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Embarazada. Destejiendo mitos
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Libro electrónico244 páginas4 horas

Embarazada. Destejiendo mitos

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Ser mamá es un proceso complejo que involucra diferentes aspectos de la vida que implican cambios de todo tipo, desde físicos hasta psicológicos y sociales, por lo que es importante que toda mujer que desea o esté en proceso de ser madre cuente con herramientas adecuadas que le permitan tomar las decisiones adecuadas para disfrutar esta maravillosa etapa. Esta es la razón principal de este libro.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento6 jul 2015
ISBN9781943387076
Embarazada. Destejiendo mitos

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    Me encantó excelente libro con historias reales de como tomar una decisión

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Embarazada. Destejiendo mitos - Graciela Brandenburg

¿Cómo lo hago? ¿Quién me puede ayudar? ¿Y si me equivoco? ¿Y ahora? ¿Estás sola? ¿Te sientes sola? Lo más importante es que nazca sano. Me da igual que sea niño o niña, pero mi familia, mi marido prefieren... Voy a perder mi figura. Tienes que hacer esto para hacerlo bien. Antes no existían estas ridiculeces, no tienes razón para estar triste; estás loca. No puedes equivocarte. ¿Seré una buena madre? Y la mujer, ¿dónde quedó?

Posiblemente has escuchado frases como éstas o las has formulado tú misma; tener un hijo es un cambio drástico en la vida de cualquier ser humano, pero en especial en la de nosotras, las mujeres, porque implica un remolino de emociones. Estos cambios se dan en los aspectos profesional, personal, sexual y físico, y son cambios internos y externos que generan sentimientos muy intensos, como miedos e inseguridades provocados por la responsabilidad que se adquirirá para toda la vida. Por supuesto que esta situación, en conjunto con el gran amor que se siente, hace posible avanzar en esta aventura; sin embargo, no por eso será fácil.

Quedar embarazada y tener un hijo son considerados los eventos más maravillosos del universo. Además, se piensa que deben ser las metas de cada mujer, sin las cuales no estaría completa; es decir, se cree que son los sucesos más esperados y regocijantes que existen y las circunstancias que debemos disfrutar, nunca padecer y para las cuales estamos preparadas genéticamente.

Todo esto se oye muy bonito; no obstante, en la realidad no siempre es así.

La maternidad es un proceso complejo que involucra diferentes aspectos de nuestra persona, pues implica cambios a nivel hormonal, corporal, emocional, psicológico, vincular, social, entre otros, y para los cuales nadie nos prepara de forma adecuada. Nos dicen lo que se espera de nosotras y cómo debemos responder a esas expectativas, pero no nos informan qué hacer si sentimos que de alguna manera no podemos cumplirlas. Nos dicen que sentiremos temores y que debemos superarlos, pero no nos dicen que no está mal sentirlos, que no es verdad que estamos genéticamente programadas para saber qué hacer en cada momento ni cómo sobrellevar nuestras incertidumbres y vaivenes emocionales, que no sólo nos acosan antes y durante el embarazo, sino también después del nacimiento de nuestro bebé. Nos presionan para ser las mejores madres y nos alertan para que nunca caigamos en el terreno de las malas, en las cuales es probable que nos convirtamos si tenemos dudas, si fracasamos, si no sabemos qué hacer, si no entendemos a nuestro bebé o si no queremos asumir la responsabilidad de una situación para la que no estamos preparadas, sea cual fuere la razón.

Descubrir la importancia de comunicar y expresar las distintas necesidades, dudas y angustias que como mujeres vivimos al momento de enfrentarnos con la posibilidad o con la realidad de un embarazo es lo que nos motivó a escribir este libro. Creemos que la información nos permite saber que lo que nos pasa en el embarazo no es anormal ni enfermo.

Esta información puede ayudar a muchas mujeres a transitar esta etapa con menos dolor y culpa, y mucha más capacidad de disfrutarla.

Embarazada está dirigido a todas las mujeres que están pensando en la posibilidad de embarazarse y a las que, habiéndolo decidido o no, están embarazadas. Asimismo, está dirigido a mujeres que ya enfrentan la maternidad y aún no saben cómo ni por qué llegaron a esa situación e, incluso peor, no saben cómo lidiar con ella. ¿Quiero ser mamá?, ¿estoy preparada para serlo?. Éstas son preguntas que toda mujer se hace en algún momento de su vida; pero antes de entrar a esta gran aventura de la maternidad, debe también preguntarse por qué.

