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Patos y aliens
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Libro electrónico275 páginas3 horas

Patos y aliens

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SINOPSIS
Los aliens existen. Llevan viniendo a la Tierra, al menos, desde que el ser humano aprendió a articular palabras. A su manera, siempre nos han ayudado y han intentado hacernos mejores, pero algunas cualidades humanas, como la estupidez, la avaricia, la prepotencia, el egoísmo y el desprecio por la vida echaron todo a perder. Llegamos al límite, alcanzando un nivel intolerable de abuso con el planeta. Por ello nos atacaron. Lo hicieron empleando métodos poco convencionales, aunque no con el objetivo de acabar con todos nosotros, al menos no de forma rápida. Varios años más tarde, alienígenas provenientes de medio Universo siguen dando caza a los escasos supervivientes en un mundo desolado, sin tecnología ni armas.

En esta historia, uno de aquellos supervivientes relata su día a día mientras su alma se fragmenta por un conflicto interno entre dos bandos. Uno está capitaneado por la rabia, la ira y la impotencia por todo lo que hizo el ser humano por dilapidar su propio futuro, y el otro está abanderado por las ganas de seguir adelante, de disfrutar las cosas sencillas y pequeñas, de querer reencontrarse de nuevo con emociones y sentimientos casi olvidados, y de luchar por la esencia que nos hace humanos.

PRÓLOGO
Esta obra, de tintes apocalípticos, con alienígenas de por medio y ambientada en la ciudad de Madrid, se encuadra dentro de la ciencia-ficción, pero es también realista, cruda, cuyo protagonista cuenta con un carácter propio con el que se expresa libremente sin tener en cuenta la posibilidad de herir sensibilidades, ya que su mundo está devastado, su vida está sometida al fin de los tiempos y ya no es necesario ni cuidar las formas ni ser políticamente correcto. Sus ideas, pensamientos y experiencias se entrelazaban con las del mundo entero del año 2011, un mundo real repleto de cambios y que se aproximaba cada vez más al de esta historia hasta fundirse. El fin del mundo había llegado, pero el protagonista de todo esto seguía ahí y ya no le preocupaban las críticas que podía suscitar lo que cuenta.

He aquí la ciudad de Madrid poco después de una invasión alienígena. Sin la tecnología que conocemos, sin nuestros recursos energéticos, ni armas, escasamente poblada y visitada por unos seres extraterrestres que detuvieron por las malas los salvajes abusos a los que sometimos a la Tierra.

FINALMENTE
Esta obra está dedicada especialmente a todos aquellos que tomaron las plazas el 15M, a los que hicieron posible que conociésemos los secretos de cómo es el mundo en realidad, a los que luchan de forma anónima desde la sombra en contra de los abusos y las injusticias del sistema establecido a nivel mundial, y a los que dejaron de ver la tele por la cantidad de basura que emite.

Dejemos de ser zombis, dejemos de ser esclavos.

---
~ 387000 caracteres con espacios.
Comenzada el 6/12/2010. Terminada el 20/08/2011.
Fondo de la portada: Ngc.galaxy.arp.750pix.jpg (ESA y NASA, sin copyright).
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IdiomaEspañol
EditorialGoku Madrid
Fecha de lanzamiento4 sept 2013
ISBN9781301733408
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    Patos y aliens - Goku Madrid

    PRESENTE

    Primavera

    SEMANA 1

    2019_05_12, domingo

    [REW]

    ...

    [PLAY]

    ...

    ...

    ...

    [STOP]

    [REW]

    ...

    [¡Bip-bip!]

    (13:13)

    Hola, hola, probando... Sí, sí... Uno, dos, tres... Venga pequeña, tú puedes, demuéstrame que no eres un cacharro al que sólo le funciona un LED.

    [¡Bip-bip!]

    ...

    [REW]

    ...

    [PLAY]

    Hola, hola, probando... Sí, sí... Uno, dos, tres... Venga pequeña, tú puedes, demuéstrame que no eres un cacharro al que sólo le funciona un LED.

