-607-8053-31-5

    DEDICATORIAS

    A Jean Fortoult y Manon Olliviert

    Gracias, papá; gracias, mamá:

    Por enseñarme a confiar en mí, en los

    demás, en la vida y en Dios

    Por impulsarme a construir mis sueños

    mediante pequeñas acciones constantes

    Por animarme a compartir lo que soy,

    lo que sé y lo que tengo

    Por su esperanza en un mundo mejor

    para todos

    A mis entrañables Rojitos, aprendiendo

    cada día a convivir: Anagaby, Majo, Leo

    y Flavio

    AGRADECIMIENTOS

    Muchas personas e instituciones han hecho posible que hoy entreguemos esta propuesta dirigida a apoyar la formación inicial y continua de docentes, cuya búsqueda se inició varios años atrás.

    En primer lugar, los maestros y maestras que nos han dado la oportunidad de acercarnos a la vida de sus salones de clase, y con ello profundizar en la riqueza, la diversidad y complejidad que entraña su quehacer de cada día, situado, en muchos casos, en entornos vulnerables. Este libro espera devolverles la confianza recibida, las conversaciones sostenidas y las utopías compartidas.

    Al Consejo de Ciencia y Tecnología (Conacyt), que dio parte del soporte financiero de esta investigación. A la Universidad la Salle (campus Ciudad de México) y a la Universidad Iberoamericana León, agradecemos la posibilidad de trabajar en estas líneas de investigación. A Carmen Obregón y a Manuel Velazco Arzac, nuestros directores de área, agradecemos su confianza y apoyo en todo momento.

    Marguerite Altet nos obsequió el libro que representó el inicio de esta búsqueda. Isabelle Vinatier , de la Universidad de Nantes, Francia, nos recibió generosamente en varias ocasiones para aclarar dudas relacionadas con sus planteamientos; su conferencia Magistral en el XIII Congreso Nacional de Investigación Educativa (Chihuahua, 2015) así como el seminario realizado en la UNAM con nuestros estudiantes de doctorado, fueron una gran oportunidad de discusión y de clarificación de sus aportes, junto con el Maestro Jacques Thullier, experto en el modelo EPR.

    Varios estudiantes de maestría y doctorado han sumado sus trabajos de tesis a esta investigación más amplia, aportando sus propias reflexiones, interrogantes y experiencias al proyecto. De manera especial agradecemos a Dalid Cervantes y a Teresa Brito, la confianza y dedicación para sumar sus investigaciones doctorales a este proyecto. Asimismo, Lucía Olivas, Ingrid Cortés, María Guadalupe Correa y Rosa María Martínez contribuyeron a los primeros ejercicios de análisis bajo este modelo.

    Gema Gorosave, Ángela María Reymer, Cecilia Herlinda Reyes, Adriana Torres, Estanislao Millán e Isaura López, hicieron una valiosa colaboración durante la organización y el trabajo de campo en las distintas regiones.

    Los colegas del seminario de los jueves, han sido interlocutores solidarios y críticos de esta búsqueda en cada una de sus etapas: Guillermo Tapia, Regina Martínez-Parente, Rosario Ortiz, Patricia Carbajal, Patricia García, Flavio Rojo, Martha Cecilia Jiménez y Paloma Ramírez.

    Graciela Cordero, Regina Martínez-Parente, Jennie Brand, Clarisa Capriles y Sara Cardoso, nos aportaron valiosas observaciones y sugerencias al borrador del libro. A Miguel Bazdresch, porque su siempre lúcida y profunda mirada nos ayudó a revisar nuestros planteamientos en distintos momentos del trabajo.

    De manera especial, a los docentes y directivos de distintas Escuelas Normales en las que compartimos piloteos, seminarios, conferencias, cursos y otros espacios de diálogo relacionados con esta propuesta teórica, lo que nos permitió clarificar conceptos, observar dificultades y hacer ajustes de diversa índole.

    PRÓLOGO

    El sentido del trabajo docente constituye, sin duda, uno de los ejes primordiales del desarrollo del presente libro. Dicha frase que alude al sentido encuentra en este texto un recorrido minucioso que va hilvanando encuadres teóricos y conocimiento práctico riguroso, esto es, basado en la observación y el análisis multidimensional del oficio de enseñar.

    Dos conceptos, intencionadamente articulados, resultan esclarecedores en el planteamiento de las autoras: praxis e interacción. Acerca del primero, afirman que el trabajo docente es una praxis entendida como la relación entre reflexión crítica y acción, cuyo objetivo es transformar la realidad. Pero además ponen el énfasis en que se trata de una praxis situada, con anclaje temporal, espacial y sociocultural. A partir de esto trabajan con metáforas y conceptos para dar forma a una representación del oficio de maestros y profesores, entendido como interacción en el proceso de enseñar, aprender y convivir.

