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Agencia De Detectives Henry Wood
Agencia De Detectives Henry Wood
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Libro electrónico224 páginas2 horas

Agencia De Detectives Henry Wood

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Información de este libro electrónico

Un Misterio Oscuro y Pasado de Moda1ro de Enero, 1955
Henry Wood está sufriendo mucho por una noche festiva de despedida del año 1954. Su mundo es uno en blanco y negro, bien y mal, pero su vida está por cambiar y habrá por siempre tonos grises en su vida. Un detective común, con una pasión por los Brooklyn Dodgers, Henry está por ser contratado por una hermosa mujer, para encontrar a su padre y su diario. Parece bastante simple, pero cuando aparece una segunda mujer, queriendo sus servicios, para encontrar el mismo diario, sospecha que se pudo haber metido en algo muy complicado. Tiene razón. Esos son los menores de sus problemas. El jefe de la mafia local, Tommy 'The Knife', quiere el diario, también. En tanto esté perdido, él está vulnerable, y los demás jefes huelen sangre en el agua.
En quién puede confiar Henry? Henry tiene un benefactor misterioso que nunca ha conocido, pero parece tener las mejores intenciones. Tomará Henry la ayuda que es ofrecida? Tiene otra opción?
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento17 nov 2014
ISBN9781633396951
Agencia De Detectives Henry Wood
Autor

Brian D. Meeks

Brian D. Meeks es un graduado de la Universidad Estatal de Iowa con un título en Economía. Él es el autor de la serie Detective Henry Wood, A Touch to Die For, una sátira llamada Underwood, Scotch, y Wry, la serie YA, Secret Doors, y también ha escrito un libro sobre el equipo de basketball de hombres Hawkeyes de Iowa de 1986-87 titulado Two Decades and Counting: the Streak, the Wins, the Hawkeyes Thru the Eyes of Roy Marble.Él vive y escribe en el Este de Iowa. 

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  • Calificación: 5 de 5 estrellas
    5/5
    Great fun: an ALMOST traditional noirist gumshoe. The usp is beautifully underplayed to make this the most enjoyably quirky thing I've read for a long time.
  • Calificación: 3 de 5 estrellas
    3/5
    A rather quirky mystery which I read in one sitting. The time travel bit had me mystified as well, not entirely sure I still understand how it fits in with the rest of the story but somehow it does.
  • Calificación: 3 de 5 estrellas
    3/5
    First let me say that I thought it was cool that that Brian started out as a blogger and the 2nd chapter of this book was written on his blog first. I am always wondered if a blogger has actually gotten a publishing deal and now I know at least one person is. I could not get into this book. I love mysteries and I usually love books like this but I couldn't get interested in it. It did have great parts in the book but I wasn't overly impressed with the book. That being said I would still recommend the book to other people who like mystery books. He has 2 more books and I think I am going to pick them up and read them.
  • Calificación: 5 de 5 estrellas
    5/5
    Brian Meeks is a wonderful author! He took a fabulous cast of characters and spiced them up with a twisty plot line, throwing the reader a life line to a wonderful mystery book! Each page brought something new and kept me hooked until the last one. I really enjoyed getting to know Henry Wood!Being a child of the 80s I know absolutely nothing about the life of the 50s save for what I've seen on TV or heard from my folks. But, upon reading Mr. Meeks' book, I was instantly transported to another time and place, and as I read this book, I feel in love with the entirety of the 50s, the mystery, the black-and-whiteness of it all. Reading this was like watching the old black and whites on the TV and being swept to the center of the crimes.Filled with mobsters, beautiful women and a crime that only Henry Wood can solve, this story was a fantabulous roller coaster ride! When Henry met Luna, the mystery began. Luna's father has gone missing, and she knows that something's not right. She enlists Henry in the suspense when she turns to him to find her father. But, little do they know, that that's just the beginning of a long line of mysterious events that will lead Henry on a chase to find the missing man! Enter Sylvia, a mysterious woman, who leaves Henry quite on edge as he feels that something is off.Combined all those things and so much more, and Mr. Meeks throws you a fun loving, witty new book about a wood-loving detective. This is a 5 Book worthy start to what I hope will be a series of awesomeness and adventure as we follow Henry Wood in all his glory in searching for answers to crimes. Grab a copy and see for yourself that this is one book that will have you hooked instantly and wishing for more!This review originated at Reviews By Molly in part with a blog tour.