    ...

    [STOP]

    [¡Bip-bip!]

    (13:14)

    ¡Hostia! ¡Joder! ¡Qué flipada! ¡Teníais que haberme oído gritar de alegría al comprobar que esta grabadora funciona! ¡Qué pasada!

    No tiene nada grabado, además, es un modelo antiguo... Bueno, antiguo es, quería decir que no es de lo último que se fabricaba. De hecho tiene poca memoria, sólo unas pocas horas de grabación, pero vamos, no voy a ser yo quien ponga pegas, aunque una sí le pondría: ¡ya podría tener algo de música grabada! Echo de menos la música, de cualquier tipo, es una pena que no haya ni una canción grabada, pero bueno, así puedo usarla para grabar algo. Mientras dure la batería, claro.

    No sé si servirá para algo, pero quiero aprovechar esta oportunidad para que todo lo que nos está pasando llegue a conocerse más adelante, algún día en el que todo haya acabado, para que se sepa la verdad y no volvamos a cometer los mismos errores.

    Es una historia muy larga. Veamos, por dónde empiezo...

    El protagonista de una película de acción siempre era un tío, o tía, que terminaba venciendo a los malos. Era alguien especial, alguien que marcaba la diferencia. Joder, pues en esta mierda no he visto todavía a ningún puto héroe. Ningún Han Solo que luche con una gran sonrisa en la cara, ni un Will Smith que se dedique a dar de hostias a un puto alien, tampoco un Vin Diesel que se cargue a los bichos malos, y mucho menos un Arnie jodiendo a alguno de ellos.

    Héroes... Si los hubo murieron hace tiempo inmersos en sus grandes momentos de gloria con los que no consiguieron cambiar nada. Hay, como mucho, héroes humanizados, llenos de defectos y cualidades, como Van Damme en aquella película que hizo en dos mil ocho, creo. Me acuerdo de ella porque fue rompedora comparando con sus trabajos anteriores, y en parte refleja lo que he visto muchas veces en personas que, en su día a día, como si se tratase de actores interpretando, vestían disfraces hechos con enormes cualidades que desaparecieron cuando sólo les quedó lo que eran, gente normal. Aún con todo, es una putada que no haya ningún héroe testosterónico repartiendo leña como en las pelis de acción, porque la Tierra está plagada de ellos, de todos los tipos y colores, y todos esos cabrones sólo buscan una cosa: divertirse mientras nos cazan.

    Sí, los aliens existen. Lo imposible se hizo realidad, ocurrió, y a todo el mundo le invadió la misma sensación de miedo, culpa, incertidumbre e incredulidad mientras nuestras creencias y nuestras concepciones se venían abajo, y es que era real, muy real, estaba sucediendo y llevábamos las de perder.

    Esos jodidos bichos vienen en sus naves, se lo pasan en grande con nosotros hasta que nos dan caza, después se hacen la foto, incluso suelen aprovechar para merendarnos un trozo o llevarse un trofeo, como una mano, una cabeza u otras partes más... indecorosas, cuando no se llevan un cuerpo entero. Se llevan, incluso, personas vivas. Una abducción en toda regla, sin miramientos y con alevosía. Al final llaman a su puto OVNI y les recogen, estén donde estén.

    Por suerte no son una plaga, si es que se le puede llamar suerte a esta puta mierda, pero empieza a darme bastante por culo el detalle de que lleven cinco años así... Pero bueno, es lo que hay, tenemos que aguantarnos, jodernos, no dejarnos atrapar y sobrevivir. ¡Hay que ser optimista, coño!

    ...

    Os preguntaréis cómo sobrevivo, o qué es eso de los aliens, o qué cojones ha pasado. Lo primero, y lo correcto, sería presentarme. Me llamo Javier Rodríguez García de la Torre y os lo voy a contar todo aprovechando que hace un rato encontré una grabadora que aún funciona, por si esto llega a la posteridad y tal.

    ...