Este libro no pretende ser un instructivo para el embarazo perfecto; más bien intenta acompañarte y que sepas que no estás sola. Hay muchas personas que pueden experimentar lo mismo que tú, y la manera en la que lo enfrentan, así como la ayuda que han recibido, ha marcado la diferencia entre vivir el embarazo y la maternidad o sólo sobrevivirlos.

Con las diferentes historias que conocerás, además de una breve reflexión complementaria, descubrirás una forma diferente de ver esta experiencia y este libro será de ayuda tanto para ti como para los seres que te rodean y que quieren apoyarte en esta nueva vivencia. Lo que tratamos es de dar una visión un poco más realista del embarazo y la maternidad, incluyendo los aspectos que muchos omiten u olvidan al momento de hablarnos sobre estos temas.

Hay un gran número de mujeres que, por desconocimiento, pena o temor, no saben a quién recurrir ni por qué viven lo que viven. Esperamos que ese número de mujeres se reduzca mediante la adquisición de más conocimientos y la certeza de que siempre encontrarán una opción que les será de utilidad.

Deseamos ser una buena guía en esta gran aventura, para lo cual te ofrecemos diferentes experiencias y sentimientos de mujeres como tú.

¿Cómo saber si estoy lista para embarazarme?

Guille

¡Hola, Teresa! ¡Cuánto tiempo sin escribirnos! ¡Qué increíble! Hace cuatro años que te fuiste a Canadá y cada vez que sé de ti me acuerdo de todas las cosas que compartimos en la universidad. Me encanta que la tecnología nos ayude a conservar esta maravillosa amistad. Las fotos de tus hijos son preciosas. ¿Quién se hubiera imaginado en aquella época cómo cambiarían nuestras vidas? Parece que fue ayer; sin embargo, hoy estamos casadas y con hijos... Bueno, yo todavía no tengo hijos, y es por eso que te escribo.

La semana pasada cumplí los treinta y dos y me puse a pensar si había llegado el momento de tener un bebé. Sabes que mi marido siempre fue de la idea de esperar hasta que llegara el momento apropiado. Antes de ser padres, lo mejor era viajar y cumplir los planes que hicimos como novios; era mejor realizarnos como individuos y como pareja, etcétera, etcétera. No obstante, siempre hay algo por lo que postergamos la decisión y, la verdad, ya no sé cuándo llegará el momento apropiado o si ya llegó.

La idea empezó a darme vueltas en la cabeza, y decidí jugar un poco con la tecnología, así que abrí un grupo en mi red social. Comencé escribiendo: Estoy pensando en embarazarme; lo hice para conocer la opinión de otras mujeres con respecto a la maternidad, ¡y no creerás la cantidad de posturas y situaciones diferentes que muchas experimentan! Cada día que pasa, todas sus historias me confunden más y me hacen pensar muchas cosas, buenas y malas.

Para que comprendas por qué te lo digo, envío el link de mi blog a tu correo, para que te integres. Me gustaría saber tu opinión y ojalá que puedas orientarme sobre esta situación. Ya leerás que hay muchísimas opiniones y no sé con cuál concuerdo más, por ello decidí escribirte. Con tu experiencia, seguro me aconsejarás sabiamente. Te mando un abrazo.

Ángela

Hola, Guille. Es bueno encontrar personas que reflexionan antes de tomar una decisión tan importante.

Soy abogada y desde hace seis años trabajo en un despacho en el cual empecé prácticamente encargándome de llevar el papel de baño a los sanitarios y, ahora, voy en camino a ser socia. Estoy dentro de las abogadas más destacadas en mi ramo, lo cual de verdad me ha costado MUCHO TRABAJO.