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Agencia De Detectives Henry Wood - Brian D. Meeks

lecturas?

Brian D.Meeks

111 W.Kohl

515-402-0809

EcocandleRiel@gmail.com

Agencia de Detectives Henry Wood

por Brian D. Meeks

Este es un trabajo de ficción. Los personajes, eventos, y la historia contenida dentro, son creados dentro de la fértil imaginación del autor. Cualquier semejanza con personas, tanto vivas como difuntas, o cualquier evento, es puramente coincidencia.

Ninguna parte de esta publicación podrá ser reproducida entera o en parte, o depositada en un sistema de lucro, o transmitida en cualquier forma, por cualquier medio ya sea electrónico, mecánico, impreso, fotocopia, grabación, cincelado en piedra, o de cualquier clase, sin el permiso escrito del editor, excepto por la inclusión de citas breves en una crítica. Para información respecto al permiso contacte al editor.

––––––––

Copyright© 2013 por Brian D. Meeks. Todos los derechos reservados.

CAPÍTULO UNO

––––––––

No era el clima, ni la ciudad, ni los autos pasando aquel golpeado Henry. Fue cómo, a las 3:00 am., todo parecía tan blanco y negro. Era el año 1955. Su vida estaba por cambiar, y habría por siempre tonos en gris.

La ciudad parecía desinteresada en las idas y venidas de un detective soltero que estaba deambulando hacia su hogar después de celebrar el año nuevo. Alrededor, la gente estaba afuera sonriendo y besándose, y más de uno tropezándose. Fueron dos cuadras más hasta que llegó a su departamento, solo. Él tenía una casa pero no quería conducir, por lo cual conservaba el pequeño departamento. Era agradable poder quedarse en la ciudad si surgiera la necesidad...o si los tragos estuvieran circulando. La vida de un detective privado no era glamorosa; la mayoría de los días pasaban persiguiendo deudores, observando estafadores, o sentándose solo en una oficina preguntándose cómo uno terminó allí.

Henry llegó a su lugar y tropezó a través de la puerta principal - sin golpearse con el suelo pero necesitando poner una mano hacia abajo. Él estaba bastante ebrio y no podía recordar el nombre de la rubia. Aquella en el bar con una gran sonrisa y enormes...

Tiró su sombrero en dirección hacia el perchero - sin atinarle siquiera cerca - y tambaleó hacia la mesa de la cocina. Una botella de vodka se encontraba allí, esperándolo. Siendo un pensador, Henry la había puesto allí antes de partir a celebrar el año nuevo, sabiendo que lo recibiría de nuevo a su hogar si llegara en una pieza. Él había olvidado el vaso, así que tomó un pequeño sorbo de la botella. El resplandor de un año nuevo y el pensamiento sobre el beso de media noche de la rubia lo hizo sonreír. Él simplemente deseó saber su nombre o a dónde se había ido.

Cierto detective, él pensó, no puede siquiera tener registro de una dama a quien estaba besando. Podría haber sido el marinero al final de la barra. Él le había estado echando un ojo. Caso cerrado, él concluyó. No porque estuviera seguro, sino porque no le importaba. Él decidió que debía ir a la cama pero, mientras que reunía la energía para ir a la habitación, se desmayó en la mesa.

***

En un departamento en Brooklyn, una mujer de pelo oscuro estaba sentada, sola. No lo podía creer. Su desenfrenada preocupación y ritmo no habían ayudado, así que intentó llorar por varias horas sin resultado. Ahora ella sólo estaba sentada en su cocina, con sus piernas retraídas hacia el pecho, sola con sus miedos. Ella miró el reloj; eran las 3:37 am.