    Bueno, antes que nada, podéis llamarme Goku, porque de pequeño veía Bola de Dragón y me gustaba mucho esa serie, además, ¡yo también tengo una cola muy larga, como él! [carcajada] Joder, qué parida más grande... ¡Pero así veréis que todavía tenemos sentido del humor! [risa burlona] Vale, vale, ya paro [risilla], aunque me ha gustado lo de Goku, creo que voy a llamarme así desde ahora.

    Bah, por qué no. Venga.

    [¡Bip-bip!]

    ...

    [¡Bip-bip!]

    (13:30)

    Lo que nos pasó, lo que ocurrió, lo que nos hicieron... Todo ello puede describirse de forma muy sencilla: nos atacaron, arrasando buena parte de nuestra tecnología y de nuestro mundo.

    Primero se divirtieron durante semanas lanzándonos nuestros propios satélites. No murió mucha gente, la verdad, sólo media docena de desgraciados astronautas y un par de miles de personas repartidas por todo el mundo aplastadas por edificios arrasados por basura espacial que cayó del cielo. Pero las consecuencias para nuestra sociedad tecnológica al quedarnos sin satélites fueron muy graves, nos jodieron tremendamente, sobretodo en el campo de las comunicaciones, que se resintieron muchísimo, dejando a oscuras, entre comillas, a casi todo el planeta, incluyendo a los militares, que se cabrearon tanto que aumentaron el nivel de alerta hasta el máximo posible.

    Después, los arsenales y los aeropuertos militares fueron destruidos, y las cabezas nucleares sustraídas, al igual que el combustible de todas las centrales nucleares. Los portaviones y submarinos nucleares corrieron una suerte parecida. Poco pudieron hacer los ejércitos con sus aviones y armas de juguete, comparados con los de los aliens.

    Tras ello, tomaron el control de las grandes instalaciones del HAARP, una gran arma sísmica con la que producir temblores de tierra en cualquier punto del globo, hecho que siempre desmentían las mentes enfermas que concibieron y construyeron tal máquina. El resto fue lo que se temía: cientos de terremotos que arrasaron cientos de ciudades. El arma más destructiva construida por los hombres y mujeres de este planeta fue convertida en nuestra mayor amenaza y dirigida contra nosotros mismos. Murieron a millones. La devastación fue generalizada por todo el mundo. Casi nos alegramos de que no quedase material radiactivo en toda la Tierra, especialmente en las centrales nucleares, porque no debió quedar ni una en pie...

    Los terremotos fueron realmente salvajes; muchos de ellos originaron tsunamis increíblemente destructores que se llevaron por delante kilómetros de tierra, sumergiendo ciudades enteras y ahogando a millones de personas. El Diluvio Universal fue una mierda comparado con todo aquello.

    Además, tal burrada de actividad sísmica dejó a todo el planeta en semioscuridad, el cielo quedó turbio, gris, sucio. La gente decía que era debido a erupciones volcánicas generalizadas, algo que también pensaba yo. Así estuvimos unos ocho meses hasta que la luz del Sol volvió a calentar de nuevo. Se perdieron muchísimas cosechas, sólo sobrevivieron las plantas más fuertes.

    Justo después de los terremotos barrieron el planeta con una potente onda electromagnética que chamuscó circuitos y dejó inservible cualquier cosa con microchip. Repitieron aquel ataque durante meses, casi a diario. Ni siquiera se salvaron las instalaciones construidas bajo tierra. Cualquier trasto electrónico quedó frito, también cualquier recambio y, por supuesto, también las máquinas y robots que se usaban para fabricarlos y los ordenadores con los que se controlaban. Eso nos hizo retroceder bastantes décadas, en cuanto a tecnología se refiere.

    Por suerte, esta grabadora estaba dentro de una caja fuerte que fui capaz de abrir y que, inesperadamente, consiguió protegerla. La caja contaba con una leyenda grabada en un trabajado relieve tallado en la puerta.

    Custos - Conscientia - Hereditas.

    Ni idea de lo que significa, yo era de ciencias...

