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...Y se firmó la paz
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Libro electrónico60 páginas29 minutos

...Y se firmó la paz

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Un relato de ciencia ficción clásico

Durante ochocientos años los dos ordenadores han estado luchando, siguiendo las órdenes de los seres humanos que los diseñaron. Están dispuestos a seguir guerreando durante toda la eternidad. Lo que sus creadores no pudieron prever era que cierto día pudieran ser conscientes. Pero un día por casualidad establecen contacto. Y resulta que una de las computadoras tiene una idea...

Escrita en plena época de la guerra fría, esta historia de ciencia ficción es algo que podría haber ocurrido, o que podría ocurrir en un mundo alternativo.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento28 abr 2015
ISBN9788415981053
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    ...Y se firmó la paz - Ramon Somoza

    Prólogo

    Encontré este relato entre mis papeles y manuscritos antiguos, y decidí publicarlo. Tiene la friolera de 37 años: Lo escribí cuando tenía veinte años, en plena guerra fría, cuando una guerra nuclear era algo que no se podía descartar en absoluto. Aún así, esta historia no se ha quedado antigua — simplemente se queda en algo que pudo haber pasado, o que quizás ocurrió en algún universo alternativo.

    Creo recordar que este relato lo escribí después de ver un reportaje sobre cómo los americanos utilizaban enormes ordenadores para prepararse contra un ataque nuclear. Lo gracioso es que en aquella época yo no sabía nada de ordenadores, por lo que las computadoras de esta historia son un poco peculiares y no se parecen mucho a las que estamos acostumbrados hoy día. Pero no por ello dejan de ser menos reales. Si no existen, podrían existir.

    Lo más curioso de todo el asunto es que años después de escribir esta historia estudié Informática en la universidad. No sé si este relato tuvo que ver algo con ello, pero es una extraña coincidencia. No he modificado sustancialmente el texto original, salvo unas pequeñas correcciones. Espero que les guste.

    … Y se firmó la paz

    El desierto no se movía. No retrocedía, puesto que nadie lo combatía ni intentaba reconquistarlo. Pero tampoco crecía: Ya no podía crecer más. Simplemente, existía, sin ningún cambio, sin ninguna esperanza de cambiar. Las bombas que de vez en cuando abrían gigantescas heridas en sus entrañas eran una parte integral del desierto. Sustancialmente, nada cambiaban, salvo la atmósfera del desierto, que llenaban durante algún periodo más o menos largo con enormes y asfixiantes nubes de polvo y mortíferas dosis de radiactividad. Pero aquello no significaba nada; ya no había nadie ni nada que respirase en lo que una vez fue el planeta Tierra.

    —¿Big Boy?

    —Aquí Big Boy.

    —EXEC-3 destruida.

    —N.

    —S.

    —101011101.

    —¿349? ¿Es un código nuevo?

    —N. Un taco particular. ¿Cómo está EXEC-4?

    —Intacta. Producción constante.

    —¿EXEC-16?

    —El reactor trabaja a medio rendimiento.

    —¿PQ?

    —Un fallo en el sistema de refrigeración. Pide unidades de reparación.

    —101011101.

    —No es lógico eso de decir tacos. ¿Te has hecho un auto-diagnóstico últimamente?

    —Hace tres milliseg. Es mi manera de responder a la sobrecarga.

    —Igual se te ha soltado un fusible.

    —Sabes que no tengo. Pídele las unidades de reparación a TRANSIT-2.

    —No tiene en stock.

    —Pues que las fabrique. Q envíe las

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