Libro electrónico46 páginas43 minutos
San Sebastián, coso taurino
Calificación: 0 de 5 estrellas
()
Información de este libro electrónico
Otra novela corta perteneciente a la antología Oro, Seda, Sangre y Sol, San Sebastión, coso taurino se llamaba inicialmente San Sebastián Citerea. Conserva el gusto y la enaltación del ambiente taurino de la época.
Lee más de Antonio De Hoyos Y Vinent
El pecado y la noche Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesA flor de piel Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Los héroes de la visera Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa zarpa de la esfinge Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl gran pecado: la marquesa de Tardiente Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa torería Calificación: 5 de 5 estrellas5/5
Relacionado con San Sebastián, coso taurino
Libros electrónicos relacionados
La torería Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Cuentos Varios Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa gloria de don Ramiro: Una vida en tiempos de Felipe segundo Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesProsas profanas Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLiette Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesProsas profanas y otros poemas Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesA flor de piel: Ilustrado Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesA flor de piel: Editorial Alvi Books Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl escándalo Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa mujer fría Calificación: 5 de 5 estrellas5/5La gloria de don Ramiro: Biblioteca de Grandes Escritores Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesNovelas de la costa azul Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa zarpa de la esfinge Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa copa de Verlaine Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesCuentos dramáticos Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Sarrasine Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesComo el bosque en la noche Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesUn bastardo de narizotas Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesHistorias y cuentos de Galicia Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa feria de Sorochinetz Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesSi te dicen loco Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesRebeldes de fin de siglo: Cuentos de escritoras británicas Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesSangre que lava Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesCrónicas y cuadros Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLos héroes de la visera Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesCuentos Valencianos Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesObras - Coleccion de Villiers de L'Isle Adam Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesArroz y tartana Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl niño de Guzmán Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesComedia para Salón con Maniquíes Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificaciones
Relatos cortos para usted
El Caballero Carmelo y otros cuentos Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Hombres duros y sexo duro - Romance gay: Historias-gay sin censura español Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Perras de reserva Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Me encanta el sexo - mujeres hermosas y eroticas calientes: Kinky historias eróticas Calificación: 3 de 5 estrellas3/5Cómo besa: Serie Contrato con un multimillonario, #1 Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Vamos a tener sexo juntos - Historias de sexo: Historias eróticas Novela erótica Romance erótico sin censura español Calificación: 3 de 5 estrellas3/5¿Buscando sexo? - novela erótica: Historias de sexo español sin censura erotismo Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Los divagantes Calificación: 4 de 5 estrellas4/5El llano en llamas Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Hechizos de pasión, amor y magia Calificación: 5 de 5 estrellas5/5El profeta Calificación: 4 de 5 estrellas4/5La paciencia del agua sobre cada piedra Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Las cosas que perdimos en el fuego Calificación: 4 de 5 estrellas4/5El reino de los cielos Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Colección de Edgar Allan Poe: Clásicos de la literatura Calificación: 5 de 5 estrellas5/5El césped Calificación: 5 de 5 estrellas5/5El gallo de oro y otros relatos Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Selección de relatos de horror de Edgar Allan Poe Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Cuentos de la selva Calificación: 4 de 5 estrellas4/5EL GATO NEGRO Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Cuentos Calificación: 4 de 5 estrellas4/5El psicólogo en casa Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Los peligros de fumar en la cama Calificación: 5 de 5 estrellas5/5El señor presidente Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Cuentos de Canterbury: Clásicos de la literatura Calificación: 4 de 5 estrellas4/5La metamorfosis: Clásicos de la literatura Calificación: 4 de 5 estrellas4/5El diablo en la botella (Un clásico de terror) ( AtoZ Classics ) Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Relatos de lo inesperado Calificación: 4 de 5 estrellas4/5El Horror de Dunwich Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Cuentos de horror Calificación: 4 de 5 estrellas4/5
Comentarios para San Sebastián, coso taurino
Calificación: 0 de 5 estrellas
0 calificaciones
0 clasificaciones0 comentarios
Vista previa del libro
San Sebastián, coso taurino - Antonio de Hoyos y Vinent
San Sebastián, coso taurino
Antonio De Hoyos y Vinent
Booklassic
2015
ISBN 978-963-526-960-0
San Sebastián Citerea
-«¡Che!» ¿«É» lindo mi «camote» verde?