En la mesa junto a una bandeja de galletas recién horneadas había un bloc con una dirección sobre él. El nombre del detective que había encontrado en su guía telefónica estaba subrayado tres veces. Ella había planeado ir a visitarlo el día tres, que sería lunes, pero la angustia se había vuelto insoportable. Ella decidió que podía ir a la ciudad en unas pocas horas y dejar una nota para él. Realmente no aceleraría las cosas, pero ella necesitaba hacer algo. Estaba cansada y terminó escribiendo la nota, pero Querido Henry fue lo más lejos que llegó antes de que su cabeza descansara junto a las galletas.

CAPÍTULO DOS

Henry había deseado que la caminata a su oficina lo ayudara a sentirse mejor, pero no fue así. No había trabajo que hacer, pero a Henry igual le gustaba estar allí - más que nada porque era tranquilo. Henry deseó haberse quedado en la cama.

La cabeza de Henry estaba latiendo todavía por el festejo de año nuevo. Él miró su calendario, un regalo de su hermano de Manhattan que era un fanático de los New York Giants y de todas sus cosas. El calendario tenía una foto del equipo de The World Series Champion Giants que barrieron a los Cleveland Indians en cuatro juegos. Era humillante mirarla. Él balbuceó para sí, Al menos los malditos Yankees no ganaron su sexta consecutivamente. Aunque a Henry no le importaban los Giants, los dos años previos sus predilectos Brooklyn Dodgers se vieron derrotados por los Yankees. Él apenas podía soportarlo, pero mirando el 1ro de Enero de 1955, se llenó de esperanza y optimismo. Este sería el año de Robinson, Hodges, Snider, Reese, Koufax, Newcomb, Campanella, y los muchachos. Sus ensueños fueron interrumpidos cuando hubo un golpe similar al de un ratón en la puerta. Él comenzó a gritar, Pasa, pero luego bajó su voz y masculló, ¿Sí? Su dolor de cabeza lo hizo doblarse de dolor.

La puerta se abrió lentamente, y una alta, esbelta mujer entró cuidadosamente a la oficina. Su oscuro pelo estaba recogido en un rodete. Ella era bastante llamativa pero obviamente tímida. Él supuso que era una bibliotecaria. Puedo ayudarte? él preguntó, intentando no sonar abatido.

¿Eres tú Henry Wood, el detective?

Sí, ¿y tú eres?

Soy Luna Alexander, y me temo que mi padre se ha metido en una situación difícil. Necesito su ayuda. Lamento molestarlo, y no creí que estuviera aquí, pero...

Henry de día era un detective y de noche un carpintero. Para ser veraz, era un detective moderadamente bueno pero un artesano insatisfactorio. Sólo dos días antes él había estado encolando una plantilla para su rebajadora para cortar mortajas perfectas, y los restos se habían esparcido por todos lados. Había sido una situación difícil en sí misma. Él volteó su atención de nuevo a Luna, quien, él estaba seguro, no estaría interesada en sus asuntos de encolaje.

Tras contarle sobre su padre y su historial y la última vez que había sido visto, Luna preguntó si debía sentarse. Cuando tomó asiento, pareció como si el peso del mundo amenazara con aplastarla. Ella se veía derrotada y triste. ¿Me ayudará?

Henry estaba por decir que parecía un caso de una persona perdida para la policía, pero en cambio dijo, Estaré feliz de tomar su caso, Luna. Ella dio la más leve sonrisa, se paró, y estrechó su mano. Henry no estaba seguro, pero le pareció ver un destello de esperanza en sus ojos. Ella le dio un sobre y dijo, Mi dirección y número están allí dentro, junto con el anticipo. Por favor hágame saber ni bien descubra algo.