    La interacción, cognitiva y social a la vez, es lo que les permite afirmar que la docencia se construye entre docentes y alumnos. La condición humana, en su más amplio sentido, resulta constitutiva de esta construcción, sin que ello implique desconocer que tiene lugar en el marco de condiciones institucionales y sociales; de allí su carácter situado. Así, la dimensión intelectual, práctica y relacional presente en el aprendizaje, que generalmente se piensa solo del lado del alumno, es abordada aquí también desde el punto de vista del docente, en su proceso de comprensión y actuación en el aula.

    El oficio de enseñar, desde la perspectiva interaccionista a la que se adscriben las autoras, supone entonces analizar, comprender y revisar lógicas y patrones, razonamientos y representaciones, emociones y comprensión, experiencia y toma de conciencia.

    Se trata de un texto erudito; sin embargo, no le resta importancia a las situaciones cotidianas que se despliegan en aulas e instituciones escolares. Particularmente aborda el contexto mexicano, pero sin duda esas situaciones y escenarios también podrían reconocerse en otras latitudes, al menos en países latinoamericanos.

    Es evidente la preocupación de las autoras por simplificar en todo momento los temas complejos, y para ello se asientan en la alternancia y combinación de reflexiones y situaciones concretas que cualquier educador podría reconocer fácilmente.

    A lo largo del libro podrá constatarse que este dota de contenido teórico, reflexivo y práctico a un espacio de formación como es el taller, al que las autoras caracterizan como un dispositivo de análisis con intención de re-crear prácticas. Para ello, en el tercer capítulo —no solo el más extenso sino también el más novedoso— proponen ejercicios que presentan propósitos claros, tareas concretas y pistas para el análisis. Cada uno de ellos plantea una tarea de elucidación para hacer explícitos los supuestos, muchas veces tácitos, y los principios pedagógicos que informan y dan forma a las prácticas docentes.

    En este libro, el lector podrá encontrar un sutil entretejido de los aportes teóricos presentados en los capítulos que los preceden, con orientaciones prácticas para darles sentido a los encuentros colectivos de docentes, en el marco de una propuesta de formación continua para quienes creen firmemente que no hay techo en este oficio.

    En estos ejercicios son evidentes las visitas que las autoras han realizado a las escuelas, así como la promoción y participación en los espacios de piloteo y divulgación en los que han intervenido. Se trata, por lo tanto, de poner en papel el recorrido que maestros y profesores pueden realizar en interacciones con colegas, para recrear y enriquecer las propias prácticas en aulas y espacios escolares. Además contiene orientaciones para el asesor, figura planteada como colega aunque con cierta asimetría, dentro del grupo de participantes.

    Se evidencia el trabajo de elucidación que las autoras han realizado respecto a supuestos que fundamentan las prácticas docentes, el recorrido conceptual que va dotando de principios para desarrollar el análisis, y el compromiso ético con un oficio que se despliega en el espacio de lo público y tiene, por ende, una dimensión política ineludible. Resta, por último, invitar a la lectura, que más allá de los límites de la linealidad del texto escrito, se propone espiralada: de la reflexión teórica a ejercicios concretos, que requieren a su vez una nueva revisión y reflexión teórica. En este movimiento propuesto, se espera que el intercambio con colegas dé lugar a una toma de distancia y a una problematización que permita enriquecer el oficio de enseñar. Se trata de una lectura comprometida con la propia práctica que se puede disfrutar en cada apartado, en los casos que presenta, en los ejercicios reflexivos que propone.

    Margarita Poggi

    INTRODUCCIÓN

    Corren tiempos difíciles para los docentes, no podría ser de otra manera. Las condiciones sociales, económicas, políticas y ambientales en el mundo entero se han vuelto complejas, y con ello la vida de millones de niñas, niños y jóvenes que asisten a las escuelas con historias de vida diversas y muchas veces fracturadas; llevan consigo saberes, necesidades y aspiraciones que rebasan de manera creciente la capacidad de respuesta de los sistemas escolares, los cuales acumulan un exceso de demandas que las familias y la sociedad no han podido atender. En el enorme aparato administrativo de la educación pública, los docentes representan el último eslabón. Les corresponde comprometerse y encontrarse cara a cara con los niños, niñas y jóvenes, y sus familias. Su tarea es ardua, ya que están inmersos en contradicciones de diversa índole, al mismo tiempo que son la figura responsable de enfrentar y amalgamar, en el quehacer diario de la escuela, las consecuencias de decisiones en materia de financiamiento, organización administrativa y evaluación de la enseñanza y del aprendizaje, así como las relativas a los modelos pedagógicos, expresados en planes y programas de estudio y en libros para docentes y estudiantes. En este entorno, los profesores hacen lo que pueden con los recursos conceptuales, metodológicos y relacionales de que disponen. Sin embargo, frente a la opinión pública y la sociedad, serán los primeros responsables de los éxitos o fracasos de los estudiantes. Su figura es la más expuesta a la crítica, al mismo tiempo que su protagonismo en la toma de decisiones relativas a su quehacer decrece.