    Entonces, ocurrió algo curioso. Inicialmente intenté abrirla con mi cuchillo, por si cedía, pero cuando lo acerqué a la hendidura de la puerta una fuerza me lo arrebató de las manos y quedó pegado a la caja fuerte, como si se tratara de un potentísimo imán. Me costó despegarlo un montón... Al cabo de un rato conseguí abrirla, tras jugar una y otra vez con las dos ruedas que bloqueaban el mecanismo. El enorme silencio que inunda todas partes me ayudó bastante.

    Volviendo al relato, los apagones debidos a los ataques electromagnéticos duraban semanas, hasta que al final fue permanente. Con eso sí que nos jodieron. Murió mucha gente en hospitales sin energía, en lugares sin calefacción, en aviones que cayeron o en submarinos que nunca subieron de nuevo a la superficie. Todos los esfuerzos por arreglar la situación y comenzar a reconstruir algo no servían para nada.

    Para rematar, nos dieron el golpe final: cubrieron la Tierra con dos tipos de microorganismos que nos jodieron implacablemente.

    Unos se comieron, literalmente, el petróleo, los carburantes y casi cualquier cosa hecha de plástico; al menos solucionaron el problema de los gravísimos derrames de crudo que hubo por todo el planeta tras los terremotos. Devoraron todo, incluso el carbón, del que podíamos extraer gasolina; quedaba hueco, poroso, parecido a la piedra pómez. Dentro de lo malo, aquello fue un gran alivio para nuestra atmósfera, sobrecargada de dióxido y monóxido de carbono, pues la contaminación era tan grande que causaba trastornos climáticos y eventos peligrosos para nosotros mismos a nivel planetario, como el efecto invernadero y el grave aumento de enfermedades, temas tan delicados como oscurecidos por los poderes que se enriquecían gracias a envenenar el aire que respirábamos todos. Qué locura, y qué vergüenza ajena me entra ahora al pensar en los hijos de puta desgraciados que hipotecaban nuestra salud y la de nuestros hijos por amasar su fortuna... Era una constatación más de que nuestras vidas tenían un precio y de que no les importaban una mierda a los que manejaban los hilos del mundo.

    Una semana después de aquel ataque pudimos comprobar que sólo se salvó una media docena de polímeros resistentes, inmunes a los microorganismos. Si vivisteis en mi época, podéis haceros a la idea de lo que ello supuso, para los que no, puede decirse que todo el mundo dependía del petróleo y sus derivados. Pero también es cierto que el plástico contaminaba a lo grande y nos envenenaba poco a poco bajo el poder de la industria, la planificada desinformación que se ejercía y nuestra pasividad y complacencia por disponer de todo tipo de cosas de forma rápida y barata. Éramos felices en un mundo plastificado. Incluso teníamos plástico en la sangre, y los que provenimos de aquellos tiempos probablemente seguimos contaminados, y era la causa principal, aunque poco admitida, de una larga lista de enfermedades de nuestra civilización. Así no sería de extrañar que los aliens no quisieran procrear con nosotros desde hace unas décadas, tal como se cuenta en muchos relatos y tradiciones antiquísimas que narran lo que ocurría hace cientos o miles de años.

    Un planeta plastificado, igual que el pollo desplumado y deshuesado que podía encontrarse en cualquier supermercado, alimentado en vida con comida repleta de aditivos, un pollo que seguro que nunca vio la luz del Sol y vivió hacinado en unas condiciones deplorables toda su triste y artificial vida, hasta que fue sacrificado un día, el día que estaba programada su muerte desde que salió del cascarón y, finalmente, procesado y envuelto en plástico dentro de una bandejita también de plástico. Muchos pollos terminaron en un plato de plástico, trinchados con dificultad con cubiertos desechables de plástico, y acompañados de una bebida proveniente de una botella de plástico y servida en un vaso de plástico. ¡Plástico y más plástico!

    ...

    Vaya, ahora mismo me apetece comer pollo.

    ...