Hace un mes, mi esposo me preguntó si me gustaría empezar a planear una familia. Cuando me dijo esto, imaginé que tendría uno o dos años más para posicionarme en el despacho como socia principal, pero, al parecer, él tenía pensado menos tiempo. Dice que por cuestiones económicas no debemos preocuparnos, ya que con lo que él gana de verdad estamos bien, y que hasta yo podría dejar de trabajar, él no tendría inconveniente y me apoyaría. ¿Tú crees? ¡¿No hay problema?! ¿Y los seis años que llevo luchando, aguantando tonterías, peleando y muchas otras cosas, para llegar hasta donde he llegado, sin contar los años de carrera, servicio social, y ni hablar de los esfuerzos que tuve que hacer para pagarme la universidad?

La mayoría de mis amigas que son profesionistas y que han quedado embarazadas tuvieron que sacrificar sus carreras para atender a sus hijos; y las que aún trabajan, al final del día están tan cansadas y fastidiadas, que terminan por llegar a casa sólo para ver a sus hijos dormir y apenas hablar con sus maridos, o para pelear con todos. Por supuesto que están agotadas y de mal humor gran parte del tiempo. Pienso que es posible esforzarse y atender ambas partes de nuestra vida, pero tengo la impresión de que, al final, las mujeres terminamos sacrificando alguna o, incluso, ambas.

Soy hija de madre soltera. Mi mamá hizo todo lo que estuvo en sus manos para sacarnos adelante a mí y a mis dos hermanas; sin embargo, casi siempre estaba de mal humor y cansada. Tenía poco tiempo para sus hijas, porque debía elegir entre jugar con nosotras o traer el dinero necesario para alimentarnos, y, por supuesto, sólo existía una opción debido a las circunstancias.

En fin, independientemente de lo agotadora que es mi preocupación y las dudas al respecto, no estoy segura de querer arriesgar mi trabajo por un hijo y tampoco quiero que mi hijo se críe en una guardería o con una niñera.

Mi esposo está muy deseoso de ser papá, pero no sé si él sea consciente de lo que eso significaría para mí, y no sé cómo platicar sobre mis angustias sin lastimarlo. No creo estar lista ahora, pero me preocupa aún más no estar lista nunca.

Michelle

¡Hola! Soy una diseñadora de modas sumamente reconocida. Lo logré por medio de muchos sacrificios personales y de un gran esfuerzo. Les diré que abrirse lugar en el mundo de los desfiles y del glamour no es una tarea sencilla, pero ¡lo logré! Cuando empecé, no era nadie y tampoco conocía a ninguna persona que me ayudara a colocarme. Tuve que luchar mucho, resistir las envidias y la competencia, tratar de que no me pasaran por encima y conseguir que reconocieran mi talento. Pero tanto esfuerzo personal tuvo su recompensa. Por supuesto que en el camino tuve que hacer elecciones difíciles. Me quedé casi sin ningún amigo, porque nunca estaba disponible para nadie; los novios huían de mí, porque los dejaba plantados en alguna cita (más de una) o porque salía muy arreglada (es lo que se espera de nosotras las diseñadoras) y se ponían celosos, o porque sencillamente yo era más popular o exitosa que ellos. Pero, ¿qué quieren que les diga? Me gusta ser exitosa, ser reconocida por los demás. Bueno, todo iba perfecto, pero me faltaba alguien estable con quien compartir mis alegrías, los buenos momentos, algún problemita... ¡y las noches! Y ese alguien apareció por casualidad.

Una noche, al terminar un desfile, me encontraba aburridísima en una fiesta mirando hacia todos lados, cuando de pronto se me acercó un hombre que resultó ser el dueño de una super tienda de ropa y, al parecer, también estaba aburrido. Luego de conversar un rato de cosas sin importancia, me invitó a irnos de ahí y buscar un lugar más interesante para divertirnos. Terminamos en mi departamento; sin embargo, ahí no finalizó la historia. Después de dos años seguimos juntos, en un departamento más grande, pero ahora estamos casados. ¿No es perfecto? Y lo seguiría siendo, si no fuera porque se le ocurrió pensar si éste no era el momento propicio para tener un hijo.