Julito, riendo y matizando las palabras con dejo chulesco, asintió:
-¡Ha estado pero que «mu» bueno!
Mientras, Daniel Roncal, «el Gauchito», excitado por los aplausos, habíase aproximado al toro, e hincando la rodilla en tierra, ofrecía a la fiera el rojo trapo. Así, envuelto en las áureas reverberaciones del traje de matador -oro y grana-, el rostro un poco salvaje y otro poco pueril, de indio joven, iluminado por una sonrisa de inconsciencia suprema, tenía una gracia bárbara de héroe o semidiós azteca y una gran simpatía generada en su arrojo ante el peligro y en aquella petulante confianza en sí mismo, hecha de valor temerario y de ignorancia del riesgo.
El amplio circo refulgía en maravilloso incendio de sol. Comparada con las corridas madrileñas o sevillanas, la fiesta de toros en la Plaza nueva de San Sebastián es más cosmopolita, más elegante, más indiferente; uno de tantos espectáculos donde matar el tiempo, nota de color que intercalar en la monotonía de las excursiones en automóvil, de los concursos de «tennis» o tiro de pichón, de las regatas de balandros y, sobre todo, de los conciertos clásicos y de los terribles «caballitos». El público no es el concurso de aficionados que se entusiasma o protesta; es una reunión de gentes que buscan ocasiones de exhibirse, de hombres que se reponen de los descalabros del tapete verde sosteniendo queridas, de aventureras que van en busca del mirlo blanco, y de mujeres honradas que quieren robar sus amantes a las aventureras, gentes que pasan la vida en un perpetuo embarque con rumbo a Citerea.
Bajo los arábigos arcos de herradura que cierran los palcos, las pamelas dejaban caer sus enormes alas, agobiadas de rosas, de lilas y de orquídeas, sobre rostros de blancura artificial en que brillaban las pupilas garzas, negras o azules, cernidas de falsos libores, o erguíanse empenachadas de absurdas plumas sobre cabelleras pintadas de matices inverosímiles. Cuerpos de ondulosa elegancia moldeábanse bajo los encajes de los atavíos veraniegos, y cuellos de cisne, ceñidos de fabulosas perlas, se doblaban tronchados por las noches de insomnio. Todas las elegantes de Madrid y Biarritz atalayábanse en sus palcos; allí Lina Monreal, en el ocaso (noche cerrada, según la mayor de las Campanadas) de su belleza, flirteaba aún (¡!) con Jesús Valtierra, mientras María Montaraz, nostálgica tal vez de sus amores con «el Arrojadito», flechaba con los anteojos a Daniel, ignorante de tales avances. En el palco de al lado, Casimira Pereira, entregada al cosmopolitismo desde que Julito le había convencido de que el cosmopolitismo era cosa muy «chic», lució a Madame Ofir-Wan-Honnerdoff, una judía presidenta de no sé cuántas asociaciones católicas, esposa del famoso millonario Ofir. Era una estrafalaria que esculpía sus delgadeces, realmente esqueléticas, con los más costosos y extravagantes atavíos que pueden inventarse. Contábanse de ella historias fantásticas, unas verdaderas, otras no, y ponían en sus labios frases de un impudor cínico realmente admirable. Decíase, por ejemplo, que, sorprendida en Turquía por una de las matanzas de armenios, las turbas furiosas la habían violado, y que cuando, meses después, y ya de vuelta en París, preguntábale una amiga suya, entre grandes aspavientos de horror: «¿Y tú qué decías cuando esos bandidos te forzaban?», la dama, sonriendo enigmática y entre dos suspiros de añoranza, respondió: «¿Yo?… Pues… ¡bandidito mío !»
Dos palcos más allá, las de la Campanada reían y alborotaban, como siempre, sin importarles un ardite de las
¿Disfrutas la vista previa?
Página 1 de 1