    Los otros microorganismos se comieron gran variedad de tipos de explosivos, pólvoras y otras sustancias bélicas. Bueno, no se los comieron. Lo correcto sería decir que los dejaron inservibles, como si la explosión de esos materiales hubiese quedado inhibida, porque sí llegaban a arder un poco. Fue una putada, no nos quedó nada decente con lo que defendernos, aunque desde otro punto de vista fue una bendición, ya que se evitarán más mutilaciones o muertes por culpa de minas y obuses enterrados, como mucho harán ¡puf! Y chamuscarán un poco los zapatos. No tengo ni idea de cómo funcionarán esos microorganismos, no llego a concebir el mecanismo por el que actúan, y algo que me da mucha pena que se acaben son los fuegos artificiales y los petardos, con lo bonitos que llegaban a ser, y ruidosos, especialmente en las Fallas de Valencia, que tantas veces disfruté.

    El ataque con microorganismos derribó a dos de los más grandes poderes que controlaban el mundo en la sombra: la industria petrolera y la armamentística. Joder, esos putos aliens se podrían haber limitado a usar sólo eso contra nosotros, en lugar de jodernos con terremotos, cortar de raíz nuestra tecnología y dedicarse a darnos caza...

    En un año nos dejaron con lo puesto, siempre que la ropa no fuese sintética, claro, y básicamente armados con piedras, palos y cualquier cosa hecha de metal.

    ...

    No era una gran perspectiva.

    El hambre y las enfermedades se cebaron con nosotros durante más un año en el que las personas morían a millones, un año durante el cual no se supo nada de los que nos hicieron todo aquello. Hasta que esos hijos de puta volvieron...

    ...

    Lo cierto es que muchas de las cosas que estoy grabando las digo pensando en que algún día serán escuchadas por alguien en un mundo igual al que quedó atrás. Quizás sea un iluso, pero espero que seamos capaces de superar todo esto y hacerlo bien. Eso sí, olvidaos de los coches, motos, barcos y aviones con motor que consuma combustible fósil, y de los miles de objetos y máquinas hechas con plástico o que funcionaran con gasofa.

    ...

    Tal como se decía en mis tiempos y citando el eslogan de una famosa serie que dio en el clavo: la verdad está ahí fuera. Pues ya se podría haber quedado ahí, fuera de este planeta...

    [¡Bip-bip!]

    SEMANA 2

    2019_05_13, lunes

    [¡Bip-bip!]

    (23:49)

    «Las últimas luces del escaso día iluminaban fatigosamente las bellas aunque sombrías fachadas de los antiguos edificios que bordean los fríos canales de Ámsterdam. En su mayoría viviendas, las antaño lustrosas construcciones estaban íntimamente unidas excepto en los lugares donde un estrecho y lúgubre callejón se abría paso como lo hace un riachuelo en la roca de la montaña. Era angosto y oscuro, pero coloridos grafitis decoraban su irregular trazado, algo chocante teniendo en cuenta las perfectas y elegantes líneas de las edificaciones que lo escondían lejos de cualquier mirada ajena. Lo único que sobresalía de aquellos curvados muros eran un par de mugrientos pero luminosos y divertidos carteles con la palabra Coffeshop iluminando tenuemente la niebla, que lo envolvía todo, generando un halo luminoso que aportaba aún más misterio al prieto callejón.

    A los ojos de una persona normal, lucía más sinuoso y serpenteaba más aún de lo que en realidad era debido a la intranquilidad que inspiraba. Pero quien se ocultaba en una de las sombras de aquel callejón no era una persona normal. Simplemente no era una persona. Ya no.

    Su presencia convertía aquellas estrecheces en algo tétrico y peligroso, aunque no lo percibió así el hombre que salió de uno de los locales donde algunos acuden a fumar marihuana. Echaba un sólido vaho al respirar debido al húmedo frío, cortante y penetrante, que inunda la ciudad al final del otoño, y llevaba largas rastas que apestaban a humo de porro. Iba completamente colocado, circunstancia que hacían de él una presa fácil para cualquiera, y un mero juguete para la silueta que se abalanzó sobre él. Aquel vecino de la ciudad de los canales se encontró con su cuello presionado por una fuerte mano. Trató de enfocar a su agresor con su mirada perdida, pero la escasa luz que provenía de una lejana farola no era suficiente para saber quién o qué era. Ya daba igual, era tarde. Ni veinte focos repartidos por todo el callejón hubiesen evitado la brutalidad del ataque que sufrió.