    En el gran entorno de la profesión, se resquebrajan las promesas derivadas de la llamada tercera ola reformista internacional (Bolívar, 2010), iniciada en la década de los ochenta, la cual colocó en el centro del discurso sobre la mejora de los sistemas escolares la profesionalización de los docentes. La pretensión de elevar el quehacer de los docentes al rango de otras profesiones consolidadas en la sociedad, no solo no se ha cumplido, sino que se ha puesto en riesgo lo que Tardif llama el corazón del saber enseñar: la experiencia concreta del trabajo en el aula (2013, p. 25). El dominio del oficio, entendido como la capacidad de observar, de reconocer y apoyar con solvencia el progreso de cada uno de sus pequeños o jóvenes aprendices, ha sido virtualmente abandonado en favor de asegurar el desempeño de los estudiantes en evaluaciones estandarizadas definidas por organismos internacionales. Ante la imposibilidad de contar con una definición consensuada sobre lo que puede entenderse por calidad en la educación, estas pruebas operan bajo recortes sucesivos: calidad como logro académico; logro académico como el puntaje que se obtiene de respuestas correctas en los ítems de las pruebas de lenguaje y matemáticas (Casassus, 2005). Hay un énfasis en la enseñanza de habilidades académicas, lo que desmoraliza a los docentes inmersos en un sistema que parece echarles la culpa de los problemas sociales sobre los cuales prácticamente no tienen injerencia (Anderson, 2013, p. 81).

    En este sentido, lejos de avanzar hacia un mayor control de parte de los docentes sobre los aspectos teóricos y prácticos de la profesión para que tomen decisionesinformadas y logren un desempeño de mayor calidad, diversos estudios (Tenti, 2007; Perrenoud, 1996; Anderson, 2013) muestran que en la actualidad lo que caracteriza su trabajo se resume en tres tendencias: la sobrecarga, la diversificación y lo complejo de su quehacer. Los docentes están ahora frente a la obligación de hacer más con menos recursos, y es mucho menor el tiempo que pasan con los alumnos. Sus funciones docentes se han ampliado en direcciones que pueden ser incluso contradictorias: son psicólogos, policías, padres y madres sustitutos, enseñantes; atienden a grupos de alumnos cuyas exigencias son cada vez más numerosas y, en última instancia, deben fungir como mano de obra flexible, eficiente y de bajo costo (Tardif, 2013). La nueva escuela de gestión, en la cual los docentes y directivos se convierten en contadores en una cultura de la auditoría, está generando una disminución de las actividades auténticas dentro de las aulas y de las relaciones genuinas entre estudiantes, docentes y comunidades, con la consecuente pérdida de la conexión socioemocional que demanda la construcción de identidades sociales y la solidaridad; se genera en los estudiantes la sensación de que a nadie les importan (Anderson, 2013). En este contexto, las escuelas entran en una lógica del mercado y la profesionalización parece equipararse con una proletarización (Tardif, 2013; Perrenoud 2006, Anderson, 2013; Vinatier, 2009; Ducoing, 2003; Tenti 2007, 2013), se hace indispensable retomar la pregunta por el sentido del trabajo docente en la actualidad y la identidad de sus agentes. ¿Para quién trabajan los docentes en nuestros días?, ¿cuál es el horizonte para repensar y orientar sus esfuerzos cotidianos?

    Creemos firmemente que, a pesar del complejo y agobiante panorama en el que se desempeñan los docentes, sobre todo quienes laboran en países como el nuestro, caracterizados por la pobreza, la creciente desigualdad y la exclusión, su figura no pierde relevancia. Al contrario, se hace más evidente la importancia de su quehacer, puesto que es en el espacio a su cargo donde se desarrollan los procesos fundamentales mediante los cuales se ofrecen o cancelan oportunidades que dejarán huellas en la vida entera de las personas y en sus posibilidades de desarrollo físico, cognitivo, socioafectivo, ético, presente y futuro. Su espacio de intervención, aunque está acotado, es fundamental. En sus manos está conducir lo que será el meollo de la educación: las interacciones en el proceso de enseñar, aprender y convivir.

    Por ello compartimos la visión de que, aun en medio de las complejidades que la rodean, la enseñanza es en esencia una profesión de esperanza. Que los alumnos descubran el gusto de aprender, construyan un sentimiento de justicia

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