A la vez que la puerta se cerraba, él sacó su pequeño cuaderno y escribió rápidamente los detalles. El padre de Luna era un contador de alto nivel en el bufete de abogados Smith, Havershome y Blickstein y había estado con ellos por 20 años. Él y Luna vivían en un modesto departamento en Brooklyn, y él tomaba el tren hacia la ciudad. Luna trabajaba en una panadería y estaba despierta y ya afuera antes que su padre pero también llegaba a su hogar varias horas antes que él. Ella lo describió como un hombre meticuloso. Le gustaba la rutina y siempre volvía a casa a las 6:22 todas las tardes. Últimamente, sin embargo, él había estado llegando a casa a todo tipo de horas raras y solía saltearse la cena, sin siquiera molestarse en escuchar la radio. Él amaba su trabajo, él amaba el radioteatro, y amaba la rutina. Ella mencionó notar primero algo extraño cuando su padre ni siquiera reaccionó cuando The Shadow fue removida del aire.

Henry se preguntó si The Shadow sabía lo que acechaba en el corazón de Mr. Alexander. Él volvió a su pequeña casa y fue al sótano. Revisó su closet mágico, el cual poseía un portal de tiempo hacia el futuro. La historia del portal era un misterio que Henry no había sido capaz de resolver, aunque lo había intentado. Dado que no lo había succionado todavía hacia un abismo y seguidamente le daba presentes, no le importaba. Ocasionalmente una nueva y maravillosa herramienta aparecía. La rebajadora Bosch había llegado justo un mes más o menos antes con una revista que describía todos los tipo de cosas que podía hacer. Hoy estaba vacío. El encolado del día anterior estaba listo para que él comenzara con el siguiente paso. Él encontró la carpintería como una forma de meditar sobre sus casos.

Las instrucciones en la revista indicaban que las dimensiones eran aproximativas. Henry descubrió que necesitaba la práctica, así que se dedicó un buen tiempo a la precisión. Luego de cortar dos piezas, se dio cuenta que no había considerado el grosor de su hoja de cierra circular y había también cometido un error de medida de dos pulgadas enteras. Le divertía que sus intentos de precisión hayan sido un fracaso tan abismal. Henry se había anticipado y había comprado mucha madera de más para tener listas. Del lado positivo, él se había sentido mucho más cómodo con su sierra circular. Henry era un hombre de aquellos que veían el vaso medio lleno.

Él tomó unas pocas fotos del encolado y fue arriba a llamar a la firma de Mr. Alexander. Su cerebro nebuloso lentamente recordó que era sábado y también 1ro de enero, así que tendría que esperar hasta el lunes para hacer la llamada. Él volvió a su plantilla y pensó en Luna.

CAPÍTULO TRES

––––––––

El domingo había sido relajante. Henry pasó el día terminando su plantilla de mortaja para su rebajadora. Él se estaba empezando a sentir cómodo usando la rebajadora y pudo crear un borde recto y, de ahí, encuadrar la plantilla. Él apenas pudo creerlo cuando puso la escuadra en cada esquina, y todas tenían 90 grados. Qué sensacional. Luego de terminar la plantilla y fotografiarla para la posteridad, él se relajó un poco y empezó un diario de un nuevo caso.  Él escribió rápidamente algunos de sus pensamientos:

2 de enero, 1955. Un nuevo año...un nuevo caso. Piso 37, Edificio Chrysler, Oficina 16...ve allí en persona; encuéntrate con los compañeros de trabajo de Mr. Alexander; busca pistas. 8 am, Lunes.

Henry había llamado a Luna, sólo para chequear si ella había escuchado algo de su padre. Él le dijo que tenía intención de buscarlo por su oficina el lunes. Ella mencionó que sospechaba de alguien en la firma. Su padre había estado desaparecido desde el 24 de diciembre, y el lunes sería el primer día que la firma estaría abierta desde su desaparición. Henry se preguntó si sabían que estaba desaparecido. Él necesitaría ser reservado.

La puerta de la oficina de Mr. Alexander era de caoba y tenía su nombre en ella. Henry entró, y una avejentada mujer, con una mirada seria, estaba sentada detrás del escritorio. Ella tenía el ceño levemente fruncido y estaba abriendo el correo de la mañana. Ella miró hacia arriba y preguntó, ¿Te puedo ayudar? en una voz que era mucho más amable de la que Henry esperaba. Sí, me estaba preguntando si podría hablar con Mr. Alexander, él dijo, sacándose el sombrero. Él había decidido apaciguarse y medir su reacción.