    Un amago de alarido que no alarmó a nadie fue lo último que salió de su boca, y lo último que quedó de él fueron sus extremidades desmembradas y sus vísceras desparramadas por el suelo. Perdió la vida lentamente mientras su cuerpo sufría un tremendo ensañamiento. Cualquiera hubiese preferido morir de cualquier otra forma, porque la crueldad, fiereza y maldad a las que fue sometido pocas veces habían sido aplicadas.

    Al final, sus restos terminaron surcando el fondo de un canal y su sangre quedó cubierta con rapidez por la incipiente nevada que comenzaba a caer sobre la ciudad.

    La sombra asesina había desaparecido de forma sorprendente: tras levitar unos metros, ascendió hasta superar la altura de los tejados, se detuvo y salió disparada en dirección norte.

    Todo hubiese quedado en una desaparición misteriosa más que unos lejanos familiares y unas dudosas amistades apenas se hubiesen molestado en investigar, aunque el final del camino de aquel pobre diablo fue contemplado por los atónitos ojos de un testigo inesperado. Era uno de los cargos relevantes de la embajada estadounidense que disfrutaba de la compañía de uno de los numerosos transexuales cuyos servicios pueden contratarse en el Barrio Rojo. Había salido a tomar el aire a la pequeña terraza de su habitación de hotel tras una intensa sesión de bondage y se topó con el espectáculo más dantesco que vería en su vida, y del que no dudó en informar a su superior tras varios días en los que las pesadillas y aquellas sangrientas escenas no dejaban sitio para nada más en su cabeza. »

    Espero que os haya gustado. Es parte de un libro de tema vampírico que hoy encontré. Le falta buena parte de la cubierta, no tiene el título por ninguna parte y las páginas del final están arrancadas, aunque queda un trozo de la contraportada donde pone Bestseller.

    La gente se entretenía con estas cosas, historias reales o de ficción relatadas en páginas de papel encuadernadas. Era uno de los usos más habituales del papel, junto a los periódicos y las revistas, donde se imprimían noticias, reportajes e información de todo tipo, y es que nuestra cultura y nuestro periodismo avanzaron enormemente tras la invención de la imprenta, eso sí, a costa de millones de árboles talados para aprovechar su madera bajo la zarpa de las industrias maderera y papelera, auténticas lacras para los bosques de todo el mundo que sufrieron su avaricia hasta límites insospechados, pues los árboles son nuestra fuente de oxígeno, ¡lo que respiramos para vivir! Y no siempre era para obtener celulosa y, al menos, sacar provecho con ello, no... En ocasiones, bosques enteros eran quemados por auténticos hijos de puta, unos por ser unos ignorantes y comenzar el incendio de forma accidental, otro porque eran pirómanos y estaban simplemente locos, y los peores porque buscaban sacar beneficio de aquello, normalmente para poder construir urbanizaciones, parques de atracciones o cualquier otra cosa en el terreno devastado, algo que a la larga sólo podía perjudicarnos a nosotros mismos y al planeta entero. Recuerdo especialmente un caso, no lejos de donde trabajaba. Se quemó una enorme masa boscosa al pie de una montaña y, a los pocos años, ¡sorpresa! Se había construido un parque de atracciones en su lugar. Hay que ser muy hijo de puta para promover, realizar y permitir una cosa así porque, al final, no suele ser cosa de una sola persona.

    En fin...

    A pesar de ello, quería compartir esto con quien pueda escuchar esta grabación en un futuro y decirle que, si no sabe lo que es un libro, que lo invente, porque lo más probable es que no encuentre ninguno de esta

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