¡Imagínense! Yo, una mujer exitosa y profesional, dedicada cien por ciento a mi trabajo, que debo cuidar el puesto que he alcanzado como si se tratara de oro, porque si me descuido, me comen los buitres, ¿cómo voy a destinarle algún ratito a eso? ¡De ninguna manera! Pero todos insisten en que lo piense. Bueno, ya lo pensé. ¡NO! Espero que les sirva mi experiencia para reflexionar bien antes de embarcarse en algo que les quitará todo su tiempo y energía, y por lo que no podrán seguir brillando en lo que hacen en este momento. Pienso que la maternidad requiere de mucha dedicación, y no es posible dedicarse con toda nuestra energía a dos prioridades en la vida: hay que renunciar a alguna. No quiero renunciar por nada a mi trabajo, así que ya sabemos cuál es mi decisión.

Yo, en tu lugar, no abandonaría el trabajo espectacular que tienes por un bebé. Recuerda que crecen y se van, y después te quedas tú, que dejaste tu carrera, la cual ya es tarde para retomar, sola y abandonada, sin nada que de verdad sea tuyo.

Julia

¡Hola! ¿Cómo les va a todas? ¡A mí me va superbién! Estoy muy emocionada, porque acabo de casarme con el hombre que había imaginado. Les cuento un poco de mí. Toda mi vida supe que mi sueño era casarme de blanco, con una boda muy hermosa, a la cual asistieran todas mis amigas y yo fuera la envidia de todas... ¡Y así fue! Durante la escuela secundaria me enamoré de varios muchachos, pero en cuanto yo quería que formalizáramos, que empezáramos a hablar en serio de nuestra relación, huían despavoridos. Parece que los muchachos de hoy en día te quieren sólo para la diversión, para pasar un rato, pero no quieren compromisos serios. Y así cambié de novio (sin pasar a mayores, por supuesto, porque cuando ellos querían algo más, yo los frenaba con lo de siempre), hasta que conocí a Emilio. Él tiene los mismos ideales que yo: casarse, formar una familia como Dios manda y tener muchos hijos. Después de todo, ¿para qué es la vida? Para eso estamos hechas; es la misión principal de toda mujer, casarse y tener hijos, sobre todo, esto último. Yo no entiendo a aquellas mujeres que esperan años después de casarse para embarazarse, ¿para qué esperan? Y entiendo menos a aquellas que se preguntan si deben o no tener un hijo. ¿Acaso tienen alguna duda?

En fin, la cuestión es que ya estamos casados y por supuesto que me voy a embarazar en seguida, no pienso esperar. Eso de que la pareja necesita un tiempo para adaptarse el uno al otro, de que necesitan un tiempo solos porque el hijo (o el embarazo) pone algunas tensiones entre los dos y es importante primero conocerse bien, eso de que al principio surgirán complicaciones en la relación, porque no es lo mismo vivir con la propia familia que con un extraño, a pesar del gran amor que se tengan; eso de que el hijo genera nuevas situaciones y tensiones y es mejor tenerlo cuando ya se solucionaron otras cuestiones de la pareja. Todo eso son mentiras. ¿Qué problema puede presentar el pasar de ser dos a ser tres? Es más, ¿qué problema puede representar un bebé? En fin, creo que son excusas que se ponen las personas, y sobre todo las mujeres, para no encarar aquello para lo que están hechas: ser madres.

Dejo mi opinión para que la tengan en cuenta y no se dejen influenciar por las mujeres liberales o modernas que en realidad no saben bien lo que quieren. Por eso, Guille, no lo pienses más. La maternidad es la realización de cualquier mujer. De hecho, es la culminación de todas las expectativas que puedas experimentar. Ni la carrera, ni el trabajo, ni el matrimonio, pueden darte la satisfacción que ofrece tener un hijo.

Aún no hablo de esto con mi esposo (sobre embarazarme en seguida), pero él tiene que apoyarme en esta decisión, ya que es por nuestro bien; si no, imagínate, él podría buscar otra mujer que le diera el calor de un hogar. Yo sé que a él le gustaría esperar unos años más debido a las cuestiones laborales de ambos, pero sé que lo voy a convencer.

Además, piensa en tu futuro, no sólo en el presente, ¿quién va a cuidar de ti y tu pareja cuando estén viejos para que nada les falte? ¿Te gustaría terminar sola, sin dejar ningún legado importante en este mundo? Acuérdate que es en los hijos donde vivimos eternamente.