Mr. Alexander no está todavía, pero debería llegar pronto; nunca llega tarde. ¿Tiene una cita? ella dijo, mientras continuaba abriendo los sobres.

No, esperaba que tuviera unos minutos, dijo Henry. Él sabía ahora que ella no sabía que no entraría.

Ella abrió otro sobre. El teléfono sonó, y ella atendió y dijo, Discúlpeme, pero ¿Ud. es Mr. Wood?

Sí. Esto lo agarró a Henry desprevenido, aunque fue lo suficientemente inteligente como para poner su expresión de despreocupado. Él asumió que ella se iba a explicar. Y estuvo en lo cierto.

Mr. Alexander se disculpa por llegar tarde; puede esperarlo en su oficina. Él hará lo posible para llegar tan rápido como pueda. Ella apretó un botón debajo de la mesa. Hubo un sonido como un zumbido leve, y luego se puso de pie, abriendo la puerta para llevarlo a Henry dentro.

La oficina estaba bien decorada. Había un largo escritorio art deco y estanterías a lo largo de ambas paredes. Henry notó dos plantas, de igual alto, en cada rincón detrás del escritorio; de hecho, todo estaba exactamente donde uno esperaría. Luna había descrito a su padre como alguien meticuloso, y ahora que Henry vio en dónde trabajaba, él entendió. El escritorio estaba libre de desorden, salvo por un bloc de papel junto al teléfono. El teléfono estaba ubicado para estar paralelo al borde del escritorio con el cable tendido prolijamente a un costado. Junto al bloc había un grupo de seis lápices, los cuales estaban alineados uno con el otro. Todos parecían ser del mismo largo, y, al mirar Henry más de cerca, notó algo extraño. Cada lápiz estaba girado de modo que el nombre de la marca no se viera excepto en uno. Henry inspeccionó la oficina y no vio nada fuera de lugar.

Habiendo pasado su domingo entero midiendo y remidiendo cada corte y perforación, él sentía que entendía cómo era ser tan preciso. Aunque él no era normalmente una persona pulcra y ordenada, él apreciaba sus ventajas y la estética. Inclinado hacia adelante, él giró cuidadosamente el lápiz. Del otro lado estaba el grupo de seis números. Él leyó los números para sí mismo: 1,2,3,5,7, y 23. Él puso el lápiz en su bolsillo y juntó los demás. Justo después, él escuchó el ruido de la puerta. Se sentó rápidamente.

La secretaria entró y dijo, Mr. Alexander acaba de llamar. Él lo lamenta, pero no va a poder llegar a la oficina. Él me pidió que pidiera disculpas por no estar disponible para discutir sus números.

Gracias dijo Henry, mientras se paró para irse.

¿Le importa si pregunto; es un cliente de la firma? Pensé que conocía a todos los clientes.

Henry, con su velocidad, dijo, Estoy considerando esta firma. Me encontré con Mr. Alexander recientemente, y él se ofreció a revisar mis libros. Él dijo que cada socio tenía distintos puntos fuertes, y él me aconsejaría cuál podría ser el mejor. No daría mis asuntos a cualquier firma.

Ella sonrió. Esto parecía satisfacerla.

Mientras que Henry tomó el subte hacia su hogar, él pensó en los números. ¿Qué significaban? Obviamente Mr. Alexander estaba todavía vivo y bien, pero ¿en qué andaba? ¿Cómo sabía que estaría allí a las 8 am? ¿Cómo pudo haber sabido que encontraría los números? Henry había ido a la ciudad buscando respuestas y sólo encontrando preguntas. El detective dentro suyo decidió que necesitaba pensar, lo cual hacía mejor mientras ordenaba su taller. La oficina de Mr. Alexander lo había contagiado. Él podría limpiar y pensar. Además, él necesitaba encontrar un lugar de honor para depositar su plantilla rebajadora de mortaja.

CAPÍTULO CUATRO

––––––––

Un hombre gordo se sentó en una máquina de escribir, sus dedos de salchicha bailando sobre la

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