No lo pienses más. Esto no es algo para pensar, es nuestro objetivo en la vida, y te aseguro que no hay nada más maravilloso e importante que la maternidad, porque, además, estás preparada para eso desde que naciste.

Lupita

Yo soy ama de casa. No estudié porque me casé muy joven, a los diecisiete años. Llevo tres años de casada y mi esposo dice que no es necesario que trabaje o estudie algo, porque mi trabajo en el hogar es el más importante del mundo.

Mi esposo es unos años mayor que yo. Mi mamá y él se llevan muy bien, solamente se preocupan por cuidarme y ayudarme en todo lo que necesito y quiero. Pero a veces siento que no me escuchan, o más bien. No sé cómo decirlo. Muchas veces no sé qué es lo que elijo yo y qué es lo que eligen ellos.

Hace unos días que tengo este pensamiento dándome vueltas en la cabeza. La verdad es que me gustaría hacer algo más de mi vida. Todo el día estoy en la casa; dos veces por semana voy al supermercado con mi mamá y los lunes tomo clase de bordado y costura en casa con una maestra que nos enseña a mi madre y a mí. Los miércoles y los viernes vienen nuestras familias a comer o a cenar, lo cual significa que estoy encerrada preparando todo el día la comida. El fin de semana comemos en casa de mi suegra o de mi mamá, nos repartimos, y esto es igual todas las semanas. Cada día me levanto, limpio y ordeno todo como a mi marido le gusta, y espero la hora en que él llega, siempre arreglada como él quiere encontrarme. Si salgo, debo avisarle, porque él quiere saber en todo momento dónde estoy y con quién. A veces bromeo conmigo misma diciéndome que parezco propiedad de él; pero es sólo porque me ama mucho.

Tengo ganas de terminar aunque sea la preparatoria (lo que es la educación media superior en México, para las que no son de acá) y estudiar idiomas, pero mi mamá dice que no tiene caso, que de todas formas como a Genaro, mi esposo, no le gusta viajar, no iremos a ningún lugar donde no hablen español, y entonces que para qué quiero estudiar otra lengua. El caso es que la semana pasada comenté que me gustaría terminar la prepa, hacer algo más por mí misma. Dos días después, en la cena del viernes, comenzaron a decirme que ya era tiempo de encargar un bebé. De repente, la conversación se convirtió en un diálogo entre mi esposo y mi madre, por supuesto, con aportaciones de mis hermanos y los padres de mi esposo. En un momento me di cuenta de que ya estaba decidido. Me voy a embarazar, ya todo está planeado, incluyendo la cita con el médico. Ya hasta el nombre del bebé está decidido, porque mi esposo quiere un varoncito.

En la noche, cuando todos se fueron, me senté frente al espejo y me pregunté a mí misma si estoy lista para ser mamá y sólo me dieron muchas ganas de llorar. Al día siguiente hablé con mi mamá y le hice la misma pregunta. Me dijo que estaba loca, que todas las mujeres estamos preparadas para ser mamás y que para eso me casé.

Tengo miedo de decir la verdad sobre lo que estoy sintiendo, porque no quiero contradecir a mi esposo y decepcionar a mi madre; pero si pudiera salir corriendo, lo haría hasta donde ya no pudiera correr más.

Patricia

Hola, Guille. Quisiera compartir contigo lo que creo con respecto a tu pregunta. A mí también se me ocurrió tener un hijo.

Tengo veintiocho años y llevo casada cuatro. Mi marido trabaja como asesor financiero en diferentes empresas, por eso está ocupado casi todo el tiempo y viaja mucho. Normalmente, cuando él viaja, salgo con mis amigas del trabajo. Por cierto, soy ejecutiva de cuenta, por lo que mi horario llega a variar.

El punto es que mi esposo y yo, en muchas ocasiones, pasábamos días sin vernos y apenas si hablábamos, y esto fue agudizándose en los últimos dos años. Una tarde, por casualidad, salí temprano del trabajo y una amiga me invitó a tomar una copa en la inauguración de un bar en el sur de la ciudad, aquellos que son muy buenos y caros. Como mi esposo estaba en Querétaro, decidí salir en lugar de quedarme sola en casa.

Al llegar al bar, todo era maravilloso. Después de un rato y de tomar

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